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viernes, 9 de septiembre de 2011

"Peculiaridades del español americano" por Justo Fernández López

 

 
Las primeras influencias de las lenguas indígenas en el español se deben a nombres de plantas o animales o cosas para los descubridores desconocidas. Hoy en día hay un sinnúmero de vocablos de uso corriente en Hispanoamérica y desconocidos en España, todos de origen indígena: china, guajira, chacra, choclo, etc. Pero de mayor interés son los cambios fonéticos y semánticos que experimentan los propios vocablos españoles usados en Hispanoamérica. Muchas veces estos vocablos están más conformes con el espíritu del idioma que los que se hallan en España en uso, por ejemplo: grabadora se llama en Hispanoamérica al magnetofón; estacionamiento, a lo que en España se llama aparcamiento.
 
 
 
Factor de unidad y de conocimiento mutuo de las variantes entre España e Hispanoamérica es la difusión desde los años sesenta de la literatura nueva latinoamericana, además de la labor conjunta de la Real Academia Española (RAE) y las Academias nacionales de América, que trabajan para hallar soluciones léxicas comunes y dirigir la evolución coherente del idioma.
 
 
 
La lengua española llega a América en un momento crucial de su desarrollo: es el momento en el que está sufriendo sus transformaciones más profundas con el cambio o simplificación de su sistema fonológico y, en general, el tránsito hacia el español moderno.
 
 
 
Los primeros pobladores y colonizadores de aquellas tierras son andaluces y canarios en su mayoría, e imprimen el carácter de su modo de hablar en aquellas zonas. De ahí la semejanza que se encuentra entre Hispanoamérica – principalmente las Antillas – y Andalucía y Canarias. Añadamos la intervención de la predicación de los misioneros, y el desarrollo posterior debido a la inmigración de diferentes provincias españolas y de países europeos (por ejemplo, la gran migración gallega a las Antillas, a México y a Argentina en el siglo XIX y XX, o la de los italianos a Venezuela y Argentina).
 
 
 
Se calculan en 123 las familias de idiomas indígenas que han dejado huella en el habla del español hispanoamericano. Las diferencias se produjeron también por proceder los colonizadores y conquistadores de diferentes regiones españolas que en el siglo XVI y XVII aún no habían nivelado sus diferencias idiomáticas regionales.
 
 
Fonología
 
  
  • Seseo o pronunciación de la z y de la c ante e/i como s.
 
 
 
  • Yeísmo o pronunciación de la /ll/ como /y/: caballo = cabayo. Hay zonas en las que aún se conserva la distinción: en los Andes colombianos, en algunas proncincias del Ecuador, en casi todo el Perú, Bolivia, Paraguay, Norte y Sur de Chile, y en partes de Argentina. En las zonas del Río de la Plata el yeísmo ha sado incluso a un zeísmo (/j/ francesa como en ‘jornal’) ensordecido: calle = ‘catze’).
 
 
 
El seseo y el yeísmo han sido reconocidos como formas legítimas de expresión en los congresos de las Academias americanas de los años 1956 y 1962.
 
 
 
  • Aspiración o pérdida de la /s/ en posición silábica posnuclear (-s final): este = ‘ehte’, mosca = ‘mohca’. Esta aspiración está muy generalizada en toda Hispanoamérica, lo mismo que en la parte meridional de España. Tanto aquí como allí, esta /-s/ puede desaparecer originando a veces un cambio de timbre vocal. Esta pérdida se produce en el centro de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, costas de Colombia, Venezuela y Panamá. Ejemplo: las casas = “lah’casa”.
 
 
 
  • Pronunciación de la /j/ como /h/ aspirada: mujer = ‘muher’.
 
 
 
  • Aspiración de la /h-/ inicial procedente de la /f-/ inicial latina: hilo = ‘hoilo’.
 
 
 
  • Reducción de los grupos consonantes: doctor = dotor, digno = dino, perfecto = perfeto, como ocurre también en partes de la Península.
 
