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viernes, 21 de febrero de 2014

Textos del Novecentismo y Vanguardias

“El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes sean enorme”.
(Ortega y Gasset, J. La rebelión de las masas. Vol. IV, pag. 172. Obras Completas. Revista de Occidente, Madrid, 1983.)
“En la escuela, cuando alguien notifica que el maestro se ha ido, la turba parvular se encabrita e indisciplina. Cada cual siente la delicia de evadirse a la presión que la presencia del maestro imponía, de arrojar los yugos de las normas, de echar los pies por alto, de sentirse dueño del propio destino. Pero como quitada la norma que fijaba las ocupaciones y las tareas la turba parvular no tiene un quehacer propio, una ocupación formal, una tarea con sentido, continuidad y trayectoria, resulta que no puede ejecutar más que una cosa, la cabriola”.
(Ortega y Gasset, J. La rebelión de las masas. Vol. IV, pag. 237. Obras Completas. Revista de Occidente, Madrid, 1983.)
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[Una vez era un hombre que no hablaba…]

Una vez era un hombre que no hablaba porque comprendía tantas cosas en cada cosa singular, que no acertaba a expresarse. Los otros le llamaban tonto. Este hombre, cuando supo expresar todas las cosas que comprendía en una sola cosa, hablaba más que nadie. Los otros le llamaban charlatán. Cuando en todas las cosas distintas no vio ya sino una y la misma cosa, porque había penetrado en el sentido y en la verdad de todo, ya no volvió a hablar ni una sola palabra. Y los demás le llamaban loco.

Ramón Pérez de Ayala. Belarmino y Apolonio.

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" Se encerraban en la cámara del reloj para sentirse traspasados por el profundo pulso. Allí latían las sienes de Oleza. Luego, otra vez, torciéndose por la escalerilla, llegaban bajo la cigueña de las campanas; y desde los arcos, entre aleteos de falcones y jabardillos de vencejos, veían el atardecer, que don Magín comparaba a un buen vecino que volvía, de distancia en distancia, al amor de su campanario. (...)
Se distrajo con un pisapapeles de cristal lleno de iris. Poco a poco la tarde recordada por el prelado se le acercó hasta tenerla encima de su frente, como los vidrios de sus balcones donde se apoyaba muchas veces, sin ver nada, volviéndose de espaldas al aburrimiento. Todo aquel día tocaron las campanas lentas y rotas. Tarde de las ánimas, ciega de humo de río y de lluvia. La casa se rajó de gritos del padre. Ardían las luces de aceite delante de los cuadros de los abuelos -el señor Galindo, la señora Serrallonga-, que le miraban sin haberle visto y sin haberle amado nunca. Cuando el padre y tía Elvira se fueron, las campanas sonaron más grandes. Le buscó su madre; la vio más delgada, más blanca. Se ampararon los dos en ellos mismos, y entonces las luces eran las que les miraban... "
Gabriel Miró El obispo leproso (fragmento)
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Los presos ven la vida a la parrilla

El pez más difícil de pescar es el jabón dentro del agua

Las espigas hacen cosquillas al viento

El agua se suelta el pelo en las cascadas

La pistola es el grifo de la muerte

La T es el martillo del abecedario

La Q es un gato que perdió la cabeza

La jirafa es una grúa que come hierba

En las cajas de lápices guardan los sueños los niños

La muerte es hereditaria

El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero

El mar sólo ve viajar: él no ha viajado nunca
Greguerías de Ramón Gómez de la Serna
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¡Intelijencia, dame el nombre
exacto de las cosas!
…Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
Que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
2
Vino, primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
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¿No os parece, hermanos,
que hemos vivido muchos años en el sábado?
Descansábamos
porque Dios nos lo daba todo hecho.
Y no hacíamos nada, porque el mundo
mejor que Dios lo hizo...
Hermanos, superemos la pereza.
Modelemos, creemos nuestro lunes,
nuestro martes y miércoles,
nuestro jueves y viernes...

Hagamos nuestro Génesis.
Con los tablones rotos,
con los mismos ladrillos,
con las derruídas piedras,
levantemos de nuevo nuestros mundos.

La página está en blanco:
«En el principio era...»

“Creacionismo” de Gerardo Diego

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Desde mi ventana veo
a la luz teoremática del farol de enfrente
pasar los problemas
en sus fórmulas.
Son las formas que pasan
en sus jaulas de rectas y curvas
con sus rótulos de frascos de farmacia
en las frentes.
F4 H3 W
R7 C14 J6
Se sumergen
doblando la esquina en la noche
empujadas por un gran viento
que las descoyunta
y en lo obscuro se combinan
nuevas curvas y nuevas rectas.
Pasan las semejanzas
sus esquematismos lineales
erguidos o tronzados.
Yo mismo acabo de pasar.
Me he reconocido en lo esencial
y en mi gran rótulo farmaceútico.
J25 L5 C1919

“Fórmulas” de Juan Larrea


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