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¿Por qué no se acentúa guion?

La Ortografía de la lengua española en su versión de 2010 trae algunas novedades. Una de las que han armado más revuelo es que se dejan de acentuar gráficamente un puñado de palabras que tradicionalmente tenían tilde, como guion, hui, truhan, fie, pie (del verbo piar), lie, rio, lio, riais, Sion, ion, etc. (Ortografía, pp. 225, 235-236).




En realidad, la novedad no es tanta. Ya en la edición de 1999, la Academia aceptaba la doble grafía, con y sin tilde, para todas estas palabras. El único cambio en la actual es que esa tilde, que antes era facultativa, se elimina definitivamente.



Lo que se busca con esto es ganar en regularidad. No conviene perder de vista que, por muy acostumbrados que estuviéramos, la acentuación de estas palabras constituía una anomalía dentro del sistema de uso de la tilde, puesto que ortográficamente se deben considerar monosílabas con independencia de que unos hablantes pronuncien “guion” (en una sílaba); y otros, “gui-on” (en dos).



Las reglas de acentuación se basan en una serie de convenciones que se pueden apartar ocasionalmente de lo que efectivamente se pronuncia. El caso que nos ocupa no pasa de ser uno más de los desajustes entre escritura y pronunciación que salpican nuestra ortografía. Si no nos extraña que hola se escriba con hache, tampoco nos debería sorprender que, convencionalmente, consideremos guion monosílabo (de hecho, lo es para muchos hispanohablantes, insisto).



La convención general de la que se deriva la falta de tilde en guion y sus compañeros es que cuando se unen una vocal abierta (a, e, o) y una cerrada (i, u), tenemos un diptongo. A tal efecto, la presencia de una hache, como en truhan, es indiferente.



Al aplicar de forma coherente esta convención, nos encontramos con que estas palabras son monosílabas. Y como es bien sabido, los monosílabos no se acentúan salvo casos de tilde diacrítica.



Nuestros académicos hacen hincapié (pp. 226-227), además, en que la finalidad de la tilde no es marcar la división en sílabas, sino indicar cuál es la sílaba tónica en las palabras que la tienen.



De este modo, al eliminar el curioso privilegio de que gozaban estos monosílabos, se consigue regularizar el conjunto, con lo que sale beneficiado el principio de economía, aunque pueda quedar maltrecha la costumbre. Nada sale gratis en esta vida.

¿Por qué se deja de acentuar la conjunción 'o'?


Una antigua regla de acentuación establecía que cuando la conjunción o aparecía entre cifras, esta se acentuaba. Con la publicación de la nueva Ortografía de la lengua española de 2010, esta tilde diacrítica queda definitivamente desterrada. A partir de ahora debemos escribir 2 o 3 sin acento ortográfico.
Hay dos motivos que han llevado a jubilar esta vieja tilde, según se nos explica en la Ortografía académica (pp. 217-218, 270-271). En primer lugar, se ha tenido en cuenta un principio general que regula el uso del acento ortográfico en español:
Solo las palabras tónicas son susceptibles de llevar tilde
Pero sucede que la conjunción o es átona, es decir, carece de acento propio en la lengua oral, por lo que para pronunciarse se apoya en la palabra que viene a continuación. En consecuencia, acentuarla en secuencias como  1 ó 2 rompía este principio general y, por tanto, iba contra la economía del sistema de acentuación ortográfica del español.
En segundo lugar, consideran los académicos que en los textos impresos o electrónicos actuales la tipografía es lo suficientemente clara como para evitar posibles confusiones. Incluso en manuscritos, basta con esmerarse un poco para que los espacios en blanco dejen claro cómo se ha de leer el texto.
Desde un punto de vista comparativo, se puede señalar que en italiano no existe nada parecido a esa tilde diacrítica y en catalán tampoco. En estas dos lenguas románicas, esa conjunción es una simple o, como en castellano, sin que hasta la fecha se haya producido ninguna catástrofe por confundir 2 o 3 con 203.
Por otra parte, la antigua norma daba pie a que muchas personas, por hipercorrección, se empeñaran en poner la tilde también cuando los números estaban escritos en letra: dos ó tres. Incluso, como me hace ver mi amiga Ester, había quien, aplicando una acentuación preventiva, escribía sopa ó ensalada.
Si esta reforma contribuyera a salvar de semejantes banderillazos a esta pobre letra, bienvenida sea.
Pero no tengamos tampoco demasiada esperanza en ello.

[Blog de Lengua Española de Alberto Bustos, Por qué se deja de acentuar la conjunción o]

sábado, 18 de diciembre de 2010

¿Qué son los homónimos?

Homónimos son palabras que comparten un mismo significante pero difieren en su significado. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con pata (ave palmípeda) y pata (extremidad de un animal). La homonimia es una forma de ambigüedad léxica.

