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domingo, 30 de enero de 2011
EJERCICIOS INTERACTIVOS DE SINTAXIS PARA LA ESO
Dentro del blog lenguayliteratura.org de Víctor Villoria
viernes, 28 de enero de 2011
La lengua como herramienta
La lengua es una realidad compleja y escurridiza, entre otros motivos porque no tenemos de ella el mismo tipo de experiencia que podamos tener de una roca, una manzana o un caldero. Al entendimiento humano siempre le resultan más manejables las cosas concretas. Estamos hechos así. Y por eso andamos a vueltas con las abstracciones, buscándoles semejanzas con realidades concretas en el intento de hacernos una idea lo más cabal posible de qué son y cómo son.
Dentro de este afán es donde debemos situar la construcción de los sucesivos modelos con los que hemos tratado de explicarnos la lengua. En el fondo, lo que pretendemos con ellos no es sino acercarnos a ella como si fuera otra cosa. Un venerable modelo, por su larga tradición en la historia de la reflexión lingüística, es el de la lengua como herramienta. Ya Platón se sirve de él en el Crátilo, diálogo en el que se refiere a la lengua como una herramienta que permite que una persona les comunique algo a las otras acerca de las cosas.
Vamos a tratar de ir desgranando las implicaciones de este modelo.
En primer lugar, cuando comparamos la lengua con un instrumento, estamos concibiéndola como si fuera una cosa, una realidad independiente del ser humano y externa a él. Esto es lo que se denomina, de manera un poco más técnica, reificación. Siempre tendremos más posibilidades de aprehender algo que está ahí fuera, ante nosotros, que lo que está dentro de nosotros o, simplemente, no está en ninguna parte.
En segundo lugar, las herramientas son objetos que nosotros fabricamos, es decir, la lengua es formada por el ser humano. Un aspecto muy importante del modelo, íntimamente relacionado con esto, es, precisamente, que una herramienta tiene una forma, que podemos perfeccionar o, si somos artesanos un poco torpes, empeorar o incluso destruir. Una de las tareas fundamentales de la lingüística es, de hecho, la de estudiar la forma de la lengua: su composición y disposición.
En tercer lugar, una vez que una herramienta está disponible, podemos manejarla. Aquí, nuevamente, habrá quien se sirva de ella con habilidad y quien resulte un poco negado. Las herramientas, desde luego, se manejan para algo: las podemos aplicar a diferentes tareas de acuerdo con nuestros propósitos. Para empezar, median entre nosotros y el mundo, permitiéndonos tantearlo, como hacemos con un bastón, o seccionarlo, como hacemos con un bisturí o, para decirlo de forma un poco más general, nos sirven lo mismo para explorar y conocer la realidad que nos rodea que para modificarla y modelarla. Pero la lengua, en cuanto instrumento, media además en nuestra relación con las otras personas. Nos permite comunicarnos con ellas, influir en ellas e incluso manipularlas. En definitiva, nos sirve para recorrer los diferentes senderos que van de nosotros a las cosas, de las cosas a las otras personas, de nosotros a los demás o incluso de nosotros mismos a nosotros mismos.
Como decíamos, la idea de la lengua como herramienta se puede rastrear en Platón. La encontramos también formulada en los escritos de Humboldt en el siglo XIX. Pero, sin duda, el mejor exponente de esta concepción se halla en la Teoría del lenguaje de Karl Bühler, una obra de 1934 traducida al castellano en 1950 por Julián Marías. Allí se expone el denominado modelo del órganon (órganon significa ‘herramienta’ en griego). En su modelo, Bühler le atribuye tres funciones al lenguaje: la representativa, la apelativa y la expresiva. Estas se derivan de la triple relación que entabla el signo lingüístico, a saber: con las cosas, a las que representa; con las personas que escuchan, a las que apela; y con el yo que habla, al que expresa. Estas funciones le resultarán familiares a cualquiera que haya estudiado un curso de lingüística, aunque no terminará de reconocerlas, porque la versión que ha tenido mayor resonancia ha sido la de Jakobson, que las reelabora y les añade otras tres, hasta llegar a un total de seis: referencial, poética, emotiva, conativa, fática y metalingüística. Espero poder ocuparme en otra ocasión de los modelos de Bühler y Jakobson con el detalle que merecen.
Quien haya leído hasta aquí puede haberse quedado con la impresión de que esta idea de la lengua como herramienta únicamente tiene cabida en las especulaciones más o menos oscuras de filósofos y teóricos del lenguaje. Nada más lejos de la realidad. Nuestra cultura se encuentra hasta tal punto embebida de ella que nos resulta igual de transparente que el agua para los peces. Pero basta con detenerse a observar algunas de las imágenes que forman parte de nuestro hablar cotidiano para que empecemos a reconocerla en ellas, por ejemplo, cuando aseguramos que un escritor tiene un consumado dominio del lenguaje o que un orador ablanda las voluntades y conmueve los corazones con su discurso. Tampoco es ajeno a nuestro modelo el afirmar, como muchas veces se ha hecho, que una lengua ha alcanzado una gran perfección (como un bisturí láser, quizá) o que resulta tosca y grosera (como un cuchillo de pedernal).
Esto modelo, como todos, tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Se revela de gran utilidad si lo que queremos es atender a aspectos de la lengua como su forma y, sobre todo, su función. Se trata, principalmente, de una concepción finalista, pues la idea de herramienta está indisolublemente unida a la de finalidad. De ahí que en las explicaciones basadas en este modelo se haga hincapié, como hemos visto, en la noción de función: ¿cuáles son las funciones del lenguaje?, o sea, ¿para qué sirve el lenguaje?
Cojea, sin embargo, cuando nos tenemos que enfrentar con el cambio lingüístico. Desde esta perspectiva, la lengua se nos revela como algo fluido, que se halla inmerso en un cambio constante y gradual, mientras que un instrumento es, por naturaleza, estático. Podemos afilar un hacha, adelgazar la hoja o alargar el mango, pero no podemos sentarnos a observar cómo se transforma en motosierra de manera análoga a como el latín se convirtió en castellano (y no digamos si tenemos que explicar además la diversificación en castellano, portugués, gallego, catalán, francés, italiano, etc.). Resultan más aptos para esta tarea otros modelos, como el de la lengua como organismo, del que ya hemos hablado.
Pero finalmente este modelo se enfrenta con una limitación radical que comparte con todos los demás: la lengua puede ser, en algunos de sus aspectos, como una herramienta; pero, de hecho, no es una herramienta.
Dentro de este afán es donde debemos situar la construcción de los sucesivos modelos con los que hemos tratado de explicarnos la lengua. En el fondo, lo que pretendemos con ellos no es sino acercarnos a ella como si fuera otra cosa. Un venerable modelo, por su larga tradición en la historia de la reflexión lingüística, es el de la lengua como herramienta. Ya Platón se sirve de él en el Crátilo, diálogo en el que se refiere a la lengua como una herramienta que permite que una persona les comunique algo a las otras acerca de las cosas.
Vamos a tratar de ir desgranando las implicaciones de este modelo.
En primer lugar, cuando comparamos la lengua con un instrumento, estamos concibiéndola como si fuera una cosa, una realidad independiente del ser humano y externa a él. Esto es lo que se denomina, de manera un poco más técnica, reificación. Siempre tendremos más posibilidades de aprehender algo que está ahí fuera, ante nosotros, que lo que está dentro de nosotros o, simplemente, no está en ninguna parte.
En segundo lugar, las herramientas son objetos que nosotros fabricamos, es decir, la lengua es formada por el ser humano. Un aspecto muy importante del modelo, íntimamente relacionado con esto, es, precisamente, que una herramienta tiene una forma, que podemos perfeccionar o, si somos artesanos un poco torpes, empeorar o incluso destruir. Una de las tareas fundamentales de la lingüística es, de hecho, la de estudiar la forma de la lengua: su composición y disposición.
En tercer lugar, una vez que una herramienta está disponible, podemos manejarla. Aquí, nuevamente, habrá quien se sirva de ella con habilidad y quien resulte un poco negado. Las herramientas, desde luego, se manejan para algo: las podemos aplicar a diferentes tareas de acuerdo con nuestros propósitos. Para empezar, median entre nosotros y el mundo, permitiéndonos tantearlo, como hacemos con un bastón, o seccionarlo, como hacemos con un bisturí o, para decirlo de forma un poco más general, nos sirven lo mismo para explorar y conocer la realidad que nos rodea que para modificarla y modelarla. Pero la lengua, en cuanto instrumento, media además en nuestra relación con las otras personas. Nos permite comunicarnos con ellas, influir en ellas e incluso manipularlas. En definitiva, nos sirve para recorrer los diferentes senderos que van de nosotros a las cosas, de las cosas a las otras personas, de nosotros a los demás o incluso de nosotros mismos a nosotros mismos.
Como decíamos, la idea de la lengua como herramienta se puede rastrear en Platón. La encontramos también formulada en los escritos de Humboldt en el siglo XIX. Pero, sin duda, el mejor exponente de esta concepción se halla en la Teoría del lenguaje de Karl Bühler, una obra de 1934 traducida al castellano en 1950 por Julián Marías. Allí se expone el denominado modelo del órganon (órganon significa ‘herramienta’ en griego). En su modelo, Bühler le atribuye tres funciones al lenguaje: la representativa, la apelativa y la expresiva. Estas se derivan de la triple relación que entabla el signo lingüístico, a saber: con las cosas, a las que representa; con las personas que escuchan, a las que apela; y con el yo que habla, al que expresa. Estas funciones le resultarán familiares a cualquiera que haya estudiado un curso de lingüística, aunque no terminará de reconocerlas, porque la versión que ha tenido mayor resonancia ha sido la de Jakobson, que las reelabora y les añade otras tres, hasta llegar a un total de seis: referencial, poética, emotiva, conativa, fática y metalingüística. Espero poder ocuparme en otra ocasión de los modelos de Bühler y Jakobson con el detalle que merecen.
Quien haya leído hasta aquí puede haberse quedado con la impresión de que esta idea de la lengua como herramienta únicamente tiene cabida en las especulaciones más o menos oscuras de filósofos y teóricos del lenguaje. Nada más lejos de la realidad. Nuestra cultura se encuentra hasta tal punto embebida de ella que nos resulta igual de transparente que el agua para los peces. Pero basta con detenerse a observar algunas de las imágenes que forman parte de nuestro hablar cotidiano para que empecemos a reconocerla en ellas, por ejemplo, cuando aseguramos que un escritor tiene un consumado dominio del lenguaje o que un orador ablanda las voluntades y conmueve los corazones con su discurso. Tampoco es ajeno a nuestro modelo el afirmar, como muchas veces se ha hecho, que una lengua ha alcanzado una gran perfección (como un bisturí láser, quizá) o que resulta tosca y grosera (como un cuchillo de pedernal).
Esto modelo, como todos, tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Se revela de gran utilidad si lo que queremos es atender a aspectos de la lengua como su forma y, sobre todo, su función. Se trata, principalmente, de una concepción finalista, pues la idea de herramienta está indisolublemente unida a la de finalidad. De ahí que en las explicaciones basadas en este modelo se haga hincapié, como hemos visto, en la noción de función: ¿cuáles son las funciones del lenguaje?, o sea, ¿para qué sirve el lenguaje?
