Relato-ensayo que me ha permitido publicar aquí un antiguo alumno, Óscar Hijas, del que guardo un recuerdo muy hermoso.
¿Qué es lo que esperan de mí? Se hace difícil saberlo cuando seguramente ellos tampoco saben la respuesta. Te aprisionan hasta dejarte a su merced y luego ya eres todo suyo. Crees que puedes con ellos pero no es así, nunca es así. Antes que tú ha habido muchos otros que han pasado por lo mismo. Pero tú no lo sabes, quizás lo imagines pero cuando quisieras darte cuenta ya es tarde y eres uno más.
Hay personas que luchan por superarse y también hay personas que simplemente no hacen nada y se dejan domar, amaestrarse cuan perro de compañía que solamente quiere vivir en paz y sin complicaciones. Yo prefiero pensar que estoy dentro del primer grupo, pero eso me mantiene constantemente en alerta. Siento verdadero pánico a fracasar y no darme cuenta a tiempo.
No hablo de nadie en concreto y me refiero a todos al mismo tiempo: la sociedad. Muchas veces me parece que son sólo unos pocos los que toman realmente las riendas del camino que quieren escoger, que no se limitan a lo fácil o lo “correcto” porque no es lo que quieren, o mejor dicho necesitan. Permanecemos inmóviles a la espera de que aparezca la solución ya sin ganas de luchar y buscarla por nosotros mismos.
Agonía y frustración puede ser lo que defina lo que siento cada vez que reflexiono sobre ello. Quiero creer que si no me rindo y persigo lo que me entusiasma en realidad podré ser uno de esos pocos a los que envidio. Puedo parecer pesimista a la hora de pensar en aquello que me atormenta, pero es porque sé lo difícil que sería lograrlo. Significaría dejar a un lado lo que opinen los demás de mis ideas, dejar de pensar que son imposibles o tontas. ¿Por qué debo dejarme guiar por aquellos que ya han abandonado o por los que aún no se han dado cuenta?
Sé que tengo mucho que aprender y que aunque me sumerja en la biblioteca de la sabiduría no es suficiente para llegar donde quiero. Necesito, como todos, que alguien me guíe y me diga que voy por buen camino. Es por eso por lo que espero encontrarme con gente que piensa igual que yo, que aunque no sepa con claridad lo que quiere sienta que hay que luchar por lo que importa, y desde un punto de vista egoísta lo que importa es uno mismo. La gente no va a ofrecerte una ventana llena de posibilidades porque también piensan en ellos mismos, aunque busquen otros objetivos.
Por otro lado, lo que conseguiría supera con creces el esfuerzo requerido, me sentiría útil en lo que hago y que ha merecido la pena no haber dejado de insistir. Seguramente me acordaría de los que estuvieron conmigo, muchas veces para ayudarme y otras para aprovecharse de mí, y valoraría a ambos porque tanto unos como otros me hicieron aprender, ya fuera enseñándome unos o abriéndome los ojos otros. Sería algo marcado a fuego que no olvidaría porque gracias a ellos conseguí avanzar.
Vería con los ojos abiertos lo que he logrado, aquello que pensé que era imposible o tonto porque otros lo pensaban. Comprobaría que ellos, en cambio, siguen en el mismo sitio sin importarle siquiera. Nada les amargaría por encontrarse bajo el mismo manto que el resto, lo que parece normal y lo que yo diría que es lo más fácil.
La satisfacción de sentirse realizado puede considerarse una verdadera meta a alcanzar, y por ello no desisto. Quizás lo que tanto cuesta es lo que haga después que tanto guste, aunque sea por el mero hecho de haberlo hecho, de haberse superado a uno mismo y demostrar que si yo he podido, otros como yo también podrán.
Gracias Emilio.
ResponderEliminarÓscar H.