Como decíamos arriba, las palabras homónimas tienen que ser idénticas en su forma, pero aquí se pueden diferenciar dos planos: el de la fonología y el de la grafía. Si coinciden en la pronunciación, nos encontramos ante homófonos. Un ejemplo clásico en español es vaca (rumiante) frente a baca (soporte para transportar equipaje en el techo de un coche). Estas dos palabras se pronuncian exactamente igual, por lo que cumplen en el plano fonológico la condición de identidad del significante, que es necesaria para que podamos considerarlas homónimas. Sin embargo, difieren en su grafía, por lo que la homonimia habrá de considerarse parcial. Si también se escriben de la misma forma, las palabras en cuestión además son homógrafas y la homonimia es entonces total. Así sucede con pata (animal) y pata (extremidad), que ya se mencionaron, y también con cobre (metal) y cobre (del verbo cobrar) o con para (preposición) y para (del verbo parar). Dadas las características de la ortografía española, cuando dos palabras tienen idéntica grafía, también tienen idéntica pronunciación. Por ello, en nuestra lengua, todos los homógrafos son al mismo tiempo homófonos.

Históricamente, la homonimia puede tener dos tipos de origen. La primera posibilidad es que se produzca una evolución fonológica convergente, que lleva a que dos palabras que se pronunciaban de maneras diferentes queden igualadas. Hoy día tenemos como homónimos don (regalo) y don (tratamiento de respeto). Los puntos de partida son diferentes y se sitúan en dos formas latinas que sufrieron una fuerte erosión de su sustancia fónica: donum ‘regalo’ y dominum ‘señor’. El yeísmo y el seseo han contribuido al aumento del número de homónimos en castellano, al menos en la lengua oral, al igualar la pronunciación de pares como pollo y poyo o cerrar y serrar.

La segunda posibilidad es que una divergencia semántica dé lugar a significados diferentes que los hablantes dejen de percibir como vinculados. Esto fue lo que ocurrió con banco (de sentarse) y banco (de guardar el dinero… quien lo tenga). El vínculo etimológico entre uno y otro es de tipo metonímico: los predecesores de nuestros actuales banqueros hacían sus negocios en la plaza pública, adonde sacaban un banco o una mesa para atender a los clientes. Hoy se ha perdido la conciencia de este lazo histórico, por lo que parece razonable considerar que nos encontramos aquí ante dos palabras homónimas, más que ante una única palabra con significados múltiples, que es lo que se conoce como polisemia.

Llegamos con esto a un punto espinoso, que es el de la distinción entre homonimia y polisemia. Por lo general, se suele considerar necesario para que podamos hablar de polisemia que se perciba una relación entre los diferentes significados, como ocurre en el caso de cuello, que tiene diferentes acepciones referidas a una parte del cuerpo, de las botellas o de las prendas de vestir. Aunque esas realidades son muy diferentes entre sí, todos percibimos intuitivamente que los dos últimos significados encuentran su motivación en el primero. Muy diferente es la situación entre homónimos como callo (dureza de la piel) y callo (del verbo callar), donde, claramente, no hay relación alguna más allá del hecho fortuito de que coincidan en su pronunciación y escritura. Hay que advertir, eso sí, que en la práctica no siempre resulta posible una diferenciación tajante.

La homonimia puede dar lugar a conflictos: si la forma de dos palabras converge, estas se pueden llegar a confundir. Así, en un hogar seseante, una oración tan inocente como ¡Que me voy de caza! podría provocar una crisis en toda regla (o quizás una fiesta, ¿quién sabe?). Estos choques potenciales se pueden desactivar sustituyendo uno de los términos. Así, en las variedades seseantes del español cacería avanza a expensas de caza y puede resultar preferible cocinar las patatas antes que cocerlas (para salir al paso de confusiones con coser). A veces, la diferenciación se puede lograr mediante la grafía, aunque se mantenga la pronunciación. Un procedimiento para esto es la tilde diacrítica, que busca diferenciar en el papel el verbo dé y la preposición de. Lo mismo se consigue con la hache en el caso del sustantivo ala y la interjección hala. Asimismo, se pueden marcar distancias mediante el género (el terminal telefónico frente a la terminal del aeropuerto) o mediante el número (la esposa ‘cónyuge’ frente a las esposas ‘aros de metal’). También se puede retocar una de las formas. Hoy son muchas las personas que confunden especie y especia. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que su origen común está en el latín species con un final ligeramente modificado.

En fin, no podemos dejar de mencionar que la homonimia puede dar lugar a juegos de palabras, como aquel que todos aprendimos de niños: “¿Usted no nada nada? Es que no traje traje”; o el de la canción de Barrio Sésamo: “Tengo una llama que Llama se llama”.

La falacia etimológica

El sustantivo etimología está formado sobre el adjetivo griego étymos ‘verdadero’ y viene a significar etimológicamente algo así como ‘estudio del verdadero significado de las palabras’. En la práctica, la etimología es algo muy diferente y bastante más modesto. Se trata de una rama de la lingüística que estudia el origen y evolución de las palabras. En esa discrepancia entre el significado etimológico y el significado que de hecho tiene este término en la actualidad está el quid de la cuestión que nos va a ocupar hoy: la falacia etimológica, en la que se dan la mano lógica y lingüística. La falacia etimológica es un modo incorrecto de argumentar o razonar que consiste en tomar el significado originario de una palabra como el único verdadero.



