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lunes, 31 de diciembre de 2012

Puestos a pensar, puestos a elegir por JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS


En la selección de Babelia ha participado más de medio centenar de críticos, colaboradores y redactores de EL PAÍS



“Me crié entre palabras. Se caían de la mesa de la cocina al suelo, donde yo estaba sentado: abuelos, tíos y refugiados se las lanzaban unos a otros en ruso, polaco, hebreo, francés y lo que pretendía ser inglés en una competitiva cascada de aseveraciones e interrogaciones […] Llegado el momento —y por hacerme mi propio hueco— yo también hablé”. Esto dice Tony Judt —autor del libro del año para los críticos y colaboradores de Babelia— en El refugio de la memoria, su recuento autobiográfico. Vivimos rodeados de palabras, muchas de ellas, pese a la revolución digital, todavía impresas. Según la Federación de Gremios de Editores, que cita al ISBN, en 2011 se publicaron en España 103.000 títulos (22.000 de ellos, traducciones; un 47% de estas, del inglés).
Los datos de este año se harán públicos el que viene, pero la magnitud de los del pasado sirve para poner en perspectiva cualquier selección. En la de Babelia ha participado más de medio centenar de críticos, colaboradores y redactores de EL PAÍS. Cada uno de ellos ha elegido 10 títulos y otorgado 10 puntos al primero de su lista; y así de manera descendente. En caso de empate, el recuento final ha primado el libro con mayor número de menciones.
Aunque no es raro que un economista incluya en su selección una novela; un catedrático de Literatura, un ensayo de musicología o un crítico de poesía, un libro de divulgación científica, las listas individuales -que recogen cerca de 400 títulos- tienen la virtud de servir también como recomendación especializada en los diferentes géneros: de la filosofía a la política pasando por la historia o literatura de viajes.

Los economistas se ocuparon del presente mientras novelistas como Cercas, Usón o Trapiello no perdían de vista el pasado
Pese a la contundencia del sintagma, una selección de los libros del año es sobre todo una guía de lectura. Publicada en un periódico, tiene más que ver más con la actualidad que con la eternidad: es más un resumen destilado que un canon; si se quiere, la comprobación de que incluso estos, los cánones, son cambiantes. En La moral del testigo, incluido en la lista del ensayo en español, el lingüista Carlos Piera recoge un texto de 1996 en el que recuerda que “no hará ni tres cuartos de siglo, en el canon europeo probablemente los únicos autores anglófonos que aparecería en primera división serían Shakespeare, Milton, tal vez Chaucer y Scott, y seguramente, Byron y Dickens. Hoy resulta imposible justificar la ignorancia del curso general de la literatura inglesa”. Justo lo contrario que pasa, dice, con la francesa, que “va pasando a ser una literatura de excepciones, como Proust o Stendhal, cuando era el ejemplo mismo de la literatura de continuidad”. También la geopolítica es una rama de la literatura. O viceversa.
Aunque las conclusiones que salen de una lista son tan parciales como ella misma, la abundancia del ensayo y la poesía entre los títulos más citados este año en la de Babelia podría interpretarse como la expresión de la necesidad de comprender un mundo tan convulso que cada día encuentra nuevas acepciones para la palabra crisis. Podría. Si en 2011 esta misma lista acogió masivamente a narradores como Marías, Marsé, Franzen o Philip Roth, en 2012 su lugar lo ocupan un pensador de la historia como Tony Judt y poetas consagrados como Antonio Gamoneda o Juan Gelman. Sin olvidar a José Manuel Caballero Bonald, que abrió enero con un rotundo libro de un solo poema —Entreguerras— y lo ha cerrado llevándose el Premio Cervantes.

La abundancia del ensayo entre los títulos más citados este año podría nacer de la necesidad de comprender un mundo convulso
Si la recuperación para el lector en español de clásicos como Imagen del mito, de Campbell, o La ciudad en la historia, de Lewis Mumford, demuestra que los editores no pierden de vista el pasado -lo mismo que narradores como Cercas, Trapiello o Clara Usón-, fue el presente el que más agitó las aguas editoriales. Libros como los de Joseph E. Stiglitz —El precio de la desigualdad—, Paul Krugman —Acabad ya con esta crisis— o Sylvia Nasar —La gran búsqueda— consagraron el protagonismo actual de la Economía. Entretanto, la polémica primaveral sobre el futuro de la cultura en torno a La civilización del espectáculo, de Mario Vargas Llosa, certificó que, en tiempos de dispersión digital de los referentes, el principio de autoridad —ese que sirve para hacer listas— es a la vez precario y necesario.

