Tenemos en español pares de adverbios de lugar con a- y sin a- que a veces plantean dudas en el uso. Me refiero a parejas como fuera/afuera, dentro/adentro, delante/adelante, detrás/atrás, etc. Lo primero que tenemos que saber es que cada miembro del par admite lo mismo usos de situación (1, 2) que usos de desplazamiento (3, 4):
(1) No me diga que estoy fuera de la realidad, miss Ramos [...] [Ana María Fuster Lavín: Réquiem]
(2) Me quedé afuera aguardando a Momo [Fernán Caballero: La gaviota]
(3) Mañana me voy fuera de Lima, a descansar por unos ocho días [Carmen María Pinilla (ed.): Arguedas en el Valle del Mantaro]
(4) Espérame aquí, niña. Voy afuera a hacerme muy rico [Isabel Allende: Cuentos de Eva Luna]
Por tanto, hay que desechar la idea, bastante arraigada, de que las formas sin a- solo se utilizan cuando tienen significados estáticos y que las contrapartes con la preposición incorporada denotan exclusivamente movimiento.
La verdadera diferencia está en su capacidad para admitir un complemento o no. Las formas sin a- aceptan siempre un complemento introducido por la preposición de, como se ve en los ejemplos (1) y (3). Este no tiene por qué estar presente obligatoriamente. Puede expresarse (5) o quedar sobreentendido (6); pero, en cualquier caso, virtualmente está ahí:
(5) Me voy fuera de Lima por unos días
(6) Me voy fuera por unos días
Es frecuente, por otra parte, el uso de las formas con a- con dicho complemento, pero se considera vulgar: Me quedé afuera de la competición. Debemos evitar, por tanto, afuera de, adentro de, adelante de y atrás de.
No se utiliza la preposición a ante estos adverbios. Para eso ya están las variantes correspondientes con -a:
(7) Sigamos a delante > Sigamos adelante
Pero, sobre todo, no puede aparecer esta preposición ante las formas que ya la llevan incorporada:
(8) Vamos a adentro > Vamos adentro
Ni que decir tiene que son incorrectas expresiones redundantes como salir (a)fuera y entrar (a)dentro, pues la idea de salir ya implica que tiene que ser hacia fuera (no se puede salir hacia dentro), y en la idea de entrar va implícita la de que lo hacemos hacia dentro (por imposibilidad física y lógica de entrar hacia fuera). En estos casos debemos decir simplemente salir o entrar.
Por último, hay que mencionar la forma erosionada alante, que va desplazando en el habla coloquial (y no tan coloquial) a los adverbios adelante y delante. Como ves, está tachada, así que no creo que haga falta decir más.
Se podría continuar con el tema, pero esto es lo mínimo que es necesario saber para emplear estos pares correctamente. Y no es poco.
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sábado, 20 de noviembre de 2010
Alante
La semana pasada publiqué un artículo sobre el uso de fuera y afuera que dio lugar a una cierta polémica, en parte relacionada con la consideración normativa de alante. Eso me da pie hoy para mirar un poco más de cerca este adverbio de uso popular. Tendremos que considerar aquí no solo los aspectos normativos sino también los descriptivos, es decir, lo que debería ser según la norma académica y lo que de hecho es.
Alante es una variante reducida del adverbio de lugar adelante. De las dos posibilidades solo la última está aceptada en la norma culta del español. Eso no impide que la primera esté viva y bien viva. Carlos Arniches se servía de ella en sus sainetes entre el siglo XIX y el XX dentro de su imitación estereotipada del habla popular:
¿La posá? Pues siga usté esta calle alante, tuerza usté a la derecha, vuelva usté por un callejón… [Carlos Arniches y Celso Lucio: Los secuestradores]
Aunque el ejemplo anterior procede de España, alante está presente en todo el ámbito hispanohablante, por lo que no puede considerarse propiamente elemento distintivo de ninguna variedad regional o nacional. Lo es simplemente del habla popular o, incluso, de la comunicación informal.
Tampoco nace precisamente ayer. Haciendo una búsqueda en el CORDE (Corpus Diacrónico del Español, Real Academia Española) encontramos ya un ejemplo en un documento notarial del siglo XV:
E de oy día en alante que esta carta es fecha nós los dichos Pero Pérez e María Ferrández nos partimos e quitamos del juro, e de la tenencia, e propiedat e señorío d’esta dicha viña que damos al dicho monesterio [Carta de entrega de unas posesiones, acceso: 18-11-2010]
A partir de ahí se encuentran sobrados ejemplos en todas las épocas hasta llegar a nuestros días.