Esto supone pasar por alto algo que sabe cualquier principiante en las lides lingüísticas: el significado de las palabras es convencional y, por tanto, estas no tienen más significado verdadero que el que lleguen a adquirir en el seno de una comunidad lingüística en un momento determinado. Y digo en un momento determinado porque el significado, como todo lo que va asociado a las lenguas, va cambiando con el paso del tiempo. Este es un fenómeno que se conoce como cambio lingüístico y al que ninguna lengua escapa.



La etimología ilustra sobre el origen e historia de las palabras, pero no necesariamente sobre su significado actual. Nos puede iluminar incluso sobre aspectos que se nos escapaban y que nos ayudarán quizás a ahondar en nuestra comprensión de un concepto. Hace dos semanas, por ejemplo, hablábamos aquí sobre cómo el verbo escribir significa etimológicamente ‘arañar, hacer incisiones’. Esto tiene relación con la forma en que históricamente se empezó a escribir y nos presenta gráficamente la evolución que subyace a nuestras actuales técnicas de escritura. Pero de ahí a decir que la verdadera forma de escribir consiste en arañar va un mundo.



Un buen ejemplo de falacia etimológica nos lo brinda la polémica que, con pequeñas variantes, se va reproduciendo en los diferentes países donde se va planteando la necesidad de equiparar los derechos de las parejas del mismo sexo en lo tocante al matrimonio. Nunca falta aquí alguien que, tirando de diccionario, afirme que matrimonio viene de madre y que, por tanto, un matrimonio sin madre no puede ser tal. Ese argumento, aplicado consecuentemente, nos impediría llamar plumas a las estilográficas, puesto que no se han arrancado del ala de ningún ganso. Una misma palabra, a lo largo de la historia, se puede ir refiriendo a realidades cambiantes. Tal forma de argumentación supone querer dar por cerrado un problema político a golpe de diccionario, basándose en un supuesto sentido prístino y auténtico, casi mágico, de los vocablos. Si la cosa fuera tan sencilla, nadie querría ser diputado y, en cambio, habría bofetadas para ser lexicógrafo.



Detrás de este tipo de falacia se encuentra implícita la idea de la degeneración de la lengua desde un estadio de pureza primigenia del que nos vamos alejando con cada paso que damos. No hace falta devanarse demasiado los sesos para percibir la conexión con el purismo.



Lo importante de todo esto es que la etimología no es una varita mágica para entender los significados actuales de las palabras. Simplemente nos cuenta —cuando puede y hasta donde puede— los que tuvieron históricamente. Y el diccionario, cualquier diccionario, nos informa como máximo (si está bien hecho) de lo que significan las palabras, pero en ningún caso de cómo debe ser el mundo del que hablamos con esas palabras.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Soneto a tus vísceras -Baldomero Fernández Moreno

Dedicado al profesor Don Antonio Bernalte,
que tan buenos ratos nos ha hecho pasar



Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada
al bazo, al páncreas, a los epiplones*,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.


La nueva Ortografía ya tiene la palabra

otros enlaces relacionados con la noticia:

Los Príncipes de Asturias presiden hoy la presentación oficial del libro

Día 17/12/2010
«Soy un señor, soy un tru-hán». Desde hoy mismo, al genial e inimitable Julio Iglesias le podrían poner una falta de ortografía en toda regla por acentuar la palabra truhan, en la que se produce diptongo y no hiato, por lo que queda convertida en monosílabo y como tal no lleva tilde. «Bueno, pero reconozcamos que hay cantantes especialmente enfáticos», bromeaba (pero de forma clarividente) Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, durante la presentación ante la Prensa, en la sede de la institución, de la nueva Ortografía, que viene a corregir y aumentar la de 1999. Publicada por Espasa, la primera edición es de 85.000 ejemplares y sale a la venta al precio de 39,90 euros. Los Príncipes de Asturias presidirán hoy la presentación oficial del volumen.
Una obra, según sus creadores «coherente, exhaustiva, razonada y moderna, basada en principios empíricos y científicos, en la que se evitan tecnicismos y expresiones de difícil comprensión».
Ayer, durante la presentación, se insistió una vez más en que la mayoría del contenido de la Ortografía son «recomendaciones», sobre todo con vistas a las futuras generaciones y a los docentes. Las más representativas pueden resumirse en las siguientes: desaparición de consideración de ch y ll como letras del alfabeto; denominación de las letras, ya saben, la recomendación de sustituir la i griega por ye; la eliminación de escritura opcional de tilde en monosílabos con diptongo ortográfico, por lo que dejan de acentuarse (la tilde en ellas ya es falta de ortografía) palabras como guion, hui, riais, liais, truhan, guio, crie... es una de las imposiciones del nuevo texto; vuelve a recomendarse no usar tilde en pronombres demostrativos y en el adverbio solo, como la propia Academia ya viene haciendo en sus textos desde 1959.
Parece que no es para tanto, pero eso no impidió que hace unas semanas se produjera un intenso debate sobre algunas de ellas, incluso en la calle y los foros de internet. Debate que García de la Concha calificó de «irreal». Eran «ejemplos sueltos» para el director de la RAE, «que no tenían nada que ver con esta Ortografía totalmente científica, casuística y sistemática».
A aplicarse, pues, conciudadanos. Ante la duda, ya tienen a mano (en 2011 se editará la versión resumida y manejable) las casi ochocientas páginas de la nueva Ortografía.