Narrativa en español

1. Absolución. Luis Landero. Tusquets.
2. Cuentos completos. Juan José Saer. El Aleph.
3. Las leyes de la frontera. Javier Cercas. Mondadori.
4. Mala índole. Javier Marías. Alfaguara.
5. El tango de la Guardia Vieja. Arturo Pérez Reverte. Alfaguara.

Narrativa traducida

1. Antigua luz. John Banville. Trad. Damià Alou. Alfaguara.
2. Ciudad abierta. Teju Cole. Trad. Marcelo Cohen. Acantilado.
3. Barrio perdido. Patrick Modiano. Trad. Adoración E. Rodríguez. Cabaret Voltaire.
4. Goethe se muere. Thomas Bernhard. Trad. Miguel Sáenz. Alianza.
5. Peking by Night. Svetislav Basara. Trad. L. F. Garrido y T. Pištelek. Minúscula.

Poesía en español

1. Canción errónea. Antonio Gamoneda. Tusquets.
2. Poesía reunida. Juan Gelman. Seix Barral.
3. Entreguerras. José Manuel Caballero Bonald. Seix Barral.
4. Lo solo del animal. Olvido García Valdés. Tusquets.
5. Segunda oscuridad. Andrés Trapiello. Pre-Textos.

Poesía traducida

1. Poesía completa. Zbigniew Herbert. Trad. Xaverio Ballester. Lumen
2. Mythistórima. Yorgos Seferis. Trad. S. Ancira y F. Segovia. Galaxia Gutenberg
3. Poesía completa. Edward Thomas. Trad. Gabriel Insausti. Pre-Textos
4. Antología de Spoon River. Edgar Lee Masters. Trad. Jaime Priede. Bartleby
5. Poemas 1-600. Emily Dickinson. Trad. A. Mañeru y M. Rivera. Sabina

Ensayo en español

1. Diccionario de música, mitología, magia y religión. Ramón Andrés. Acantilado 2. La civilización del espectáculo. Mario Vargas Llosa. Alfaguara
3. En el combate por la historia. Ángel Viñas (editor). Pasado & Presente
4. Tantos tontos tópicos. Aurelio Arteta. Ariel
5. La moral del testigo. Carlos Piera. Antonio Machado Libros

Ensayo traducido

1. Pensar el siglo XX. Tony Judt. Taurus
2. La edad de los prodigios. Richard Holmes. Trad. M. M.-Lage y C. Núñez. Turner
3. Has de cambiar tu vida. Peter Sloterdijk. Trad. Pedro Madrigal. Pre-Textos
4. La Segunda Guerra Mundial. Anthony Beevor. Trad. J. Rabasseda y T. Lozoya. Pasado & Presente
5. El libro negro. V. Grossman e Ilyá Ehrenburg. Trad. J. Ferrer. Galaxia Gutenberg

Biografía en español

1. Lo que cuenta es la ilusión. Ignacio Vidal-Folch. Destino
2. Camarada Javier Pradera. Santos Juliá. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores
3. Cárceles y exilios. Nicolás Sánchez Albornoz. Anagrama
4. Miguel de Unamuno. Jon Juaristi. Taurus
5. La vida crápula de Maurice Sachs. Enrique López Viejo. Melusina

Biografía traducida

1. Cartas. Saul Bellow. Trad. Daniel Gascón. Alfabia
2. Diario de invierno. Paul Auster. Trad. Benito Gómez Ibáñez. Anagrama
3. Joseph Anton. Salman Rushdie. Trad. Carlos Milla. Mondadori
4. Haciendo historia. John Elliott. Trad. Marta Balcells. Taurus
5. El cóndor y las vacas. Christopher Isherwood. Trad. Andrés Barba. Sexto Piso

lunes, 24 de diciembre de 2012

Tema 12 (pregunta 5 de Selectividad) - La novela a partir de 1975


El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (20 de noviembre de 1975), permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero, expurgadas o inéditas), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.

 Hacia 1975 ha desaparecido la narrativa social, y los autores están cansados de tanta experimentación formal, que no se sabe muy bien a dónde conduce. Tampoco podemos vincular las nuevas historias a los modelos inmediatos, ni siquiera hablar de un proyecto común, salvo ese rechazo al experimentalismo agresivo que conduce a un callejón sin salida.

