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lunes, 27 de septiembre de 2010

Comentario crítico de La Colmena (en Arial 12 ocupa una cara de folio)

En 1946, Cela había presentado una primera versión de esta novela, más corta, a la censura. Ésta la rechazó diciendo: “La obra es francamente inmoral y a veces resulta pornográfica y en ocasiones irreverente”. Pero Cela siguió trabajando en la obra. Por fin, ante nuevas prohibiciones, La Colmena vio la luz en Buenos Aires en 1951. Pese a que aún pasarían unos años hasta su publicación en España, la novela circuló pronto entre nosotros y los críticos más serios señalaron su importancia: Hoy queda como la obra clave en la novelística española contemporánea; la novela precursora de la corriente llamada de realismo social, con una despiadada visión de la sociedad madrileña de posguerra.

Los rasgos comunes que comparte la obra con otros autores del llamado realismo social (Luis Romero –La Noria, también del 51-, Aldecoa, Fernández Santos, Sánchez Ferlosio … hasta llegar a Luis Martín Santos con Tiempo de silencio de 1962) son: la solidaridad con los humildes y los oprimidos, la disconformidad ante la sociedad española, el anhelo de cambio … Cela optó por un enfoque objetivista, dando un testimonio escueto de la realidad española, sin intervención del autor.

En cuanto a la temática, difiere de su anterior gran éxito, La Familia de Pascual Duarte (1942), ya que se da un desplazamiento de lo individual a lo colectivo. La sociedad deja de ser un mero marco para convertirse en el tema mismo de La Colmena, nos deja un poso amargo a los lectores a medida que se avanza por ese Madrid fragmentado y lleno de miserias; esa concepción negativa del mundo nos recuerda inevitablemente el pesimismo existencial de Baroja, tan admirado por Cela, que se convierte en un espectador frío, burlón y desolado de la vida, a la que se opone ora un desenfadado vitalismo, ora una agria repulsa con ribete de moralista. En su obra dominan el tono cruel y amargo.

No es una novela de corte tradicional: no hay argumento propiamente dicho, pues se disuelve en peripecias de los numerosos personajes; y éstos constituyen, tanto el ambiente como la esencia de la estructura de la obra.

En relación a estos últimos, los personajes que más me gustan, que definen muy bien el momento que está viviendo en país, son, por un lado, Martín Marco, un escritor pobre que va dando tumbos por la vida, y, por otro lado, doña Rosa, antítesis del anterior, despreciable dueña del café, donde coinciden muchos de los personajes.

La novela se compone de seis capítulos y un final ( o prólogo). Cada uno de estos capítulos está integrado por una serie de secuencias, de extensión variable, centradas en un personaje (o en varios relacionados). A menudo, se trata de una composición simultánea: varias secuencias transcurren en un mismo momento. Y la suma de secuencias es como el conjunto de las “celdillas” de la “colmena”. Y este, en mi opinión, es otro de los grandes aciertos del escritor.

Me ha llamado mucho la atención la estructura abierta de la novela: no hay argumento sólido, ni desenlace. Se convierte en un montón de páginas por las que discurre, desordenadamente, la vida de una desordenada ciudad (Cela dixit). Todo queda inconcluso. Y así, la incertidumbre es elemento decisivo tanto de la estructura como de las vidas de los personajes.

Emilio Monte Hernanz & Libro de Anaya de COU

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho tu crítica, aunque a mi me han mandado la obra como lectura obligatoria en bachiller y no he disfrutado nada de ella. No ocurre nada y quizá eso ha hecho que no me enganche a ella. Un abrazo!

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