El filólogo José Manuel Blecua, nuevo director de la RAE


El académico es experto en fonética y fonología y ha sido coordinador del volumen de la nueva Gramática en estos campos

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 16/12/2010

 
El nuevo director de la RAE, el profesor José Manuel Blecua
a nueva Gramática académica dedicado a estas disciplinas, fue elegido hoy director de la Real Academia Española en sustitución de Víctor García de la Concha, que ha estado 12 años al frente de la RAE.

Durante años, los estudiantes de Gramática de toda España se manejaron con un impagable ladrillo blanco publicado en 1979 por la editorial Ariel al que llamaban "el Alcina-Blecua". La A era de Juan Alcina Franch. La B, de José Manuel Blecua Perdices, hijo de un histórico de la filología española, José Manuel Blecua Teijeiro, y hermano de otro filólogo que también va camino de la historia, Alberto Blecua. Nacido en Zaragoza en 1939 pero ligado desde muy pronto a la Universidad Autónoma de Barcelona, de la que es catedrático, el nuevo director de la RAE tendrá entre sus nuevos deberes la presentación en los próximos meses de su propia contribución a la Nueva gramática académica, el tomo de Fonética y Fonología, que completa los de Morfología y Sintaxis coordinados por Ignacio Bosque.
José Manuel Blecua fue elegido académico en 2003 pero no leyó su discurso, dedicado al Diccionario de Autoridades, hasta tres años después. Por el medio presidió la Comisión Estatal para el IV Centenario del Quijote, una celebración a la que la propia RAE contribuyó con una edición conmemorativa de la obra de Cervantes que vendió dos millones de ejemplares en todo el mundo. La divulgación, de hecho, ha sido siempre una de las principales preocupaciones del nuevo encargado de pilotar la casa que "limpia, fija y da esplendor". No solo fue director académico del Instituto Cervantes, también participó, con su compañero de Academia José Antonio Pascual, en Más que palabras un mítico programa de Televisión Española empeñado en demostrar que los asuntos de la lengua no son exclusiva de los excelentísimos señores (y señoras) que ayer eligieron nuevo director.

