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lunes, 30 de abril de 2012

los términos desecho y deshecho tienen distintos significados



Palestinos buscan enseres en un vertedero en Hebrón (Cisjordania, 2011)
Foto: © archivo Efe / Abed Al Hashlamoun

Deshecho y desecho son términos que, aunque solo los diferencia una hache intercalada, tienen significados distintos.

Deshecho es el participio del verbo deshacer, mientras que desecho, que significa 'residuo o cosa que se desecha después de haber escogido lo mejor y más útil', es un sustantivo derivado del verbo desechar.

No es apropiado, entonces, escribir «Se sospecha que podría haberse desecho de sus dos hijos de 2 y 6 años» en lugar de «Se sospecha que podría haberse deshecho de sus dos hijos de 2 y 6 años», ya que se está refiriendo al verbo deshacer(se).

El sustantivo desecho se emplea en frases como: «El camión recogerá de madrugada los materiales de desecho».

Los escritos completos de Shakespeare se publican en formato de bolsillo



La monumental obra de uno de los gigantes de la literatura universal ha sido por fin compilada y comprimida en su versión en castellano para caber en un espacio reducido de la estantería. La editorial Mondadori, a través de su catálogo DeBolsillo, publica las obras completas de William Shakespeare en cinco volúmenes que recogen, además, “algunas de las mejores traducciones hechas en la segunda mitad del siglo XX, a ambos lados del Atlántico”, según explica Andreu Jaume, editor de Random House Mondadori y el responsable de la selección de textos en español, de varias decenas de autores diferentes, latinoamericanos y españoles.

Otra demostración de que el catálogo de Shakespeare vive en la permanente ebullición solo reservada a los clásicos llega de la mano deLibros del Zorro Rojo, editorial que presenta una nueva versión deMacbeth. Con la traducción de Ángel-Luis Pujante, en ella se recupera un prólogo de Jorge Luis Borges. El texto luce además las ilustraciones del italiano Ferenc Pintér.

“El proyecto surge de la trayectoria de sellos históricos de la casa: a pesar de tener a muchos escritores clásicos, jamás habíamos hecho nada de Shakespeare, algo que es imperdonable en una colección así”, cuenta Jaume Bonfill, editor de Mondadori, sobre la iniciativa de bolsillo. De proyecto, la colección de los escritos del cisne de Avon ha pasado en menos de un año a edición “solvente y asequible”, añade Andreu Jaume. A un precio de 19,95 euros, el primer volumen, dedicado a las comedias, verá la luz en España y América Latina en abril; el segundo, de las tragedias, lo hará en junio; los dramas históricos, en septiembre; los romances, en noviembre y, finalmente, la poesía en 2013.

La división de los textos en cinco grandes apartados proviene, según explica Jaume, de la tradición surgida a finales del siglo XIX: “En la Edición príncipe del siglo XVII la recopilación era de comedias, tragedias y dramas históricos. A partir del siglo XIX se añaden los romances, que son la obra final de Shakespeare y que no son ni comedias, ni tragedias ni tragicomedias: son una especie de alegorías. A eso se añade un quinto volumen con la poesía”. Ese tomo final -la única edición bilingüe de la colección-, contiene además algunos poemas que hasta ahora no habían sido traducidos.

Traducción literaria, que no literal
Aunque ya se había intentado agrupar la obra de Shakespeare en castellano, esta es la primera vez que se presenta con traducciones en las que se traslada el verso de los originales, a diferencia de versiones históricas y de referencia como las de Guillermo McPherson o Luis Astrana Marín, realizadas en los siglos XIX y principios del XX respectivamente. “En otras lenguas hay costumbre de traducir respetando la prosa y el verso, pero aquí no. La idea matriz es realizar una edición para el siglo XXI”, indica Andreu.

A la imaginable dificultad de traspasar el inglés del XVI al castellano contemporáneo, se suma en la empresa de traducir a Shakespeare la problemática de captar y plasmar sus cualidades literarias, plenas de detalles, ambigüedades y juegos. “Si traducir a un clásico es un reto, hacerlo en verso lo es más aún”, apunta el escritor Victor Obiols, que mudó al castellano la comedia The taming of the shrew, popularmente conocida como La fierecilla domada, aunque titulada en su versión La doma de la fiera. “Quise cambiar el título porque la traducción permite una variedad de interpretaciones, y además, quería huir del título comercial de la película de Franco Zeffirelli de 1966”, asegura.

Si ocuparse del título es de por sí una tarea ingente, ¿cómo se afronta la traducción de una obra completa? “Además de conocer el inglés, el traductor de Shakespeare debe tener oído poético y, además, osadía”, señala el escritor Vicente Molina, de quien se incluyen tres traducciones en la colección: las de Hamlet, El mercader de Venecia y El Rey Lear. “Yo me pasé un año entero leyendo a Shakespeare”, relata sobre sus tiempos como profesor en la Universidad de Oxford. “Y si ya leer a Shakespeare da la medida de su grandeza como autor, traducir su obra es algo privilegiado”.

Por norma general, en las partes versificadas, Shakespeare se valió del pentámetro yámbico o verso blanco en inglés, esto es, un verso sin rima. “En español yo lo traduje por alejandrinos, heptasílabos…” cuenta Obiols. A ese esfuerzo creativo por preservar el ritmo y la musicalidad, se añade el deber de mantenerse fiel al sentido primero pretendido por el autor. “A veces la fidelidad se entiende como literalidad, pero la literalidad a veces traiciona: en ocasiones, el sentido descansa en el sonido más que en la literalidad”, apuntilla Jaume.

En la práctica, señala Obiols, “al traducir en verso o recortas o amplías. Hay que tener imaginación y capacidad para crear efectos análogos, y yo traté de reflejar eso en el verso”. En el caso de Molina, la traslación ocurrió de manera similar: “En la rima no sigo la medida, sino que hago verso libre”, detalla. “Aunque algunas traducciones anteriores en prosa, como las de Astrana Marín, fueron realizadas con altura, en cierta manera renunciaban al espíritu de una época que ya ha pasado: había que modernizar las traducciones de Shakespeare, y para ello había que darles una sonoridad tan impactante como la del original”.

Fuente: elpais.com

Cielo abajo de Fernando Marías



Cielo Abajo es una novela de Fernando Marías Amondo, que nace en el año 2005. No se trata de una historia sobre la Guerra Civil, pero la presencia de este suceso histórico es evidente. En unas ocasiones aparece en primer plano y en otras, más frecuentes, como fondo de la historia que se nos muestra. La Guerra Civil es una batalla cercana, pero también muy lejana para los lectores adolescentes, a los que se dirige este libro. Normalmente, esta guerra, no se trata de manera objetiva. Sin embargo, Fernando Marías la relata desde los dos lados, a través de los ojos de un hombre que traiciona a ambos bandos. El autor emplea el suspense para atrapar al lector con amores que perduran de por vida, amigos que se traicionan y batallas en los cielos, con aviones de guerra. (Wikipedia)

Cortázar y el Jazz por Oscar Bustamante (de la Revista Literaria AZULaRTE)


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Por Oscar Bustamante


Por ahí, en alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos, dice Cortázar, autodefiniéndose: “…a veces soy mas grande que el caballo que monto y otro día me caigo en uno de mis zapatos y me doy un golpe terrible, sin contar el trabajo para salir”. Y agrega luego: “…Y me gusta, y soy terriblemente feliz en mi infierno, y escribo. Vivo y escribo amenazado por esa lateralidad, por ese paralaje verdadero, por ese estar siempre un poco mas a la izquierda o mas al fondo del lugar donde se debería estar para que todo cuajara satisfactoriamente en un día mas sin conflictos”. 



Connotaciones políticas a un lado, Cortázar amaba el jazz, y el jazz siempre ha estado a la izquierda en música. Evolutiva desde su nacimiento en Nueva Orleáns, a fines del siglo pasado, ha evolucionado acompañando a los tiempos, o bien anticipándolos, como lo hicieron Lester Young y Charlie Parker, los jazzistas predilectos de Cortázar. Música amenazada por la “lateralidad” desde que en los albores de la esclavitud a los negros les fueron prohibidos los tambores (por medio de ellos podían comunicarse entre plantaciones de algodón y llamar a alzamientos) y quedaron reducidos sólo a sus cantos: blues. Ciento cincuenta años más tarde, aún estos creadores de la música que corre por las venas del siglo veinte impregnándolo del ritmo del tambor y de su alegría triste, estos artistas debían entrar a los lugares donde entregaban su arte por la puerta trasera, aquella lateral por la que le gustaba circular a Cortázar. 



“Por el jazz salgo siempre a lo abierto, me libro del cangrejo de lo idéntico…” afirma Cortázar. Lateralidad y libertad. Las dos palabras desde las cuales él arma sus mundos tan originales. Poco mas adelantes agrega: “Todo lo que escribo se ordena bajo el signo de la excentricidad. Escribo por falencia, por descolocación”. 



¿Y qué raíces tiene el jazz, si no esas mismas? 