Cojea, sin embargo, cuando nos tenemos que enfrentar con el cambio lingüístico. Desde esta perspectiva, la lengua se nos revela como algo fluido, que se halla inmerso en un cambio constante y gradual, mientras que un instrumento es, por naturaleza, estático. Podemos afilar un hacha, adelgazar la hoja o alargar el mango, pero no podemos sentarnos a observar cómo se transforma en motosierra de manera análoga a como el latín se convirtió en castellano (y no digamos si tenemos que explicar además la diversificación en castellano, portugués, gallego, catalán, francés, italiano, etc.). Resultan más aptos para esta tarea otros modelos, como el de la lengua como organismo, del que ya hemos hablado.
Pero finalmente este modelo se enfrenta con una limitación radical que comparte con todos los demás: la lengua puede ser, en algunos de sus aspectos, como una herramienta; pero, de hecho, no es una herramienta.
martes, 25 de enero de 2011
Ortografía
AGUSTÍN GARCÍA-CALVO
La ortografía del español no es mala por esos melindres de si se autoriza o no a escribir el acento de este o solo ni porque a la y se le llame y griega o ye: esta ortografía es mala y detestable porque, por ejemplo, desde que el español oficial perdió el fonema H (que algunos dialectos mantienen hasta casi hoy en uso, cuando dicen "hambre", "hondo" o "ahogar"), los doctos del XVII o ya académicos del XVIII quedaban con las manos libres para jugar con la letra h y mandar que lo que en castellano se venía escribiendo omre o aver se escribiera hombre y haber, en vista de que en latín (como doctos que eran, sabían su poquito de latín) se había escrito homine y habere; o porque, una vez que en castellano se hubo anulado la oposición de fonemas que hacía distinguir en la escritura lo que en la lengua se distinguía, cavar (o, lo que era lo mismo, cauar) y lavor, pero caber y sabor, las letras b y v (cuando en el XVIII acabó de distinguirse de u) quedaban abandonadas a las decisiones de los cultos, que ordenarían escribir boca o hierba, no por nada, sino porque en latín eran bucca o herba, pero vaca y cuervo, porque en latín habían sido uacca y coruo, y los imperfectos de la 1ª, que durante siglos, habían sido en castellano y se habían escrito con ava, cuando ya la distinción de las letras b/v no respondía a nada en la lengua, mandarían que se escribieran con aba, porque así se escribían en latín. Puede que estas te parezcan un par de inocentes pedanterías de los cultos, pero, ah lector, como la cultura es el poder, han acarreado que la gente, a la que se ha hecho perder el don de escribir como se habla, no sepa a qué atenerse con la h, la b o la v, y deba, para "escribir bien", o sea demostrar su cultura, recurrir a la autoridad, necesite manuales de ortografía y, en el colmo del progreso, el tocho de 800 páginas de Ortografía de la Academia. Y no digamos (EL PAÍS, 16 de diciembre de 1991, Esplicando trasgresiones de ostáculos subcoscientes) de los casos en que, introduciéndose más y más cultismos en la lengua, la ortografía académica se atenía sin reparo a lo que en la lengua de origen se escribiera, llegando a producir cosas como extraño, obscuro o transporte, que nadie había jamás oído en castellano, pero que, por fuerza de la cultura, algunos locutores concienzudos hasta llegaban a pronunciarlas. En una palabra: la ortografía del español es mala, y casi tan mala como la del inglés o la del francés, en el sentido de que es una constante traición a lo que hay de veras en la fonémica y prosodia de la lengua, y costituye así una serie sin fin de tropiezos y de trampas para la gente, que habla así de bien como habla gracias a que no sabe cómo lo hace y que, puesta a escribir, desearía que le dejaran escribir sencillamente como se habla. Y eso era tan fácil... No tiene usted más que ver cómo, para escribir lenguas que no se habían escrito nunca, se han inventado escrituras decentes, con más o menos acierto, y menos o más intromisión de pedanterías de poca monta, pero que responden a lo que era la vocación de la escritura misma, y de la alfabética en especial, que era reproducir visualmente todos (o al menos los principales) y solos los entes y reglas que en la lengua hubiera; así, para los cientos de lenguas, africanas, amerindias, polinesias, australianas, que desde hace un par de siglos han venido a escribirse por obra de lingüistas, doctos, pero con sentido común de lo que era la función de una escritura; o ahí cerca tienen el caso de la lengua vasca, en sus dialectos o ya unificada, para la que los entendidos honestos han establecido una escritura normal, que no tiene por qué tenderle al lector trampas graves para entrar al menos a la fonémica de la lengua. Y aun para las lenguas cargadas con una manipulación eclesiástica y cultural como las eslavas o las germánicas, se crearon escrituras (la cirílica para escribir en antiguo búlgaro la Biblia o en gótico la de Ulfilas, o las que se usaron para escribir los cantos nórdicos de la Eda o el Beowulfo en antiguo inglés) que respondían sin duda a las lenguas vivas, y que, por varios avatares, han venido a dar en escrituras de lenguas nacionales, como la del ruso o la del alemán, que, pese a algunas complicaciones engorrosas como la de juntar dos y hasta tres letras para escribir un fonema (al. sch), dan cuenta debidamente, si no de la prosodia, al menos de la fonémica de sus lenguas; y, lo que es más y bien cercano, cuando se hizo precisa para el italiano una "revolución desde arriba" de las escrituras, no fue tan difícil establecer una que, salvo las mismas torpezas o engorros ocasionales, no engaña tampoco mayormente al lector sobre lo que haya de veras en la lengua. Me queda solo por hoy razonar un poco de por qué es que puedan o deban alcanzar tan gran atención, propaganda y esplendor, las naderías de las reglas de ortografía: es que para el poder, para sus Estados y capitales, es de primera importancia procurar que se confunda la lengua con la escritura (y con la cultura en general), ya que la escritura (lo mismo la tradicional que sus versiones informáticas y digitales) es algo que se puede manejar desde arriba, por leyes y por escuelas, que se compra y se vende y vale dinero y promoción en la sociedad y el régimen, mientras que la lengua es la sola máquina que se le da a cualquiera gratuitamente, que no es de nadie y nadie puede mandar en ella, que tiene sus propias leyes, secretas, en las que autoridad ninguna puede intervenir (como puede en la escritura) y tampoco en los cambios que una lengua realice en sus leyes de vez en cuando, sin que nadie personalmente lo decida, sino una asamblea anónima que bulle ahí por debajo de las almas. Y claro está que una cosa como esta es un peligro constante para el orden, que necesita que eso no exista o, si tal ideal no acaba de cumplirse, que por lo menos se oculte y se confunda con otras cosas manejables, y que no se sepa que la hay y que sigue viva.
viernes, 21 de enero de 2011
Libertad condicional para otro guardián entre el centeno
Libertad condicional para otro guardián entre el centeno
El novelista con el que litigó Salinger no podrá publicar su obra en EE UU
BARBARA CELIS - Nueva York
EL PAÍS - Cultura - 14-01-2011 Larga vida a Holden Caulfield... en todo el planeta excepto en Estados Unidos y Canadá. El imperecedero protagonista de El guardián entre el centeno, la obra cumbre de J. D. Salinger, podrá continuar las andanzas imaginadas por el autor y editor sueco Frederick Colting, a quien Salinger denunció por plagio seis meses antes de fallecer por escribir 60 Years Later: Coming through the rye.
Aquella novela, que Colting trató de publicar en Estados Unidos en 2009, es, según su autor, una parodia y un homenaje al clásico de Salinger, una interpretación libre de la vida de un Caulfield talludito que en su rebeldía innata se escapa de una residencia de ancianos y vaga por Nueva York igual que el Caulfield primigenio de Salinger hacía en el libro original como adolescente. Bajo el nombre de Mr. C., el personaje ideado por Colting tiene tantas similitudes con el de Salinger que este decidió denunciar a su autor, dando pie a una disputa judicial en la que por primera vez estaban en entredicho no los derechos sobre un libro sino sobre un personaje. Después de que en 2009 una juez estadounidense frenara su publicación, Colting apeló y ahí arrancó un juicio por violación de los derechos de autor. El pasado diciembre el escritor sueco y los herederos de Salinger, fallecido hace ahora un año, llegaron a un acuerdo que permitirá que 60 years later... se edite en todo el planeta excepto en Estados Unidos y Canadá hasta que El guardián entre el centeno entre en el dominio público. El autor sueco es libre de publicar su obra en cualquier otro país pero la frase Coming through the rye del título tendrá que desaparecer y tampoco podrá imprimirse la dedicatoria original, que estaba dirigida a Salinger. Por último, los editores del libro no podrán utilizar para su promoción ninguna referencia a 'El guardian entre el centeno' ni a la mencionada disputa judicial.
El novelista con el que litigó Salinger no podrá publicar su obra en EE UU
BARBARA CELIS - Nueva York
Aquella novela, que Colting trató de publicar en Estados Unidos en 2009, es, según su autor, una parodia y un homenaje al clásico de Salinger, una interpretación libre de la vida de un Caulfield talludito que en su rebeldía innata se escapa de una residencia de ancianos y vaga por Nueva York igual que el Caulfield primigenio de Salinger hacía en el libro original como adolescente. Bajo el nombre de Mr. C., el personaje ideado por Colting tiene tantas similitudes con el de Salinger que este decidió denunciar a su autor, dando pie a una disputa judicial en la que por primera vez estaban en entredicho no los derechos sobre un libro sino sobre un personaje. Después de que en 2009 una juez estadounidense frenara su publicación, Colting apeló y ahí arrancó un juicio por violación de los derechos de autor. El pasado diciembre el escritor sueco y los herederos de Salinger, fallecido hace ahora un año, llegaron a un acuerdo que permitirá que 60 years later... se edite en todo el planeta excepto en Estados Unidos y Canadá hasta que El guardián entre el centeno entre en el dominio público. El autor sueco es libre de publicar su obra en cualquier otro país pero la frase Coming through the rye del título tendrá que desaparecer y tampoco podrá imprimirse la dedicatoria original, que estaba dirigida a Salinger. Por último, los editores del libro no podrán utilizar para su promoción ninguna referencia a 'El guardian entre el centeno' ni a la mencionada disputa judicial.
Análisis sintáctico completo de las siguientes oraciones compuestas
- Quédate con el que quieras y déjame aquello que no quiere nadie.
Oración compuesta por coordinación copulativa (nexo “y”) y subordinación (adj. -sust. y adj.).
En la Proposición 1, el verbo principal “quédate” tiene un Complemento de Régimen “con…quieras” (prep.: “con”; SN: “el que quieras” [“el”=det.; “que quieras”=Núcleo/Prop. Sub. Adj.-Sustantivada], el pronombre relativo “que”=CD). En la Proposición 2, hay una Prop. Sub. Adj. Especificativa en función de CN, cuyo antecedente es “aquello” (“que” tiene función de CD).
- Dice que le ha tocado la lotería, lo cual me parece imposible de creer.
Oración compuesta en la que aparecen dos proposiciones subordinadas, una sustantiva y otra adjetiva.
La Prop. Sub. Sust. “que…creer” es el CD del verbo principal “dice” y, dentro de ella, una Prop. Sub. Adj. Explicativa “lo cual…creer”, en la que el antecedente es su oración principal “le ha tocado la lotería”. El relativo “lo cual” es el sujeto de la subordinada. El infinitivo “creer” no tiene complementos, por tanto actúa como sustantivo y no como verbo.
- Acaban de construir una urbanización privada en aquella playa tan solitaria donde nos bañamos el año pasado.
Oración compuesta por subordinación (adjetiva). “Acaban de construir” es el verbo principal (perífrasis aspectual perfectiva) y, dentro del CCL “en aquella…pasado”, nos encontramos con una Prop. Sub. Adj. Especificativa en función de CN, “donde…pasado”, cuyo antecedente es “playa” (el adverbio relativo “donde” tiene función de CCL).
