La Generación del 27,
llamada así por el homenaje en honor a Góngora que celebraron
en 1927, es una de las generaciones literarias más importantes de la historia
de la literatura española. Es sobre todo una generación de poetas, pues con
excepción de Federico García Lorca que cultivó el teatro con
gran brillantez, lo mejor de la obra del resto está en su poesía. Tienen
algunos mentores como Juan Ramón Jiménez
y Ortega y Gasset.
Poseen unos rasgos
comunes, sobre todo apreciables en su primera etapa. Se pueden resumir como la síntesis de la modernidad y la tradición:
- Tienen influencia de la literatura tradicional:
· Culta: les influye el cancionero, Jorge Manrique, Lope de Vega, Góngora...
· Popular: el romancero, folklore...
- Influencia de poetas recientes: Bécquer, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez con su poesía pura.
- Influencia de las vanguardias:
- Búsqueda de lo nuevo, lo original.
- Dificultad de la poesía, elitismo (Góngora y Juan Ramón Jiménez).
- Autosuficiencia de la obra en sí misma; es una poesía no humana, no sentimental: una poesía pura, al
· Culta: les influye el cancionero, Jorge Manrique, Lope de Vega, Góngora...
· Popular: el romancero, folklore...
- Influencia de poetas recientes: Bécquer, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez con su poesía pura.
- Influencia de las vanguardias:
- Búsqueda de lo nuevo, lo original.
- Dificultad de la poesía, elitismo (Góngora y Juan Ramón Jiménez).
- Autosuficiencia de la obra en sí misma; es una poesía no humana, no sentimental: una poesía pura, al
estilo de Juan Ramón Jiménez.
- Destaca un marcado antirrealismo y antirromanticismo.
- El arte se concibe como intrascendente; búsqueda del “arte por el arte” como simple juego estético.
- Destaca la gran importancia de la metáfora, la imagen.
- Tienen un carácter fragmentario, reflejo del desorden del mundo.
- Destaca un marcado antirrealismo y antirromanticismo.
- El arte se concibe como intrascendente; búsqueda del “arte por el arte” como simple juego estético.
- Destaca la gran importancia de la metáfora, la imagen.
- Tienen un carácter fragmentario, reflejo del desorden del mundo.
La Generación del 27 tiene
una primera etapa anterior a 1930 en la que casi todos sus miembros discurren
por caminos paralelos. Esta generación, eco de numerosas corrientes, cultiva la
vanguardia en sus distintas
versiones: el ultraísmo y el creacionismo con Gerardo
Diego, Manual de espumas; el futurismo en Cal y Canto de Alberti; el surrealismo de Pedro Salinas en Fábula y signo, de Lorca en Poeta en Nueva York, de
Cernuda, Un río un amor o de Aleixandre, Espadas
como labios.
Salinas (“el
poeta del amor”) y Guillen se inclinan hacia una poesía pura,
depurada de todo aquello que no sea emoción lírica en La voz a ti
debida del primero o Cántico del segundo.
Además cultivan en estas
primeras etapas una poesía
neopopular: Alberti con Marinero en tierra, y Lorca con El
Romancero Gitano entre otros, o bien una poesía de raíz clásica inspirada en Garcilaso, Lope o Góngora como Gerardo
Diego con Versos humanos.
Hacia 1928 (segunda etapa) se
produce una rehumanización de la poesía.
Existe una gran preocupación, compromiso con el hombre. La poesía ya no es un juego formal. Aparece la influencia del surrealismo y de
Pablo Neruda, con su revista Caballo
verde para la poesía (defiende una poesía sin pureza). La poesía es
comprometida. A este compromiso se une la figura de Miguel Hernández, “gran epígono” de esta generación.
Después de la guerra
(tercera etapa), la trayectoria de estos poetas es muy diferente. Evolución individual de cada poeta.
Aparecen, aun así, temas comunes, como la nostalgia de España. También un
poesía comprometida, social. Todo ello visto desde un punto de vista de
angustia existencial. Lorca ha
muerto, Alberti, Guillén, Cernuda y Salinas están
en el exilio, los dos últimos morirán en él. Allí continúan escribiendo una
poesía alejada del entusiasmo de sus primeras horas. Para Guillén ha llegado la hora de Clamor, Salinas espera volver algún día en El
contemplado, Alberti tiñe de
melancolía Baladas y canciones del Paraná y a Cernuda le obsesiona el final en
Desesperación de la quimera.
Dámaso Alonso, que
antes de la guerra había cultivado la poesía sólo de manera tangencial, pública
en 1944 Hijos de la ira que, junto con Sombra del
paraíso de Vicente Aleixandre, constituyen un punto de
inflexión en la poesía de posguerra y tendrán una influencia decisiva en los
poetas de las generaciones siguientes.
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