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domingo, 16 de mayo de 2010

OBITUARIO: IN MEMÓRIAM


Con 95 años, y toda una vida y una carrera académica en Estados Unidos, ha muerto el 6 de mayo Juan Luis Alborg, un hombre excepcional, uno de los últimos mohicanos del exilio de la posguerra civil. Heterodoxo historiador de la literatura, supo, con su verbo afilado y socarrón, apasionado y radical, hacerse un hueco en la historiografía de nuestras letras patrias incomodando a todos, tirios y troyanos del hispanismo más casposo, desde las remotas tierras de la muy lejana Bloomington (Indiana), que ya es decir. Sus cinco tomos de la Historia de la literatura española son uno de los long-sellers de la editorial Gredos. Por su monumental y valiente Sobre crítica y críticos le cayeron dardos afilados, que no consiguieron cambiar el rumbo de su escritura ni hacerlo comulgar con los capitostes de la crítica literaria española. Con la muerte de Juan Luis Alborg perdemos una manera de entender la filología, generosa y sabia, que practicaron en la editorial Gredos el arabista Julio Cortés (muerto también en fecha reciente), los lexicógrafos Joan Coromines y María Moliner y, por supuesto, Dámaso Alonso.

Un polémico e innovador estudioso


Traté telefónicamente y, sobre todo, por correo electrónico a Juan Luis Alborg desde julio de 2007 hasta el 11 de abril de 2010, fecha de su último e-mail. Apasionado y torrencial, de verbo fluido y grácil, con una lucidez inhabitual para sus 95 años, su conversación transmitía siempre afecto y cariño. El rico anecdotario que acumulamos en nuestro gracioso intercambio de mensajes interminables llenaría sin duda tanto espacio como el de sus libros. Según me contaba con abierta delectación, hacía 35 años que un buen puro matutino, un butacón y la lectura paciente le llenaban un día tras otro de su provecta edad. Estaba de vuelta de todo y más, sin prejuicios ni acrimonia: su único temor (atávico) eran los vientos embravecidos del Medio Oeste; su gran ilusión, recuperar algún día su casa y su biblioteca de la sierra de Madrid y compartir con dos o tres amigos una tira de asado. Descansa en paz, maestro y amigo, y recibe por última vez este "abrazo transoceánico" que nos enviábamos siempre y que nunca pudimos darnos.

Manel Martos es editor de Gredos.

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