- No te imaginas lo bien que lo pasé y lo poco que me costó alcanzar el premio.
Oración compuesta por coordinación copulativa (“y”) y subordinación (dos adjetivas y una sustantiva). La conjunción “y” une dos SN en función de CD, cuyos núcleos son adverbios sustantivados, “bien” y “poco”, a través del determinante neutro “lo”; estos “sustantivos” son los antecedentes de las dos Prop. Sub. Adjs. en función de CN: “que lo pase” (“que” =CCM) y “que…premio” (“que=CCCantidad). Dentro de esta última proposición, hallamos una Prop. Sub. Sust. de Infinitivo (no flexionada) que es “alcanzar el premio”, que es el Sujeto de la Adjetiva.
- Por fin, ya me he enterado de quién rompió el horrible jarrón que teníamos en el salón.
Oración compuesta por subordinación (sustantiva y adjetiva). La oración está introducida por un Complemento Oracional que el la locución adverbial “Por fin” (=finalmente). El verbo principal “me he enterado” (reflexiva pronominal) tiene un Complemento de Régimen que es el S.Prep. “de quién…salón”, cuyo término es una Prop. Sub. Sust. interrogativa indirecta (el interrogativo “quien” es el sujeto de la subordinada). Dentro de la sustantiva, hay una Prop. Sub. Adj., CN de “jarrón” (su antecedente), que es “que…salón” (el pronombre relativo “que” es CD de “teníamos”).
- Ella le dijo al médico que su madre ya se encontraba mejor y que insistía en volver a casa.
Oración compuesta por dos Prop. Sub. Sust. en función de CD del verbo principal “dijo”: “que…mejor” coordinada copulativa (“y”) con “que…casa”. Dentro de esta segunda subordinada, aparece otra Prop. Sub. Sust. en función de C. Reg., “en volver a casa”.
- Este me daba un consejo, aquel me hacía una advertencia, pero seguí mi camino y no hice caso a nadie.
Oración compuesta por coordinación. La Proposición 1 “Este…advertencia” y la Proposición 2 “seguí…nadie” son dos coordinadas adversativas (nexo “pero”).
En la Prop. 1 nos encontramos con coordinación distributiva (“Este”/”aquel”, sujetos, además, de cada una de sus proposiciones).
En la Prop. 2 hay coordinación copulativa (nexo “y”).
8. No coge rebotes ni tira a canasta ni da una sola asistencia, a pesar de todo siempre aparece en el equipo titular que saca el míster.
Oración compuesta por coordinación copulativa y adversativa, y subordinación (adjetiva). La Prop. 1 “No…asistencia” y la prop. 2 “siempre…míster” son coordinadas adversativas (la locución conjuntiva “a pesar de todo” es el nexo).
En la Prop. 1 aparecen tres Prop. Coord. Copul. Unidas mediante “ni”.
En la Prop. 2, conviene darle la función de C. Reg. al SPrep. “en…míster”, y no CCL, dada su importancia para entender el significado de la oración (es argumento y no adjunto). Dentro de este C. Reg., hay una Prop. Sub. Adj. “que…míster”, CN de “equipo” (su antecedente), donde el pronombre relativo “que” funciona como CD de la subordinada.
- Hablaba constantemente de que un día se marcharía y que no lo volveríamos a ver allí, en cuyos parajes no quería permanecer ni un minuto más.
Oración compuesta por coordinación y subordinación. El verbo principal “hablaba” tiene dos C. Reg. coordinados copulativamente mediante “y”: “de que…marcharía” y “(de) que…más”. Los términos de esos dos SPrep. son dos Prop. Sub. Sust.: “que…marcharía” y “que…más”.
La 2ª sustantiva es una oración compleja, en la que aparece una Prop. Sub. Adj. Explicativa, CN de “allí” (su antecedente), introducida por el determinante posesivo relativo “cuyos”, precedido por la preposición “en”; “en cuyos parajes” es CCL del verbo “permanecer” y “cuyos” es determinante.
“Permanecer ni un minuto más en cuyos parajes” es una Prop. Sub. Sust. de CD.
10. La niña, cuyos padres no acudieron a la reunión que se celebró el martes, parecía enfadada por la regañina de sus profesores.
Oración compuesta por subordinación. El sujeto de la Proposición Principal es “La niña…martes”. Dentro del sujeto nos encontramos una Prop. Sub. Adj. Explicativa, CN de niña (su antecedente): “cuyos…martes”, el determinate posesivo relativo “cuyos” es determinante de “padres”. Dentro de esta adjetiva, hay otra Prop. Sub. Adjetiva Especificativa: “que…el martes”, CN de “reunión” (“que” es el sujeto de la subordinada).
El Predicado de la oración es un Predicado Nominal. El núcleo es el verbo copulativo “parecía” que tiene un Atributo que es “enfadada…profesores”, una Prop. Sub. Adj. de Participio.
martes, 18 de enero de 2011
Proposiciones subordinadas adjetivas
- He visitado el museo donde se exponen pinturas de Francisco de Goya.
- Se lo contó a una persona en quien tenía mucha confianza.
- Estos monos viven en árboles cuyas ramas les dan cobijo y alimento.
- Tiene una moto como la tuya, la cual es de importación.
- No sabía la manera como decírselo.
- Le dijeron que había aprobado, lo cual le produjo una gran satisfacción.
- Todos los padres, cuyos hijos van a este colegio, han recibido una felicitación navideña.
- Comunicaron por los altavoces que ya no vendría el que tenía que dar la conferencia.
- No hallaron quien pudiera informarles del horario de los trenes.
- Estudia la manera como justificar su actitud.
- El año que viene muchos alumnos estudiarán en la universidad.
- El escritor cuyos poemas han sido premiados es amigo mío.
- El río arrastraba todo cuanto encontraba a su paso.
- En esta casa solitaria hay un perro que no para de ladrar.
- En el tren en que viaja todos los días se encontró con Carmen.
- En este mercado compraré pescado que esté fresco.
- El individuo que hay en la puerta les dijo que no les dejaba pasar.
- Le dieron la que le gustaba más.
- Lo que debes hacer es confesarle es confesarle tus sentimientos.
- Esa es la ventana por la que escaparon los ladrones.
- El camarero, a quien hemos pedido los cafés, es aquel chico rubio.
- No ha encontrado argumentos con los que atacar sus teorías.
- No ha venido el que conoce el camino para subir a la montaña.
- En este bar, no hay quien atienda bien a los clientes.
- Le regalaron un loro que es de Brasil.
- Este señor tiene una enfermedad que es muy difícil de curar.
- Los hombres que son jóvenes harán las tareas más duras.
- Tengo un amigo que no se pierde ninguna película.
- Se ha cortado con un hierro que estaba oxidado.
- Este que ves allí es mi hermano.
- Lo vi allí donde me dijeron.
- Le llamó para felicitarle, lo cual le llenó de orgullo.
- He pagado todos los refrescos consumidos por nosotros.
- Había muchos admiradores aguardando su llegada.
- La muchacha a quien amaba le rechazó.
- En la casa había unos perros que ladraban sin cesar.
- Le ha regalado un collar, que es de plata.
- El río, que bajaba desbordado, arrastraba árboles y grandes piedras.
- Tu amiga tiene sobre la amistad unas teorías que son muy interesantes.
- Ha visitado a sus tíos a quienes hacía tiempo que no veía.
- El lunes empieza a trabajar, lo cual le ilusiona mucho.
- Olvida todo cuanto te dije.
- Hemos visto una película que nos ha gustado mucho.
- Le esperaba en el sitio donde habían quedado.
- El que quiera venir a la excursión debe inscribirse pronto.
- Tengo el mapa con el que podrás guiarte.
- Tiene información a la cual casi nadie puede acceder.
- Quien afirme lo contrario miente.
- La manera como el abogado llevó el juicio fue excelente.
- A las personas cuyos coches están mal aparcados les pondrán una multa.
- El chico de quien hablabais no lo conozco.
- Se conocieron el año cuando nosotros empezamos la carrera de medicina.
- No sabemos el lugar adonde han ido.
- El que vigilaba la puerta estaba distraído.
- No le gustó lo que le dijeron en la reunión.
- Entregarán un reloj de oro a quien gane el concurso.
- Me han dado buenas referencias de quien tú ya sabes.
- Esta actitud es impropia del que ocupa este cargo.
- El festival fue organizado por los que quieren recoger fondos para el Tercer Mundo.
domingo, 16 de enero de 2011
El túnel - Ernesto Sabato
Otros enlaces de interés:
- Ernesto Sabato en lenliblog
- El túnel en wikipedia
- Estudio de la novela en buenastareas.com
- "EL TÚNEL DE ERNESTO SÁBATO: LA SEGUNDA CAÍDA EN EL TIEMPO AMERICANO" por Alejandro Hermosilla Sánchez (Universidad de Murcia)
- Imágenes de El túnel
- Vídeos sobre El túnel
- "El "continuum" en El Túnel de Ernesto Sábato " por Jorge L. Lagos C. Universidad de Tarapacá,
- El túnel (Adaptación Martín Romero) Adaptación de la novela de Ernesto Sàbato. Dirección Martín Romero y Anny Gutiérrez. Cine de la FAUA (UNI - LIMA - PERU)
EL TÚNEL (texto escogido) - Ernesto Sabato
II
Como decía, me llamo Juan Pablo Castel. Podrán preguntarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen (no sé si ya dije que voy a relatar mi crimen) y, sobre todo, a buscar un editor. Conozco bastante bien el alma humana para prever que pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; hace rato que me importan un bledo la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne, huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y me parecería muy injusto que exigiesen de mí, precisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree aveces un superhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto. Aun cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la modestia. ¡Cuántas veces tropezamos con esa clase de individuos! Hasta un hombre, real o simbólico, como Cristo, pronunció palabras sugeridas por la vanidad o al menos por la soberbia. ¿Qué decir de León Bloy, que se defendía de la acusación de soberbia argumentando que se había pasado la vida sirviendo a individuos que no le llegaban a las rodillas? La vanidad se encuentra en los lugares más inesperados: al lado de la bondad, de la abnegación, de la generosidad. Cuando yo era chico y me desesperaba ante la idea de que mi madre debía morirse un día (con los años se llega a saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante), no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos. Ahora que no existe, debo decir que fue tan buena como puede llegar a serlo un ser humano. Pero recuerdo, en sus últimos años, cuando yo era un hombre, cómo al comienzo me dolía descubrir debajo de sus mejores acciones un sutilísimo ingrediente de vanidad o de orgullo. Algo mucho más demostrativo me sucedió a mí mismo cuando la operaron de cáncer. Para llegar a tiempo tuve que viajar dos días enteros sin dormir. Cuando llegué al lado de su cama, su rostro de cadáver logró sonreírme levemente, con ternura, y murmuró unas palabras para compadecerme (¡ella se compadecía de mi cansancio!). Y yo sentí dentro de mí, oscuramente, el vanidoso orgullo de haber acudido tan pronto. Confieso este secreto para que vean hasta qué punto no me creo mejor que los demás.
.... Sin embargo, no relato esta historia por vanidad. Quizá estaría dispuesto a aceptar que hay algo de orgullo o de soberbia. Pero ¿por qué esa manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida? Cuando comencé este relato estaba firmemente decidido a no dar explicaciones de ninguna especie. Tenía ganas de contar la historia de mi crimen, y se acabó: al que no le gustara, que no la leyese. Aunque no lo creo, porque precisamente esa gente que siempre anda detrás de las explicaciones es la más curiosa y pienso que ninguno de ellos se perderá la oportunidad de leer la historia de un crimen hasta el final.