A finales de 1980, Rafael Conte explicaba así  la situación:
 No hay novelas de transición, ni la desaparición de Franco supuso la aparición irrefrenable de grandes obras maestras que la censura o la estulticia cultural del régimen anterior hubieran amordazado en el interior de sacrosantos cajones clandestinos. Hay que culminar la reflexión: no había obras maestras. Tenemos lo que teníamos, aparte de una mayor dosis de libertad.

Es difícil establecer objetivos o propósitos comunes en los novelistas de las dos últimas décadas del siglo XX. Entre otras razones, debido a la proliferación de obras, la convivencia de diversas generaciones y tendencias y la falta de perspectiva histórica. De manera muy general se puede observar un alejamiento del experimentalismo y una vuelta al interés por la anécdota, la recreación de tipos y la reconstrucción de ambientes; recuperación de la narratividad, encabezada por Eduardo Mendoza en La verdad sobre el caso Savolta (1975).  La novela se desarrolla en la Barcelona de 1917-1918, en la cual Javier Miranda – el protagonista – se ve envuelto en la muerte del industrial Savolta. Mendoza utiliza tres puntos de vista diferentes: el del protagonista (1ª persona), el narrador omnisciente, y los documentos del juicio.

Señalamos a continuación brevemente las principales líneas de la novela a partir de 1975 hasta nuestros días, así como algunos de los autores y títulos más significativos:
a) Metanovela. Simbiosis entre la narración de la historia (creación) y el proceso seguido para la construcción de la misma (crítica). Esta manifestación de la literatura dentro de la literatura define la mayoría de las novelas de Juan Goytisolo (Juan sin Tierra) y de su hermano Luis (La cólera de Aquiles), de José María Merino (La orilla oscura), Juan José Millás (El desorden de tu nombre) o Carmen Martín Gaite (El cuarto de atrás), entre otros.

b) Lirismo. La novela lírica o poemática centra su interés en un mundo más sugerente que concreto, con personaje-símbolo y una mayor tendencia al lenguaje poético. Es la modalidad preferida por Francisco Umbral (Mortal y rosa) y la característica esencial de la narrativa de Julio Llamazares (La lluvia amarilla). Dentro de ese mismo género podemos encontrar otros afines, como el relato de aprendizaje, el memorialismo y la autobiografía. Aspectos a los que responden muchas de las novelas de Javier Marías (Todas las almas, Corazón tan blanco).

c) La novela histórica. Novelas ambientadas en el pasado, desde el más lejano (El maestro de esgrima, de Pérez Reverte) al más próximo: la Guerra Civil (Octubre, octubre, de José Luis Sampedro), los años de la dictadura franquista (El río de la luna, de José Mª  Guelbanzu) y, la transición política (Los dioses de sí mismos, de Juan José Armas Marcelo)

d) La novela de intriga. Mezcla esquemas policíacos con aspectos políticos e históricos. La serie de novelas sobre el detective Carvalho o Galíndez (1990) convierten a Manuel Vázquez Montalbán en el escritor más representativo; aunque no es el único, ya que de algunos elementos de este género también se han servido Eduardo Mendoza (La ciudad de los prodigios) y Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa y Beltenebros).

e) Enfoque realista. Tras el furor del experimentalismo, algunos autores han vuelto a recuperar para la novela el arte de narrar. Eso sí, desde una perspectiva mucho más amplia y abierta, que abarca también el mundo onírico, irracional o absurdo… En esta línea cabría mencionar a Luis Mateo Díez (La fuente de la edad) o a Luis Landero (Juegos de la edad tardía).

f) Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe o La tempestad

g) Otra tendencia en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura (Historias del Kronen, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Sexo, prozac y dudas).

Debemos tener en cuenta que muchas de las novelas y novelistas citados participan, a la vez, de más de una de las características señaladas, por lo que se les podría incluir en más de una tendencia.

En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años:

a) El carácter aglutinador. Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.
b) La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.

No debemos olvidar que la mujer adquiere cada vez más importancia en el terreno de la narrativa; aunque pertenecientes a distintas generaciones, podemos destacar nombres como Ana María Matute, Rosa Montero, Josefina Aldecoa, Almudena Grandes, Dulce Chacón, Maruja Torres, Soledad Puértolas, Alicia Giménez Barlett, etc.