La raza negra, proveniente de tribus despreciadas, buscada un espacio, una identidad, un espejo desde el cual brotaran destellos de dignidad. Arrojada a la deriva en las playas de América, con su música abrió una brecha irresistible y transgresora. Lo bello, lo verdaderamente artístico siempre deja un eco, un leve temblor en la siesta cotidiana que nos aparta del aburrimiento y del vació. En la literatura de Cortázar, en su excentricidad, hay una ventana abierta al lado oscuro de nuestra imaginación. Releyendo Casa tomada, al igual que aquella primera vez hace años, volví a sentir que la infancia se me había quedado perdida entre las paredes que me vieron nacer. Entonces, como ahora, comprendí que irremediablemente estamos encadenados a la nostalgia de los ínfimos: la fotografía de un pariente remoto en un rincón, una puerta entreabierta a un dormitorio en penumbras, la luz de otoño en las baldosas del patio, una gotera intermitente en una tarde de lluvia. Cortázar sabia de esas cosas: la mirada hacia la puerta lateral. 



Tomar un libro de Cortázar es un riesgo. Siempre se termina asomado a algún balcón de nuestra intimidad. Sus juegos narrativos no so juegos, son un mecanismo sutil y certero para despertarnos de la siesta apacible y escarbar nuestras debilidades como en el breve cuento El rió, en que la desidia, ya sea por rutina, o simplemente porque el amor se ha descolorado de tanto refregar sus atuendos, se queda sin ternura y concluye en tragedia. 



Las técnicas narrativas de Cortázar, en algunos de sus cuentos, y también en su novela mayor, Rayuela, por momentos avasallan el contenido quedando atrapado en su propio ingenio, una especie de deleite en sus florituras verbales, en su virtuosismo y pirotecnia, para cargar la frase de significados y giros lingüísticos. Hay temas en que a Parker le ocurría lo mismo con su fraseo vertiginoso, arrinconando a la melodía. Cortázar tenía una explicación para ello. Haciendo alusión al “take” en jazz – él lo definía como las sucesivas grabaciones de un mismo tema en el curso de una sesión fonográfica en que el disco definitivo incluirá sólo el mejor “take”, que desgraciadamente no siempre es el mejor – afirmaba: “Lo mejor en literatura es siempre “take”, riesgo implícito en la ejecución… Yo no quisiera hacer más que “takes”. La improvisación, pilar sobre la que el jazz evoluciona constantemente, tuvo en Parker al mas arriesgado de todos los jazzistas, quien en cada ejecución saltaba al vació, tal vez sabiendo que para él siempre había sólo un primer “take”. 



En cuanto a Cortázar, personalmente me llegan mas aquellos “takes” como los antes mencionados, y especialmente el cuento, Final del juego, donde con breves pinceladas del transcurrir de tardes de juegos inocentes nos devela el paso misterioso de la niñez a la juventud. Aquí nada está de más: pareciera que no fuesen palabras escritas, sino que un maravilloso mago, con sutiles movimientos y señales, nos estuviese develando el misterio. Charlie Parker hace algo parecido cuando sopla How deep is the ocean, o, Scrapple from the apple.  



Parker, Bruno y Cortázar… 

La obra de Cortázar está salpicada de inserciones jazzisticas, ya sea en el contexto de sus cuentos y novelas, o bien en artículos que exaltan sus músicos predilectos: Carter, Monk, Brown, Armstrong, Young. Parker. Con su juego verbal los acerca a tronos celestiales. Respecto a Clifford Brown dice: “Cuando quiero saber lo que vive el shaman en lo mas alto del árbol del pasaje, cara a cara con la noche del tiempo, escucho una vez el testamento de Clifford, como un aletazo que desgarra lo continuo, que inventa una isla de absoluto en el desorden”. 



De Thelonious Monk: “Cuando Thelonious se sienta al piano toda la sala se sienta con él y produce un murmullo colectivo del tamaño exacto del alivio, porque el recorrido tangencial de Thelonious tiene algo de riesgoso cabotaje fenicio con probables varamientos en las sirtes, y cuando la nave de oscura miel y bárbaro capitán llega a puerto, la recibe el muelle masónico de Victoria Hall, con un suspiro de alas apaciguadas, de tajamares cumplidos”. 

En el cuento El perseguidor, su obra en homenaje a Parker, sus elogios y admiración por el mítico saxofonista con de igual tenor, a pesar de la distancia que intenta tomar como narrador. Aquí Cortázar se disfraza tras Bruno, el exitoso critico de jazz que sigue la trayectoria de Johnny Carter (Parker), a quien siente haber descubierto, intelectualizando la revolución musical del “beebop” iniciada por el músico en los inicios del “beat culture”. El trasfondo de la obra queda en evidencia rápidamente: el crítico cree leer el alma de Parker y comprender su desamparo, al mismo tiempo que utiliza su grandeza musical para acrecentar su propio prestigio. Este pecado carcome a Bruno a lo largo de todo el cuento. Siente que lo comprende, está a su lado en los momentos de crisis de drogadicción, le consigue un saxo para reemplazar aquel perdido en el Metro de Paris, lo escucha en sus monólogos de frustración, exalta su talento, lamenta que sus mujeres amparen sus vicios. Pero él sabe que todo ello no es suficiente, porque como dice Johnny, él está al otro lado de la puerta. Bruno sentencia: “Pienso que si Johnny pudiera orientar su vida, incluso sin sacrificarle nada, ni siquiera la droga, y si pilotara mejor ese avión que desde hace cinco años vuela a ciegas, quizás acabaría en lo peor, en la locura completa, en la puerta, pero no sin haber tocado a fondo lo que busca en sus tristes monólogos a posteriori”. Luego dice: “Claro, todo esto lo sostengo desde mi cobardía personal”. 



El que habla es Cortázar, naturalmente. Más aún cuando Bruno diserta sobre el “beebop” en largas afirmaciones acerca de cómo este movimiento “rasgo la costra de las costumbres en pedazos”. Por momentos pareciera que Cortázar teje toda la trama sólo para hablar de jazz y al escoger a Parker como centro de su exposición quedara preso de toda la información y mitología que rodea a este músico carismático y trágico. Bruno sentencia: “En el fondo somos una banda de egoístas, so pretexto de salvar a Johnny, lo que hacemos es salvar nuestra idea de él, prepararnos a los nuevos placeres que va a darnos Johnny, sacarle brillo a la estatua que hemos erigido entre todos y defenderla, cueste lo que cueste”. En seguida concluye: “…y toda la sensibilidad del mundo no paga el momentáneo descubrimiento de que uno es una triste porquería al lado de un tipo como Johnny”. 



No puedo dejar a un lado la idea de que la admiración de Cortázar por Parker lo traiciona en El Perseguidor. Incluso, aquellos soliloquios en que Bruno rezonga de Johnny se parecen a mando que no es una victima, tampoco un perseguido y que todo lo que le está ocurriendo en la vida son azares de cazador y no de animal acosado. “¿Qué mundo es éste que me toca cargar como un fardo? ¿Qué clase de evangelista soy? En Johnny no hay la menor grandeza; lo he sabido desde que lo conocí, desde que comencé a admirarlo”. 

Siento que lo que Parker verdaderamente escondía en su alma sigue oculto. El Perseguidor, con toda su belleza literaria, en el fondo dice lo mismo que Miles Davis en la primera frase del prologo de su autobiografía: “Mira, la sensación mas fuerte que he experimentado en mi vida (con la ropa puesta) fue cuando por primera vez oí a Diz (Gillespie) y a Bird (Parker) juntos en St Louis, Missouri, allá por el año 1944… Tío, la parida era tan fuerte que asustaba… Aquella santa mierda me inundó el cuerpo, precisamente la música que quería oír, Algo grande”. 

Tal vez Cortázar lo amaba demasiado. Por ahí se confiesa: “En días de lluvia me pongo nostálgico y húmedo y lo único que me ayuda son los viejos discos de Bessie Smith, también Lester Young… y de Bird”. 



Los amaba demasiado a los dos, a Parker y al Jazz.

Revista Literaria AZUL@RTE

"Julio Cortázar escribe sobre Thelonious Monk" del blog Minton's




Y ya que la entrada de ayer era literaria, seguimos con la literatura. En la ocasión, una singular crónica de Julio Cortázar, tomada de La vuelta al día en ochenta mundos (originariamente publicado en México, Siglo XXI; 1967, con reedición en Buenos Aires, Siglo XXI, 2009).







La vuelta al piano de Thelonious Monk

 Concierto del cuarteto de Thelonious Monk
en Ginebra, marzo de 1966

En Ginebra de día está la oficina de las Naciones Unidas pero de noche hay que vivir y entonces de golpe un afiche en todas partes con noticias de Thelonious Monk y Charles Rouse, es fácilcomprender la carrera al Victoria Hall para fila cinco al centro, los tragos propiciatorios en el bar de la esquina, las hormigas de la alegría, las veintiuna que son interminablemente las diecinueve y treinta, las veinte, las veinte y cuatro, el tercher whisky, Claude Tarnaud que propone una fondue, su mujer y la mía que se miran consternadas pero después se comen la mayor parte, especialmente el final que siempre es lo mejor de la fondue, el vin blanco que agita sus patitas en las copas, el mundo a la espalda y Thelonious, semejante al cometa que exactamdente dentro de cinco minutos se llevará un pedazo de la tierra como Héctor  Servadac, en todo caso un pedazo de Ginebra con la estatua de Calvino y los cronómetros Vacheron & Constantin.