.... Podría reservarme los motivos que me movieron a escribir estas páginas de confesión; pero como no tengo interés en pasar por excéntrico, diré la verdad, que de todos modos es bastante simple: pensé que podrían ser leídas por mucha gente, ya que ahora soy célebre; y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA.
.... "¿Por qué -se podrá preguntar alguien- apenas una débil esperanza si el manuscrito ha de ser leído por tantas personas?" Este es el género de preguntas que considero inútiles. Y no obstante hay que preverlas, porque la gente hace constantemente preguntas inútiles, preguntas que el análisis más superficial revela innecesarias. Puedo hablar hasta el cansancio ya gritos delante de una samblea de cien mil rusos: nadie me entendería. ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir?
..... Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.
Como decía, me llamo Juan Pablo Castel. Podrán preguntarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen (no sé si ya dije que voy a relatar mi crimen) y, sobre todo, a buscar un editor. Conozco bastante bien el alma humana para prever que pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; hace rato que me importan un bledo la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne, huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y me parecería muy injusto que exigiesen de mí, precisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree aveces un superhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto. Aun cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la modestia. ¡Cuántas veces tropezamos con esa clase de individuos! Hasta un hombre, real o simbólico, como Cristo, pronunció palabras sugeridas por la vanidad o al menos por la soberbia. ¿Qué decir de León Bloy, que se defendía de la acusación de soberbia argumentando que se había pasado la vida sirviendo a individuos que no le llegaban a las rodillas? La vanidad se encuentra en los lugares más inesperados: al lado de la bondad, de la abnegación, de la generosidad. Cuando yo era chico y me desesperaba ante la idea de que mi madre debía morirse un día (con los años se llega a saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante), no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos. Ahora que no existe, debo decir que fue tan buena como puede llegar a serlo un ser humano. Pero recuerdo, en sus últimos años, cuando yo era un hombre, cómo al comienzo me dolía descubrir debajo de sus mejores acciones un sutilísimo ingrediente de vanidad o de orgullo. Algo mucho más demostrativo me sucedió a mí mismo cuando la operaron de cáncer. Para llegar a tiempo tuve que viajar dos días enteros sin dormir. Cuando llegué al lado de su cama, su rostro de cadáver logró sonreírme levemente, con ternura, y murmuró unas palabras para compadecerme (¡ella se compadecía de mi cansancio!). Y yo sentí dentro de mí, oscuramente, el vanidoso orgullo de haber acudido tan pronto. Confieso este secreto para que vean hasta qué punto no me creo mejor que los demás.
.... Sin embargo, no relato esta historia por vanidad. Quizá estaría dispuesto a aceptar que hay algo de orgullo o de soberbia. Pero ¿por qué esa manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida? Cuando comencé este relato estaba firmemente decidido a no dar explicaciones de ninguna especie. Tenía ganas de contar la historia de mi crimen, y se acabó: al que no le gustara, que no la leyese. Aunque no lo creo, porque precisamente esa gente que siempre anda detrás de las explicaciones es la más curiosa y pienso que ninguno de ellos se perderá la oportunidad de leer la historia de un crimen hasta el final.
.... Podría reservarme los motivos que me movieron a escribir estas páginas de confesión; pero como no tengo interés en pasar por excéntrico, diré la verdad, que de todos modos es bastante simple: pensé que podrían ser leídas por mucha gente, ya que ahora soy célebre; y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA.
.... "¿Por qué -se podrá preguntar alguien- apenas una débil esperanza si el manuscrito ha de ser leído por tantas personas?" Este es el género de preguntas que considero inútiles. Y no obstante hay que preverlas, porque la gente hace constantemente preguntas inútiles, preguntas que el análisis más superficial revela innecesarias. Puedo hablar hasta el cansancio ya gritos delante de una samblea de cien mil rusos: nadie me entendería. ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir?
..... Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.
Carlos Arniches
Otros enlaces de interés:
- Estudios sobre Carlos Arniches en Cervantes Virtual
- Imágenes de Carlos Arniches
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- Internet Archive Search (textos)
- "Carlos Arniches" por Martín Narcés en proscritos.com
- "El verdugo y la tragedia grotesca" por Juan A. Ríos CARRATALÁ Universidad de Alicante
Combinatoria frente a fijación
En las lenguas coexisten dos principios que son igual de importantes: la combinatoria y la fijación. Sin embargo, tradicionalmente se le ha dado más importancia al primero. Hasta tal punto es así que nos hemos acostumbrado a ver la lengua como una especie de mecano en el que se van ensamblando piezas para construir sintagmas, oraciones y textos.
Así —se suele creer—, quien disponga de los bloques de construcción (las palabras) y conozca las reglas que permiten encajarlas (la gramática), dominará una lengua. O sea, si yo conozco el determinante el/la/los/las, el sustantivo niño, el verbo comer y el sustantivo pan; y manejo, asimismo, las reglas gramaticales relativas al género, el número, la conjugación, el desempeño de funciones gramaticales como sujeto y complemento directo, etc., ya puedo construir una oración como El niño come pan. Ir creando más y más oraciones es, simplemente, cuestión de ir ampliando el inventario de palabras que sé combinar y el conjunto de reglas que rigen tales combinaciones. A esta visión parcial, simplista, de lo que es una lengua es a la que apelan estos métodos más o menos milagrosos que nos prometen enseñarnos inglés, francés o ruso a base de un puñado de vocabulario y unas cuantas nociones gramaticales.
Ojalá todo fuera tan fácil. Hay otra vertiente igual de importante en el dominio de una lengua: la que tiene que ver con todas aquellas combinaciones que los hablantes no van montando pieza por pieza, sino que se encuentran ya construidas, que aparecen constituidas en bloques con mayor o menor trabazón entre sus miembros. Estas se van transmitiendo de unos hablantes a otros y se van repitiendo de generación en generación, como parte del inventario de expresiones de una comunidad lingüística.
Las más típicas son probablemente las denominadas expresiones idiomáticas. Aunque yo conozca el significado de estirar y de pata, y sea capaz de combinar estas y otras unidades de acuerdo con las reglas de la gramática, todavía no sé lo que significa estirar la pata. Evidentemente, si alguien me dice que El protagonista de la película estiró la pata no interpreto normalmente que está haciendo unos ejercicios de rehabilitación que le ha mandado el médico. Esa expresión significa en bloque y lo normal es que la interpretemos como ‘morir’, en lugar de con su significado literal. Las expresiones idiomáticas no solo son fijas, sino que además se caracterizan porque su significado no se deriva del significado de sus componentes.
Otros representantes de la combinatoria restringida son las denominadas colocaciones, que son ciertas combinaciones estables de palabras que utilizamos de manera preferente para referirnos a determinadas realidades extralingüísticas. ¿Podríamos decir en español vino rojo? Podríamos. ¿Lo decimos? Pues no, lo que de hecho decimos es vino tinto. Y quien quiera hablar esta lengua correctamente, tendrá que aprender que esa es la denominación de esa bebida. Saber una lengua no es solo entender qué combinaciones son posibles. Además es necesario saber que de todas las que lo son, en la práctica, solo se utilizan algunas. Y de la misma forma que aprendemos una combinación de la vida cotidiana, con el tiempo tendremos que ir enterándonos de que en los registros más formales se dice celebrar una conferencia, estampar un firma o refrendar un tratado. Es parte del vocabulario del español, pero de un vocabulario que está formado por secuencias de palabras y no por palabras aisladas.
Bajando ya al terreno de la gramática, encontramos numerosas locuciones prepositivas y conjuntivas que son el resultado de la fijación de lo que en su día fueron combinaciones libres. Esto ocurre, por ejemplo, con de cara a, expresión que se ha convertido en una seria competidora de la preposición para, o con por más que, que alterna con la conjunción concesiva aunque.
También se fijan fórmulas conversacionales como a decir verdad…, bien mirado…, … ¿o no?, etc. Estas nos sirven para asegurarnos de que nos están entendiendo, ir dirigiendo la conversación y gestionar diversos procesos comunicativos. Cualquiera que haya intentado cambiar de tema o ir dando por cerrada una conversación telefónica en una lengua extranjera, se habrá dado cuenta de su valor y de lo difícil que resulta utilizarlas adecuadamente.
Todos los tipos presentados hasta aquí se sitúan por debajo del nivel de la oración, pero la fijación también abarca oraciones completas. Hay casos de fijación pragmática que afectan a ciertas oraciones que se dicen en situaciones comunicativas concretas o que, más bien, son las que se dicen en esas ocasiones. Por ejemplo, para hacer la compra en un mercado tradicional español resulta útil saber que si llego a un puesto y hay varias personas esperando sin hacer cola, tengo que preguntar: ¿Quién es el último? o, si quiero ser más castizo, ¿Quién da la vez? Este tipo de expresiones cambian de unos países a otros y de unas lenguas a otras. Por ejemplo, si llego a casa de mis padres y llamo al telefonillo, cuando me pregunten: ¿Quién es?, me anunciaré diciendo simplemente: Soy yo. Un inglés, en cambio, diría: It’s me ‘es yo’; y un alemán, Ich bin es ‘yo soy ello’.
Si nos seguimos adentrando en el terreno de la fijación de oraciones, nos encontraremos con el rico mundo de los refranes, proverbios, etc., de cuyo estudio se encarga la paremiología. Y si nos asomamos al más complejo todavía de los textos rutinizados, nos encontraremos con lo que se escribe en una esquela, una invitación de bodas o, incluso, con ensalmos, oraciones y fórmulas legales. Pero todo esto nos llevaría ya demasiado lejos.
En fin, como ves, para tratar este tema haría falta no un artículo sino un blog entero. Me conformaría si lo poco que he podido presentar —que no pretende ser exhaustivo sino representativo— ha servido para llamar la atención sobre ciertos fenómenos de lengua que resultan omnipresentes en nuestro uso diario, pero de los que raramente llegamos a tener conciencia, entre otros motivos, porque no es muy normal que nos hablen de ellos.
Así —se suele creer—, quien disponga de los bloques de construcción (las palabras) y conozca las reglas que permiten encajarlas (la gramática), dominará una lengua. O sea, si yo conozco el determinante el/la/los/las, el sustantivo niño, el verbo comer y el sustantivo pan; y manejo, asimismo, las reglas gramaticales relativas al género, el número, la conjugación, el desempeño de funciones gramaticales como sujeto y complemento directo, etc., ya puedo construir una oración como El niño come pan. Ir creando más y más oraciones es, simplemente, cuestión de ir ampliando el inventario de palabras que sé combinar y el conjunto de reglas que rigen tales combinaciones. A esta visión parcial, simplista, de lo que es una lengua es a la que apelan estos métodos más o menos milagrosos que nos prometen enseñarnos inglés, francés o ruso a base de un puñado de vocabulario y unas cuantas nociones gramaticales.
Ojalá todo fuera tan fácil. Hay otra vertiente igual de importante en el dominio de una lengua: la que tiene que ver con todas aquellas combinaciones que los hablantes no van montando pieza por pieza, sino que se encuentran ya construidas, que aparecen constituidas en bloques con mayor o menor trabazón entre sus miembros. Estas se van transmitiendo de unos hablantes a otros y se van repitiendo de generación en generación, como parte del inventario de expresiones de una comunidad lingüística.