Y aunque no sea forma propia de la lengua culta, la licencia poética sí que le permite asomar la patita de vez en cuando, como, por ejemplo, en el teatro del mismísimo José Zorrilla en el siglo XIX:
Secretos ¡ay! que jamás
se aclaran un solo instante
me vedan mirar alante
me ciegan si miro atrás [José Zorrilla: El zapatero y el rey]
No es que Zorrilla no supiera que tenía que escribir adelante, es que no había otra manera de cuadrar un octosílabo.
Incluso, en algunas situaciones comunicativas, lo correcto puede resultar poco adecuado. Imaginemos que tenemos que decirle a un niño que se ha acabado el paseo porque se vuelve a casa castigado. ¿Qué preferiríamos? ¿Camina para adelante o Tira p’alante? Yo tengo muy claro cómo me regañaba a mí mi padre y cómo tendría que regañar yo a mis hijos.
¿Significa todo esto que alante debería entrar finalmente en el diccionario con todos los parabienes académicos? Depende. Es sabido que el proceso de normativización de cualquier lengua supone la reducción del número de variantes. No es alante el único damnificado en este proceso. Ejemplos análogos los brindan la preposición para y su forma abreviada pa o la reducción del conjunto de variantes del adverbio de modo así/ansí/asín/asina/ansina: todas ellas están presentes en el español clásico y, aún hoy, en variedades regionales; pero nos hemos quedado tan solo con así como estándar.
Quizás todo se reduzca a que hemos de dominar una variedad de registros suficiente como para saber que si estoy dando una conferencia debo decir adelante, pero, en cambio, que si estoy tomando unas cervezas con unos amigos puede ser más adecuado (que no más correcto) emplear alante. Unas zapatillas de andar por casa pueden ser muy cómodas para eso, para andar por casa, pero pueden estar fuera de lugar en el trabajo. Aunque, por otra parte, la sociedad tiende a una mayor informalidad en la ropa, en el trato y en la lengua. Entonces, quizás sería cuestión de que nos pusiéramos de acuerdo para ser informales hasta las últimas consecuencias.
Mientras tanto, la forma normativa es adelante; y alante queda para andar por casa.
Alante es una variante reducida del adverbio de lugar adelante. De las dos posibilidades solo la última está aceptada en la norma culta del español. Eso no impide que la primera esté viva y bien viva. Carlos Arniches se servía de ella en sus sainetes entre el siglo XIX y el XX dentro de su imitación estereotipada del habla popular:
¿La posá? Pues siga usté esta calle alante, tuerza usté a la derecha, vuelva usté por un callejón… [Carlos Arniches y Celso Lucio: Los secuestradores]
Aunque el ejemplo anterior procede de España, alante está presente en todo el ámbito hispanohablante, por lo que no puede considerarse propiamente elemento distintivo de ninguna variedad regional o nacional. Lo es simplemente del habla popular o, incluso, de la comunicación informal.
Tampoco nace precisamente ayer. Haciendo una búsqueda en el CORDE (Corpus Diacrónico del Español, Real Academia Española) encontramos ya un ejemplo en un documento notarial del siglo XV:
E de oy día en alante que esta carta es fecha nós los dichos Pero Pérez e María Ferrández nos partimos e quitamos del juro, e de la tenencia, e propiedat e señorío d’esta dicha viña que damos al dicho monesterio [Carta de entrega de unas posesiones, acceso: 18-11-2010]
A partir de ahí se encuentran sobrados ejemplos en todas las épocas hasta llegar a nuestros días.
Y aunque no sea forma propia de la lengua culta, la licencia poética sí que le permite asomar la patita de vez en cuando, como, por ejemplo, en el teatro del mismísimo José Zorrilla en el siglo XIX:
Secretos ¡ay! que jamás
se aclaran un solo instante
me vedan mirar alante
me ciegan si miro atrás [José Zorrilla: El zapatero y el rey]
No es que Zorrilla no supiera que tenía que escribir adelante, es que no había otra manera de cuadrar un octosílabo.