Ahora se apagan las luces, nos miramos todavía con ese ligero temblor de despedida que nos gana siempre al empezar un concierto (cruzaremos un río, habrá otro tiempo, el óbolo está listo) y ya el contrabajo levanta su instrumento y lo sondea, brevemente la escobilla recorre el aire del timbal como un escalobrío, y desde el fondo, dando una vueta por completo innecesaria, un oso con birrete entre turco y solideo se encamina hacia el plano poniendo un pie delante de otro con un cuidado que hace pensar en minas abandonadas o en esos cultivos de flores de los déspotas sasánidas en que cada flor hollada era una lenta muerte del jardinero. Cuando Thelonious se sienta al piano toda la sala se sienta con él y produce un murmullo  colectivo del tamaño exacto del alivio, porque el recorrido tangencial de Thelonious por el escenario tiene algo de riesgoso cabotaje fenicio con probables varamientos en las sirtes, y cuando la nave de oscura miel y barbado capitán llega a puerto, la recibe el muelle masónico de Victoria Hall con un suspiro como de alas apaciguadas, de tajamares cumplidos. Entonces es "Pannonica", o "Blue Monk", tres sombras como espigas rodean al oso investigando las colmenas del teclado, las burdas zarpas bondadosas yendo y viniendo entre abejas desconcertadas y exágonos de sonido, ha pasado apenas un minuto y ya estamos en la noche fuera del tiempo, la noche primitiva y delicada de Thelonious Monk.

Pero eso no se explica: A rose is a rose is a rose. Se está en una tregua, hay intercesor, quizá en alguna esfera nos redimen. Y luego, cuando Charles Rouse da un paso hacia el micrófono y su saxo dibuja imperiosamente las razones por las que está ahí, Thelonious deja caer las manos, escucha un instante, posa todavía un leve acorde con la izquierda, y el oso se levanta hamacándose, harto de miel o buscando un musgo propicio a la modorra, saliéndose del taburete se apoya en el borde del piano marcando el ritmo con el zapato y el birrete, los dedos van resbalando por el piano, primero al borde mismo del teclado donde podría haber un cenicero y una cerveza pero no hay más que Steinway & Sons, y luego inician imperceptiblemente un safari de dedos por el borde de la caja del piano mientras el oso se hamaca cadencioso porque Rouse y el contrabajo y el percusionista están enredados en el misterio mismo de su trinidad y Thelonious viaja vertiginoso sin moverse, pasando de centímetro en centímetro rumbo a la cola del piano a la que no llegará, se sabe que no lelgará porque para llegar le haría falta más tiempo que a Phileas Fogg, más trineos de vela, rápidos de miel de abeto, elefantes y trenes endurecidos por la velocidad para salvar el abismo de un puente roto, de manera que Thelonious viaja a su manera, apoyándose en un pie y luego en otro sin salirse del lugar, cabeceando en el puente de su Pequod varado en un teatro, y cada tanto moviendo los dedos para ganar un centímetro mil millas, quedándose otra vez quieto y como precavido, tomando la altura con un sextante de humo y renunciando a seguir adelante y llegar al extremo de la caja del piano, hasta que la mano abandona el borde, el oso gira paulatino y todo podría ocurrir en ese instante en que le falta el apoyo, es que flota como un alción sobre el ritmo donde Charles Rouse etá echando las últimas vehementes largas admirables pinceladas de violeta y de rojo, sentimos el vacío de Thelonious apartado del borde del piano, el interminable diástole de un solo inmenso corazón donde laten todas nuestras sangres, y exactamente entonces su otra mano se toma del piano, el oso se balancea amablemente y regresa nube a nube hacia el teclad, lo mira como por primera vez, pasea por el aire los dedos indecisos, los deja caer y estamos salvados, hay Thelonious capitán, hay rumbo por un rato, y el gesto de Rouse al retroceder mientras desprende el saxo del soporte tiene algo de entrega de poderes, de legado que devuelve al Dogo las llaves de la serenísima-

"MONK Y LA LITERATURA" por Gabriel Silveira (del blog Obocatriste)

Hoy es día de jazz, más tardar a las 21h30 estaremos llegando a San Sebastián, preciosa joya de Euskadi para el Heineken Jazzaldía. Por eso me recordé del maestro Thelonious Monk y de unos consejos que un día escribió, cabreado, a su saxofonista Steve Lacy y que se me quedaron grabados por su total aplicación a la literatura y al ofício del escritor. Sobre todo cuando dice, refiriéndose a la forma de tocar: “tienes que ser siempre noche, de otra forma ellos no necesitarían las luces” o “el interior de la melodía es lo que hace el exterior sonar bien”. Pero la clava cuando dispara “no toques todo (o todo el tiempo); deje que algunas cosas fluyan. Música imaginada” y remata “lo que no tocas es más importante de lo que tocas”.


Dejo estes apuntes y me voy al jazz.


blog Obocatriste
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Los preclaros silencios de Thelonious Monk por David Torres (del blog Tropezando con melones)


Una de las cosas más difíciles de aprender en la técnica narrativa es la administración de los silencios: saber cuándo callar es tan importante como saber cuándo seguir hablando. Lo que no se dice realza el témpano flotante de lo que se dice. ¿Qué espanto innombrable había al fondo de El pozo y el péndulo? ¿De qué diablos hablaba al final Kurtz? La elipsis brutal a la mitad de El mundo según Garp obliga al lector a rellenar con su imaginación el vacío antes de que las palabras dibujen el horror.

Los grandes músicos son maestros en el arte de sembrar silencios, de dejar en el cuerpo de una melodía los huecos exactos para crear la expectativa, el ansia y su resolución: Brahms, Bartok, Satie, Miles Davis. Aldous Huxley decía que lo que distinguía esencialmente a Mozart y a Wagner era que el discurso musical del segundo tejía un flujo musical ininterrumpido, interminable, agotador. No es verdad. Pocos silencios brillan en la historia de la música como los que respiran justo al inicio del Tristán. Y, en el preludio del Parsifal, tras la insolente llamada de los metales, conviven dos pausas formidables, una suspensión abismal donde parece detenerse el mundo.

Thelonious Monk, el arisco pianista negro, vapuleaba el teclado con el rigor de un sordomudo intentando encontrar el lenguaje perdido. Entraba fuera de compás, soltaba un par de hoscos acordes, como el que suelta un capazo de ladrillos sobre el piano, y de repente enhebraba una frase suavísima que se cortaba con un hachazo de blancas. Hasta que no encontró a Charles Rouse, el saxofonista que fue durante tantos años su escudero, Monk no forjó el cuarteto perfecto, la falange de cámara donde cobijar toda esa lluvia de corales y cuchillos, esa noche primitiva y delicada (Cortázar dixit) que era también su manera de hablar y no hablar.
Porque Monk, loco, vagabundo, profeta, tocado por una enfermedad mental tan extraña como su misma música, también hablaba a base de silencios. Hay gente que es así: elíptica. Hace algún tiempo conocí a una chica preciosa en una fiesta. Me las arreglé para entablar conversación con ella y pedí su teléfono, suponiendo que no me lo iba a dar. Contra todo pronóstico, me lo dio. La llamé, apañé una cita, la invité a cenar. Luego nos tomamos unas copas y la despedí de madrugada a la orilla de un taxi. Quedamos en que nos llamaríamos. Lo hice una semana después, me dijo que estaba leyendo el libro mío que le había regalado, que le gustaba mucho, pero que estaba muy ocupada y que mejor nos llamáramos más adelante. Lo hice. Una vez. No cogió el teléfono. Dos veces. Tampoco. Como, aparte de tonto, soy bastante obstinado, le dejé un mensaje que jamás contestó.

Me sentí como aquel periodista que, entrevistando a Thelonious Monk, se le ocurrió preguntarle si le gustaba la música clásica. Monk simplemente se quedó mirando al frente, con los labios juntos, casi silbando. El periodista carraspeó, nervioso, y le repitió la pregunta. Por toda respuesta, Monk se llevó el cigarrillo a sus labios y soltó una voluta de humo apelmazada y sinfónica. ‘Perdone, señor Monk’ dijo el periodista sin saber muy bien qué hacer, ‘no sé si me ha entendido. Le preguntaba si le gusta la música clásica’. Monk se volvió al fin hacia su agente, que estaba allí, al lado, sentado en una silla, apoyó las manos en las rodillas, señaló al periodista con la cabeza y gruñó: ‘Eh, Joe. Este tío está sordo’.

blog Tropezando con melones

devastar, no desvastar


Devastar es el verbo adecuado para referirse a ‘destruir’ o ‘arrasar’, no desvastar.

Esta forma impropia, desvastar, aparece con frecuencia en algunos medios: «El candidato afirma que el Gobierno desvastó el país», «Amos constató que Homs está "totalmente desvastada"», «Centroamérica, desvastada por la pobreza, el crimen y el narcotráfico con complicidad policial».

En ocasiones, cuando existen dos palabras de sonido parecido, se utiliza inadecuadamente una tercera, híbrido de las anteriores, como ocurre con inflingir, que parece una mezcla de infligir e infringir, o preveer, de prever y proveer.

Este puede ser también el caso de desvastar, ya que en español, además de devastar, existe el verbo desbastar, que significa, entre otras acepciones, ‘quitar las partes más bastas a algo que se haya de labrar’.

Las letras del español y sus nombres



Publicado por Susana Terrones Juárez (Docente de la Universidad de Piura)

Las letras o grafías, que representan en la escritura los sonidos de nuestra lengua, poseen un nombre que las identifica y distingue. Conviene conocer las características de las palabras que usamos para nombrarlas y las consideraciones, al respecto, de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española de 2010.

Los nombres de las letras del español provienen directamente del latín, de ahí que los nombres de las vocales son su propio sonido; los de las consonantes añaden al sonido que cada una representa los apoyos vocálicos necesarios para su pronunciación, que por lo general los proporciona la vocal /e/: "be", "ce", "de", "ge", "pe", "te", "efe", "ele", "eme", "ese", etc.

