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martes, 8 de marzo de 2011
La vida después del colegio (fragmento de La ciudad y los perros)
El Jaguar, decepcionado por la actitud del resto de los cadetes, le confiesa a Gamboa que fue él quien cometió el crimen. Está arrepentido, dispuesto a entregarse y preparado para acatar las consecuencias. Pero Gamboa sabe que nadie en el colegio está interesado en escuchar su confesión. Le insta a aprender de su error y a enmendar su vida. El Jaguar acaba por integrarse en la sociedad y se casa:
–¿Por qué ha cambiado de opinión ahora? –dijo el teniente–. ¿Por qué no me contó la verdad cuando lo interrogué?
–No he cambiado de opinión –dijo el Jaguar–. Solo que –vaciló un momento e hizo, como para sí, un signo de sentimiento– ahora comprendo mejor al Esclavo. Para él no éramos sus compañeros, sino sus enemigos. ¿No le digo que no sabía lo que era vivir aplastado? Todos lo batíamos, es la pura verdad, hasta cansarnos, yo más que los otros. No puedo olvidarme de su cara, mi teniente. Le juro que en el fondo no sé cómo lo hice. Yo había pensado pegarle, darle un susto. Pero esa mañana lo vi, ahí de frente, con la cabeza levantada y le apunté. Yo quería vengar a la sección, ¿cómo podía saber que los otros eran peores que él, mi teniente? Creo que lo mejor es que me metan en la cárcel. Todos decían que iba a terminar así, mi madre, usted también. Ya puede darse gusto, mi teniente. […]
–El caso Arana está liquidado –dijo Gamboa–. El ejército no quiere saber una palabra más del asunto. Nada puede hacerlo cambiar de opinión. Más fácil sería resucitar al cadete Arana que convencer al ejército de que ha cometido un error.
–¿No me va a llevar donde el coronel? –preguntó el Jaguar–. Ya no lo mandarán a Juliaca, mi teniente. […]
–¿Sabe usted lo que son los objetivos inútiles? […] Fíjese, cuando un enemigo está sin armas y se ha rendido, un combatiente responsable no puede disparar sobre él. No solo por razones morales, sino también militares; por economía. Ni en la guerra debe haber muertos inútiles. Usted me entiende, vaya al colegio y trate en el futuro de que la muerte del cadete Arana sirva para algo.
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