Incluso, en algunas situaciones comunicativas, lo correcto puede resultar poco adecuado. Imaginemos que tenemos que decirle a un niño que se ha acabado el paseo porque se vuelve a casa castigado. ¿Qué preferiríamos? ¿Camina para adelante o Tira p’alante? Yo tengo muy claro cómo me regañaba a mí mi padre y cómo tendría que regañar yo a mis hijos.
¿Significa todo esto que alante debería entrar finalmente en el diccionario con todos los parabienes académicos? Depende. Es sabido que el proceso de normativización de cualquier lengua supone la reducción del número de variantes. No es alante el único damnificado en este proceso. Ejemplos análogos los brindan la preposición para y su forma abreviada pa o la reducción del conjunto de variantes del adverbio de modo así/ansí/asín/asina/ansina: todas ellas están presentes en el español clásico y, aún hoy, en variedades regionales; pero nos hemos quedado tan solo con así como estándar.
Quizás todo se reduzca a que hemos de dominar una variedad de registros suficiente como para saber que si estoy dando una conferencia debo decir adelante, pero, en cambio, que si estoy tomando unas cervezas con unos amigos puede ser más adecuado (que no más correcto) emplear alante. Unas zapatillas de andar por casa pueden ser muy cómodas para eso, para andar por casa, pero pueden estar fuera de lugar en el trabajo. Aunque, por otra parte, la sociedad tiende a una mayor informalidad en la ropa, en el trato y en la lengua. Entonces, quizás sería cuestión de que nos pusiéramos de acuerdo para ser informales hasta las últimas consecuencias.
Mientras tanto, la forma normativa es adelante; y alante queda para andar por casa.
sábado, 6 de noviembre de 2010
La "i griega" se llamará "ye"
La nueva Ortografía de la Real Academia Española fija la denominación de algunas letras, cambia "quorum" por "cuórum" y elimina las tildes de "solo", "guion" y "o" entre números
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 05/11/2010
Dale a la lengua: plantea tus dudas sobre el uso del español en Eskup
La i griega será ye, la b será be (y no be alta o be larga); la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto; se elimina la tilde en solo y los demostrativos (este, esta...) y en la o entre números (5 o 6) y quorum será cuórum, mientras que Qatar será Catar.
La nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española, que se publicará antes de Navidad, trata de ser, como dice su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, "razonada y exhaustiva pero simple y legible". Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. Por eso el académico insiste en que plantea innovaciones y actualizaciones respecto a la anterior edición, de 1999, pero no es, "en absoluto" revolucionaria. Gutiérrez Ordóñez se resiste incluso a usar la palabra "reforma".
Con todo, al director del Departamento de Español al Día de la RAE no se le escapa que los cambios ortográficos provocan siempre resistencias entre algunos hablantes. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico que ha buscado la Comisión Interacadémica de la asociación que reúne a las Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (la Rioja) aprobó el texto básico de la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el 28 de este mes en la Feria del Libro de Guadalajara (México) durante el pleno de las 22 academias, estas son algunas de las "innovaciones puntuales" aprobadas esta semana y destacadas por el propio Gutiérrez Ordóñez.
La i griega será ye. Algunas letras de nuestro alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y; ceta, ceda, zeta o zeda para z. La nueva Ortografía propone un solo nombre para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo, yegua), de ahí su nuevo nombre, mayoritario además en muchos países de América Latina. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.
Ch y ll ya no son letras del alfabeto. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras del alfabeto, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, pues, las letras del abecedario pasan a ser 27.
Solo café solo, sin tilde. Hay dos usos en la acentuación gráfica tradicionalmente asociados a la tilde diacrítica (la que modifica una letra como también la modifica, por ejemplo, la diéresis: llegue, antigüedad). Esos dos usos son: 1) el que opone los determinantes demostrativos este, esta, estos, estas (Ese libro me gusta) frente a los usos pronominales de las mismas formas (Ese no me gusta). 2) El que marcaba la voz solo en su uso adverbial (Llegaron solo hasta aquí) frente a su valor adjetivo (Vive solo).
"Como estas distinciones no se ajustaban estrictamente a las reglas de la tilde diacrítica (pues en ningún caso se opone una palabra tónica a una átona), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente para las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré solo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, se acuerda que se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad", esto dice la comisión de la nueva Ortografía, que, eso sí, no condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde en caso de ambigüedad. Café para todos. No obstante, la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos.
Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba "monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras". Sin embargo, permitía "la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que en estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y "condena" cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, "escribir guión será una falta de ortografía".