Las más típicas son probablemente las denominadas expresiones idiomáticas. Aunque yo conozca el significado de estirar y de pata, y sea capaz de combinar estas y otras unidades de acuerdo con las reglas de la gramática, todavía no sé lo que significa estirar la pata. Evidentemente, si alguien me dice que El protagonista de la película estiró la pata no interpreto normalmente que está haciendo unos ejercicios de rehabilitación que le ha mandado el médico. Esa expresión significa en bloque y lo normal es que la interpretemos como ‘morir’, en lugar de con su significado literal. Las expresiones idiomáticas no solo son fijas, sino que además se caracterizan porque su significado no se deriva del significado de sus componentes.
Otros representantes de la combinatoria restringida son las denominadas colocaciones, que son ciertas combinaciones estables de palabras que utilizamos de manera preferente para referirnos a determinadas realidades extralingüísticas. ¿Podríamos decir en español vino rojo? Podríamos. ¿Lo decimos? Pues no, lo que de hecho decimos es vino tinto. Y quien quiera hablar esta lengua correctamente, tendrá que aprender que esa es la denominación de esa bebida. Saber una lengua no es solo entender qué combinaciones son posibles. Además es necesario saber que de todas las que lo son, en la práctica, solo se utilizan algunas. Y de la misma forma que aprendemos una combinación de la vida cotidiana, con el tiempo tendremos que ir enterándonos de que en los registros más formales se dice celebrar una conferencia, estampar un firma o refrendar un tratado. Es parte del vocabulario del español, pero de un vocabulario que está formado por secuencias de palabras y no por palabras aisladas.
Bajando ya al terreno de la gramática, encontramos numerosas locuciones prepositivas y conjuntivas que son el resultado de la fijación de lo que en su día fueron combinaciones libres. Esto ocurre, por ejemplo, con de cara a, expresión que se ha convertido en una seria competidora de la preposición para, o con por más que, que alterna con la conjunción concesiva aunque.
También se fijan fórmulas conversacionales como a decir verdad…, bien mirado…, … ¿o no?, etc. Estas nos sirven para asegurarnos de que nos están entendiendo, ir dirigiendo la conversación y gestionar diversos procesos comunicativos. Cualquiera que haya intentado cambiar de tema o ir dando por cerrada una conversación telefónica en una lengua extranjera, se habrá dado cuenta de su valor y de lo difícil que resulta utilizarlas adecuadamente.
Todos los tipos presentados hasta aquí se sitúan por debajo del nivel de la oración, pero la fijación también abarca oraciones completas. Hay casos de fijación pragmática que afectan a ciertas oraciones que se dicen en situaciones comunicativas concretas o que, más bien, son las que se dicen en esas ocasiones. Por ejemplo, para hacer la compra en un mercado tradicional español resulta útil saber que si llego a un puesto y hay varias personas esperando sin hacer cola, tengo que preguntar: ¿Quién es el último? o, si quiero ser más castizo, ¿Quién da la vez? Este tipo de expresiones cambian de unos países a otros y de unas lenguas a otras. Por ejemplo, si llego a casa de mis padres y llamo al telefonillo, cuando me pregunten: ¿Quién es?, me anunciaré diciendo simplemente: Soy yo. Un inglés, en cambio, diría: It’s me ‘es yo’; y un alemán, Ich bin es ‘yo soy ello’.
Si nos seguimos adentrando en el terreno de la fijación de oraciones, nos encontraremos con el rico mundo de los refranes, proverbios, etc., de cuyo estudio se encarga la paremiología. Y si nos asomamos al más complejo todavía de los textos rutinizados, nos encontraremos con lo que se escribe en una esquela, una invitación de bodas o, incluso, con ensalmos, oraciones y fórmulas legales. Pero todo esto nos llevaría ya demasiado lejos.
En fin, como ves, para tratar este tema haría falta no un artículo sino un blog entero. Me conformaría si lo poco que he podido presentar —que no pretende ser exhaustivo sino representativo— ha servido para llamar la atención sobre ciertos fenómenos de lengua que resultan omnipresentes en nuestro uso diario, pero de los que raramente llegamos a tener conciencia, entre otros motivos, porque no es muy normal que nos hablen de ellos.
martes, 11 de enero de 2011
Proposiciones Subordinadas Sustantivas
PROPOSICIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS.
• Me interesa que lea mucho.
• No me imagino cómo pudo suceder.
• Se enteró de que le habían destituido.
• Ya está harta de que la maltraten.
• No tenía dudas de que ganaría la carrera.
• Desconocía cuándo le compraría la moto.
• Se enorgullecía de que hubiera viajado tanto.
• Estaba convencido de que le habían engañado.
• Puedo dar fe de que aquello sucedió así.
• Ignoro qué pretende con eso.
• Eso depende de si el avión llega a tiempo o no.
• Me interesa que me aconsejen en este asunto.
• Es necesario que acabes el trabajo antes de fin de mes.
• Se dice que este año habrá una crisis económica.
• María oyó que alguien subía por la escalera.
• Deseo que seas muy feliz.
• Se queja de que no le hacen caso.
• Infórmate de si hay clase mañana.
• Entérate de cuándo llega el avión de Irán.
• Alberto tiene la esperanza de que le toque la lotería.
• Alicia está segura de que la seleccionarán como protagonista de una serie televisiva.
• El tribunal tenía dudas sobre si era culpable o no.
• Está contenta de que la hayan ascendido en el trabajo.
• Es extraño que nuestro perro lo haya mordido.
• Se dice que nuestro equipo ganará la regata.
• No cabe ninguna duda de que este equipo ganará la liga.
• En esta ocasión se trata de que participes en un acto benéfico.
• Voy a ver si no se apaga la lumbre.
• No le importa que le gasten alguna broma.
• Ha llegado a la conclusión de que el estilo de esta escritora es enérgico.
• Soy consciente de que he actuado precipitadamente.
• Algunos observaron como era atropellado por un camión.
• El secreto de su popularidad consiste en que es una persona amable y cordial.
• El niño se acordó de que la maestra le había dado una carta para sus padres.
• Estoy seguro de que esta novela tendrá éxito.
• Comprobaron que decía la verdad.
• Es curioso que tengamos que hacer eso.
• Ahora se dedica a que la empresa se consolide.
• No sabía si se llamaba María o Mercedes.
• ¿Te acuerdas de que tienes que llevar la comida a la abuela?
• Explícame por dónde viajarás este año.
• Insistió en que aquellos objetivos debían cumplirse.
• Está cansada de que le tomen el pelo.
• Se encuentra muy lejos de conseguir grandes marcas.
• La mujer le preguntó por qué lo había hecho.
• Entérate de cuántos días faltan para el viaje.
• Dime cuál prefieres.
• Vio cómo atropellaban a un ciclista.
• Me reprochó que nunca le llevara al teatro.
• Respondió que no le interesaba aquel asunto.
• El ladrón no contestó a la pregunta de dónde había escondido el dinero.
• El delantero no respondió la pregunta de si había marcado el gol con la mano.
• Me interesa que lea mucho.
• No me imagino cómo pudo suceder.
• Se enteró de que le habían destituido.
• Ya está harta de que la maltraten.
• No tenía dudas de que ganaría la carrera.
• Desconocía cuándo le compraría la moto.
• Se enorgullecía de que hubiera viajado tanto.
• Estaba convencido de que le habían engañado.
• Puedo dar fe de que aquello sucedió así.
• Ignoro qué pretende con eso.
• Eso depende de si el avión llega a tiempo o no.
• Me interesa que me aconsejen en este asunto.
• Es necesario que acabes el trabajo antes de fin de mes.
• Se dice que este año habrá una crisis económica.
• María oyó que alguien subía por la escalera.
• Deseo que seas muy feliz.
• Se queja de que no le hacen caso.
• Infórmate de si hay clase mañana.
• Entérate de cuándo llega el avión de Irán.
• Alberto tiene la esperanza de que le toque la lotería.
• Alicia está segura de que la seleccionarán como protagonista de una serie televisiva.
• El tribunal tenía dudas sobre si era culpable o no.
• Está contenta de que la hayan ascendido en el trabajo.
• Es extraño que nuestro perro lo haya mordido.
• Se dice que nuestro equipo ganará la regata.
• No cabe ninguna duda de que este equipo ganará la liga.
• En esta ocasión se trata de que participes en un acto benéfico.
• Voy a ver si no se apaga la lumbre.
• No le importa que le gasten alguna broma.
• Ha llegado a la conclusión de que el estilo de esta escritora es enérgico.
• Soy consciente de que he actuado precipitadamente.
• Algunos observaron como era atropellado por un camión.
• El secreto de su popularidad consiste en que es una persona amable y cordial.
• El niño se acordó de que la maestra le había dado una carta para sus padres.
• Estoy seguro de que esta novela tendrá éxito.
• Comprobaron que decía la verdad.
• Es curioso que tengamos que hacer eso.
• Ahora se dedica a que la empresa se consolide.
• No sabía si se llamaba María o Mercedes.
• ¿Te acuerdas de que tienes que llevar la comida a la abuela?
• Explícame por dónde viajarás este año.
• Insistió en que aquellos objetivos debían cumplirse.
• Está cansada de que le tomen el pelo.
• Se encuentra muy lejos de conseguir grandes marcas.
• La mujer le preguntó por qué lo había hecho.
• Entérate de cuántos días faltan para el viaje.
• Dime cuál prefieres.
• Vio cómo atropellaban a un ciclista.
• Me reprochó que nunca le llevara al teatro.
• Respondió que no le interesaba aquel asunto.
• El ladrón no contestó a la pregunta de dónde había escondido el dinero.
• El delantero no respondió la pregunta de si había marcado el gol con la mano.
domingo, 9 de enero de 2011
Cuentos - Julio Cortázar
Otros enlaces de interés:
- Cortázar en lenliblog
- Entrevista: La esfera de los cuentos en Especulo (UCM)
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- La página de los cuentos
- Cuentos y relatos de Julio Cortázar
- encuentros con las letras (sobre los Cuentos Completos en Alfaguara) blog
- Antología del cuento hispanoamericano en buenastareas
Crónica de una muerte anunciada - Gabriel García Márquez
Otros enlaces de interés:
- Garcia Márquez en lenlblog
- Crónica de una muerte anunciada en wikipedia
- Imágenes de Crónica de una muerte anunciada
- Vídeos sobre Crónica de una muerte anunciada
- "Crónica de una muerte anunciada: Pluralidad y restricción de datos" por Petra-Iraides Cruz Leal, en Cauce (CVC)
- página Web de la novela Crónica de una muerte anunciada por : María Blanco-Arnejo y Steve Goodwin
- Estudio sobre la novela ¿?
- "Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada" en Anales de Literatura Hispanoamericana, número 12 (UCM) por María del Milagro Caballero WangüemertMi
Literatura de segunda mano
Fernández Mallo reescribe a Borges en una versión de 'El hacedor'
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid
EL PAÍS - Tendencias - 08-01-2011
Hay narradores con un escritor en las tripas y un lector en la cabeza. A veces, uno vive de espaldas al otro. A veces se confunden. Este último es el caso de Borges, que, ya es un tópico, imaginaba el paraíso con forma de biblioteca. No es, pues, extraño que su obra, sin dejar de ser inconfundiblemente borgiana, fuera con frecuencia fruto de la lenta digestión de relatos ajenos de ciencia ficción o de clásicos como Apolodoro, San Marcos o Cervantes. Ahí está el inevitable Pierre Menard, autor del Quijote, que narra la reescritura, letra por letra, de la novela cervantina.