Hay que tener en cuenta además la convivencia de varias generaciones: desde nuestro centenario -y recientemente fallecido Francisco Ayala- cuyas obras se han reeditado- , o Camilo J. Cela -último premio Nobel español-, Miguel Delibes, Sánchez Ferlosio, Juan Marsé, a escritores como Javier Marías, Juan José Millás, Luis Landero... hasta el más joven de los actuales “bloggers”.

El libro se convierte en objeto de consumo y las editoriales no sólo atienden a los lectores, sino que además deben crearlos; de ahí la abundancia de publicidad, la proliferación de premios literarios, las listas de libros más vendidos, los suplementos literarios de los periódicos, las ferias del libro, las firmas de libros en grandes almacenes y la incorporación al mundo de la narrativa de conocidos periodistas, políticos o presentadores de televisión.

También descubren las editoriales el mercado infantil y juvenil que se desarrollará extraordinariamente a partir de los años 80.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

construido, incluido... no llevan tilde


El diptongo -ui- no se tilda en los participios de los verbos terminados en -uir (distribuir, distribuido;concluir, concluido, etc.).
Sin embargo, en muchas ocasiones se encuentra este diptongo tildado incorrectamente: «La comunidad ha destruído el doble de empresas en los cinco primeros meses de 2011»; «Dan por concluídos los acuerdos que sellaron entonces»; «Sus pinturas se han atribuído durante siglos al autor de La Gioconda
El diptongo -ui- se tilda cuando recae en él el acento en palabras esdrújulas (cuídaloconstruírsela) o en agudas terminadas en vocal (influí, incluí) o en s (derruís, excluís), pero no en las llanas terminadas en vocal(fluido, jesuita, incluida) o en s (destruidas, imbuidos, recluidos).
En los ejemplos anteriores, el diptongo -ui- se encuentra en palabras llanas que terminan en vocal o en s, y por tanto no debería haberse tildado: «La comunidad ha destruido el doble de empresas en los cinco primeros meses del 2011»; «Dan por concluidos los acuerdos que sellaron entonces»; «Sus pinturas se han atribuido durante siglos al autor de La Gioconda.

homólogo no equivale a homónimo ni a colega


Homólogo alude a la persona 'que ejerce un cargo equivalente al de otra', mientras que homónimo significa ‘con el mismo nombre’.
Sin embargo, en los medios de comunicación es habitual encontrar noticias como «Pese a la ausencia de Hugo Chávez, Evo Morales siguió los pasos de su homónimo firmando el protocolo de adhesión al Mercosur» o «El ministro de Agricultura se reunirá esta semana con su homónimo marroquí», donde lo apropiado habría sido escribir su homólogo.
Homónimo sí está bien empleado en «Ang Lee estrena La vida de Pi, basada en el libro homónimo del canadiense Yann Martel» o «El quinto trabajo de Malú fue un disco homónimo editado por Sony a mediados del año 2005».
Por otro lado, el Diccionario panhispánico de dudas y otros de uso como el Clave desaconsejan emplear homólogo y colega como formas sinónimas, aunque compartan un campo de significado.
En este sentido, cabe precisar que colega es un término más amplio, que abarca a todos los compañeros de una profesión, mientras que homólogo se refiere exclusivamente a aquellos que ejercen un mismo cargo: un ministro es colega de un alcalde (ambos se dedican a la política), pero este no es su homólogo, pues ejerce un cargo diferente.

¿'Aparte' o 'a parte'? en Blog de Lengua española



Como norma general, aparte se escribe junto. Esta palabra tiene diferentes usos. En uno de ellos es un adverbio que significa ‘en otro lugar’, ‘separado’ o incluso ‘a un lado, al margen’, como en el ejemplo (1):

He tratado de dejar aparte todos los prejuicios que he ido acumulando contra el libro, leerlo, y luego formarme una opinión concreta [Tatuado en papel, acceso: 19-4-2008]