4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva no ha perdido de vista la moderna escritura mecánica: de la ya vetusta máquina de escribir al ordenador. Hasta ahora, la conjunción o se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Era una excepción de las reglas de acentuación del español: "era la única palabra átona que podía llevar tilde". Sin embargo, los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor".
Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. "En nuestro sistema de escritura la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior: "Deberá hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (Qatar y quorum, en cursiva y sin tilde)".
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 05/11/2010
Dale a la lengua: plantea tus dudas sobre el uso del español en Eskup
La i griega será ye, la b será be (y no be alta o be larga); la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto; se elimina la tilde en solo y los demostrativos (este, esta...) y en la o entre números (5 o 6) y quorum será cuórum, mientras que Qatar será Catar.
La nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española, que se publicará antes de Navidad, trata de ser, como dice su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, "razonada y exhaustiva pero simple y legible". Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. Por eso el académico insiste en que plantea innovaciones y actualizaciones respecto a la anterior edición, de 1999, pero no es, "en absoluto" revolucionaria. Gutiérrez Ordóñez se resiste incluso a usar la palabra "reforma".
Con todo, al director del Departamento de Español al Día de la RAE no se le escapa que los cambios ortográficos provocan siempre resistencias entre algunos hablantes. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico que ha buscado la Comisión Interacadémica de la asociación que reúne a las Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (la Rioja) aprobó el texto básico de la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el 28 de este mes en la Feria del Libro de Guadalajara (México) durante el pleno de las 22 academias, estas son algunas de las "innovaciones puntuales" aprobadas esta semana y destacadas por el propio Gutiérrez Ordóñez.
La i griega será ye. Algunas letras de nuestro alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y; ceta, ceda, zeta o zeda para z. La nueva Ortografía propone un solo nombre para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo, yegua), de ahí su nuevo nombre, mayoritario además en muchos países de América Latina. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.
Ch y ll ya no son letras del alfabeto. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras del alfabeto, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, pues, las letras del abecedario pasan a ser 27.
Solo café solo, sin tilde. Hay dos usos en la acentuación gráfica tradicionalmente asociados a la tilde diacrítica (la que modifica una letra como también la modifica, por ejemplo, la diéresis: llegue, antigüedad). Esos dos usos son: 1) el que opone los determinantes demostrativos este, esta, estos, estas (Ese libro me gusta) frente a los usos pronominales de las mismas formas (Ese no me gusta). 2) El que marcaba la voz solo en su uso adverbial (Llegaron solo hasta aquí) frente a su valor adjetivo (Vive solo).
"Como estas distinciones no se ajustaban estrictamente a las reglas de la tilde diacrítica (pues en ningún caso se opone una palabra tónica a una átona), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente para las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré solo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, se acuerda que se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad", esto dice la comisión de la nueva Ortografía, que, eso sí, no condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde en caso de ambigüedad. Café para todos. No obstante, la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos.
Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba "monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras". Sin embargo, permitía "la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que en estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y "condena" cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, "escribir guión será una falta de ortografía".
4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva no ha perdido de vista la moderna escritura mecánica: de la ya vetusta máquina de escribir al ordenador. Hasta ahora, la conjunción o se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Era una excepción de las reglas de acentuación del español: "era la única palabra átona que podía llevar tilde". Sin embargo, los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor".
Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. "En nuestro sistema de escritura la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior: "Deberá hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (Qatar y quorum, en cursiva y sin tilde)".
sábado, 16 de octubre de 2010
La Academia propone
La Academia propone
14 de octubre de 2010
Ya mencionábamos a propósito de los neologismos que no son solamente los hablantes quienes introducen nuevas palabras en la lengua para atender a necesidades expresivas. La Academia también tiene por costumbre lanzar propuestas que unas veces triunfan y otras no (el famoso La Academia propone…). Pues bien, hoy vamos a fijarnos en algunos de estos La Academia propone que pasaron a mejor vida. Repaso para ello los que recogía Manuel Seco en su inestimable Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (10.ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1998). Los años transcurridos nos permiten contemplar estas propuestas con una cierta perspectiva, lo que no es posible con los términos sobre los que mantenemos discusiones parecidas en este preciso momento. Para este artículo me baso en lo que es frecuente en el español de España, aunque me alegraría enterarme de cómo andan las cosas en otros países.