 
 
  • Confusión mutua de /r/ y /l/: pierna = ‘pielna’, soldado = ‘sordao’.
 
 
 
  • Frecuente traslación del acento: país = ‘páis’, maíz = ‘máis’.
 
 
 
Todos estos rasgos son comunes al dialecto andaluz, que ejerció una decisiva influencia en los tiempos posteriores al descubrimiento de América, por ascender el número de andaluces emigrantes al 60% del total de los españoles y portugueses que fueron a América hasta 1519; y el número de las andaluzas, al 67% de todas las mujeres emigradas a América. Todos los fenómenos fonéticos que mencionamos arriba se encontraban ya en pleno desarrollo a finales del siglo XV en Andalucía y en las Islas Canarias.
 
 
 
Las pronunciaciones regionales toleradas en la prosodia culta no están representadas en la ortografía actual.
 

 
Morfología
 
 

  • Voseo o uso de ‘vos’ en lugar de ‘tú’ y de ‘ti’ en Argentina, Uruguay, Paraguay, América Central y el estado de Chiapas en México. Es un rasgo arcaizante del español que tiene su origen en un estado de cambio que sufrió el castellano de España hacia 1500. El ‘tú’ era usado para el trato familiar y con inferiores. Para el tratamiento de respeto se usaba el ‘vos’, sustituido poco después por ‘vuestra merced’, del que viene el actual ‘usted’. Así ‘vos’ cayó en desuso en España, donde se fijó el sistema ‘tú-vosotros’, ‘usted-ustedes’. Al propagarse ‘usted’ por América, fue ‘tú’ la forma que quedó relegada en algunas zonas y ‘vos’ pasó a ocupar su lugar para el trato familiar. El sistema americano del voseo quedó, pues, así:
 
 
 
 
 
 
 
Singular       (familiaridad): vos, te, tu, tuyo
 
Plural           ustedes (para ambos casos)
 
  
(cortesía): usted
 

 
El uso de ‘vos’ es compatible con ‘te’: “vos te debés lavar mejor”. Las formas pronominales ‘vos, ‘te’, etc. se combinan normalmente con la forma del plural del verbo: “vos querés” / “vos eres” / “vos sos”. ‘Vos’ afecta a la acentuación de la forma verbal que acompaña y con ello a la antigua vocal tónica, que ya no diptonga: “vos tenés” = tú tienes; “vos rogás” = tú ruegas. En Chile, Ecuador y Colombia, interior de Venezuela y Costa Rica, el voseo concurre con el ‘tú’. En el resto de Hispanoamérica se generalizó el ‘tú’.
 
 
 
  • Loísmo o conversación de ‘lo’ como objeto directo en acusativo para persona singular masculina, frente a ‘le’ como dativo: ‘lo veo’ (en España se admite la variante ‘le veo’). América: ‘lo veo y le doy el libro’; España: ‘le veo y le doy el libro’. Lo que es incorrecto es el laísmo, tan extendido en Castilla: ‘la veo y la doy el libro’, en vez de ‘la veo y le doy el libro (a ella)’.
 
 
 
  • Acentuación analógica de algunas formas verbales del subjuntivo: ‘váyamos’ (por ‘vayamos’), ‘puédamos’ (por ‘podamos’), ‘puédais’ (por ‘podáis’). Estas acentuaciones también aparecen en la Península.
 
 
 
  • Conservación de formas verbales arcaicas: ‘Semos’ (por ‘somos’), ‘dea’ (por ‘dé’), ‘estea’ (por ‘esté’), ‘traya’ (por ‘traiga’), ‘haiga’ (por ‘haya’). Estas formas arcaicas están muy extendidas por todo el mundo hispano.
 
 
 
  • Abundante uso de aumentativos y diminutivos, incluso de adverbios y gerundios: ‘platita’ (dinero), cansazo, ranchito, suavecito, ahorita, prontito, corriendito.
 
 
 
  • Variaciones de género desconocidas en España: comedianto, bachillera, el llamado, la insultada, la conversada.
 