Otros nombres como los de la k y q: /ka/ y /ku/ añaden al sonido /k/ una vocal de apoyo distinta; la denominación "equis" reproduce por escrito, con los apoyos necesarios, los fonemas que la letra x representa: /k + s/. Asimismo, "hache" procede del francés; "jota", se origina en una variante gráfica de la i, proviene de "iota" (nombre griego de esa vocal); "uve" surge de la unión de los dos valores que originariamente tuvo: "u" (vocal) + "ve" (consonante); "uve doble" nace por duplicación de la "uve".

Hasta hace poco, algunas letras de nuestro alfabeto recibían varias denominaciones: "be", "uve",  "uve doble" (en el español de España); frente a "be larga", "be grande", "be alta"; "uve", "ve", "ve corta", "ve chica o chiquita", "ve pequeña", "ve baja"; "ve doble", "doble ve", "doble u", "doble uve" (en el español de América). Además, "i griega" o "ye"; "zeda" o "zeta" y sus variantes "ceda" y "ceta" para z; "ere" para r (vibrante simple) y "erre" para rr (vibrante múltiple), etc.

La nueva edición de la Ortografía de la lengua española (2010) propone un solo nombre para cada letra, para unificar su denominación en la enseñanza de la lengua española: "be", "uve", "uve doble", "erre", "erre doble" o "doble erre", "ye" (en lugar de "i griega"). La desaparición de la "i griega" afecta también a la "i latina", que pasa a denominarse simplemente "i". Sin embargo, hay libertad para seguir llamando a estas letras como antes ("ye" o "i griega", "uve" o "be corta" o "ve chica", pero no se llama *ere a la vibrante simple, sino "erre").

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infringir o infligir, pero no inflingir


Infringir significa ‘incumplir normas’, mientras que infligir es ‘causar daño o imponer castigo’ y, por lo tanto, no es adecuado emplearlos indistintamente.

Sin embargo, en ocasiones en los medios de comunicación se encuentran frases como «Yo me cuido de no infligir las leyes y hacer lo que mi conciencia y experiencia me dicen» o «Infringir un castigo, ya sea físico o psicológico, puede tener el propósito de obtener una confesión».

En estos casos lo adecuado hubiera sido: «Yo me cuido de no infringir las leyes y hacer lo que mi conciencia y experiencia me dicen» e «Infligir un castigo, ya sea físico o psicológico, puede tener el propósito de obtener una confesión».

Además, estos dos verbos con significados diferentes han dado lugar a la forma híbrida inflingir, como se ve en «Los de Mendilibar se encuentran en un momento inmejorable para intentar inflingir una nueva y dolorosa derrota a los blancos», donde lo apropiado hubiera sido emplear infligir.

Audioteca de poesía contemporánea

A través del blog "Asamblea de palabras" del poeta Francisco Cenamor me llega este otro blog, interesantísimo
Audioteca de poesía contemporánea
Audioteca de poesía contemporánea es una muy original idea que trata de agrupar poetas de países de habla hispana colgando poemas leídos por ellos mismos. A día de hoy incluye cuatro países, pero imaginamos que, poco a poco, irá creciendo el proyecto. Lo lleva a cabo Valeria Tentoni. La lista de etiquetas es bastante directa, pues está clasificada por orden alfabético de países y apellidos. Desde luego, es interesante escuchar poemas en la voz de sus propios autores y autoras. Los poemas no son muy largos y se escuchan directamente.

Julio Cortázar se sube a la red


Entre la colección que están digitalizados es Bestiario, Final de juego entre otros. ESPECIAL




En la página web también destacan autores como García Márquez e Isabel Allende

Los lectores tendrán, por primera vez en formato digital, los veintiún títulos de este maestro del relato breve

MADRID, ESPAÑA (26/ABR/2012).- Rayuela, Historia de Cronopios y famas o El perseguidor, son algunas de las veintiún obras del escritor argentino Julio Cortázar que se acaban de subir a la red en formato de libro electrónico lanzados por la editorial digital Leer-e.

Estos títulos de Julio Cortázar se suman a la colección "Palabras Mayores", el proyecto que ha firmado la editorial Leer-e con la agente literaria Carmen Balcells para digitalizar los libros de grandes autores ente los que destacan Gabriel García Márquez e Isabel Allende, según informa la editorial.

Así, los lectores tendrán, por primera vez en formato digital, los veintiún títulos de este maestro del relato breve y una de las figuras claves del siglo XX, como toda la colección de cuentos, entre ellos, Bestiario, Final de juego, La otra orilla o Las armas secretas.

Precisamente Las armas secretas fue el tercer libro de cuentos que editó el genial escritor en 1959 e incluye uno de sus relatos más famosos, El perseguidor, que narra la historia de un magnifico músico saxofonista, inspirado en la figura de Charlie Parker.

Rayuela, que es uno, o muchos libros, y obra clave del llamado 'boom latinoamericano', se publicó en 1963, y hoy es todo un clásico mundial, como Cien años de soledad. Su publicación supuso una gran revolución por su singular modo de narración, ya que se puede leer de varias maneras distintas.

"Encontraría a la Maga? tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Siene, el arco que da al Quai de Conti..." así comienza la mítica Rayuela, que desde esta semana estará a disposición de los lectores en la red por 4.99 euros (5,68 dólares).

La primera semana estará en la plataforma casadellibro.com gracias al acuerdo entre Editorial Digital, Leer-e y Casa del libro.

Después toda la obra de Cortázar estará en Leer-e, la editorial digital que próximamente pondrá también en la web la obra de los chilenos Antonio Skarmeta, José Donoso y el poeta Pablo Neruda.

en relación a es una expresión incorrecta



Velas y flores en la Plaza del Vínculo de Pamplona en relación con el asesinato de la joven Nagore Laffage, durante los  Sanfermines 2009
© Foto archivo Efe

En relación con es la forma correcta para designar que algo tiene conexión o correspondencia con algo es y no en relación a, según el Diccionario panhispánico de dudas.

Es habitual emplear de forma incorrecta la expresión en relación seguida de la preposición a, como se ve en los siguientes ejemplos: «En relación a la situación legal, 10 de ellas tenían medidas de protección en vigor en el momento de su asesinato» o «Detienen a un joven de una población pontevedresa en relación a la muerte de su pareja por un disparo».

Sin embargo, en los anteriores ejemplos hubiera sido más recomendable escribir: «En relación con la situación legal, 10 de ellas tenían medidas de protección en vigor en el momento de su asesinato» y «Detienen a un joven de una población pontevedresa en relación con la muerte de su pareja por un disparo».

También es válida la expresión con relación a: «El Gobierno ha aclarado que, con relación a Rabat, pondrá por delante los intereses de España»

Los escritores se rinden al piar de Twitter


Jonathan Franzen lo odia, pero autores como Salman Rushdie, Bret Easton Ellis, J. K. Rowling, Chuck Palahniuk o el propio Pérez-Reverte practican el credo tuitero

INÉS MARTÍN RODRIGO - MADRID - ABC

Los escritores se rinden al piar de Twitter

A principios del pasado mes de marzo, el escritor estadounidense Jonathan Franzen arremetió contra Twitter durante una charla en la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans. «Es inexplicablemente irritante, representa todo lo que odio», llegó a decir el autor de «Libertad».

Franzen argumentó que «es difícil citar hechos o crear un argumento en 140 caracteres, es como si Kafka hubiera decidido escribir "La metamorfosis" por videoconferencia o como escribir una novela sin la letra 'P'. Es un medio tremendamente irresponsable. Solo me importan los lectores y escritores serios, esa es mi gente».

El mensaje del autor, que también criticó el libro electrónico en la última edición del Hay Festival en Cartagena de Indias, parece no haber calado (al menos no lo suficiente) entre sus colegas más conocidos, que emplean sus respectivos TL para comentar en Twitter sus filias y fobias, dar cuenta de su actividad diaria, interactuar con otros escritores y con lectores y, en definitiva, desarrollar una identidad virtual que, aunque a algunos les resulte extraño y hasta criticable, puede tener un efecto más que positivo en sus ventas... y prestigio.

En el plano internacional, son numerosos los autores afincados en la red social, entre ellos y solo por citar a algunos, Salman Rushdie, Gary Shteyngart, Margaret Atwood, Bret Easton Ellis, Chuck Palahniuk, Haruki Murakami o Patricia Cornwell. Todo ellos emplean Twitter como espacio de intercambio de ideas o, porqué no, herramienta experimental.

Usos y abusos
No obstante, la red creada por Jack Dorsey cuenta ya con más de 380 millones de usuarios y, por ello, se ha convertido en una formidable vitrina de promoción, por lo que muchos de los autores se limitan a tuitear cuándo y dónde firmarán libros y sus apariciones en medios.

En cuanto a la interacción con sus seguidores, los hay que se pasan... y que no llegan. Así, por ejemplo, pese a que Murakami (cuyo último tuit se produjo el pasado 21 de diciembre) tiene más de 88.200, el autor de «1Q84» nunca contesta a ninguno de ellos. En cambio, el británico Salman Rushdie, uno de los autores más seguidos (270.000), dialoga a diario con ellos.

Además, el autor de «Los versos satánicos» empleó recientemente la red social para salir en defensa de Günter Grass después de que éste fuera declarado «persona non grata» en Israel por un polémico poema y manifestó su pesar nada más conocer la muerte de su «amigo» Christopher Hitchens, al que rindió tributo en forma de tuit.