Hace dos años, el escritor argentino Rodolfo Fogwill versionó El Aleph de su paisano en la novela Help a él, cuyo título era un anagrama del encabezamiento del famoso relato. Ahora es Agustín Fernández Mallo el que se acerca al autor bonaerense con El hacedor (de Borges). Remake que publicará la editorial Alfaguara el próximo 23 de febrero. Borges publicó El hacedor -un conjunto de cuentos, poemas y falsas citas- en 1960, siete años antes de que naciera el autor de la trilogía Nocilla. "Fue el primer libro suyo que leí", cuenta Fernández Mallo, "y me impresionaron dos cosas: la capacidad de transmitir emoción a través de algo aparentemente descarnado y un montón de intuiciones que yo compartía sobre el tiempo, el espacio, la matemática y la metafísica".
A todo ello habría que añadir el carácter misceláneo del libro -una "silva de varia lección", como lo define el propio Borges- que desborda las fronteras de los géneros. Un artefacto marca de la casa: poemas narrativos, cuentos que parecen ensayos... "Cuando escribo no pienso en términos de género literario. Me parece limitador", explica Mallo. Otro concepto que, dice el escritor, "no circula" por su cabeza es el de originalidad: "Sacar una obra de su contexto ya es crear algo nuevo". En su nueva obra, él mantiene los títulos de Borges y reescribe los contenidos, a veces incluso con la ayuda del imprevisible y surrealista traductor de Google.
Pese a que la palabra remake parece reservada últimamente al cine, las versiones literarias de una misma historia son tan antiguas como la propia literatura. Ahí están Joyce reescribiendo a Homero, Goethe y Thomas Mann haciendo lo propio con la vieja historia de Fausto o J. M. Coetzee con Daniel Defoe. Por su parte, la editorial 451 se estrenó con una colección en la que ha participado media literatura española reciente -de Antonio Orejudo a Francisco Casavella pasando por Luisa Castro- para reescribir a Bécquer, Shakespeare, Lope o Larra.
A veces las páginas de un libro continúan en las de otro. Lo hizo Andrés Trapiello con Cervantes en Al morir don Quijote y Luisgé Martín con el propio Mann en La muerte de Tadzio. No hace falta pensar en Avellaneda, tirar del hilo era lo más normal cuando las historias no tenían dueño ni autor conocido. Así, la Biblioteca Castro acaba de reunir en un volumen dos secuelas del Lazarillo y una del Guzmán de Alfarache. Por si había alguna duda sobre la relación entre las palabras original y origen.
viernes, 7 de enero de 2011
Cien años de soledad - Gabriel García Márquez
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- Análisis de Cien años de soledad por Martín Chino
- Cien años de soledad en wikipedia
- Opinión de Mariana para blogdelibros
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- Audiolibro
- Artículo de García Márquez sobre Cien años de soledad
- Guía de análisis de 100 Años de Soledad de Gabriel García Márquez enviado por florenciabilbao
- Cien años de soledad: tristeza por entregas por Luis Miguel Madrid (CVC)
- Árbol genealógico de Cien años de soledad
-
Gabriel García Márquez
Otros enlaces de interés:
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- Solo literatura (literatura hispanomaericana)
- Imágenes de García Márquez
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- García Máquez en Centro Virtual Cervantes
- wikiquote
- Cuentos (Ciudad Seva) y Relato de un náufrago
- Gabriel García Márquez y la nueva literatura hispanoamericana reciente por Teresa Guereña y Soraya Revuelta.
- GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA DE 1982 CUMPLE 80 AÑOS (6 de marzo de 2007) por Ángel Díaz Arenas
- "Un Manual para ser Niño. " por GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
- Su despedida
- Doce cuentos peregrinos (Slideshare)
- Trabajo sobre El amor en los tiempos del cólera por el IES Mariano Baquero (Murcia) (Google Docs)
- Árbol genealógico de Cien años de soledad
Acentuación de los nombres propios de persona
La Ortografía de la lengua española en su edición de 2010 detalla (pp. 636-637) cómo se ha de proceder a la hora de acentuar los nombres propios de persona. Hay que distinguir aquí entre los nombres españoles y los nombres procedentes de otras lenguas.
Los nombres propios de persona españoles se tildan siguiendo las normas generales de acentuación. Esto incluye tanto a los nombres de pila como a los apellidos. Así, Ramón tiene acento ortográfico por ser palabra aguda terminada en ene, Gutiérrez lo tiene por ser palabra llana terminada en zeta; y Águeda, por ser esdrújula. En cambio, Cejador y Macario no se acentúan por no responder a ninguno de los casos previstos para las palabras agudas y llanas. Luis o Ruiz no se acentúan por ser monosílabos, pero sí Pío o Saúl por recaer el acento en la vocal cerrada de un hiato.
La obligación de seguir las reglas de acentuación se extiende incluso a ciertas variantes arcaicas como Laýnez o Ýñiguez en que la i griega tiene valor vocálico.
Cuando se fusionan gráficamente dos nombres, solo recibe acento ortográfico el segundo elemento del compuesto —si es que le corresponde según las reglas generales—. Así, Josemaría tiene una sola tilde a pesar de que en la versión en dos palabras José María cada nombre tenga la suya. Conviene estar atentos aquí porque una fuente frecuente de faltas de ortografía es la dificultad que tenemos a veces para asimilar que una misma palabra cambie su grafía dependiendo de las circunstancias.
En cuanto a los nombres extranjeros, se mantiene la ortografía de la lengua de origen, lo que incluye los acentos. Así, aunque Antonio no tenga tilde en español, escribimos António Lobo Antunes porque en portugués este nombre sí que la tiene; y aunque María la tenga que llevar en nuestra lengua, esto no es aplicable al nombre alemán Rainer Maria Rilke. Otra cosa sería que se tradujera el nombre. Habría que volver entonces a las reglas generales de acentuación.
En el caso de España, hay que tener en cuenta además los nombres procedentes del catalán, el euskera y el gallego. Lo que procede aquí es mantener la grafía propia de estas lenguas, a no ser que los interesados sientan el nombre como integrado en el español. Así, nos podemos encontrar con las variantes Palau, Bernabeu y Paláu, Bernabéu, según se trate, respectivamente, de apellidos catalanes tal cual o de su castellanización. Si en estos dos casos se añade una tilde en la castellanización, lo contrario ocurre con Núria, que la pierde para quedar en Nuria.
En resumen, los nombres españoles se acentúan siguiendo las reglas generales; y los restantes, según lo que se haga en la lengua de origen.
Los nombres propios de persona españoles se tildan siguiendo las normas generales de acentuación. Esto incluye tanto a los nombres de pila como a los apellidos. Así, Ramón tiene acento ortográfico por ser palabra aguda terminada en ene, Gutiérrez lo tiene por ser palabra llana terminada en zeta; y Águeda, por ser esdrújula. En cambio, Cejador y Macario no se acentúan por no responder a ninguno de los casos previstos para las palabras agudas y llanas. Luis o Ruiz no se acentúan por ser monosílabos, pero sí Pío o Saúl por recaer el acento en la vocal cerrada de un hiato.
La obligación de seguir las reglas de acentuación se extiende incluso a ciertas variantes arcaicas como Laýnez o Ýñiguez en que la i griega tiene valor vocálico.
Cuando se fusionan gráficamente dos nombres, solo recibe acento ortográfico el segundo elemento del compuesto —si es que le corresponde según las reglas generales—. Así, Josemaría tiene una sola tilde a pesar de que en la versión en dos palabras José María cada nombre tenga la suya. Conviene estar atentos aquí porque una fuente frecuente de faltas de ortografía es la dificultad que tenemos a veces para asimilar que una misma palabra cambie su grafía dependiendo de las circunstancias.
En cuanto a los nombres extranjeros, se mantiene la ortografía de la lengua de origen, lo que incluye los acentos. Así, aunque Antonio no tenga tilde en español, escribimos António Lobo Antunes porque en portugués este nombre sí que la tiene; y aunque María la tenga que llevar en nuestra lengua, esto no es aplicable al nombre alemán Rainer Maria Rilke. Otra cosa sería que se tradujera el nombre. Habría que volver entonces a las reglas generales de acentuación.
En el caso de España, hay que tener en cuenta además los nombres procedentes del catalán, el euskera y el gallego. Lo que procede aquí es mantener la grafía propia de estas lenguas, a no ser que los interesados sientan el nombre como integrado en el español. Así, nos podemos encontrar con las variantes Palau, Bernabeu y Paláu, Bernabéu, según se trate, respectivamente, de apellidos catalanes tal cual o de su castellanización. Si en estos dos casos se añade una tilde en la castellanización, lo contrario ocurre con Núria, que la pierde para quedar en Nuria.
En resumen, los nombres españoles se acentúan siguiendo las reglas generales; y los restantes, según lo que se haga en la lengua de origen.
jueves, 6 de enero de 2011
Julio Cortázar
Julio Florencio Cortázar Descotte (Ixelles, 26 de agosto de 1914 – París, 12 de febrero de 1984) fue un escritor, traductor e intelectual argentino nacido en Bélgica y nacionalizado francés.
Se le considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, comparable a Jorge Luis Borges, Antón Chéjov o Edgar Allan Poe, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren una autonomía y una profundidad psicológica, pocas veces vista hasta entonces. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el Surrealismo. (Wikipedia)
Otros enlaces de interés:
miércoles, 5 de enero de 2011
Lou Reed, de siesta con Edgar Allan Poe
LORENZO MATTOTTI LORENZO MATTOTTI LORENZO MATTOTTI |
DAVID MORÁN / BARCELONA
Día 22/11/2010
«Poe fue, por supuesto, el primero. Poe lo era todo», sentencia Lou Reed en el prólogo de «El cuervo» (Alfabia), nueva maniobra literaria de aproximación al turbio universo de Edgar Allan Poe que el rockero neoyorquino ha ejecutado para la ocasión en compañía del ilustrador Lorenzo Mattotti.
Poe, decíamos, fue el primero, y por aquello de reforzar los vínculos onírico y adentrarse a conciencia en las pesadillas del autor de «Los crímenes de la calle Morgue», Reed aprovechó la presentación del libro en Barcelona para sestear, dar cabezadas ante los periodistas y, en fin, echarse un sueñecito a costa de Poe.
Serán cosas de la familiaridad, vínculo que el ex líder de la Velvet Underground ha venido cultivando desde que hace una década trabajó con Robert Wilson en la creación de «POEtry» y encontró en Poe a un inseparable compañero de viaje. «Es imposible no verse afectado por Poe; él inventó la escritura moderna», señaló Reed antes de deshacerse en elogios hacia Lorenzo Mattotti, autor de las inquietantes ilustraciones que acompañan a los textos de Reed. «Su trabajo es igual de emocional e intuitivo que el mío», reconoció el autor de «The bells».
Demonios y fantasmas
Cada vez más escoradado hacia la creación total, territorio en el que las mil y una caras de sus experiencias musicales, poéticas, fotográficas y cinematográficas, se resumen a la perfección en un rostro cada vez más enjuto y agargolado, Reed solo encuentra buenas palabras para hablar de Poe. «Es el mejor escritor y poeta de todas las generaciones. Todas sus obras como un puzzle psicológico, el crimen como exploración psicológica. Él inventó las historias de detectives y podría haber hecho lo mismo con la ciencia ficción», aseguró.
La devoción, sin embargo, no es nueva. Ni se limita exclusivamente a su trabajo con Wilson. Y es que, hace siete años, Reed ya se midió con Poe para publicar «The Raven», doble álbum conceptual inspirado en el escritor estadounidense en cuyo interior se encuentra el germen de este libro; libro del que el propio Reed leerá mañana (13.30 horas) unos cuantos fragmentos en el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona.