También existe la locución aparte de, que puede significar ‘además’ (2) o ‘sin contar’ (3):
(2) Eric Olhsson es diseñador gráfico y trabaja como freelance aparte de ser músico [Graficante, acceso: 19-4-2008]
(3) Aún es joven, tiene 40 años y dos meses contados, y, aparte deunos triglicéridos rebeldes, está razonablemente sano [Fibromialgia,acceso: 20-4-2008]
Estos son los usos más importantes de aparte escrito en una sola palabra. Quedan dos que solo comentaré de pasada porque no plantean tantas dudas. Hay unaparte adjetivo ‘diferente, singular’ (Ese es un caso aparte) y un aparte sustantivo, como en la expresión hacer un aparte con alguien ‘hablar con otra persona sin que se enteren los demás de lo que dicen’.
Hasta aquí llegan los usos de aparte escrito junto.
Además, ocasionalmente, pueden coincidir la preposición a y el sustantivo partecomo palabras independientes en la secuencia a parte (separado):
(4) [...] el conseller Huguet quiere escuchar a parte de la sociedad digital y se va a estudiar cómo impulsar la sociedad de la información [K-Government, acceso: 8-4-2008]
Las apariciones de esta combinación son relativamente escasas. Normalmente podremos reconocerla porque admitirá que introduzcamos un artículo entre la preposición y el nombre o incluso que añadamos un artículo y un adjetivo:
(5) El conseller Huguet quiere escuchar a una parte considerable de la sociedad digital
Haz la prueba con los ejemplos (1), (2) y (3); y verás cómo no funciona.
En resumen, antes de escribir a parte separado, desconfía y compruébalo. Probablemente estás metiendo la pata.
Otros casos en los que se nos pueden plantear dudas sobre si lo correcto es escribir junto o separado son los de entorno y en tornosobre todo y sobretodo;alrededor y al rededorenseguida y en seguidaasimismo, así mismo y a sí mismoenfrente y en frenteadonde, a donde, adónde, a dónde;deprisa y de prisaetc. También te puede interesar consultarlos.

martes, 11 de diciembre de 2012

Aute o el futuro visto desde el pasado por Jesús Ruiz Mantilla


El músico y pintor compagina lanzamiento de disco, película de animación y libro ilustrado, todo en una gira en la que indaga en sus recuerdos de infancia


Un autorretrato de Luis Eduardo Aute de su libro 'El niño y el Basilisco'.

Hubo un tiempo pasado —pero no tanto— en que a Luis Eduardo Aute le freían a este tipo de preguntas: “¿Y qué se siente más, pintor o músico?”. Ahora ya sobra la disyuntiva. Desde hace un tiempo —tampoco mucho—, este artista combina canciones con cuadros, dibujos con libros ilustrados en los que se mezclan poemas y aforismos con imágenes que no son lo que parecen y sus conciertos, como ahora, con la proyección de sus películas tal y como ocurrirá hoy y mañana en el Teatro Español de Madrid en el inicio de su nueva gira. Asunto resuelto.
También hubo un tiempo —este un poco más lejano— en que un niño se sentó a mirar el mar atentamente en el malecón de Manila. Corría el año 1945 y los estadounidenses comandados por McArthur habían bombardeado la ciudad entonces ocupada por los japoneses en plena guerra del Pacífico. Aquel niño no recuerda hoy las imágenes. Aunque sí los olores. “Nos refugiamos en el hospital, creyendo que no lo bombardearían, pero lo hicieron, a su estilo”, comenta hoy Aute (Manila, 1943), que nació allí y nunca más volvió desde que regresó a España ya con nueve años. Donde sí ha regresado muchas veces Aute es a La Habana. Y allí, su hija Laura le tomó otra foto en el malecón. “Entre las dos imágenes, la que tomó mi hija en La Habana y la que me hizo mi padre en Manila, vi claramente que había una historia”. Parecía un círculo perfectamente trazado por la vida. Anduvo buscando las claves esquivas que aquello encerraba. Primero se le apareció con esbozos de dibujos llamados a convertirse en película —con ayuda de su hijo Miguel— y después con nuevas canciones. El disco se titula El niño que miraba al mar y la película El niño y el basilisco. Pero lo que le ha salido también es un cuento ilustrado que ha publicado Demipage y que tiene algo de El principito y de Alicia en el país de las maravillas.
El tema es sencillo. Para ser taurinos, como a él le gusta, lo dejaremos en esto: lidiar con el mal. “Mira que por más que me he empeñado en ser malo, no me sale, no hay manera”, asegura. Y es que el artista, como tal, tiene todo de Peter Pan: “No querer crecer, no someterse a lo que exige la realidad de la vida”.
En la lucha de ese niño con el basilisco, Aute cree que, al menos, ha logrado domesticarlo. “Me inquietan mucho los basiliscos, esos monstruos con cabeza de ave y cola de cocodrilo. Pero me gustaba la idea de establecer un pacto”. En cuanto a él, a este Aute ya maduro pero a su vez poco domesticado en lo que se refiere a seguir protestando, las dudas, las preguntas prevalecen entre él mismo y el niño que fue. Una estrofa de la canción El niño que miraba el mar lo resume: “Verse en el futuro desde todo su pasado”. Le gusta pensar que aquel chavalillo miraba al horizonte porque encontraría algo mejor a lo que dejaba atrás: “La foto la tomó mi padre uno de los primeros días que pudimos salir a la calle después del bombardeo. Imagino que el niño miraba al horizonte porque le gustaba más que la destrucción que quedaba en las ruinas de la ciudad. Nuestra casa quedó arrasada”.
De todas formas le gustaría hablar con él. “Comprobar si soy lo que a él le hubiese gustado o pensado que iba a ser”. Quizás lo haga obsesionado por esa búsqueda de la pureza a la que recurre una vez sí y otra también, lo mismo que les pasó a otros antes que a él: “Muchos poetas que admiro quisieron retornar en el último poema a ese estado: Machado, Pessoa, Whitman, Rilke...”. Eso es lo que ha tratado de indagar con este nuevo disco, con este libro, con estos dibujos y con esta película. Para que sobren las preguntas de antaño: esas que le atosigaban intentando imponerle prioridades cuando en realidad, más que canciones, dibujos, lo que le salen a Aute son historias que parecen cuentos. “No había caído…”.