La estadounidense Patricia Cornwell, última ganadora del Premio RBA de Novela Negra, suele tuietar las fechas de salida de sus libros y, si está de humor, comparte con los internautas su pensamientos matinales («Los vientos de abril parecen de marzo. Voy a escribir todo el día y después daré un largo paseo», escribió el pasado 21 de abril).

Pero, sin duda, la reina de los escritores en Twitter es J. K. Rowling, que puede presumir de tener más de 1,12 millones de seguidores. Su presencia en la red social, antes muy habitual, se ha incrementado desde que pusiera fin a la saga de «Harry Potter», anunciara el lanzamiento de Pottermore y, sobre todo, hiciera públicos los detalles de su primer libro para adultos, «The Casual Vacancy».

No con tantos seguidores pero con igual o mayor predicamento tuitero que la multimillonaria creadora de «Harry Potter» está Bret Easton Ellis. El autor de «American Psycho», que la próxima temporada se convertirá en musical en la escena londinense, no duda en compartir con sus seguidores sus opiniones a cerca de los nuevos proyectos que Hollywood tiene entre manos, las últimas películas en cartelera, la vida de otros personajes famosos, sus series de televisión preferidas («"Girls" es realmente buena», escribió el pasado 23 de abril) y toda la actualidad cultural que pasa por su literaria mente.

En español
¿Y qué hay de los escritores en español? Arturo Pérez-Reverte tiene en su haber más de 382.000 seguidores y parece haberse convertido en «capitán» del batallón tuitero-literario en español. «Vamos hacia un lugar interesante y peligroso y Twitter es una herramienta potente de información y de poder», declaró el escritor el pasado año en el I Congreso Iberoamericano sobre Redes Sociales (iRedes), para después afirmar que la red social es como «una barra de bar».

Esa especial concepción que Pérez-Reverte tiene de Twitter le ha llevado a protagonizar sonadas bravuconadas como cuando llamó al ex ministro Moratinos «perfecto mierda» o cuando irrumpió en el debate sobre las denuncias por las infracciones a la ley antitabaco al afirmar que «Anna Frank fumaba. La delató un vecino a la Gestapo».

Curiosa es también la presencia de Antonio Muñoz Molina que, como Isabel Allende, solo tuitea para «vender» los post que publica en su blog. Por no mencionar a Edmundo Paz Soldán, gran aficionado al fútbol y sus devenires, la familiar puesta en escena de Elena Poniatowska, un cada vez más activo Jorge Volpi, el siempre lúcido Juan Villoro, el intelectualmente irreverente Vicente Luis Mora, además de Elvira Lindo, Elvira Navarro, Eugenia Rico, Iván Thays, Juan Gómez Jurado, Laura Gallego, Luna Miguel o Alberto Olmos.

Por supuesto ni son todos lo que están, ni están todos lo que son, pero está claro que la distancia entre el mundo real y el virtual cada vez es menor... también en la literatura.

sábado, 28 de abril de 2012

Spanglish, language del futuro


Ilustración de 'Don Quijote de La Mancha'
Ilustración de 'Don Quijote de La Mancha'. (DAVID NAVASCUÉS)



ARSENIO ESCOLAR. 27.04.2012 - 20 minutos

¿Quo vadis, lengua española? ¿Hacia dónde vas? Dónde wilaryú? ¿A desplazarte definitivamente a América y dejar España como una lateralidad residual? ¿A experimentar en breve unos cambios ortográficos, sintácticos y gramaticales muy profundos? ¿A convertirte del todo en spanglish y fusionarte después con el inglés? ¿A disputar en unas décadas una nueva frontera con el idioma chino, el más hablado en el mundo?



Las lenguas son seres vivos. Nacen, crecen, se desarrollan, a veces mueren. Los procesos de evolución, lentísimos antes, son ahora mucho más rápidos. La revolución tecnológica, Internet, la globalización, los medios de comunicación on line accesibles desde todo el planeta, las grandes explosiones demográficas, las migraciones masivas... son ahora los aceleradores. ¡Incluso las telenovelas o el cine o la música popular! ¿Cómo lo llevará nuestra lengua? ¿Hay darwinismo entre los idiomas y solo sobreviven aquellos que son capaces de adaptarse al cambio?

El español o castellano, nacido hace más de mil años, aunque no se sabe con precisión cuándo, ha dado en sus largos siglos de historia muchas pruebas de una pujanza, un dinamismo y una capacidad de adaptación muy superiores a casi todos los idiomas que tenía por vecinos. Quizás sea su origen como una lengua de frontera, su nacimiento en el mestizaje y la fusión, lo que le da esa capacidad para expandirse en territorios de otras culturas y para asimilar y hacer propios muchos elementos ajenos. ¿Seguirá siendo así en este nuevo mundo que se nos está abriendo?

Vámonos muchos siglos atrás, reconstruyamos el camino recorrido antes de elucubrar con el futuro. Viajamos a una remota comarca montañosa del norte de la Península Ibérica, en la actual provincia de Burgos. Es realmente pequeña, y está casi encajonada. Tiene al norte los montes Cantábricos, al este los montes Vascos, al sur los montes Obarenes y el curso alto del río Ebro. La zona ha sido rebautizada. "Bardulia, quae nunc apellatur Castella", dice un documento firmado el 15 de septiembre del año 800, en la fundación del monasterio de San Emeterio en Taranco de Mena. Traducido del latín, "Bardulia, a la que ahora llamamos Castilla".

El nuevo nombre lo toma porque la zona se ha llenado de fortificaciones, de castros y castillos levantados para defender una frontera múltiple y peligrosísima. La zona, en fin, es la avanzadilla del reino cristiano de León hacia el reino cristiano de Navarra y, sobre todo, hacia el emirato musulmán de Córdoba, luego califato. Hasta los cronistas árabes han reparado en las fortificaciones: llaman a la comarca al-Quila, que quiere decir "los castillos".

Esta ha sido siempre una tierra de paso, de mezclas, de fusión, de mestizajes. También de litigios, de guerras frecuentes. Aquí se han cruzado, para bien y para mal, los íberos con los celtas, los vascones con los pelendones, los bárdulos con los caristios y los autrigones, los cántabros con los romanos... Los romanos de la Hispania Citerior con los de la Hispania Ulterior. Los alanos con los suevos. Los visigodos con los godos.

Avanzando en el tiempo

Saltemos ahora un poco más acá en esa Castilla, pasado el año 900. Esto es un far west, un lejano oeste, o mejor un far east, aún más bronco. Se ha convertido en un extremo y lejano este del señorial reino de León, del que en breve va a escindirse, a separarse.

Esta Castilla primigenia está poblada por gente agreste y montaraz. Siembran algo, pero poco; pastorean y engordan algunos ganados, pero escasos. No merece la pena mucho esfuerzo, la zona es insegura y peligrosa. Sus habitantes viven sobre todo de la guerra, esa es su principal actividad. Aguantan como pueden las razias musulmanas, las incursiones rápidas de expolio y pillaje que entran desde el este, subiendo Ebro arriba por los angostos caminos pegados al río, o por el sur, desde el Duero, y las devuelven después ocasionalmente, con sus cabalgadas rápidas a territorio enemigo, también en busca de botín fácil. Esos belicosos defensores de la frontera son rudos y poco cultos; malhablados desde siempre porque en origen estuvieron mal latinizados.

Muchos siglos atrás, durante los tiempos centrales del dominio de Roma, había un chiste con variantes locales en los diferentes extremos del Imperio. "Miseri germani quibus Deus verus et Deus ferus idem est". Traducido a hoy: "Desgraciados los germánicos, para los que el Dios verdadero es un Dios fiero". Lo decían los romanos de Roma porque los germánicos, los antepasados remotos de los actuales alemanes, no sabían distinguir el sonido de la 'v' y el de la 'f', y convertían 'verus' (verdadero) en 'ferus' (fiero).

La adaptación ibérica del chiste era aún mucho más ingeniosa, y nos da también información sobre nuestros antepasados remotos: "Beati hispani quibus bibere et vivere idem est", que era tanto como decir: "Dichosos los hispanos, para los que beber y vivir es lo mismo". No se decía solo porque nuestros antepasados fueran ya entonces buenos aficionados al alcohol, que probablemente lo eran. Se decía también porque eran los únicos habitantes del imperio romano que no distinguían entre el sonido latino de la 'b' –bilabial y oclusiva– y el de la 'v' –bilabial y fricativa–. ¡Hasta Cicerón se sorprendía en el Senado romano de su forma de hablar! La lejanía física de Roma hacía que muchas de las innovaciones lingüísticas de la metrópoli no llegaran a las colonias.

En las rudas gargantas de aquellos protocastellanos recios del siglo x, en sus oídos poco finos, en sus cerebros ocupados casi solo por la guerra, está germinando una nueva lengua. Ha surgido directamente del latín vulgar, sí, pero incorpora pronto elementos de otras procedencias. Viejos términos prerromanos que aún conservaba la atávica memoria de esos hablantes. Sonidos y vocablos germánicos del pasado godo. Palabras que traen los peregrinos francos y occitanos del incipiente Camino de Santiago, y después los monjes cluniacenses que vienen a reformar las órdenes monásticas, y más tarde los canteros lombardos, borgoñones y normandos que traen el arte románico... Y toman también préstamos lingüísticos, muchísimos, de la lengua del otro lado de la frontera, el árabe, que por entonces no solo era el idioma con más hablantes en la Península Ibérica, sino también la lengua internacional de la cultura.

