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viernes, 9 de diciembre de 2011

EL NOVECENTISMO y LAS VANGUARDIAS

'Jugando a los bolos en San Bartolomé', de José María de Ucelay (1903 - 1979). | Museo Bellas Artes de Bilbao
Jugando a los bolos en San Bartolomé', de José María de Ucelay (1903 - 1979). | Museo Bellas Artes de Bilbao



            En España, el grupo literario que sucede a los modernistas y noventayochistas recibe el nombre de Novecentismo o Generación del 14. Sus componentes se caracterizan por su orientación europeísta y por su concepción del arte como una actividad separada de lo social y lo político.
            Durante las primeras décadas del siglo XX aparecen en Europa diversos movimientos artísticos, llamados vanguardismos, que rompen radicalmente con la temática y las técnicas expresivas del Romanticismo y el Realismo. Los novecentistas conectan fácilmente con los vanguardismos, ya que en ellos ven cumplida su apuesta por un arte producto de un acto lúdico y libre que ponga a prueba la capacidad intelectual y expresiva del artista.
            Los rasgos más destacados de la lengua de los novecentistas son la precisión conceptual, que refleja su sólida formación intelectual, y la expresión de lo subjetivo, que refleja su vertiente creativa y se materializa, sobre todo, en la metáfora.
            Los géneros literarios más representativos del Novecentismo son la lírica, expresada tanto en prosa como en verso, y el ensayo, que se divulga, sobre todo, a través del periódico y de revistas especializadas.
            Un grupo nutrido de personas procedentes de diferentes ámbitos (medicina, política, filosofía…) que tuvieron un papel activo en la sociedad de su tiempo y que encontraron en el ensayo el medio idóneo de divulgar sus ideas y conocimientos. José Ortega y Gasset* (La deshumanización del arte) más importante de este grupo.
            La novela novecentista continúa el camino de subjetivismo y de renovación que había comenzado la Generación del 98. Los autores novecentistas suelen manipular situaciones para expresar su opinión sobre los más diversos temas. Algunos, como Gabriel Miró (El obispo leproso), se valen del lirismo; otros, como Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animado), optan por el humorismo.
            La producción lírica de estos años es muy variada. Aunque a todos los poetas les mueve la voluntad común de acabar con el sentimentalismo y la retórica, heredados del Romanticismo y del Modernismo, podría decirse que, a grandes rasgos, los novecentistas se preocupan por conseguir un mensaje exacto y claro que transmita fielmente la idea, y que los vanguardistas pretenden ofrecer nuevas versiones del universo.
            No obstante, entre los novecentistas, aparecen personalidades difíciles de encasillar, bien porque escapan del llamado arte deshumanizado, como León Felipe, bien por su compleja trayectoria creativa, como Juan Ramón Jiménez*.
            Por otro lado, del rico panorama de la lírica vanguardista habría que destacar la figura de Ramón Gómez de la Serna* (“Greguería”=metáfora + humor), que facilitó la entrada de las nuevas tendencias artísticas en España, donde los vanguardismos más importantes fueron el creacionismo, representado por Vicente Huidobro; el ultraísmo, difundido, sobre todo, a través de la revista Grecia, y el surrealismo, que influyó notablemente, en la Generación del 27.
            El creacionismo y el ultraísmo tienen en común la búsqueda de nuevas formas tipográficas, como el caligrama, pero el primero cultiva más la metáfora y el segundo siente preferencias por las máquinas y el léxico técnico-científico.

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