«Esto no es Poe en directo, sino Poe a través de mis ojos», aclaró el músico justo cuando una cabezada más larga de lo normal ha anunciado el final de la comparecencia de prensa. A su lado, Lorenzo Mattotti ha cargado con el peso de la conversación y ha recordado cómo el músico neoyorquino le dio total libertad para recrear los demonios de Poe y, por extensión, los suyos propios. «Me dijo que no siguiese los textos, sino que me dejase llevar por la música», desveló.
La Red repesca lectores jóvenes
El estudio trianual de la Comunidad revela que la mayoría lee en soporte digital - El 81,1% de los jóvenes lee sobre todo webs, 'blogs' y foros sociales
P.O.D. - Madrid
EL PAÍS - 05-01-2011
Aunque en la Comunidad de Madrid sigue habiendo un 23,2% de la población mayor de 14 años que "no lee libros nunca", Internet ha salvado el último estudio de hábitos de lectura que realiza el Gobierno de Esperanza Aguirre cada tres años y que ayer presentó el vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte, Ignacio González. Más de la mitad de la población madrileña (el 53%, para ser exactos) lee en soporte digital.
Lo que, según el mismo estudio -realizado con los datos obtenidos en 2.098 entrevistas telefónicas-, viene a ser lo mismo que decir que las webs, blogs y foros sociales son las materias que más se leen (42,5%), seguidas de los periódicos (33,4%). Luego, un 7,4% afirma leer libros en soporte digital y un 7,5% afirma leer revistas. Por sexos leen más digitalmente los hombres que las mujeres. Y, por edades, el dato es abrumador: el 81,1% de los jóvenes entre 14 y 24 años asegura leer en ese formato.
La gran mayoría de la gente que lee en formatos digitales (un 98,3%) asegura que lo hace desde un ordenador. De momento, y a punto de que lleguen los Reyes Magos, solo un 3% de la población de la Comunidad tiene un e-book o libro electrónico (la mayoría hombres de entre 24 y 44 años con estudios universitarios). Sin embargo, un 7,5% de los madrileños utilizan el móvil o la agenda electrónica para leer.
En general, las mujeres leen más que los hombres sobre todo en la franja de edad que va de los 25 a los 54 años. Y, según el mismo estudio, el 58,3% de la población son "lectores frecuentes", que leen en su tiempo libre al menos una vez a la semana. En 2007, ese índice era del 55,7%, por lo que González se congratuló de que hubiera una evolución al alza: "El importante aumento en el porcentaje de lectores frecuentes experimentado desde 2004, que ha crecido un 17%, pasando del 49,6% en dicho año al 58,3% en 2010, anima a seguir desarrollando el Plan de Fomento de la Lectura que la Comunidad de Madrid puso en marcha en 2005", dijo.
Pese a que la Red repesca a lectores jóvenes y compensa los hábitos lectores, los madrileños siguen comprando libros muy por encima de la media nacional (¡20 puntos por encima!): un 60,6% de los encuestados ha adquirido libros no de texto en el último año. Dato que, según el mismo estudio, se traduce en que la media de libros acumulado por cada hogar madrileño es de 176.
Con todo, la Comunidad de Madrid vuelve a liderar las estadísticas nacionales, con un 71,2% de los residentes en la región que se consideran lectores, lo que también supera la media nacional, cuyo porcentaje se sitúa en un 55%. El índice en la región ha crecido del 68,8% en 2004 al 71,2% en 2010. Más lectores frecuentes en la región y 9,2 libros de media al año. La edad es uno de los factores determinantes en los hábitos de lectura, registrándose los mayores índices entre los 25 y los 54 años.
En el tema idiomas los madrileños siguen en niveles bastante bajos. Cuando se habla de leer en más de un idioma, solo el 29,2% dice hacerlo "habitual u ocasionalmente" en inglés y el índice se reduce hasta el 7,6% cuando se trata del francés.
El 82,6% de los madrileños asegura leer periódicos alguna vez al trimestre y el género de lectura preferido de los que leen libros al menos una vez al trimestre (el 73,5% de los mayores de 14 años) es la novela.
Los madrileños leen libros que compran o les regalan, pero también los que toman prestados de la red de bibliotecas. El 30,7% de los madrileños de 14 y más años declara que ha ido a una biblioteca, bibliobús o bibliometro en el último año. Los madrileños que emplean los servicios bibliotecarios los valoran con un notable alto (7,9 sobre 10). En todo caso, la lectura sigue ocupando el cuarto lugar entre las aficiones de los madrileños, que prefieren escuchar música, oír la radio o salir a cenar fuera de casa.
Leer con números
- Un 23,2% de los madrileños mayores de 14 años "no lee libros nunca".
- La gran mayoría prefiere escuchar música (89%), o la radio (84,7%), o salir a cenar (72,9%) antes que leer (71,2%).
- Solo el 29,2% dice leer en inglés "habitual u ocasionalmente".
- Los madrileños superan en 20 puntos la media nacional en compra de libros. Cada hogar acumula un promedio de 176.
P.O.D. - Madrid
EL PAÍS - 05-01-2011
Aunque en la Comunidad de Madrid sigue habiendo un 23,2% de la población mayor de 14 años que "no lee libros nunca", Internet ha salvado el último estudio de hábitos de lectura que realiza el Gobierno de Esperanza Aguirre cada tres años y que ayer presentó el vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte, Ignacio González. Más de la mitad de la población madrileña (el 53%, para ser exactos) lee en soporte digital.
Lo que, según el mismo estudio -realizado con los datos obtenidos en 2.098 entrevistas telefónicas-, viene a ser lo mismo que decir que las webs, blogs y foros sociales son las materias que más se leen (42,5%), seguidas de los periódicos (33,4%). Luego, un 7,4% afirma leer libros en soporte digital y un 7,5% afirma leer revistas. Por sexos leen más digitalmente los hombres que las mujeres. Y, por edades, el dato es abrumador: el 81,1% de los jóvenes entre 14 y 24 años asegura leer en ese formato.
La gran mayoría de la gente que lee en formatos digitales (un 98,3%) asegura que lo hace desde un ordenador. De momento, y a punto de que lleguen los Reyes Magos, solo un 3% de la población de la Comunidad tiene un e-book o libro electrónico (la mayoría hombres de entre 24 y 44 años con estudios universitarios). Sin embargo, un 7,5% de los madrileños utilizan el móvil o la agenda electrónica para leer.
En general, las mujeres leen más que los hombres sobre todo en la franja de edad que va de los 25 a los 54 años. Y, según el mismo estudio, el 58,3% de la población son "lectores frecuentes", que leen en su tiempo libre al menos una vez a la semana. En 2007, ese índice era del 55,7%, por lo que González se congratuló de que hubiera una evolución al alza: "El importante aumento en el porcentaje de lectores frecuentes experimentado desde 2004, que ha crecido un 17%, pasando del 49,6% en dicho año al 58,3% en 2010, anima a seguir desarrollando el Plan de Fomento de la Lectura que la Comunidad de Madrid puso en marcha en 2005", dijo.
Pese a que la Red repesca a lectores jóvenes y compensa los hábitos lectores, los madrileños siguen comprando libros muy por encima de la media nacional (¡20 puntos por encima!): un 60,6% de los encuestados ha adquirido libros no de texto en el último año. Dato que, según el mismo estudio, se traduce en que la media de libros acumulado por cada hogar madrileño es de 176.
Con todo, la Comunidad de Madrid vuelve a liderar las estadísticas nacionales, con un 71,2% de los residentes en la región que se consideran lectores, lo que también supera la media nacional, cuyo porcentaje se sitúa en un 55%. El índice en la región ha crecido del 68,8% en 2004 al 71,2% en 2010. Más lectores frecuentes en la región y 9,2 libros de media al año. La edad es uno de los factores determinantes en los hábitos de lectura, registrándose los mayores índices entre los 25 y los 54 años.
En el tema idiomas los madrileños siguen en niveles bastante bajos. Cuando se habla de leer en más de un idioma, solo el 29,2% dice hacerlo "habitual u ocasionalmente" en inglés y el índice se reduce hasta el 7,6% cuando se trata del francés.
El 82,6% de los madrileños asegura leer periódicos alguna vez al trimestre y el género de lectura preferido de los que leen libros al menos una vez al trimestre (el 73,5% de los mayores de 14 años) es la novela.
Los madrileños leen libros que compran o les regalan, pero también los que toman prestados de la red de bibliotecas. El 30,7% de los madrileños de 14 y más años declara que ha ido a una biblioteca, bibliobús o bibliometro en el último año. Los madrileños que emplean los servicios bibliotecarios los valoran con un notable alto (7,9 sobre 10). En todo caso, la lectura sigue ocupando el cuarto lugar entre las aficiones de los madrileños, que prefieren escuchar música, oír la radio o salir a cenar fuera de casa.
Leer con números
- Un 23,2% de los madrileños mayores de 14 años "no lee libros nunca".
- La gran mayoría prefiere escuchar música (89%), o la radio (84,7%), o salir a cenar (72,9%) antes que leer (71,2%).
- Solo el 29,2% dice leer en inglés "habitual u ocasionalmente".
- Los madrileños superan en 20 puntos la media nacional en compra de libros. Cada hogar acumula un promedio de 176.
Protagonistas del 2011
Winston Manrique Sabogal
04/01/2011
Desde inéditos de Italo Calvino y Roberto Bolaño hasta lo nuevo de Javier Marías y Juan Marsé; pasando por lo último de grandes contemporáneos como Pynchon, Roth, Rushdie y McEwan, y otros que siguen sus pasos como Jonathan Franzen. Desde temas sobre los Tudor hasta el cambio climático pasando por la II Guerra Mundial y la revolución sexual. El nuevo año ofrece buenos escritores, y, según esto, promete buenos libros. Y a la espera de saber la opinión de los lectores, los que ya tienen un sitio en la biblioteca son los autores de quienes este año se conmemora alguna efemérides, entre ellos el medio siglo de la muerte de Ernest Hemingway (en la foto), y el centenario del nacimiento de Ernesto Sábato.
A diferencia de los otros dos artículos que he escrito en Papeles perdidos sobre recomendaciones de avances literarios (en primavera y en otoño de 2010), en los cuales hacia una valoración de los libros, porque había tenido oportunidad de verlos en galeradas, en esta ocasión sólo voy a hacer una breve descripción temática porque aún no los he podido ver y algunos todavía no están ni siquiera en galeradas. Empiezo con el ABC de los escritores que protagonizarán este 2011:
Amis, Martin. La revolución sexual de los años sesenta en una novela que transcurre en un palacio italiano. Su título: La viuda embarazada (Anagrama).
Anders, Günther. La obsolescencia del hombre es una de las obras clave del pensamiento occidental contemporáneo. Escrita por el autor polaco en dos partes, en la primera mitad del siglo XX y la segunda hacia los años 60, la traduce por primera vez al castellano la editorial Pre-Textos.
Bolaño, Roberto. Los sinsabores del verdadero policia es otro inédito póstumo del escritor chileno que publicará este mes Anagrama.
Calvino, Italo. Tres relatos inéditos en España del autor italiano este invierno. La entrada en guerra (Siruela) refleja el paso brusco a la vida de verdad: de la adolescencia a la madurez y de la paz a la guerra.
Cunningham, Michael. Los pasadizos de la atracción física y sexual no los conoce nadie. Y puede dar sorpresas. Ese es el territorio que explora el estadounidense en Cuando cae la noche, que publicará Lumen en marzo.
Ellroy, James. La turbulenta y atormentada vida del autor de L. A. Confidencial de su puño y letra en A la caza de la mujer (Mondadori), la conoceremos en febrero.