Y aparece el árabe

El árabe entra en el territorio castellano no solo con las razias, algaras y aceifas de expolio y castigo de los ejércitos musulmanes, sino también con las sucesivas oleadas de desplazados mozárabes, los miles de cristianos que, viviendo en tierras dominadas por los musulmanes, se veían obligados a emigrar al norte, huyendo de algunas de las erupciones de fanatismo religioso islamista que de vez en cuando se producían en el sur.

La nueva lengua de los hombres de la frontera no solo tiene una enorme capacidad de asimilación de elementos de otros idiomas, sino que además evoluciona de modo más rápido y decidido. Sonoriza más consonantes latinas que sus vecinos el navarro-aragonés o el astur-leonés, diptonga de modo más arriesgado, elimina muchas más vocales postónicas, introduce más sonidos velares y guturales, llena todo de sonidos vibrantes, de erres surgidas de su belicosa garganta. "Illorum lingua resona quasi tympano tuba", se dice de los castellanos en el Poema de Almería, escrito en latín en torno al año 1150. Traducido al castellano de hoy: "Su lengua resuena casi como las trompetas de la guerra".

En los siglos XII y XIII, Castilla logra y asienta su primacía entre los reinos cristianos del norte peninsular. Con sus conquistas militares y la expansión de su frontera hacia el sur, hasta entonces musulmán, una multitud de castellanohablantes del tercio norte peninsular repueblan los territorios del Tajo, del Guadiana, del Guadalquivir, del Segura... El castellano, adoptado también por los musulmanes de estas zonas que no pasan a refugiarse en el reino nazarí de Granada o al otro lado del Estrecho, se convierte así no solo en la lengua con más hablantes de la Península, sino quizás también de toda Europa, muy fragmentada por entonces en pequeños estados. Con la toma del pobladísimo reino de Granada, a finales del siglo XV, el número de castellanohablantes sube un nuevo escalón.

La espada no impuso el castellano en América

Y ahora América, tras el descubrimiento de Colón, y la expansión del Imperio español también por Europa y Asia. ¿Se impuso el castellano por la espada como lengua única en esos territorios? Estudios recientes aseguran que no. El Imperio no era hispanohablante. Era plurilingüe. Lo cuenta el historiador Henry Kamen: "Durante todo el periodo de los Austrias [siglos XVI y XVII], el castellano tuvo un uso muy extendido, pero la pluralidad de lenguas en el interior de la Península fue un hecho necesariamente reconocido y aceptado [...] en Filipinas el chino tenía más hablantes que el español, en Sudamérica había más hablantes de quechua (y sus lenguas asociadas) que de español, y en Europa, las culturas dominantes de la monarquía española eran tanto la italiana y la francesa como la española".

El Imperio fue plurilingüe mucho tiempo más. El lingüista Juan Ramón Lodares aporta datos: "Tomada en el año 1800 una muestra proporcional de trescientos sujetos del ruinoso Imperio hispánico, unos ciento diez de ellos se entenderían razonablemente bien en español. Los cientos noventa restante no".

No fue durante el periodo colonial cuando el español se convirtió en la lengua franca de una gran parte de América. Fue después, cuando las diferentes repúblicas que nacieron allí, independizándose de España, apostaron una tras otra por el español como lengua oficial. Escribe también Lodares: "Sorprenden en el siglo XIX y XX dos hechos: primero, que la lengua española haya resistido el derrumbe imperial y no haya salido de él convertida en idioma pequeño en el contexto mundial, incluso en idioma fragmentado en distintas normas. Segunda sorpresa: que no solo haya resistido el derrumbe, sino que haya crecido en medio de él. El genuino periodo de crecimiento numérico del español y consolidación como lengua multinacional es, precisamente, el turbulento periodo que va de 1821 –citamos esa fecha simbólica que corresponde a la independencia de México– a nuestros días".

Mientras todo esto ocurría, por cierto, el español seguía comportándose como una esponja que asimilaba vocablos y modos lingüísticos de otros idiomas vecinos. En los siglos XVI y XVII, de las lenguas precolombinas con las que se rozaba en América. En el siglo XVIII, del francés, con la llegada al trono español de los Borbones, de origen galo. En el XIX, el XX y lo que llevamos del XXI, toma del inglés préstamos surgidos de la revolución industrial, el transporte, el turismo, la economía, la globalización, la revolución tecnológica... y de la frontera demográfica en Estados Unidos, donde surge el spanglish.

El español en la actualidad



Fin del viaje hacia atrás. Hoy el español o castellano es la segunda lengua más hablada del mundo por el número de personas que la tiene como idioma materno, tras el chino mandarín; y la tercera si se miden los hablantes totales, tras el mandarín y el inglés. Lo hablan como primera o segunda lengua 450 millones de personas, y supera los 500 si se suman los que la han aprendido como lengua extranjera. Es el segundo idioma más estudiado en el mundo, tras el inglés. Es el tercero más usado en Internet. ¿Y ahora qué?

La notable unidad del español sorprende a los expertos consultados para elaborar este reportaje. Les sorprende para bien, al hablarse la lengua en territorios tan alejados entre sí. Un ejemplo: el filólogo hispano-mexicano Juan Miguel Lope Blanch hizo en 2000 un recuento de 133.000 vocablos seleccionados del habla de Madrid y descubrió que el 99,9% era vocabulario común a México.

Los riesgos de que el español se fragmente parecen pocos, pero sí creen los especialistas que la centralidad del idioma se va a trasladar a América, y que el español de España será una lateralidad.

Incógnitas de futuro

Hay otras cuestiones donde existe mayor discrepancia. ¿Cómo influirá en el futuro del español la ciberlengua, esa nueva manera de escribir en sms, correos, Twitter...?

El sociolingüista Humberto López Morales, de origen cubano pero que ha trabajado y vivido en diferentes países hispanohablantes, incluido España, no tiene una buena opinión de este fenómeno. Cree que se caracteriza "por su desprecio a la ortografía, sus raras abreviaciones, el curioso uso de los puntos suspensivos, la sustitución de unas letras por otras, la constante presencia de la oralidad, la ausencia total de acentos, la elisión de letras, la reiteración de palabras, letras o signos, los acortamientos de palabras, el uso desordenado de mayúsculas y minúsculas, los signos de interrogación y exclamación solo al final, la simplificación de dígrafos, aféresis, cambios de códigos, onomatopeyas, emoticonos, etc.". Pero aun así está convencido también de que "si no se toman acciones con rapidez, puede que se establezcan popularmente e incluso se adopten estas abreviaturas, que una vez adoptadas por la mayoría de los hablantes son muy difíciles de eliminar o de sustituir".

El profesor Ilan Stavans, de origen mexicano pero que vive en Estados Unidos, es más contundente. Está convencido de que esas innovaciones ortográficas introducidas en la lengua por la revolución tecnológica acabarán siendo de uso generalizado y admitidas por la normativa académica. Francisco Moreno, español, director académico del Instituto Cervantes, le pone un matiz al asunto. Cree que algunos de esos usos "podrían adquirir carta de naturaleza", pero no necesariamente los actuales "ya que los sistemas de escritura mediante teclado y dictado van cambiando, lo que afecta a la velocidad de escritura".

El spanglish, la fusión morfosintáctica y se-mántica del español con el inglés de EE UU, divide algo más a los expertos. "No es una moda pasajera", aseguran tanto Stavans como Moreno. López Morales, sin embargo, lo llama "espanglish" y cree que "está condenado a desaparecer más tarde o más temprano". Y lo argumenta así: "Para conseguir los mejores puestos de trabajo en Estados Unidos hoy es muy importante hablar y escribir correctamente el inglés y el español, y el espanglish no sirve para nada de esto. Las investigaciones sociológicas actuales demuestran que los mejores puestos y los mejor retribuidos piden bilingües equilibrados".

Predicciones de los expertos

La prospectiva, el otear el futuro, es difícil en la lengua. Pero los expertos consultados se han atrevido a hacer alguna predicción global sobre el futuro de nuestro idioma.

Moreno tiene claro que seguirá creciendo, sobre todo fuera de nuestro territorio natural: "En Estados Unidos ha influido la llegada de emigrantes hispanohablantes; en Brasil, la firma del acuerdo del Mercosur; en Europa, el atractivo del mundo iberoamericano como mercado. Pero las razones culturales no son poco importantes: el prestigio de la literatura hispánica, el tirón mundial de la música latina, el éxito de la variada gastronomía hispánica, el atractivo de las telenovelas, la calidad de nuestro cine... todo coadyuva a que el español siga siendo una lengua en crecimiento".


Cree también que "las identidades culturales que hay detrás de las lenguas española e inglesa son tan fuertes que es difícil que se favorezca una fusión entre ellas". Más bien ve una competencia directa: "El español aspira a ser lengua franca en el mundo occidental; la alternativa románica a la lengua inglesa".

"En el momento actual es imposible pensar en la posibilidad de fusiones de lenguas, sobre todo de las  importantes", comenta López Morales. Stavans no lo ve así. Piensa que la fusión "es un escenario factible. Un número considerable de hispanos en Estados Unidos ahora habla esa koiné, esa lengua bastarda".

Una pregunta final a los expertos. ¿Ven en el horizonte alguna otra frontera para la lengua de la frontera que nació en la vieja Castilla? Sí, la ven. "En el futuro, la influencia del chino mandarín tal vez pueda intensificarse, en forma de préstamos léxicos", dice Francisco Moreno desde el privilegiado observatorio del Instituto Cervantes. "No me sorprendería si en cien años el español se nutre del mandarín y del cantonés, o viceversa", agrega Stavans, desde su experiencia con el spanglish.

