El término bujiazo es válido para aludir a una técnica delictiva que consiste en romper las lunas de los vehículos con una bujía para robar a sus conductores y pasajeros.
Principalmente en el Perú, pueden encontrarse noticias como las siguientes: «La Policía Nacional ha identificado 47 puntos en la capital donde los delincuentes asaltan bajo la modalidad del “bujiazo”» o «Los robos a vehículos con la técnica del ‘bujiazo’ se han vuelto una constante».
Aunque no está recogido como tal en los principales diccionarios, es deformación válida a partir del sufijo -azo, que según el Diccionario académico ‘a veces significa golpe dado con lo designado por la base derivativa’ (como garrotazo, bastonazo y sartenazo). Tiene cierto carácter coloquial, pero dado su amplio uso en la prensa no es necesario escribirlo en cursiva ni entre comillas si se entiende que el lector reconocerá la palabra.
Es igualmente válido el vocablo bujiero para los delincuentes que usan esta técnica, que tampoco necesita destacado: «Temido bujiero fue capturado cuando acechaba a posibles víctimas».
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miércoles, 14 de octubre de 2015
bujiazo, término válido
flotel, palabra válida
El sustantivo flotel es un acrónimo válido creado a partir de flotar (oflotante) y hotel.
En los medios de comunicación pueden leerse frases como «Pemex encarga a Barreras el tercer flotel que se construirá en Galicia», «La petrolera prepara la venta de los floteles a la noruega Volstad», «Navantia bota el primer ‘flotel’» o «Desde ahí se navega hora y media por las aguas del río Napo hasta llegar al ‘flotel’, que tiene capacidad para 40 personas».
Este sustantivo, formado por la unión de las palabras flotar (o flotante) yhotel, sigue el modelo de otros acrónimos como ofimática y teleñeco o, más reciente, electrolinera y amigovio.
Pese a no hallarse aún en los diccionarios de referencia habituales, el sustantivo flotel está ampliamente extendido en los medios de comunicación españoles con el significado de ‘buque que sirve de hotel para alojar a quienes trabajan en plataformas de extracción petrolera’. En ocasiones, en países como Ecuador o Bolivia, también se emplea con el sentido de ‘barco en el que se realiza un crucero’.
Dado que este término cuenta con uso desde hace más de diez años y el contexto permite reconocer su sentido, no es necesario marcarlo entre comillas, de las cuales podría haberse prescindido en los dos últimos ejemplos inicialmente indicados.
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La bielorrusa Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura por Pilar Bonet (El País)
Escritora y periodista, ha sido elegida por la Academia Sueca
La escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, de 67 años, es la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015. El dictamen de la Academia sueca destaca "sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo". Escritora y periodista, ha retratado en lengua rusa la realidad y el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así como de los sufrimientos de Chernóbil, la guerra de Afganistán y los conflictos del presente. Es muy crítica con el Gobierno bielorruso. "Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin", ha dicho la autora en una rueda de prensa en Minsk, tras el anuncio del galardón.
Nacida en Ucrania, hija de un militar soviético, de origen bielorruso. Cuando su padre se retiró del Ejército, la familia se estableció en Bielorrusia y allí ella estudió periodismo en la Universidad de Minsk y trabajó en distintos medios de comunicación. Se dio a conocer conLa guerra no tiene rostro de mujer, una obra que finalizó en 1983 pero que, por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza, solo llegó a ser publicada dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido por la perestroika. El estreno de la versión teatral de aquella crónica descarnada en el teatro de la Taganka de Moscú, en 1985, marcó un hito en la apertura iniciada por el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.
Muy influida por el escritor Alés Adamóvich, al que considera su maestro, Alexiévich aborda sus temas con técnica de montaje documental. Su especialidad es dejar fluir las voces -monólogos y corales- en torno a las experiencias del "hombre rojo" o el "homo sovieticus" y también postsoviético. La obra de Alexiévich gira en torno a la Unión Soviética para descomponer este concepto en destinos individuales y compartidos y, sobre todo, en tragedias concretas. Alexiévich se mueve en el terreno del drama, explora las más terribles y desoladas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte. En 1989 publicó Tsinkovye Málchiki (Los chicos de cinc)sobre la experiencia de la guerra en Afganistán. Para escribirlo se recorrió el país entrevistando a madres de soldados que perecieron en la contienda. En 1993, publicó Zacharovannye Smertiu (Cautivados por la muerte) sobre los suicidios de quienes no habían podido sobrevivir al fin de la idea socialista. En 1997, le tocó el turno a la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil en Voces de Chernóbil, publicado en castellano en 2006 por Editorial Siglo XXI, que reeditó el año pasado Penguin Random House.
El año pasado lanzó El fin del homo sovieticus, publicado en alemán y en ruso, y que en España editará Acantilado, a principios de 2016. En este nuevo documento, Alexiévich se propone "escuchar honestamente a todos los participantes del drama socialista", dice el prólogo. Afirma la escritora que el "homo sovieticus" sigue todavía vivo, y no es solo ruso, sino también bielorruso, turcomano, ucraniano, kazajo... "Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo", afirma, refiriéndose a quienes son sus "vecinos por la memoria". "El mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados", dijo en una reciente entrevista a Le Monde. Atrapada aún en el espacio soviético, Alexiévich indaga con angustia y sufrimiento sobre el fin de una cultura, una civilización, unos mitos y unas esperanzas.
Crítica con el régimen del presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, la escritora reside la mayor parte del tiempo en el extranjero y últimamente lo hace en Alemania, donde su último libro ha tenido un enorme impacto
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jueves, 1 de octubre de 2015
me gusta en redes sociales, plural los me gusta
La expresión me gusta, común al hablar de redes sociales y en particular de Facebook, se escribe con me en minúscula y su plural es invariable:muchos me gusta, no muchos me gustas.
En este tipo de contextos son habituales frases como «Sara Carbonero e Iker Casillas han disfrazado al pequeño Martín y han conseguido muchos “me gustas”», «Hubo miles de Me Gusta» o «Animó a los espectadores a ver la escena y a que los obsequiaran con un ‘me gusta’ para aumentar las visitas», donde lo indicado habría sido escribir me gusta.
Me gusta se utiliza con valor de nombre común o, más exactamente, de locución nominal, tanto para aludir al apoyo o adhesión a lo que otra persona ha expresado o publicado como para referirse específicamente al botón de algunas redes sociales, como Facebook, con el que se concreta esta acción. En cualquier caso, se recomienda escribir me gusta en dos palabras, tal como indica la Ortografía de la lengua española para expresiones similares como un no sé qué o el qué dirán.
Respecto al plural, resulta preferible la forma los me gusta (en lugar de los me gustas o los me gustan), mayoritaria en el uso y una de las opciones válidas para formar el plural de las locuciones, según recoge la Nueva gramática de la lengua española.
Además, dado que la expresión me gusta se entiende como locución, no hay razón para escribirla con mayúscula, con independencia de la grafía con la que figure en las distintas plataformas. Lo apropiado, por tanto, será recurrir a la minúscula: «Los usuarios revelan gran cantidad de información privada a través de acciones en apariencia tan inocuas como hacer clic en me gusta».
Por otra parte, aunque no es imprescindible marcar me gusta con resalte alguno, si se considera que de este modo se favorece la comprensión del texto por parte del lector, siempre es posible destacar esta expresión con comillas.
Todo lo anterior sería extensible a un posible botón de no me gusta y a la locución correspondiente: «El botón de no me gusta en Facebook servirá para mostrar tu apoyo en situaciones y momentos negativos, no para discutir» o «Los me gusta en Facebook influyen más que los no me gusta».
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