Entrevista a Salvador Gutiérrez, académico de la RAE, coordinador de la nueva Ortografía
"Hay que escribir bien, pero no existe una buena escritura con mala ortografía"
"¿Habían escrito alguna vez tanto los jóvenes y los mayores?"
La Vanguardia.es Vida
21/04/2011 - 00:17h
Incluso cuando se reproduce el lenguaje coloquial, aunque presente tintes soeces, evitar las faltas es imprescindible, reivindica Salvador Gutiérrez Ordóñez (Taballes de Bimenes, 1948), académico de la RAE que ha coordinado la nueva Ortografía y catedrático de Lingüística de la Universidad de León. Hoy en día se escribe más que nunca, algo muy positivo, dice, pero también se debe hacer de forma correcta.
¿Está en declive la buena ortografía?
Este es un debate eterno; pero, por los síntomas que manejo, la buena ortografía conserva un gran prestigio social e individual. En el ámbito social, es un valor. La colectividad continúa seleccionando a los que escriben bien y excluyendo de muchos puestos a los que cometen faltas. Alguien ha dicho que la ortografía posee rasgos de ideología: se halla tan interiorizada que provoca fuertes reacciones inconscientes contra cualquier agresión, ya sea una falta, ya una modificación o una reforma.
Pero algunos grandes escritores y académicos se oponen al corsé ortográfico.
Ha habido gramáticos partidarios de reformar las reglas ortográficas y escritores que critican la visión reductora que identifica buena escritura con ortografía. En este sentido hay que interpretar la conocida frase de Stendhal: “La ortografía no hace al genio”. El objetivo es enseñar a escribir bien, pero no existe una buena escritura con mala ortografía.
¿Se cometen hoy en día más faltas que antes?
La respuesta ha de ser matizada. Hace medio siglo accedían a la enseñanza secundaria muy pocas personas. Por el contrario, en la actualidad el porcentaje de jóvenes que termina un bachillerato o un módulo profesional es alto. Desde esta visión social, el dominio de la destreza escrita parece que ha mejorado. Sin embargo, si se compara el nivel exigido a los alumnos de bachillerato de diferente época, es evidente que el nivel ha descendido.
Muchos profesores de instituto lamentan que sus alumnos cometen más faltas porque leen menos.
Existe una relación entre nivel de lectura y dominio de la ortografía. A quien está acostumbrado a leer voz y vez le produce una disonancia visual ver estas palabras escritas con “b”. Pero parece que esta correspondencia no es total. Se ha comprobado que existen buenos lectores que cometen frecuentes faltas.
¿Y eso por qué?
Porque la lectura es pasiva, mientras que la escritura es una destreza activa. Para poder aprender a escribir bien, hay que escribir y escribir y escribir.
¿Hay que recuperar el dictado?
El dictado no es la mejor técnica de enseñanza, es una prueba de diagnóstico o de evaluación. Ahora bien, que nadie se llame a engaño: el aprendizaje de la ortografía exige práctica, ejercicios, entrenamiento.
¿Y en cuanto a la expresión escrita?
La ortografía es sólo una parte del proceso. El objetivo es enseñar a escribir con soltura, con corrección, con aseo y con cierto estilo. En la enseñanza es importante hacer talleres de escritura imitativa y creativa. El alumno que se enganche y se ilusione por la escritura leerá más, observará con detenimiento cómo componen los buenos escritores, corregirá sus redacciones y, por supuesto, tratará de evitar los errores ortográficos.
¿Pueden las nuevas tecnologías deteriorar la escritura?
No suelo ser apocalíptico con las nuevas tecnologías. Aportan cosas buenas y, a la vez, acarrean peligros. Ahora bien, es necesario tener claro que, si un muchacho no escribe bien, la causa no hay que buscarla en los SMS. Se debe sencillamente a que no ha aprendido a escribir bien.
Pero en redes sociales como Facebook la permisividad con las faltas y el estilo es mayor.
Eso también es cierto. Los correos electrónicos han resucitado el género epistolar. Sin embargo, su carácter efímero y la rapidez con que se escriben hacen que sean menos cuidados, menos corregidos.
El modo de escribir en las redes sociales, en un contexto informal y usando abreviaciones, ¿influye en el dominio del estilo y la forma?
En las redes sociales que practican los jóvenes se vuelca de lleno el lenguaje de la calle y el descuido de la forma es grande. Es un fenómeno que hay que tratar de encauzar. Pero planteémonos una pregunta alentadora: ¿habían escrito alguna vez tanto jóvenes y mayores?
Como plantea el profesor Gutiérrez, ¿habrían escrito tanto los jóvenes sin las redes sociales? Aun así, creo que se debería escribir mejor. El precio es el mismo
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