Próxima parada, ¿espachino o chipañol?

Letras y signos con futuro indefinido


  • H. De la aspiración a la mudez. Daba problemas hasta en latín, que no sabía si era una letra o un signo. En español ha ido a más, hoy tienen 'h' palabras que hace siglos no la tenían: 'ome', 'onra', 'onor', 'auer'... Fueron algunos eruditos los que sembraron el diccionario de haches. Hace siglos no era muda, se aspiraba, y sonaba como una jota suave. ¿Cómo pronuncias aún hoy saharaui? En Chile la suprimieron en 1844 y la rescataron en 1927. ¿Sobrevivirá en 100 o 200 años? Moreno: "Es probable que no". López Morales: "Sobrevivirá para siempre porque es  muy necesaria en nuestra escritura, con siglos de tradición". Ilan Stavans, rotundo: "No".
  • Ñ. Toque de distinción del castellano, que la inventó como letra hace siglos para un fonema nasal palatal que el italiano y el francés representan con 'gn', el catalán con 'ny' y el portugués con 'nh'. Corre peligro porque algunos teclados de ordenadores o móviles no tienen esta letra, y los usuarios ponen '/' o 'nn' o 'ng'. Stavan cree que acabará sustituida por 'ni'. Pero otros expertos piensan que se ha convertido en un símbolo de nuestro idioma, y que eso la ha blindado.
  • ¡. Amenazado a corto plazo. El uso del signo de apertura de las exclamaciones está bajando "a una velocidad de vértigo", comenta Moreno, lo que obliga a leer dos veces lo mismo para saber si estamos ante una afirmación o una exclamación.
  • ¿. Amenazado a medio plazo. Está empezando a desaparecer en el ciberlenguaje, como el signo anterior, pero corre menos peligro porque aporta más información al que lee, es más necesario. Sin él, el que lee no sabe hasta el final de la frase,  si se halla ante una afirmación o una pregunta.
  • ;. Emparedado entre la coma, los dos puntos y el punto, su uso está bajando en el lenguaje escrito. Representa una pausa de duración media, y muchos usuarios optan por sus alternativas corta (,) o largas (: o .).
  • V. Indistinguible respecto a la b al  pronunciarse, con frecuencia surgen voces que le piden a la Real Academia que la suprima oficialmente. El euskera lo ha hecho, y ahora Vizcaya es Bizkaia, pero en castellano tiene más tradición y quizá aguante más. O no.
  • Z. Crecer o decrecer. Hay quien cree que desaparecerá y se convertirá en 's', porque muchos hablantes la pronuncian así, y quien cree que sustituirá a la 'c' en' zi' y en 'ze'.

jueves, 26 de abril de 2012

Vientos, en minúscula


Los nombres de los vientos se escriben siempre con minúscula. Mencionaremos aquí solamente unos pocos: cierzo, tramontana, alisios, siroco, levante, mistral, nortenado, pampero.
La minúscula se mantiene incluso en denominaciones que están formadas sobre nombres propios. Por ejemplo, hay un viento que se llama céfiro. Este nombre está tomado de la mitología griega, en la que existía un dios, Céfiro, que personificaba el viento del oeste. En este caso, cuando escribamos la palabra con minúscula, sabremos que nos estamos refiriendo al viento, mientras que cuando lo hagamos con mayúscula estaremos nombrando al dios en cuestión.

Tirano Banderas de Ramón María del Valle Inclán



"... Ramón del Valle-Inclán (Vilanova de Arosa (Pontevedra), 1866- Santiago de Compostela, 1936) enlaza en Tirano Banderas el gobierno despótico y el derrocamiento de Santos Banderas, presidente de un país imaginario situado en la costa hispanoamericana del Pacífico. Los sucesos que desembocan en la muerte y descuartizamiento del dictador se alternan con los datos que definen la perversión del poder arbitrario.

Pero la genial singularidad de este duro alegato, procede de su concepción artística. El lenguaje, lleno de americanismos, tiene una enorme fuerza expresiva y alcanza una cima de la creatividad verbal castellana. La historia no discurre de manera lineal y se construye mediante una calculada disposición de secuencias que van aportando fragmentos de la acción de conjunto. Este tratamiento responde a una visión deformadora de la realidad, una especie de expresionismo que, en la original formulación de Valle-Inclán, recibe el nombre de esperpento.
Esta obra maestra encabeza, por si fuera poco, la lista de grandes títulos del siglo XX que han abordado la figura del dictador. Desués le seguirán por orden de publicación: “El señor presidente”(1946) de Miguel Angel Asturias, “El recurso del método”(1974) de Alejo Carpentier, “El otoño del patriarca” (1974) de Gabriel García Márquez, “Yo El Supremo” (1974) de Augusto Roa Bastos y “La Fiesta del Chivo” (2000) de Mario Vargas Llosa.
Además de los tiranos como el Doctor Francia, Rosas, Melgarejo un último tirano está presente en la figura de Tirano Banderas. El prototirano hispanoamericano, Lope de Aguirre, el loco, que declaró la guerra a Felipe II al frente de sus Marañones. Probablemente Valle.Inclán manejó la novela de Ciro Bayo “Los Marañones” publicada en 1913.

Valle-Inclán conocía la América hispana desde su primer viaje a Méjico en 1892. En 1910 realiza otro viaje, esta vez a América del Sur con la compañía teatral Guerrero-Mendoza, en la que su mujer Josefina Blanco era actriz. Estos viajes ultramarinos le predisponían para escribir la novela de América; sobre todo después de un tercer viaje, que fue el más significativo, ya que se debió a una invitación del Gobierno de Méjico, a través del escritor y diplomático Alfonso Reyes para celebrar las fiestas de la independencia en 1921. El presidente Obregón le distinguió con su amistad a la que fue sensible el escritor. No cabe duda que Valle-Inclán se informaría de la Revolución mejicana y de las secuelas de la dictadura de Porfirio Díaz, así como de la presencia e intervención de la colonia española.

El tiempo concreto de la acción comienza a la caída de la noche de un primero de noviembre y acaba mediada la mañana del 3 del mismo mes. La localización de la república de Santa Fe estaría cerca del Ecuador. El tiempo novelado, pues, es de 42 horas. Estaríamos aquí en el tiempo reducido en la novela en el que hay que encajar tres intrigas: la problemática del indio con Santos Banderas, representada por Zacarías el Cruzado; la intriga del criollo representada por el elocuente doctor Sánchez Ocaña, el guerrillero Filomeno Cuevas y don Roque Cepeda (el ranchero) y la intriga de los extranjeros representada por el ministro de España, el Barón de Benicarlés, el ricacho don Celestino Galindo y el empeñista Quintín Pereda. Por otra parte en el prólogo notamos una anacronía, pues nos cuenta los preparativos para el asalto final y de esa forma la acción novelada parece una visión retrospectiva o más bien un despliegue simultáneo de lo narrrado en el prólogo.

En cuanto a los personajes, Santos Banderas, Presidente de la República de Santa Fe de Tierra Firme; se le conoce como Tirano Banderas, General o Generalito Banderas, Glorioso Pacificador de Zamalpoa, Chingado Banderas, Banderitas y Niño Banderas.Tirano Banderas es el personaje principal y el que da título a la novela, la abre y la cierra,y, actúa como eje de la narración. De Santos Banderas sabemos muy poco, solo que tiene una hija de 20 años, a la que trata con ternura, y que había luchado contra los españoles en el Perú. En su actuación en la novela es cruel, supersticioso, triste, impasible, puritano e inteligente.
Don Roque Cepeda, líder de la oposición electoral contra Santos Banderas. Valle le indicó a Alfonso Reyes que este personaje lo tomó de “don Pancho”, Francisco I. Madero, y esto es así puesto que tanto en la historia como en la ficción se trata de un criollo adinerado que se erige en líder de la oposición y en redentor del indio.
Filomeno Cuevas, criollo ranchero que encabeza e inicia el ataque armado contra Santos Banderas en Santa Fe.. Su representación en la realidad política de Méjico apunta a Álvaro de Obregón.
Don Celestino Galindo (don “Celes”), personalidad finaciera, intelectual y social de la Colonia Española; en la realidad histórica Telesforo García, don “Teles”, abogado, fundador de periódicos en la colonia española: “La Libertad, El Centinela español”.
Domiciano de la Gándara, coronel, arquetipo de militar levantisco, bravucón y borrachín, y encarnaría a alguno de los generales que anduvieron vacilantes de un bando a otro durante la revolución mejicana.
Doña Lupita, antigua rabona o soldadera del Séptimo Ligero en el que sirvió Santos Banderas y ahora sirve al Tirano.
Lupita la Romántica, pupila del prostíbulo (congal) de Cucarachita la Tarecena, compañera nocturna del licenciado nacho Veguillas y médium dotada de poderes telepáticos.
Manolita, hija de Santos Banderas y en la narración está loca y debe estar recluida.
Quintín Pereda: “El honrado gachupín” (la ironía es clara). Empeñista que causa la muerte del hijo de Zacarías el Cruzado, al denunciar a la mujer de Zacarías, por el asunto de la tumbaga (sortija) del coronelito de la Gándara y prototipo de los demás gachupines de Santa Fe de Tierra Firme.
El Barón de Benicarlés: Queralt y Roca de Togores, Mariano, Isabel, Cristino, barón de Benicarlés, Ministro Plenipotenciario de su Majestad Católica ,era: “Lucio, grandote, abobalicado, muy propicio al cuchicheo y al chismorreo, rezumaba falsas melosidades” (I,2,i,50). Representante del decadentismo europeo en una perdida república tropical americana; hipócrita e inepto profesionalmente al servicio de los intereses de las grandes potencias; de antigua nobleza española, pero de pésima catadura moral. Asristócrata decadente y homosexual, cuyo “partenaire” es un bailarín llamado Currito Mi-Alma.
Doctor Sánchez Ocaña, famoso tribuno revolucionario, que vierte en su discurso los tópicos oratorios de la época.” ¡Héroes de la libertad! ¡Mártires de la más noble causa! ¡Vuestros nombres (…) fulgirán en las páginas de nuestra Historia! (V,1,iv,165). Esto pronuncia ante los cadáveres arrojados al mar, que ya rechazan los tiburones, ahítos de tanta carne revolucionaria.
Zacarías San José: “A causa de un chirlo que le rajaba la cara, era más conocido por Zacarías el Cruzado” (IV,1,ii,111). Epítome de la situación de injusticia del indio y sin pretenderlo desencadena la revolución contra Santos Banderas, ayudando al coronelito de la Gándara, ejecutando al empeñista Quintín Pereda y participar activamente en la revolución.