La primera de estas voces es cámping. Como dice Seco: “la Academia propone utilizar en su lugar acampada o campamento” (1998: cámping). La falta de éxito probablemente se debió a que no es lo mismo irse de cámping, de acampada o de campamento, al menos en la variedad de español que a mí me resulta familiar. Un cámping son unas instalaciones en las que cualquiera puede alquilar una parcela para plantar su tienda o caravana, una acampada es la acción de acampar en algún lugar, y un campamento (en el sentido que nos interesa) es una actividad de acampada que se prolonga durante varios días o semanas y está organizada por algún organismo público, empresa o asociación. Más recientemente, en el Diccionario panhispánico de dudas (DPD, 2005), la Academia sugiere castellanizar la grafía en campin (con un plural cámpines). Solo el tiempo dirá si tendrá más éxito en este nuevo empeño que en el anterior.
Otra propuesta de castellanización gráfica fue la de kamikaze: “la Academia propone escribirla en la forma camicace, aunque la grafía usual sigue siendo la originaria, kamikaze” (Seco 1998: camicace). Basta una búsqueda en Google para darse cuenta de que la opción camicace es francamente minoritaria. Hoy ya ni siquiera la propia Academia la defiende. En el DPD aún la da por válida, pero recomienda escribirla con ka y zeta. Por otra parte, cabe preguntarse qué hubiéramos ganado si se hubiera impuesto la castellanización. La grafía internacional no parece que nos plantee especiales quebraderos de cabeza, mientras que la forma adaptada nos hubiera alejado de la escritura corriente para esta palabra en las lenguas de nuestro entorno, con lo que se hubiera entorpecido la comprensión mutua.
A los aficionados al espiritismo se les aconsejó en su día que para ponerse al habla con el otro mundo recurrieran a un medio en lugar de ir al médium, que es lo que habían hecho siempre: “La Academia propone medio [...] como equivalente de médium, ‘persona a la que se considera dotada de facilidad para comunicarse con los espíritus’” (Seco 1998: medio). El propio Seco reconocía que la forma adaptada no se usaba. No parece que se haya reactivado desde entonces, aunque se mantenga en el Diccionario de la Lengua Española (DRAE, 22.ª edición, 2001) como acepción número 12 de medio.
En el vocabulario musical también se intentó cambiar de son sustituyendo playback por previo: “Previo es el término que la Academia propone como traducción del inglés play-back, que, aunque de uso general hoy, sería ventajoso y no difícil reemplazar por su equivalente español” (Seco 1998: previo). Yo no he oído nunca a nadie decir que En la televisión se canta mucho en previo. No obstante, el DPD vuelve a la carga, ahora con pregrabado, e intenta que nos acostumbremos a decir: “En televisión normalmente se canta en pregrabado”.
También se intentó sustituir el software por programas: “La Academia propone que en lugar de esta palabra se diga programa, aunque no ha obtenido mucho éxito, debido a que en informática ya se usa programa en otro sentido” (Seco 1998: software). Finalmente, software entró en el DRAE, aunque en el DPD se sigue insistiendo en que lo cambiemos por otras palabras siempre que haya ocasión.
Y para los aficionados al mundo de la economía y de la empresa tenemos, por último, truste para evitar trust: “El inglés trust (que en España se pronuncia corrientemente /trust/ o /trus/) significa ‘combinación financiera que reúne varias empresas bajo una dirección única, y que ejerce un influjo preponderante en un sector económico’. La Academia propone adaptar la palabra inglesa al español en la forma truste” (Seco 1998: truste). Hoy el DPD menciona este intento, pero para reconocer su fracaso y desaconsejarlo definitivamente.
Naturalmente, no todas las propuestas académicas han tenido tan mala fortuna (y de ello nos tendremos que ocupar otro día); pero, en el fondo, la Academia propone y el hablante dispone.
14 de octubre de 2010
Ya mencionábamos a propósito de los neologismos que no son solamente los hablantes quienes introducen nuevas palabras en la lengua para atender a necesidades expresivas. La Academia también tiene por costumbre lanzar propuestas que unas veces triunfan y otras no (el famoso La Academia propone…). Pues bien, hoy vamos a fijarnos en algunos de estos La Academia propone que pasaron a mejor vida. Repaso para ello los que recogía Manuel Seco en su inestimable Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (10.ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1998). Los años transcurridos nos permiten contemplar estas propuestas con una cierta perspectiva, lo que no es posible con los términos sobre los que mantenemos discusiones parecidas en este preciso momento. Para este artículo me baso en lo que es frecuente en el español de España, aunque me alegraría enterarme de cómo andan las cosas en otros países.
