Los nombres propios de dioses, ángeles y demonios se tratan como eso: nombres propios, y, por tanto, se escriben con mayúscula inicial:
(1) Jehová sacó a su pueblo de Egipto
(2) El Espíritu Santo se dirigió a María
(3) La exclamación ojalá está formada sobre el nombre de Alá
(4) El arcángel Gabriel es el mensajero de Dios
(5) Abadón es el ángel del abismo sin fondo
(6) Lucifer tentó a Cristo
La mayúscula se extiende a las advocaciones, títulos o apelativos que se suelen unir a estos nombres:
(7) Me voy a rezarle un rosario a Jesús del Gran Poder
(8) Tú no apruebas ni aunque se te aparezca María Auxiliadora
(9) Palas Atenea se llamaba así por ser la protectora de Atenas
También se deben escribir con mayúscula las denominaciones antonomásticas que aparecen en lugar del nombre propio (por ejemplo, la Virgen por María, el Altísimo por Dios, etc.), así como los apellidos o advocaciones que las acompañan:
(10) En Cáceres hay mucha devoción por la Virgen de la Montaña
(11) Esta iglesia está dedicada a Nuestra Señora de las Angustias
(12) No te dejes tentar por el Maligno, insensato
Como se puede ver, la mayúscula no se hace extensiva al artículo (10, 12), aunque sí a veces a otros determinantes (11) si se considera que forman parte de la denominación.
Mención aparte merece el nombre dios. Cuando se usa como nombre propio, se escribe con mayúscula:
(13) Ya puedes ir encomendándote a Dios, que de esta no te libra nadie
En cambio, cuando funciona como nombre común, se escribe con minúscula:
(14) Tor es el dios del trueno
(15) Los dioses griegos se parecían sospechosamente a los seres humanos
(16) El dios Apolo se enamoró de la hermosa Dafne
El caso de (16) es análogo al de los nombres comunes ángel, arcángel, demonio, etc. cuando acompañan al nombre propio de uno de estos personajes. Como nombres comunes que son, se escriben en minúsculas:
(17) El arcángel Miguel es el jefe de los ejércitos
(18) Antiguamente se creía que el mago Merlín era hijo del demonio Asmodeo
La Ortografía de la lengua española de 2010 prescribe además que los nombres diablo y demonio, referidos a Satán, se escriban con minúscula:
(19) Una vecina le denunció porque decía que invocaba al demonio
(20) El diablo se complacía especialmente en tentar a los ermitaños
Cabe preguntarse si en esto último no habrán pesado más las consideraciones religiosas que las puramente ortográficas.
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