Franzen, Jonathan. Una de las novelas más elogiadas del 2010 llegará en otoño: Freedom (Libertad) editada por Salamandra. Un retrato acerado sobre las causas y motivos del presente de la sociedad de Estados Unidos.
Gracia, Jordi y Ródenas, Domingo. Aparece uno de los tomos más esperados del gran proyecto Historia de la literatura española, coordinado por José-Carlos Mainer: 7. Derrota y restitución de la modernidad. Literatura contemporánea: 1939-2009. Los responsables de este séptimo volumen son Jordi Gracia y Domingo Ródenas. Dará mucho de que hablar a partir de marzo cuando lo edite Crítica.
Grossman, Vasili. La batalla de Stalingrado, en la II Guerra Mundial, narrada con el pulso del autor de Vida y destino, titulada Por una buena causa (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores).
Houellebecq, Michel. La polémica novela del francés y ganadora del Goncourt: La carte et le terrotoire (El mapa y el territorio), llegará en otoño, en su sello habitual, Anagrama. Arremete contra el arte, la vida en el campo y se parodia así mismo.
Marías, Javier. Tras su largo y aclamado proyecto literario presentado en tres partes, Tu rostro mañana, el autor madrileño vuelve con una novela narrada por una mujer. La primavera es la estación prevista por su editorial Alfaguara. El título está aún por definir de la que será una de las novelas del año.
Marsé, Juan. El desamor en la Barcelona de posguerra bajo el título de Caligrafía de los sueños (Lumen). Febrero es el mes elegido para leer lo nuevo de este premio Cervantes.
Hilary Martel. Los Tudor a través del relato de Cronwell le dieron a esta autora el Booker 2009 y, de paso, el libro, titulado En la corte del lobo (Destino), se ha convertido en el Booker más vendido de los últimos años.
McEwan, Ian. La mirada del narrador británico sobre el cambio climático y el comportamiento de todos en Solar (Anagrama) llegará en primavera.
Müller, Herta. En El rey se inclina y mata (Siruela) la nobel rumana expone, en una serie de ensayos, sus ideas sobre su propia escritura y los condicionamientos históricos y políticos a los que ésta se encuentra sometida.
Murakami, Haruki. Lo último del japonés se titula 1Q84 (Tusquets). Una obra en dos partes en la cual una instructora de gimnasia y un profesor de matemáticas sirven para rendir homenaje a la novela orwelliana, 1984. Primavera y otoño son las estaciones elgidas para su publucación.
Oksanen, Sofi. Purga, la novela de la escritora finlandesa, promete ser la revelación de la temproada. Ha sido una de las novelas más premiadas en los últimos dos años, y disputada por los editores, que en España logró Salamandra. La vida entrelazada de dos mujeres de generaciones diferentes sirve para contar la vida de Estonia, Rusia y Finlandia del último medio siglo y las relaciones personales y sentimentales.
Pérez-Reverte, Arturo. Vuelven las aventuras del Capitán Alatriste. Será uno de los títulos del Día del Libro.
Pynchon, Thomas. La esperada novela de Pynchon. Vicio propio es lo último del estadounidense. Un detective de los años sesenta en Los Angeles traza el retrato colorista de los sueños y pesadillas y fantasmas de la época.
Roth, Philip. El prolífico narrador llega con su novela anual: Némesis (Mondadori). Y con ella retoma la senda de la excelencia en una historia sobre la epidemia de polio en 1941, teniendo como trasfondo la II Guerra Mundial.
Rushdie, Salman. Con Luka y el fuego de la vida (Mondadori), el escritor anglo-indio llegará a todos los públicos. Una historia protagonizada por un niño de 12 años en un mundo mágico y de aventuras y leyendas.
Salinger, J. D. Las claves vitales y literarias de el creador de El guardián entre el centeno en la biografía que ha escrito de él Kenneth Slawenski: Salinger, una vida oculta (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores). A finales de enero estará ya en librerías.
Wander, Fred. La buena vida o La serenidad ante el lector (Pre-Textos) son las memorias del autor austriaco sobreviviente de los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald.
EFEMÉRIDES
Ocho escritores serán homenajeados en 2011: Por los 50 años de muerte Dashiell Hammett (10 de enero), Louis-Ferdinand Céline (1 de julio), y Ernest Hemingway (2 de julio). Y los cien de Emilio Salgari (25 de abril).
Y por cien años de su nacimiento: E. M. Ciorán (8 de abril); Naguib Mahfuz (11 de diciembre); William Golding (19 de septiembre), y, especialmente, para los hispanohablantes, el del creador de El túnel: Ernesto Sábato (24 de junio), que aparece en una foto tomada por Santos Cirilo en 1994, en Valladolid (España)
04/01/2011
Desde inéditos de Italo Calvino y Roberto Bolaño hasta lo nuevo de Javier Marías y Juan Marsé; pasando por lo último de grandes contemporáneos como Pynchon, Roth, Rushdie y McEwan, y otros que siguen sus pasos como Jonathan Franzen. Desde temas sobre los Tudor hasta el cambio climático pasando por la II Guerra Mundial y la revolución sexual. El nuevo año ofrece buenos escritores, y, según esto, promete buenos libros. Y a la espera de saber la opinión de los lectores, los que ya tienen un sitio en la biblioteca son los autores de quienes este año se conmemora alguna efemérides, entre ellos el medio siglo de la muerte de Ernest Hemingway (en la foto), y el centenario del nacimiento de Ernesto Sábato.
A diferencia de los otros dos artículos que he escrito en Papeles perdidos sobre recomendaciones de avances literarios (en primavera y en otoño de 2010), en los cuales hacia una valoración de los libros, porque había tenido oportunidad de verlos en galeradas, en esta ocasión sólo voy a hacer una breve descripción temática porque aún no los he podido ver y algunos todavía no están ni siquiera en galeradas. Empiezo con el ABC de los escritores que protagonizarán este 2011:
Amis, Martin. La revolución sexual de los años sesenta en una novela que transcurre en un palacio italiano. Su título: La viuda embarazada (Anagrama).
Anders, Günther. La obsolescencia del hombre es una de las obras clave del pensamiento occidental contemporáneo. Escrita por el autor polaco en dos partes, en la primera mitad del siglo XX y la segunda hacia los años 60, la traduce por primera vez al castellano la editorial Pre-Textos.
Bolaño, Roberto. Los sinsabores del verdadero policia es otro inédito póstumo del escritor chileno que publicará este mes Anagrama.
Calvino, Italo. Tres relatos inéditos en España del autor italiano este invierno. La entrada en guerra (Siruela) refleja el paso brusco a la vida de verdad: de la adolescencia a la madurez y de la paz a la guerra.
Cunningham, Michael. Los pasadizos de la atracción física y sexual no los conoce nadie. Y puede dar sorpresas. Ese es el territorio que explora el estadounidense en Cuando cae la noche, que publicará Lumen en marzo.
Ellroy, James. La turbulenta y atormentada vida del autor de L. A. Confidencial de su puño y letra en A la caza de la mujer (Mondadori), la conoceremos en febrero.
Franzen, Jonathan. Una de las novelas más elogiadas del 2010 llegará en otoño: Freedom (Libertad) editada por Salamandra. Un retrato acerado sobre las causas y motivos del presente de la sociedad de Estados Unidos.
Gracia, Jordi y Ródenas, Domingo. Aparece uno de los tomos más esperados del gran proyecto Historia de la literatura española, coordinado por José-Carlos Mainer: 7. Derrota y restitución de la modernidad. Literatura contemporánea: 1939-2009. Los responsables de este séptimo volumen son Jordi Gracia y Domingo Ródenas. Dará mucho de que hablar a partir de marzo cuando lo edite Crítica.
Grossman, Vasili. La batalla de Stalingrado, en la II Guerra Mundial, narrada con el pulso del autor de Vida y destino, titulada Por una buena causa (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores).
Houellebecq, Michel. La polémica novela del francés y ganadora del Goncourt: La carte et le terrotoire (El mapa y el territorio), llegará en otoño, en su sello habitual, Anagrama. Arremete contra el arte, la vida en el campo y se parodia así mismo.
Marías, Javier. Tras su largo y aclamado proyecto literario presentado en tres partes, Tu rostro mañana, el autor madrileño vuelve con una novela narrada por una mujer. La primavera es la estación prevista por su editorial Alfaguara. El título está aún por definir de la que será una de las novelas del año.
Marsé, Juan. El desamor en la Barcelona de posguerra bajo el título de Caligrafía de los sueños (Lumen). Febrero es el mes elegido para leer lo nuevo de este premio Cervantes.
Hilary Martel. Los Tudor a través del relato de Cronwell le dieron a esta autora el Booker 2009 y, de paso, el libro, titulado En la corte del lobo (Destino), se ha convertido en el Booker más vendido de los últimos años.
McEwan, Ian. La mirada del narrador británico sobre el cambio climático y el comportamiento de todos en Solar (Anagrama) llegará en primavera.
Müller, Herta. En El rey se inclina y mata (Siruela) la nobel rumana expone, en una serie de ensayos, sus ideas sobre su propia escritura y los condicionamientos históricos y políticos a los que ésta se encuentra sometida.
Murakami, Haruki. Lo último del japonés se titula 1Q84 (Tusquets). Una obra en dos partes en la cual una instructora de gimnasia y un profesor de matemáticas sirven para rendir homenaje a la novela orwelliana, 1984. Primavera y otoño son las estaciones elgidas para su publucación.
Oksanen, Sofi. Purga, la novela de la escritora finlandesa, promete ser la revelación de la temproada. Ha sido una de las novelas más premiadas en los últimos dos años, y disputada por los editores, que en España logró Salamandra. La vida entrelazada de dos mujeres de generaciones diferentes sirve para contar la vida de Estonia, Rusia y Finlandia del último medio siglo y las relaciones personales y sentimentales.
Pérez-Reverte, Arturo. Vuelven las aventuras del Capitán Alatriste. Será uno de los títulos del Día del Libro.
Pynchon, Thomas. La esperada novela de Pynchon. Vicio propio es lo último del estadounidense. Un detective de los años sesenta en Los Angeles traza el retrato colorista de los sueños y pesadillas y fantasmas de la época.
Roth, Philip. El prolífico narrador llega con su novela anual: Némesis (Mondadori). Y con ella retoma la senda de la excelencia en una historia sobre la epidemia de polio en 1941, teniendo como trasfondo la II Guerra Mundial.
Rushdie, Salman. Con Luka y el fuego de la vida (Mondadori), el escritor anglo-indio llegará a todos los públicos. Una historia protagonizada por un niño de 12 años en un mundo mágico y de aventuras y leyendas.
Salinger, J. D. Las claves vitales y literarias de el creador de El guardián entre el centeno en la biografía que ha escrito de él Kenneth Slawenski: Salinger, una vida oculta (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores). A finales de enero estará ya en librerías.
Wander, Fred. La buena vida o La serenidad ante el lector (Pre-Textos) son las memorias del autor austriaco sobreviviente de los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald.
EFEMÉRIDES
Ocho escritores serán homenajeados en 2011: Por los 50 años de muerte Dashiell Hammett (10 de enero), Louis-Ferdinand Céline (1 de julio), y Ernest Hemingway (2 de julio). Y los cien de Emilio Salgari (25 de abril).
Y por cien años de su nacimiento: E. M. Ciorán (8 de abril); Naguib Mahfuz (11 de diciembre); William Golding (19 de septiembre), y, especialmente, para los hispanohablantes, el del creador de El túnel: Ernesto Sábato (24 de junio), que aparece en una foto tomada por Santos Cirilo en 1994, en Valladolid (España)