Premio Nobel de literatura y política por Álex Vicente


El galardón al escritor chino Mo Yan, envuelto en controversia por su relación con el régimen

La Academia le premia por “enfrentarse a 50 años de propaganda”

El Nobel de Literatura Mo Yan recibe el galardón de manos del rey Gustavo de Suecia. / HENRIK MONTGOMERY (AP)

La ceremonia pareció hecha a medida para Mo Yan, puesto que el rígido protocolo no contempla que los premiados con el Nobel pronuncien ningún discurso. El escritor, laureado con el premio en la categoría literaria, ni siquiera se vio forzado a abrir la boca. Le bastó con agradecer el premio con las tres tradicionales reverencias que dicta la etiqueta: una ante el rey Carlos Gustavo, la segunda ante los miembros de la Academia y la tercera ante un público al que, a ratos, parecía que se le caían los párpados. Ante el silencio de Mo Yan, que en los últimos días había evitado pronunciarse sobre la situación política en su país, hasta el punto de justificar la censura y provocar la ira de la disidencia china, fueron los demás los que tomaron la palabra por él.
El presidente del comité literario, Per Wästberg, dejó de lado el discurso formalista sobre su “realismo alucinatorio” que había acompañado el anuncio del premio en octubre y circuló por derroteros bastante más políticos. Por ejemplo, sosteniendo que la historia china que contiene la obra de Mo Yan nunca concuerda con la versión oficial. “Describe un pasado que, con sus exageraciones y parodias, supone una revisión convincente y mordaz de cincuenta años de propaganda”, dijo Wästberg, quien añadió: “A través del ridículo y el sarcasmo, arremete contra la historia y sus falsificaciones, contra la penuria y la hipocresía política. La brutalidad de la China del siglo XX nunca ha sido descrita con tanta desnudez”. Mo Yan lo observaba con cara de querer volverse a su pueblo.
Las voces de la oposición, que no han dejado de denunciar la excesiva obediencia de Mo Yan al régimen, parecieron más calmadas que durante el fin de semana, cuando el poeta Ye Du le había comparado con “una prostituta”, mientras el artista Ai Weiwei le acusaba de “traición y capitulación”. Solo el escritor disidente Liao Yiwu, exiliado en Alemania tras escapar del territorio chino en 2011, escapó a la regla firmando una virulenta tribuna en Le Monde. “Para ser justo, hay que reconocer que sus escritos denuncian los males del régimen. Mo Yan ha desvelado algunas sombras del periodo maoísta, en los límites autorizados, pero evitando evocar las que han sido cometidas durante la regencia de los actuales dirigentes”, escribió. “Adorno dijo que escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie. En China, el equivalente es este: escribir sin dejar testimonio es vergonzoso”.
Según Liao Yiwu, Mo Yan formó parte del movimiento de la plaza Tiananmen, antes de adherirse a las políticas del pragmático Deng Xiaoping, que impulsó la propiedad privada y la iniciativa individual. Desde entonces, sus declaraciones en público han sido extremadamente prudentes. Con algunas excepciones. En la misma cabecera francesa, Mo Yan respondía en una entrevista aparecida en 2009: “He contado mis historias utilizando técnicas surrealistas, el cuento y la fábula, de manera que las autoridades no sabían muy bien cómo tomárselas, cuando en realidad encerraban una carga crítica muy fuerte”. En la misma conversación, recordaba que su familia le enseñó desde pequeño a no hablar más de la cuenta.
