Punto y seguido es el que separa dos enunciados diferentes dentro de un mismo párrafo. Esto es lo que ocurre al escribir cuando cerramos un enunciado con punto y, a continuación, en el mismo párrafo, empezamos otro. El que cambiemos de párrafo o nos mantengamos en el mismo es una cuestión de contenido. Los párrafos tienen que tener contenido unitario. Desarrollan una idea completa o, por lo menos, un aspecto unitario dentro de una idea con muchas ramificaciones. Vamos a ver cómo funciona todo esto en un par de párrafos de ejemplo:
Don Sisebuto Nonato era un gran amante de la ortografía. Todas las mañanas, antes de desayunar, se leía dos o tres ortografías de lenguas diferentes. Eso le daba fuerzas para empezar el día.
Un buen día, nuestro amigo Sisebuto tuvo un contratiempo. Fue a buscar las ortografías que había dejado preparadas por la noche encima de su escritorio, pero no las encontró por ningún lado. Solo podía pensar que se las habían robado.
[...]
Cada uno de los puntos que quedan en el interior del párrafo en el ejemplo de arriba es un punto y seguido. En cambio, el que se queda ya al borde del párrafo se denomina punto y aparte (y eso es harina de otro costal). Como vemos, después de un punto y seguido se escribe mayúscula. Entre el primer párrafo y el segundo hay un salto en lo que estamos contando. En el primero estamos hablando de cosas que hace habitualmente el bueno de Sisebuto, mientras que en el segundo hemos empezado a contar una cosa concreta que le pasa un día determinado. Por eso cambiamos de párrafo.
La denominación preferible es punto y seguido, pero si alguien le quita la conjunción y lo llama simplemente punto seguido, no nos vamos a pelear, puesto que esa forma también se considera aceptable.
El plural es los punto y seguido, aunque habrá pocas posibilidades de utilizar esa forma.
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