 
Sintaxis
 
  
  • Mayor empleo del perfecto simple (o pretérito indefinido) en lugar del pretérito perfecto o perfecto compuesto: ‘lo vi’ (en vez de ‘lo he visto’). Este uso está también muy extendido en el norte de España.
 
 
 
  • Tendencia a utilizar verbos de movimiento en forma reflexiva (así como verbos de reposo): ‘venirse’, ‘entrarse’, ‘huirse’.
 
 
 
  • Empleo de formas como ‘atrás mío’ (= por detrás de mí), ‘delante suyo’ (= por delante de él), ‘cerca nuestro’ (= cerca de nosotros), ‘lejos nuestro’ (lejos de nosotros).
 
 
 
  • Conservación del empleo puramente temporal de las formas verbales en /-ra/, procedentes del pluscuamperfecto de indicativo latino (lat. ‘cantaveram’ = esp. ‘cantara’). Es el empleo de una forma, que hoy pertecene al subjuntivo en español, con el valor de indicativo que tenía originariamente en latín: ‘según escribiera entonces’ = según había escrito entonces. Este empleo se encuentra en textos escritos también en España.
 
 
 
  • Hipérbaton en las Antillas en oraciones interrogativas: ‘¿Qué tu quieres’ (= ¿Qué quieres tú?).
 
 
 
  • Sustitución en algunos países de Centroamérica del futuro por la expresión ‘va y + presente de indicativo’: ‘no se alegre, porque va y no viene’.
  
 
 
Semántica
 
 
  
  • Acepciones distintas en voces ya conocidas:  
 bregar = trabajar
 
 
 
catar = mirar
 
 
 
cobija = manta
 
 
 
coger = significado sexual
 
 
 
cueriar = azotar
 
 
 
curioso = cuidadoso
 
 
 
demorarse = tardar
 
 
 
escobilla = cepillo
 
 
 
guapo = valiente
 
 
 
mercar = comprar
 
 
 
pararse = levantarse / ponerse de pie
 
 
 
ponerse bravo = enfadarse
 
 
 
prometer = asegurar
 
 
 
En español, ‘andar’ incluye ‘caminar’; ‘caminar’ conlleva la idea de ‘andar a pie’. En América, ‘caminar’ llega a ser forma general en lugar de ‘andar’; este último es un término más rebuscado. Muchos vocablos tienen sentido diferente en español peninsular y en español americano por conservar en América el valor arcaico ya perdido en España: ‘pollera’ = ‘falda’.
 
 
 
  • Uso frecuente de frases especiales: ‘recién’... (= nada más ...), ‘¿cómo no?’, ‘¿cómo le va yendo?’, ‘más’ (= nada más).
 
 
 
  • Abundancia de colectivos: ‘muchachada’, ‘criollada’, ‘mujerero’, ‘caballada’, ‘carnerada’, ‘balacera’.
 
 
 
  • Incorporación de extranjerismos: ‘rentar’ (en México = alquilar); ‘carro’ (coche).
 
 
 
  • En Centroamérica y México, ‘hasta’ en vez de ‘recién’: ‘hasta hoy empecé a jugar’ (= recién hoy empecé a jugar).
 
 
 
  • Idea negativa en diferentes expresiones: ‘¡qué va!’, ‘¿de dónde?’, ‘¡ni modo!’. El tan generalizado ‘¡cómo no!’ es una forma interjectiva con el significado de ‘naturalmente, sin duda, claro, ya lo creo’.
 
 
 
  • Galicismos: ‘es por eso que’, ‘y es entonces que vino’.
 
 
  
  • Vocabulario americano
  
 
Si en Buenos Aires una mujer quiere comprarse un vestido y pregunta dónde hay un comercio de modas, recibirá la siguiente respuesta:
 
 
 
Siga esta vereda (acera), y a las cinco cuadras (manzanas) ha de ver un negocio que tiene polleras (faldas) y sacos (chaquetas) en la vidriera (escaparate).
 