La primera de estas voces es cámping. Como dice Seco: “la Academia propone utilizar en su lugar acampada o campamento” (1998: cámping). La falta de éxito probablemente se debió a que no es lo mismo irse de cámping, de acampada o de campamento, al menos en la variedad de español que a mí me resulta familiar. Un cámping son unas instalaciones en las que cualquiera puede alquilar una parcela para plantar su tienda o caravana, una acampada es la acción de acampar en algún lugar, y un campamento (en el sentido que nos interesa) es una actividad de acampada que se prolonga durante varios días o semanas y está organizada por algún organismo público, empresa o asociación. Más recientemente, en el Diccionario panhispánico de dudas (DPD, 2005), la Academia sugiere castellanizar la grafía en campin (con un plural cámpines). Solo el tiempo dirá si tendrá más éxito en este nuevo empeño que en el anterior.
Otra propuesta de castellanización gráfica fue la de kamikaze: “la Academia propone escribirla en la forma camicace, aunque la grafía usual sigue siendo la originaria, kamikaze” (Seco 1998: camicace). Basta una búsqueda en Google para darse cuenta de que la opción camicace es francamente minoritaria. Hoy ya ni siquiera la propia Academia la defiende. En el DPD aún la da por válida, pero recomienda escribirla con ka y zeta. Por otra parte, cabe preguntarse qué hubiéramos ganado si se hubiera impuesto la castellanización. La grafía internacional no parece que nos plantee especiales quebraderos de cabeza, mientras que la forma adaptada nos hubiera alejado de la escritura corriente para esta palabra en las lenguas de nuestro entorno, con lo que se hubiera entorpecido la comprensión mutua.
A los aficionados al espiritismo se les aconsejó en su día que para ponerse al habla con el otro mundo recurrieran a un medio en lugar de ir al médium, que es lo que habían hecho siempre: “La Academia propone medio [...] como equivalente de médium, ‘persona a la que se considera dotada de facilidad para comunicarse con los espíritus’” (Seco 1998: medio). El propio Seco reconocía que la forma adaptada no se usaba. No parece que se haya reactivado desde entonces, aunque se mantenga en el Diccionario de la Lengua Española (DRAE, 22.ª edición, 2001) como acepción número 12 de medio.
En el vocabulario musical también se intentó cambiar de son sustituyendo playback por previo: “Previo es el término que la Academia propone como traducción del inglés play-back, que, aunque de uso general hoy, sería ventajoso y no difícil reemplazar por su equivalente español” (Seco 1998: previo). Yo no he oído nunca a nadie decir que En la televisión se canta mucho en previo. No obstante, el DPD vuelve a la carga, ahora con pregrabado, e intenta que nos acostumbremos a decir: “En televisión normalmente se canta en pregrabado”.
También se intentó sustituir el software por programas: “La Academia propone que en lugar de esta palabra se diga programa, aunque no ha obtenido mucho éxito, debido a que en informática ya se usa programa en otro sentido” (Seco 1998: software). Finalmente, software entró en el DRAE, aunque en el DPD se sigue insistiendo en que lo cambiemos por otras palabras siempre que haya ocasión.
Y para los aficionados al mundo de la economía y de la empresa tenemos, por último, truste para evitar trust: “El inglés trust (que en España se pronuncia corrientemente /trust/ o /trus/) significa ‘combinación financiera que reúne varias empresas bajo una dirección única, y que ejerce un influjo preponderante en un sector económico’. La Academia propone adaptar la palabra inglesa al español en la forma truste” (Seco 1998: truste). Hoy el DPD menciona este intento, pero para reconocer su fracaso y desaconsejarlo definitivamente.
Naturalmente, no todas las propuestas académicas han tenido tan mala fortuna (y de ello nos tendremos que ocupar otro día); pero, en el fondo, la Academia propone y el hablante dispone.
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NARRACIÓN DESCRIPCIÓN EXPOSICIÓN ARGUMENTACIÓN
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Se escriben con minúscula las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno, como en este ejemplo: A lo largo del pasado ...
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Una elección muy personal de los mejores cuentos infantiles por el mensaje que nos hacen llegar. Cuando eramos niños un cuento antes d...