García Yebra : In memoriam


15/12/2010  


J. C. Santoyo
 
catedrático de traducción e interpretación 

La dialectología, la gramática, el estudio de las palabras, los galicismos, el buen y mal uso de la lengua española, fueron a lo largo de su vida unas áreas del ámbito lingüístico por las que don Valentín sintió siempre notable interés, y quizá por ello facetas muy destacadas de su obra.
Pero hay otra faceta de su bio-bibliografía, tan importante, si no más, que las anteriores, por la repercusión nacional e internacional que ha tenido: la de los Estudios de Traducción, en los que García Yebra fue un auténtico pionero, en los dos sentidos en que el diccionario define este término: Persona que inicia la exploración de nuevas tierras / Persona que da los primeros pasos en alguna actividad humana . Porque García Yebra ha sido pionero en las nuevas tierras (yo diría todo un continente ) de los Estudios de Traducción en España y en esa parcela del conocimiento humano ha dado, también en España, unos bien conocidos primeros pasos.
Para entender el alcance de esa condición pionera es preciso retroceder en el tiempo y situarnos a comienzos de los años 70, años en los que, a pesar de la omnipresencia del fenómeno traductor, cuando uno recorría en España el panorama académico en busca de algo de luz y sabiduría que le iluminara, nada encontraba sino tinieblas, rotas, eso sí, por la llama mortecina de algunos trabajos menores (menores, por su extensión) de García Calvo, Emilio Lorenzo o Francisco Ayala.
Y es que por entonces, primeros años 70, no había una sola biblioteca especializada en el tema; no había ni una sola bibliografía, siquiera tentativa, y las bibliografías extranjeras sólo incluían uno o dos títulos españoles, entre ellos el nada recomendable de Ortega, Miseria y esplendor de la traducción ; el estado general de las traducciones, literarias o no, era crónicamente patológico; carecíamos de todo tipo de datos históricos sobre la traducción e interpretación en España; ni siquiera se sabía a ciencia cierta quién había dicho algo de sustancia sobre el tema en los siglos pasados, y sólo se citaba alguna frase, siempre la misma, de Vives, Garcilaso o fray Luis de León; ni una sola tesis doctoral se había leído en España sobre teoría de la traducción. Si alguien preguntaba algo, no había respuestas. No había respuestas para casi nada. No había en todo el país ni siquiera una sola revista o publicación periódica que se dedicara monográficamente a la traducción. En toda la Universidad española no había en aquel momento ni un solo lugar donde cursar estudios que llevaran a la profesión de traductor e intérprete. Tal era el panorama español de aquellos años en lo que concierne a la traducción y a los Estudios de Traducción. Mejor dicho, tal NO era el panorama, porque ni siquiera había panorama que contemplar.
Pero en ese páramo nacional ya había empezado a moverse en solitario, y desde hacía años, la figura inquieta de don Valentín. Traductor del alemán desde 1944, y luego del francés, griego, latín, inglés, portugués e italiano, pocos traductores, si alguno, pueden igualar hoy en día esta panoplia de lenguas de trabajo. Nunca fue literatura de evasión: siempre literatura de pensamiento, ensayos sobre lingüística, crítica literaria, filosofía o teoría del Estado. En 1964 el Ministerio belga de Educación y Cultura le concedió el primer Premio Nacional de Traducción. En 1971 fue premio -˜Ibáñez Martín-™ del CSIC por su traducción de la Metafísica de Aristóteles. Tres años después, junto con Emilio Lorenzo, fundaba en la Univ. Complutense de Madrid el Instituto de Lenguas Modernas y Traductores, el primer lugar en el que en este país podía estudiarse la traducción, recibir clases teóricas y prácticas de traducción, conocer la experiencia directa de los mejores traductores. Era lo primero, y lo único, que por entonces había en toda España.
Con toda esa experiencia (para entonces ya llevaba más de veinte versiones publicadas), García Yebra comenzó a poner por escrito sus reflexiones sobre la actividad que le venía ocupando desde hacía treinta años. No era nada frecuente que el traductor reflexionara sobre los problemas de su trabajo. Todo lo que hasta entonces, a lo largo de toda la historia de España, habían escrito los traductores sobre la tarea que llevaban a cabo cabía en un pequeño puñado de cuartillas. Eso hasta 1982, cuando García Yebra publica dos volúmenes de casi 900 páginas con el título de Teoría y práctica de la traducción , que inmediatamente se establecieron como el -˜canon-™ teórico-práctico de la actividad traductora, el texto de referencia, tan citado, tan solicitado en todo el mundo de habla hispana que tan sólo dos años después ya hubo necesidad de una segunda edición. Nunca nadie, en toda la historia de España, había escrito tanto sobre la traducción, sus problemas, sus dificultades, sus trampas saduceas. No es de extrañar que ese mismo año de 1982 la Real Academia Española le concediera por esa obra el premio -˜Nieto López-™, un galardón que sólo se otorga cada tres años. En esa transmisión fruto de su experiencia, doce meses después, en 1983, García Yebra publicaba otro libro: En torno a la traducción: Teoría, crítica, historia . A estas alturas a nadie le puede ya extrañar que al año siguiente, en 1984, don Valentín fuera elegido, por unanimidad, nuevo miembro de la Real Academia Española. Ni tampoco podrá nadie extrañarse de que el discurso de ingreso en la Academia lo hiciera el nuevo académico sobre Traducción y enriquecimiento de la lengua del traductor .
Además de todo ello, García Yebra no cesaba de llevar su mensaje lingüístico y traductor a todos los rincones del Planeta. Te encontrabas con él en el aeropuerto y lo mismo volvía de unas conferencias en Méjico, que de Amberes o Quebec. Que yo sepa, y con seguridad me dejo muchos lugares en el tintero, sólo en América García Yebra impartió su magisterio en Río de Janeiro, Buenos Aires, Santiago de Chile, Puerto Rico, Sao Paulo, Méjico y Quebec: y en Europa, entre otros muchos lugares, en Ginebra, Zurich, Sofía, París, Bucarest, Bruselas y Milán.
Desde aquellos primeros años 80, España parece haberse sacudido de encima el secular desinterés nacional por la traducción. Y don Valentín ha sido una de las personas que con más fuerza se ha sacudido ese desinterés, y nos lo ha sacudido a todos. Porque desde entonces todo parece haber cambiado en una impresionante aceleración histórica. En 1990 el Consejo de Universidades creaba el área de Traducción e Interpretación . En el 91 se creaba la correspondiente Licenciatura. En el 93 el Consejo de Universidades autorizaba el primer doctorado en Traducción, precisamente en la Universidad de León. Y los congresos nacionales e internacionales sobre traducción comenzaban a pulular por toda la geografía española. Y donde no había un solo libro publicado en España sobre la traducción, hoy hay ya más de trescientos, hasta el punto de que empieza a ser difícil estar al día de todo lo que en nuestro país se publica sobre el tema. Y donde no había ninguna revista especializada, hoy ya hay diez. Créase o no, en el origen, raíz y principio de todo ello está García Yebra y cuanto ha escrito, y ha sido mucho, y muchos lugares distintos, sobre el arte y oficio de la traducción, sobre su teoría y sobre su práctica. Merecido fue, pues, el Premio Nacional de Traducción que se le concedió en 1998, como reconocimiento a toda una vida dedicada a esa tarea.
Fui diez años rector de la Universidad de León, de 1990 al 2000. Durante ese decenio una de mis mayores satisfacciones académicas fue la de haber propuesto a don Valentín como doctor honoris causa por nuestra Universidad, en la que con esa distinción le recibí en el claustro universitario de doctores el 16 de noviembre de 1990, junto con un reconocido lingüista, Emilio Alarcos, y un no menos reconocido crítico literario, Ricardo Gullón. Pocos meses después seguiría el doctorado honoris causa de Victoriano Crémer; y tras él, los de Ramón Carnicer, Antonio Pereira, Antonio Gamoneda y Eugenio de Nora.
Con ello quiso la Universidad reconocer en su propia tierra la importante labor de toda una generación de escritores leoneses, toda una -˜vieja guardia-™, que ha mantenido encendida, en ocasiones entre muchas dificultades, la antorcha de las letras, de la literatura, de los estudios humanísticos, y en el caso de García Yebra, de los Estudios de Traducción, en los que sin duda ha sido en este país el más notable pionero.

