Cuando una interjección se inserta en un enunciado, se separa con comas. El número de comas y la posición en que aparecen dependen de dónde se inserte exactamente esa interjección, pero esto ya es una cuestión de lógica. Son tres las posibilidades:
a) La interjección aparece abriendo el enunciado: Se escribe una coma a continuación para separarla del resto:
(1) ¡Ay, que se me han olvidado las llaves!
b) La interjección aparece en el interior del enunciado: Se pone una coma a cada lado para separarla de lo que viene antes y de lo que viene después:
(2) Te tengo dicho, ¡maldita sea!, que me avises si vas a llegar tarde.
c) La interjección aparece en la posición final del enunciado: Se escribe una coma antes de la interjección para separarla de lo que la precede:
(3) También podían habernos consultado, caramba.
La conjunción, en realidad, es un añadido dentro de la unidad en que se inserta, es una especie de cuerpo extraño que aparece allí incrustado. Para señalar esto es para lo que se ponen las comas. Podemos considerar, por tanto, que nos encontramos ante un caso particular dentro del caso más general del uso de la coma en los incisos, del que nos ocuparemos en otro artículo.
Los saludos son interjecciones y por eso hola se separa con comas. También es necesaria la coma en las fórmulas de saludo de los correos electrónicos, aunque esto ya requiere más explicaciones, por lo que te recomiendo que leas el artículo al que conduce el enlace. Así evitarás un uso incorrecto de la coma que resulta muy frecuente.
Cuando las interjecciones aparecen independientes y libres, sin estar sujetas a ninguna unidad superior, la puntuación se adapta a esa situación. Lo normal será entonces separarlas con un punto, pero esto es algo que se deriva de forma lógica y general de las normas de uso del punto.
Cuando aparecen varias interjecciones seguidas, es obligatorio separar las unas de las otras con comas. Nos da lo mismo para esto que sea la misma interjección repetida varias veces (4) o que sean interjecciones diferentes (5):
(4) “¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja“, gritó el gramático con expresión diabólica.
(5) ¡Cáspita, arrea, diantres! No sé cómo no nos hemos matado.
Y esto es, poco más o menos, lo que necesitamos saber para utilizar correctamente la coma con las interjecciones.
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