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domingo, 12 de agosto de 2012

LA FIGURA DE LA SERRANA EN EL LIBRO DE BUEN AMOR, DEL ARCIPRESTE DE HITA.



                Así como en la poesía amorosa del siglo XV se va a intensificar la figura lírica de la mujer, ensalzando belleza, naturalidad, dulzura y elegancia femeninas, el Arcipreste coloca en sus escritos prototipos de mujer, diferenciando exageradamente la mujer cortesana, toda ella llena de fina ternura y buen gusto, de la mujer de la sierra, representada bajo la forma de una mujer tosca, casi hombruna, pero buena, que ayudará al poeta-narrador a mitigar el frío y el hambre de la montaña en sus “saludables” paseos por las sierras castellanas. Veamos un claro ejemplo extraído del Libro de Buen Amor.


                De cómo el Arcipreste fue a probar la sierra, y de lo que le aconteció con la serrana.

Probar todas las cosas    el apóstol lo manda:
fui a probar la sierra    e hice loca demanda,
pronto perdí la mula    y no hallaba vianda1:
quien mucho pan de trigo busca,    sin seso anda.

El mes era de marzo    día de San Meder:
pasado el puerto de lacayo2    fui el camino a prender;
de nieve y de granizo    no me podía defender:
“quien busca lo que no pierde,    lo que tiene debe perder”.

Encima de ese puerto    vime en gran rebata3:
hallé una vaqueriza    cerca de una mata;
preguntéle quién era,    respondióme: “¡la Chata!
Yo soy la chata recia    que a los hombres ata;

yo guardo el portazgo4    y el peaje cojo;
al que de grado paga    no le hago enojo;
al que pagar no quiere    priado5 le despojo:
págame tú; si no, verás    cómo trillan rastrojo”.

Detúvome el camino,    pues era estrecho
-una vereda estrecha,    vaqueros la habían hecho-;
desde que me vi en peligro,    arredrado6, maltrecho:
“Amiga”, dije, “amigos    hace el perro de provecho;

déjame pasar, amiga,    por estas joyas de la sierra;
si quisieras, dime cuáles    usan en esta tierra;
pues, según  dice el refrán,    quien pregunta no yerra;
y, por Dios, dame posada,    que el frío me aterra”.

Respondióme la chata:    “Quien pide no escoge:
prométeme lo que quieras    y haz que no me enoje;
no temas, si me das algo,    que la nieve mucho te moje;
aconséjote que te avengas7    antes de que te despoje”.

Como dice la vieja    cuando mesa su madeja:
“Comadre, quien más no puede    sin remedio morir se deja”;
yo,  con el mucho frío,    con miedo y con queja,
mandéle rico vestido    con broncha8 y zurrón de coneja.

Echóme a su pescuezo    por las mis buenas respuestas,
y a mí no me pesó    porque me llevó a cuestas:
excusóme de pasar    los arroyos y las cuestas;
hice de lo que allí pasó    las coplas arriba expuestas.

[1]Vianda: carne, y, en general, comida.
2Lacayo: siervo, criado. Campesino. El poeta quiere indicarnos que paseaba por el monte sin ropas de cortesano.
3Rebata: combate, contienda.
4Portazgo: impuesto que se paga por pasar por un sitio determinado.
5Priado: alterado. Obsérvese el parecido con la palabra príapo (falo, pene).
6Arredrado: asustado, amedrentado.
7Avengas: llegues a un acuerdo.
8Broncha: arma corta, especie de puñal.

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