La voz a ti debida (Pedro Salinas)


La voz a ti debida (1933) es el primer libro de la trilogía de temática amorosa formada por esta misma obra, Razón de amor (1936) y Largo lamento (1938). Dicha trilogía constituye la segunda etapa de la trayectoria poética de Pedro Salinas. Este ciclo es la expresión de un proceso amoroso que va desde el encuentro, el intento del enamorado por descubrir la esencia de la mujer amada en La voz a ti debida, el hallazgo de la pareja y despedida parcial en Razón de amor, y el final doloroso tras un reencuentro imposible en Largo lamento.
El título procede de un endecasílabo extraído de de la segunda estrofa de la Égloga III de Garcilaso de la Vega:
Y aun no se me figura que me toca/aqueste oficio solamente en vida,/mas con la lengua muerta y fría en la boca/pienso mover la voz a ti debida;/libre mi alma de su estrecha roca,/por el Estigio lago conducida,/celebrando t’irá, y aquel sonido/hará parar las aguas del olvido.”

texto

La Busca (Pío Baroja)

Otros enlaces de interés:



    Teatro español hasta 1936

    A finales del siglo XIX y comienzos del XX no se produce en España la renovación del arte dramático que sucede en otros países gracias a la obra de directores y autores como Stanislavski, Gordon Craig, Appia, Chéjov o Pirandello. Aquí el teatro es, sobre todo, un entretenimiento para el público burgués que acude con asiduidad a las representaciones. Las compañías teatrales formadas por las grandes actrices y actores del momento, que son además empresarios, están dedicadas a complacer los gustos de este público conservador y convencional. Los casos de Gabriel Martínez Sierra o de la compañía de Margarita Xirgu, dispuestos a jugarse el dinero y el prestigio en el descubrimiento de nuevos autores y en innovaciones estéticas, son excepcionales. También resultan excepcionales las aportaciones de Adrià Gual, creador del Teatre Intim que realizaba una programación de corte europeo. Lo corriente fue el éxito de aquellos autores que como José Echegaray, Premio Nobel de Literatura en 1904, complacían las expectativas del público teatral burgués. Benito Pérez Galdós, otro autor de reconocido prestigio, es un caso diferente. Galdós se atrevió a crear unos personajes femeninos que, como la protagonista de su drama Electra (1901), se enfrentan al fanatismo y al oscurantismo. Las obras de Jacinto Benavente señalan el final del tono melodramático, grandilocuente y declamatorio en el teatro. Benavente inicia con Los intereses creados (1907) o La malquerida (1913) el realismo moderno.

    La otra tendencia del teatro español de comienzos de siglo es el teatro de carácter popular, el drama social de corte costumbrista que termina derivando en una forma estilística original: el sainete. Su mayor representante será Arniches (1866-1943), creador de la tragedia grotesca, un tipo de obras que caricaturizaban a la clase media. Aunque no se debe olvidar que el tipo de crítica que planteaba este teatro estaba siempre mitigada por los intereses comerciales.

    El caso de Valle-Inclán es, en cambio, el de un autor totalmente al margen de cualquier planteamiento comercial en la creación de sus obras. Esto le permitió una libertad creativa que sitúa su teatro muy por encima del de sus contemporáneos. El de Valle es un teatro innovador, crítico, profundamente original. Sus novedosos planteamientos escénicos recibieron el nombre de esperpentos por presentar desde el escenario una deformación estética y sistemática de la realidad. Para Valle-Inclán, como para Shakespeare, el teatro es un espejo de la realidad, pero en este caso un espejo deformante. El teatro de Valle-Inclán no recibió en su momento la consideración que merecía, como tampoco la recibieron el resto de los autores de la generación del 98: Azorín, Pío Baroja o Unamuno. Son una excepción los hermanos Machado, que obtuvieron un gran éxito de público con dramas como La Lola se va a los puertos (1929) o La duquesa de Benamejí (1932).

    Pronto los autores con planteamientos no comerciales buscaron otras formas de poner en escena sus obras al margen de los grandes teatros. Entre estos intentos de crear un teatro vanguardista destaca la labor de los teatros universitarios: El Búho de Max Aub y La Barraca de Eduardo Ugarte y García Lorca. Este último, uno de los grandes poetas del siglo, fue de los pocos miembros de la generación del 27 que se interesaron por el teatro. Lorca utilizó en sus obras gran diversidad de fuentes de inspiración: lo popular en Bodas de sangre (1933) o Mariana Pineda (1927); el guiñol con un matiz valleinclanesco en sus Títeres de cachiporra, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933), La zapatera prodigiosa (1930), y los movimientos de vanguardia como el surrealismo en El público (1930) o Así que pasen cinco años (1930). La colaboración de García Lorca con Margarita Xirgu permitió que la obra del dramaturgo-poeta llegase a ser vista en los escenarios de los principales teatros españoles. Entre las puestas en escena que la actriz y empresaria llegó a montar cabe destacar el estreno en Barcelona de Mariana Pineda con decorados de Salvador Dalí. El estallido de la Guerra Civil española en 1936 y el asesinato de Lorca vinieron a frustrar la carrera de un autor que aunaba un talento extraordinario y vanguardista con la difícil cualidad de gustar al público tradicional del teatro.