Sin duda, una clave para entender las críticas minimalistas que ha pronunciado esta semana en Estocolmo. No hay que olvidar, como han apuntado algunos intelectuales chinos bajo cubierto de anonimato, que Mo Yan no se encuentra en el exilio, sino que sigue viviendo en China, donde medró socialmente adhiriéndose al partido a propuesta de su padre y donde actualmente ocupa la vicepresidencia de la asociación de escritores chinos, respaldada por el ejecutivo.
Con esta sucesión de forzadas reverencias terminaba la semana de celebraciones en torno a los Nobel. La ceremonia en la Sala de Conciertos y el posterior banquete en el ayuntamiento de Estocolmo suponían el punto final a un rosario de discursos y conferencias emitidos por la televisión pública. Los premios, que recompensan algo tan anacrónico como el saber “en beneficio de la humanidad” fueron entregados en el orden habitual y separados por los habituales interludios musicales a cargo de la Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo, con obras de Tchaikovsky, Rossini y Gershwin. Los laureados en Física, David J. Vineland y Serge Laroche, fueron reconocidos por sus investigaciones en física cuántica. En Química se escogió a Robert J. Lefwokitz y Brian Kobilka por su estudio de los receptores celulares. El británico John B. Gordon y el japonés Shinya Yamanaka ganaron el premio de Medicina por demostrar que las células adultas son susceptibles de ser reprogramadas para desarrollar otros tejidos. Y los estadounidenses Alvin E. Roth y Lloyd S. Shapley lograron el de Economía por su trabajo sobre el diseño de los mercados y la teoría de las asignaciones estables. Todos se llevaron ocho millones de coronas suecas (unos 900.000 euros), un 20% menos que en años anteriores. Los responsables del premio han decidido bajar la asignación para asegurarse su supervivencia a largo término. Que ni siquiera la Fundación Nobel quede al margen de los estragos económicos debe de querer decir que la situación es tirando a grave.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Unamuno, el vencido invicto por Félix de Azúa

Unamuno en Lenliblog

Unamuno desde la visión de Jon Juaristi


Jon Juaristi bucea en la vida y en la época de uno de los intelectuales más importantes de España en una obra recoge con brillantez las contradicciones de un tiempo terrible.

Las mismas que rigieron el destino de Unamuno



El filósofo Miguel de Unamuno, en los años veinte. / ARCHIVO MORENO

Entre los muchos que proporciona, uno de los mayores placeres de la literatura es el de convertir en literatura a los autores de la literatura. Todos sus lectores hemos imaginado a Garcilaso atacando una fortaleza espada en mano o a Berceo bebiendo un vaso de vino en compañía de otros errabundos con los que coincidía en la posada. Es una tentación irresistible. Seguramente si los estudios literarios severos, en especial los estructuralistas y analíticos, no han alcanzado la difusión de los viejos tratados filológicos de Auerbach, Menéndez Pidal o Spitzer es por esa amputación de la mitad del placer. La obra de arte sin autor, gran fantasía francesa del siglo pasado, es teóricamente irreprochable y debe ser defendida en la Universidad, pero es también inaceptable para un lector educado.
Los autores reclaman ser imaginados junto a sus criaturas, es una de las razones por las que escriben. Y un modo agradable de imaginarlos es el de leer sus biografías, algunas más literarias que las obras del biografiado. Pocos leen hoy a Frederick Rolfe (con razón), pero su biografía, The quest for Corvo, de A.J.A. Symons, sigue siendo una de las más perfectas obras literarias del siglo XX. He aquí un escritor que casi puede decirse que sobrevive gracias a su biógrafo.