 
 
Un español va a México y para el desayuno le ofrecen bolillos, humildes panecillos que no hay que confundir con las teleras, en Guadalajara llamadas virotes y en Veracruz cojinillos. Al salir del bar puede decidirse a tomar un camión (ómnibus, que en Puerto Rico o Cuba llaman la guagua) o si llama al ruletero (taxista que da más vueltas por la ciudad que una ruleta). A no ser que alguien le ofrezca amistosamente un aventoncito (un empujoncito), que es una manera muy cordial de acercarle al punto de destino. En Venezuela a esta clase de empujoncito se le llama colita, y en Puerto Rico, un pon.
 
 
 
Si quiere limpiarse los zapatos en la calle en México, tiene que recurrir a un bolero que se los bolea en un santiamén (Cantinflas ha hecho una película famosa con el título de El bolero de Raquel).
 
 
 
Si llama por teléfono en México, apenar descolgar el auricular oye ¡bueno!, lo que le parece una aprobación un poco precipitada. Pasea por la ciudad y le llaman la atención los letreros se renta por todas partes (se venden coches, pisos, casas, etc.). Otros anuncios: ventas al mayoreo y al menudeo; ricas botanas botanas todos los días (lo que español se llaman tapas; en Argentina, ingredientes; en Venezuela, pasapalos).
 
 
 
En México se ven establecimientos llamados tlapalerías (venta de toda clase de pinturas, en alemán se diría ‘Farbenhandlund’; incluye también ferretería), misceláneas (tiendas de quincalla), rosticerías.
 
 
 
En México el Zócalo (alemán ‘Sockel’)es una plaza imponente.
 
 
 
Si le dicen que a un amigo le va muy mal porque se ha llenado de drogras, quieren decir que está lleno de deudas.
 
 
 
En Argentina los estudiantes toman exámenes para que no los aplacen. Al terminar la carrera alcanzan la categoría de egresados.
 
 
 
En Bogotá nos saludan con la pregunta de cómo nos acaba de ir (= qué tal nos va). En Colombia nos ofrecen un café y nos preguntan si nos provoca un tinto o un perico, quiere decir, si queremos un café solo o cortado.
 
 
 
En Puerto Rico, postularse es presentarse como candidato, acueducto es una alberca, pantallas son pendienes, pronto es la entrada que se paga cuando se compra algo a plazos, abanico es un ventilador, y las palabras bicho y polilla tienen un significado obsceno.
 
 
 
Si le dicen en México que hasta las ocho hay tren, quieren decirle que no hay tren antes de las ocho. Si le dicen que el tren sale desde las nueve, no debe entender que habrá un tren cada hora a partir de las nueve, sino que el único tren que hay sale a las nueve.
 
 
 
En Puerto Rico les despedirán diciéndoles que gocen, para desearles que lo pasen bien o que se diviertan.
 
 
 
Una señora en Cuba se pone muy brava si los dependientes de un comercio no la han atendido como se debe.
 
 
 
En Argentina, el alumno le pide disculpas al profesor pidiéndole que no lo rete (= no lo riña). En este país, prolijo significa cuidadoso y esmerado.
 
 
 
Tenemos marcados ejemplos de arcaísmos en toda Hispanoamérica. Se trata de vocablos que en España pertenecen solamente al nivel literaria y no al coloquial: afligirse (apurarse), angosto (estrecho), dañar (estropear), enojarse (enfadarse), liviano (ligero).
 
 
 
Tenemos vocativos con posesivo antepuesto: mi hijito, mi amigo. Niño o niña como signos de respeto: ‘el niño Santos y la niña Juliana’.
 
 
 
Fórmula de trato en Argentina es la apelación con che y la despedida porteña con chau.
 
 
 
  • Hay un sinnúmero de vulgarismos en Hispanoamérica: josticia, melitar, cevil, sepoltura, mesmo, tiniente, dispusición, malino, coluna, dotor, agüelo, güeno, trigunal, dijunto, truje.
 

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