    Mario Vargas LLosa recibe Premio Nobel de Literatura

    Es el sexto premio Nobel para América Latina. En realidad este premio al escritor peruano se esperaba cada año desde hace 27, cuando en 1982 lo obtuvo el colombiano Gabriel García Márquez. Luego pareció inevitable cuando en 1990 lo ganó el mexicano Octavio Paz. De eso hace ya veinte años. Pero nada. Parecía que las moiras eran ciegas y lo tenían predestinado a la misma suerte injusta de Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. Pero hoy, día de luna nueva, esa mala suerte se ha conjurado.



    Aunque para los latinoamericanos era como si ya lo hubiera ganado hace muchos años.



    El recorrido literario de lo que ha premiado la academia sueca a lo largo de su ya pasado siglo es interesante. Sin pretenderlo ha creado una especie de gran arco biográfico de la historia del continente.



    Cuando en 1945 Gabriela Mistral obtuvo el Nobel de literatura, el resto del mundo empezó a saber un poco más de América Latina. En los versos de la poeta chilena confluyen los dos mundos, América y Europa. Una poesía tapizada de lo autóctono pero donde resuena la religión y creencias traídas de ultramar. Desolación (1924) es el poemario que empieza poner en boca de todos la obra de esta maestra de escuela. Coloquial, natural, directa, pasional y sensible a los sentimientos y al entorno. La ilusión y el dolor ante la muerte. En Tala (1938) su espíritu religioso vuelve a aparecer y se confirma en Lagar (1954) en cuyos versos late su admiración por la naturaleza. Una poesía que retrata las emociones de sus gentes, de su América Latina que siente desamparada, a veces, incluso, dejada de la mano de su Dios.




    Es en 1967 con el premio al guatemalteco Miguel Ángel Asturias cuando se muestra parte del lugar de donde procede el continente y del por qué de su idiosincrasia. Sus narraciones anidaban en lo aborigen, él conectaba esa memoria precolombina con el presente. Es el fundador de lo que habrá de ser conocido como realismo mágico a partir de su libro Hombres de maíz (1949). Su literatura universaliza entonces la mirada autocrítica de los creadores latinoamericanos respecto a la propia historia del continente y su sociedad.




    Pero es Pablo Neruda, Nobel de 1971, quien se rebela y pone en versos la geografía política y social del continente. Con él, la política y el reclamo se hizo arte en Latinoamérica. Antes, el amor y los desamores con su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada en 1924. Con ellos, desde entonces, los adolescentes se acercan y tratan de entender esos primeros sentimientos que creen eternos. Pero fue Residencia en la tierra (1933 y 1935) el que lo puso en las cumbres del mapa literario. Luego vino Canto general (1950). Y otros libros donde miraba al pueblo y transmitía su sentir, el oprobio, la esperanza y la desesperanza. Son versos del presente que responden a una situación real de aquel presente que aún pervive.



    Once años más tarde la academia sueca premia, en Gabriel García Márquez, a una generación irrepetible de autores latinoamericanos que desde su propio continente y desde fuera empezaron a reconstruir la memoria de América Latina. Y en su empeño ensancharon los lindes de un idioma. Fueron más allá del final del horizonte visible desde un punto fijo. Rulfo, Cortázar, Onetti, Vargas Llosa, Fuentes, Donoso, Cabrera Infante y otros más que radiografiaron, cada uno a su manera, la experiencia de una tierra aún desconocida para el resto del mundo. Diversos y potentes estilos y originales maneras de enfocar la vida y la realidad. Y de concebir la literatura. Pero la academia se inclinó por el embrujo literario de aquel escritor caribeño que hizo universal su pueblo y sus pueblos en libros como El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad y Crónica de una muerte anunciada. Mitología, leyendas populares, creencias religiosas y mandatos oficiales que le sirvieron para crear un nuevo territorio donde conviven imaginación, intuición y realidad. Y donde el tiempo y el espacio parecen uno solo.



    Hasta que en 1990 llegó el Nobel a Octavio Paz. El poeta y ensayista mexicano trató de entender y hacernos comprender el origen de lo latinoamericano. A finales de la década del cuarenta era un prometedor poeta mexicano. A partir de ahí, lo suyo sería explorar, conquistar y volver a explorar. En su travesía literaria participó en el neomodernimo, el realismo y otros movimientos. Pero todos con un punto en común: desentrañar al hombre contemporáneo, proyectarse en la ruta que habría de seguir hacia el origen de la misma. Soledad, incomunicación, vacío y temas existenciales.