Por lo que respecta al lenguaje ningún personaje tiene una lengua de origen real. Todos tienen un mismo lenguaje imaginario, el de Tierra Firme, que no es ni el castellano, ni el mejicano, ni el argentino, ni el cubano. Este lenguaje parece una síntesis de todas las hablas hispánicas y está formado por una base de español neutra y por voces de uso corriente en casi todas las repúblicas de Hispanoamérica; también hay americanismos inventados por Valle-Inclán y alguna voz achulapada y jergal.Los diminutivos, coronelito, generalito tienen un significado sarcástico.lle-Incán en Valle Inclan en una entrevista mantenida con Gregorio Martínez Sierra dice:”En cuanto a la trama (de TB) pensé que América está constituida por el indio aborigen, por el criollo y por el extranjero. Al indio, que tanto es allí alguna vez presidente como de ordinario paria, lo desenvolví en tres figuras: Generalito Banderas, el paria que sufre el duro castigo del chicote y el indio del plagio y la bola revolucionaria, Zacarías el Cruzado. El criollo es tipo que , a su vez, lo desenvolví en tres: el elocuente doctor Sánchez Ocaña, el guerrillero Filomeno Cuevas y el criollo encargado del sentido religioso,(…) don Roque Cepeda. El extranjero también lo desenvolví en tres tipos: el ministro de España, el ridículo don Celes y el empeñista Quintín Pereda. Sobre estas normas ya lo más fácil era escribir la novela”. Atendiendo a los tres estamentos sociales que Valle cita, la novela desarrolla tres significados con entidad propia.
1. El tema del indio que aparece representado por la cadena causal iniciada por la borrachera del coronelito de la Gándara y la orden de arresto dictada por el Tirano, lo que traerá como consecuencia la clausura del congal(prostíbulo) y la triste historia de Zacarías el Cruzado.
2. Tema del criollo, que es el núcleo de la segunda cadena causal iniciada por la orden de arresto del coronelito de la Gándara y de don Roque Cepeda. El coronelito se adhiere a la revolución armada tramada por Filomeno Cuevas.
3. Tema del extranjero, que sería la tercera cadena causal dedicada a los sucesos y personajes del cuerpo diplomático, en especial aquellos sucesos relacionados con el Barón de Benicarlés y la Colonia Española representada por don Celes Galindo.

El propósito estilístico está más que logrado con la originalidad en el uso del lenguaje, con matices modernistas (en parodia) y expresionistas y además un adelanto del “realismo mágico” de la novela moderna hispanoamericana.

Al final de la novela vence la revolución, no se hace justicia, el tirano muere acribillado. La caída de Santos Banderas no propicia la aparición de una nueva autoridad democrática respaldada por una parte de los personajes y episodios de la novela. Sólo aparece una autoridad capaz de acabar con el tirano, pero no con la tiranía. Hay pues una repetición del caudillismo español..."


El antipoeta se quedó en su casa




JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS Madrid 23 ABR 2012 - El País

El poeta Nicanor Parra. / LA TERCERA CHILE

Ocho textos y dos comentarios de texto. Cuarenta y cinco minutos. La entrega del Premio Cervantes, una de las más breves que se recuerdan, tuvo ayer algo de clase práctica de crítica literaria. Eso sí, en la Universidad de Alcalá de Henares fallaron el profesor —Nicanor Parra, galardonado de este año— y el alumno más esperado —el rey Juan Carlos, convaleciente de la operación a la que fue sometido tras romperse la cadera durante un safari en Botsuana, una polémica actividad extraescolar que a punto ha estado de convertirse en viaje de fin de carrera—. En el paraninfo, no obstante, no faltaron la estudiante aplicada —la cantante Patti Smith tomando notas— ni la displicente —Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, al lado de los Príncipes de Asturias y de Mariano Rajoy, consultando su móvil mientras hablaba el ministro de Educación—. En la calle, un grupo de funcionarios del Ayuntamiento de Alcalá protestaba ruidosamente contra los últimos recortes.

Nicanor Parra, de 97 años, estaba a 11.000 kilómetros, en su casa de Las Cruces, en la costa chilena, mientras era su nieto Cristóbal Ugarte, Tololo, de 19, el encargado de enfundarse el chaqué y pedir en nombre de su abuelo “prórroga de mínimo un año” para “poder perigueñar un discurso medianamente plausible”. A los pies del púlpito desde el que tradicionalmente intervienen los galardonados estaba la máquina de escribir a la que Parra llama máquina del tiempo. Su nieto no subió a ese púlpito sino que, a pie de auditorio, recordó que el creador de la antipoesía llegó hace años a una conclusión: “Hay que hablar por escrito. Yo demoro seis meses en armar un discurso que se lee en 45 minutos y que parece que estuviera improvisado”. También desveló que había dejado a su abuelo rodeado de libros sobre Cervantes y enciclopedias “con las páginas más importantes señalas con bolsitas de té en reciclaje”. De aquel caos surgió otro aviso: “Don Quijote no cabe en un fin de semana”.

¿Esperaba este premio?


En 2006 Nicanor Parra publicó Discursos de sobremesa, un poemario que es todo un subgénero, la respuesta de la poesía al protocolo: el agradecimiento en verso. Aquel libro brotó del chaparrón de premios y doctorados honoris causa que se le habían venido encima —del Juan Rulfo al Reina Sofía; de Concepción a Oxford— y puede que un día —tal vez al final del año de prórroga— se sume a sus páginas el discurso que ayer no pronunció. En su lugar, el joven Ugarte leyó ocho poemas de su abuelo, empezando por el que arranca con una pregunta: “¿Esperaba este premio?”. Quince minutos después llegó el último: “¿Se considera Ud. acreedor al Premio Cervantes? / —Claro que sí / —Por qué / —Por un libro que estoy por escribir”. Risas y aplausos. Hasta ahí, la lección no presencial del doctor Parra, físico de formación y profesor durante años de Mecánica Racional, asignatura que abandonó para explicar a Shakespeare, a Nietzsche o impartir un seminario sobre las implicaciones poéticas de la visita del Papa a Chile. Leídos los textos, llegó el turno de los comentarios en forma de discurso. Los pronunciaron el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, y el príncipe Felipe.

“La seriedad de frac / es una seriedad de panteonero; / la verdadera seriedad es cómica”. Wert recurrió a estos versos para convocar al “equipo de fúbol sala —o de baby fútbol, como se dice en Chile—” que formarían Kafka, Chaplin, Chéjov, Quevedo y Cervantes y concluir que Parra encontró en los dos últimos “una literatura más ceñida a la realidad, de un tono más coloquial, más cotidiano y también una literatura que no plantea la comicidad como algo indigno, algo radicalmente ajeno a la poesía”. Ese sería, según el ministro, el árbol genealógico que, con Shakespeare, Eliot, Pound y William Carlos William, otro de ciencias, dieron lugar a Poemas y antipoemas, el libro que en 1954 revolucionó la poesía en lengua española, esa que hace 36 años inauguró con Jorge Guillén el palmarés del Premio Cervantes, actualmente dotado con 125.000 euros.

Al ascua cervantina arrimó también el príncipe Felipe la obra del último premiado, cuya falta de solemnidad no impidió que un solemne salón lleno de autoridades (civiles y militares) aplaudiera intervenciones trufadas de palabras como irreverencia o rebeldía. “¿Qué era el baciyelmo cervantino más que un artefacto de Parra?”, se preguntó don Felipe aludiendo a los poemas visuales del autor chileno. El propio Príncipe anunció que la familia del poeta depositará hoy en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes la vieja máquina de escribir que ayer, a su modo, presidió la entrega del premio. Junto a ella, un poema inédito que solo podrá leerse dentro de 50 años. ¿El poema del discurso del Premio Cervantes? No sabemos. El sábado pasado el diario chileno La Tercera publicó la crónica de una visita a Nicanor Parra en la que este desvelaba dos versos de un supuesto discurso del que ayer no se tuvo noticia en Alcalá de Henares: “Libro más aburrido que el Quijote no lo hay / Para tonteras tengo con la Biblia”. Habrá que esperar un año —o medio siglo— para saber quién ríe el último, cómo termina el chiste.