Hay autores que piden ser alternativamente odiados y amados
Rolfe era un ser odioso, un mal bicho a quien todos detestaban y su biógrafo no pudo evitar la repugnancia. O quizás fuera mejor decir que solo pudo evitarla mediante los recursos del arte narrativo. Otros escritores, por el contrario, no pueden ser odiados de ninguna manera.Antonio Machado es el caso supremo. Si usted encuentra a alguien que diga odiar a Machado, apártese de él a toda prisa. Lávese luego entero en cuanto pueda. Es muy probable que pertenezca a alguna de las sectas satánicas más peligrosas después de la de Charles Manson.
Finalmente hay autores que piden ser alternativamente odiados y amados. Y ese es el caso que ahora nos ocupa, el de Unamuno y la biografía, a mi entender soberbia, que ha escrito sobre él Jon Juaristi.Soberbia biografía porque Unamuno, sin dejar la escena en ningún momento, a veces es solo un trasunto que le permite a Juaristi hablar sobre las guerras carlistas, la renovación de la panadería en Bilbao, el periodismo caciquil, el puente colgante, la invención del folclore vasco, la mujer de Sabino Arana, en fin sobre todas aquellas cosas que hacen de una biografía una pieza literaria de gran enjundia.

El libro es por encima de todo una pieza literaria de gran enjundia
Y como debe ser, Juaristi a veces ama a Unamuno y a veces le odia. El lector agradece esa ducha escocesa, porque le sucede exactamente lo mismo cada vez que se pone a leer a Unamuno, que suele ser a menudo. Así, por ejemplo, el lector agradece que Juaristi no disimule la conducta canallesca de Unamuno con Valentín Hernández, el editor de La Lucha de Clases que fue a la cárcel en su lugar. O sus grotescos ofrecimientos a los militares sublevados durante el año 1936. Unamuno tenía momentos odiosos porque era un hombre dotado de un enorme Ego, un Yo colosal que muchas veces ocupaba demasiado espacio, como decía Ortega cuando esperaba visita del vasco y había alguien en el despacho: “Salga usted ahora mismo, que viene Unamuno con su Yo, y no vamos a caber”.

Don Miguel era un hombre dotado de un enorme Ego, un Yo colosal
El Yo es una entidad peligrosa, entre otras cosas porque no contiene nada y debe ser ocupado de inmediato por alguna identidad (nacional, deportiva, religiosa, sexual, da lo mismo) a la que obedecer. Quien desee un planteamiento filosófico riguroso del problema, lea a Carlos Piera y su espléndido La moral del testigo(Machado). Unamuno, por tanto, llenaba constantemente su Yo con lo primero que le cayera en gracia identitaria. A veces era el vasco preterdiluviano, a veces el labriego intrahistórico, o bien el socialismo, aunque también el fascismo, qué le vamos a hacer. Por fortuna, la mayor parte de las veces no era la política lo que llenaba su identidad, sino los paisajes, los tipos, el crucificado, la diversidad de la convivencia, el campo, los campesinos, la literatura, don Quijote, la muerte, en fin todo lo inactual. Y entonces no hay más remedio que amarlo.

Sus días finales fueron un ejercicio agónico de despellejamiento
Juaristi, con una de las mejores prosas que se escriben hoy en España, repasa todos los aspectos de Unamuno, los amables y los odiosos, aunque predominan ampliamente, como era de esperar, los amables. Don Miguel ha dejado miles y miles de páginas (aún sin editar seriamente, a pesar de los esfuerzos magníficos de la Biblioteca Castro) que no son solo el mejor retrato de nuestra vida terrestre y anímica, sino que son nuestra exacta definición. He aquí, en este hombre tan poseído por su Yo, cómo se fue haciendo sitio un Yo trascendente que acabó por abarcarnos a todos sus lectores.
Sus terribles días finales, cercado por las hienas de Millán Astray,salvado del linchamiento por gente a la que despreciaba, horrorizado de lo que había dicho sobre los generales y la República, fueron un ejercicio agónico de despellejamiento en el que acabó por perder lo que le quedaba de Yo. Vio abrirse el abismo bajo sus pies y aquel temor y aquel temblor de que había hablado tanto y tan bien en sus ensayos, de repente era ya todo lo que le quedaba, temor y temblor. Es muy posible que entonces se abandonara al sosiego de no ser nadie y acabara sus días en paz.