    Ahora, en un día que precede a la luna nueva, esas cuatro maneras de mirar el mundo desde América Latina confluyen en la obra de Mario Vargas Llosa. Realidad mirada de frente, intención de entenderla y comprenderla, de aprender de ella. De una prosa que cuenta a la vez que analiza, y que analiza a la vez que hace soñar. Un escritor que siempre ha tomado el pulso de su tiempo, y como un relojero ha querido saber la función de cada pieza en el transcurrir de ese tiempo. Pero hay un aspecto que también es fundamental: la crítica o análisis literario. Su excelente y entusiasta aproximación a los libros que le apasionan. Su amor por la literatura, y su contagioso entusiasmo.





    Y este arco de los seis premios Nobel latinoamericanos se condensa en la frase del propio Mario Vargas Llosa cuando dijo que “América Latina no puede renunciar a esa diversidad que hace de ella un prototipo del mundo”.///

    jueves, 9 de diciembre de 2010

    Comentario de texto: DETECTIVES Juan José Millás

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    PREGUNTAS:

    1. Tema, resumen y estructura.
    2. Relaciones semánticas.
    3. REFLEXIÓN LINGÜÍSTICA
      1.  ¿En qué persona gramatical aparece el verbo dábamos en “así como de perpetuar el trato
      terrorista que dábamos a los presos de Guantánamo…”? Justifica su uso.

      2. Indica qué tipo de palabras son clubes y pádel y explica la transformación que han sufrido a
      partir de los respectivos términos de los que proceden.

      3. Busca un sinónimo adecuado al contexto para cada uno de estos términos: mostraron, grave,
      se habían manifestado, posar, surtía

      4. Explica por qué llevan tilde las palabras siguientes:
      qué [hacía la noche de los sábados], hacía, él [respondió], pádel

      5. Comenta el uso del gerundio en estos fragmentos.
      a. “él respondió poniéndoles otro”
      b. “se veía a su madre en la peluquería presumiendo”
      c. “el chico sacó unas fotos de su padre metiéndole mano a una adolescente”

      6. ¿A qué se debe el uso de las comillas en estas dos expresiones?
      a. “Esos perros” no se merecen otra cosa.”
      b. “¿Quién debería rezar por quién?”

      7. La partícula “se” puede tener diversos valores y funciones. Comenta cuáles son en cada uno de
      estos casos:
      se enteró, se veía, se decía, se habían manifestado, fumándose

    8. Indica de qué tipo son los constituyentes señalados en negrita en estas oraciones y señala la
    función sintáctica que desempeñan.
    a. “[…] para averiguar qué hacía la noche de los sábados”
    b. “Las criadas le llegaban a través de una empresa de trabajo temporal de la que era
    gerente su marido”
    c. “[…] así como de perpetuar el trato terrorista que dábamos a los presos de
    Guantánamo”
    d. “El motivo de la discusión era que ella le reprochaba no haber sido invitado
    todavía a jugar al pádel en La Moncloa”
    e. “[…] metiéndole mano a una adolescente en un club de carretera donde le hacían
    descuento”
    f. “¿Quién debería rezar por quién?”, preguntó el chaval”

    9. Las oraciones siguientes contienen proposiciones subordinadas adjetivas. Indica los datos
    siguientes en cada una de ellas:
    Subraya la proposición subordinada y señala la función que desempeña.
    Señala el antecedente del relativo y la función de este último.
    Sustituye el relativo por otro nexo de función equivalente.
    a. “Los padres le mostraron con gesto grave un vídeo en el que aparecía fumándose un
    canuto en compañía de unos amigos.”
    b. “El chaval sacó una cinta en la que se veía a su madre en la peluquería”
    c. “Las criadas le llegaban a través de una empresa temporal que surtía también a la
    construcción de trabajadores.”
    d. “El chico les mostró un par de fotos en las que aparecían en misa de doce”

    10. Analiza sintácticamente y comenta las oraciones siguientes (puedes redactar el comentario
    directamente, si lo prefieres):
    • El chaval se enteró por casualidad de que sus padres le habían puesto un
    detective.
    • “¿Quién debería rezar por quién?”, preguntó el chaval, que era ateo.

    11. En Las criadas le llegaban a través de una empresa de trabajo temporal de la que era gerente
    su marido y que surtía también a la construcción de trabajadores con contratos basura, dos de
    los cuales habían perdido la vida la última semana por falta de medidas de seguridad.
    a. “de trabajadores con contratos basura” es CN de construcción / “dos de los cuales” es
    el nexo de la subordinada adjetiva y el SN, sujeto de “habían perdido”
    b. “de trabajadores con contratos basura” es CRV de “surtía” / “dos de los cuales” es el
    nexo de la subordinada adjetiva y el SN, sujeto de “habían perdido”
    c. “de trabajadores con contratos basura” es CRV de “surtía” / “la vida” es el SN, sujeto
    de “habían perdido”

    EXPRESIÓN ESCRITA
    12. Elige una de estas propuestas para redactar un texto de unas 150 palabras:
    a. Contratarías un detective para investigar todos los pasos de …
    b. Convierte el artículo de opinión en una noticia. Para ello tendrás que inventar los
    datos concretos que faltan aquí: quiénes, dónde, cuándo, por qué...
    c. Padres e hijos. Redacta un texto expositivo en el que expliques cómo entiendes la
    relación tan natural a la par que complicada.