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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Soluciones: sustantivos comunes en cuanto al género, ambiguos en cuanto al género y epicenos



Estas son las soluciones al ejercicio sobre sustantivos comunes en cuanto al géneroambiguos en cuanto al género y epicenos. Yo daré algunas explicaciones para mayor claridad, pero es bastante con que indiques correctamente el grupo al que pertenece el sustantivo en cuestión. Puntúate de uno a diez.
1. Persona es un sustantivo epiceno. Es siempre de género femenino, pero se puede referir tanto a hombres como a mujeres.
2. Azúcar es ambiguo en cuanto al género (azúcar blanco, azúcar blanca). El que aquí aparezca en diminutivo es indiferente. Azúcar es un caso especial: normalmente aparece con el determinante el incluso cuando es femenino. Esto es así a pesar de que escapa las reglas que rigen el uso dedeterminante masculino ante sustantivo femenino (casos como el de el águila o el hacha).
3. Artista es común en cuanto al género. Decimos el artista y la artista.
4. Iguana es un sustantivo epiceno. En el mundo las iguanas son machos y hembras, pero el sustantivo iguana únicamente dispone de género femenino para nombrar a unas y otras.
5. Avestruz es otro caso de sustantivo epiceno. Se dice siempre el avestruz, en masculino, independientemente del sexo del animalito en cuestión. Algunos hablantes, incorrectamente, le asignan género femenino (probablemente por un cruce con ave).
6. Es nombre común en cuanto al género. Se dice el terrateniente y la terrateniente.
7. Mar es un ejemplo clásico de nombre ambiguo en cuanto al género. Podemos decir el mar o la mar y nos estaremos refiriendo siempre a lo mismo.
8. Común en cuanto al género: el sargento y la sargento. Todas las denominaciones de grados militares se emplean como comunes en cuanto al género: el/la coronel, el/la capitán, etc.
9. Tratamientos como excelencia, alteza, señoría, etc. son epicenos. Su género gramatical es femenino, pero se pueden referir tanto a hombres como a mujeres.
10. El atleta, la atleta: común en cuanto al género.

Sustantivos comunes en cuanto al género, ambiguos en cuanto al género y epicenos: ejercicios (Blog del Lengua española)


A continuación vas a encontrar una serie de sustantivos en negrita. Indica a cuál de los siguientes grupos pertenecen en razón de su relación con la categoría de género gramaticalcomunes en cuanto al géneroambiguos en cuanto al género o epicenos. Para consultar las soluciones solo tienes que seguir el enlace.
1. Desde luego, con personas así da gusto.
2. Échale azuquítar.
3. Mamá, quiero ser artista.
4. Me han regalado una iguana muy cariñosa.
5. Me estoy haciendo una tortilla de huevos de avestruz.
6. Todo el país está en manos de terratenientes.
7. Ya me he bañado en seis de los siete mares.
8. ¡A sus órdenes, mi sargento!
9. Pase por aquí, excelencia.
10. ¡Estás hecho un atleta!

lunes, 15 de octubre de 2012

Singularia tantum

Con la expresión latina singularia tantum se denomina la particularidad morfológica de algunos sustantivos que solamente poseen número gramatical singular o poseen una forma plural que apenas se usa. En español lo son en general los nombres propios y de masa y algunos sustantivos como cariznortesuroesteestetezcaoscenitnadirsaludsedgrimafénix etcétera. (Wikipedia)
Se denomina singularia tántum a los sustantivos que solamente aparecen en singular, como, por ejemplo, trigo, leña, perejil, importancia, gravedad, constitucionalidad, vigor, etc. No debemos dejarnos impresionar por la denominación latina. Esta significa, lisa y llanamente, que se trata de sustantivos solamente singulares (en latín tantum significa ‘solamente’, singulariaes un neutro plural: ‘singulares’).
Muchos de ellos son sustantivos incontables, como los ejemplos mencionados arriba. En otros casos, más que ser incontables propiamente, lo que ocurre es que se refieren a una realidad que es única en el mundo. Esto se puede ver fácilmente con los nombres de los puntos cardinales. Solamente hay un norte, un sur, un este o un oeste y eso explica que normalmente nos refiramos a ellos en singular.
Como suele ocurrir en lingüística, el uso en singular de estos sustantivos no ha de entenderse como algo absoluto. Lo normal será que se presenten en singular, pero ocasionalmente los podremos encontrar también en plural (a algunos con más facilidad que a otros). La pluralización dará lugar a diversos efectos. A veces son de tipo estilístico. No producen el mismo efecto en el lector las oraciones (1) y (2):
(1) El viento agitaba los trigos de Castilla
(2) El viento agitaba el trigo de Castilla
Ese plural introduce un elemento heterogeneizador y multiplicador en lo que normalmente concebiríamos como una masa única y uniforme.
A veces puede tener un efecto enfático:
(3) Déjate de constitucionalidades, que no tengo hoy humor para andar discutiendo
Puede utilizarse también para referirnos a tipos o variedades diferentes de una misma materia o realidad:
(4) Los aceites españoles ya están tan cotizados como los italianos
Un concepto hermano del de singularia tántum es el de pluralia tántum o sustantivos que solo se utilizan en plural. Nos ocuparemos próximamente de ellos.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Nombres contables e incontables (Blog de Lengua española)


Los sustantivos se dividen en dos categorías dependiendo de si se pueden combinar con numerales o no. En el primer caso, se denominan nombres contables y en el segundo, nombres incontables. Así, son perfectamente aceptables oraciones como las siguientes:
(1) Le pusieron un guisante debajo de diez colchones de lana
(2) Pues a mí me pusieron tres sandías y ni me enteré
(3) Me quedan dos euros hasta final de mes
Esto nos indica que los sustantivos guisante, colchón, sandía y euro son contables. En cambio, las siguientes oraciones no son aceptables:
(4) Le pusieron un trigo debajo de diez lanas
(5) Pues a mí me pusieron tres mantequillas
(6) Me quedan dos dineros hasta final de mes
Los sustantivos trigo, lana, mantequilla y dinero son incontables. Cuando quiero cuantificarlos de algún modo, tengo que recurrir a medios léxicos, es decir, tengo que explicar con una o varias palabras a qué porción de esa realidad me estoy refiriendo. Puedo coger un grano de trigo, cortar un vellón de lana, añadirle a un pastel dos cucharadas de mantequilla o gastar grandes sumas de dinero. Estas combinaciones tienden a convertirse en secuencias típicas y estereotipadas (lo que se conoce como colocaciones y expresiones idiomáticas).
Los sustantivos contables se suelen denominar también discontinuos o discretos. Los incontables, por su parte, también son conocidos como sustantivos de materia ocontinuos. Esto se explica porque, típicamente, los primeros designan realidades que se perciben como individualidades con unos límites definidos. En cambio, los segundos se suelen asociar con realidades que se conciben como una masa en la que no se aprecian límites precisos. Por eso puedo afirmar tranquilamente que mi colchón es cuadrado, pero que me gustaría cambiarlo por un colchón redondo. Incluso, aunque eso no exista en el mundo, no me cuesta trabajo imaginarme una sandía cuadrada o un euro rectangular. El tener una forma definida y unos límites concretos es típico de los objetos a los que se refieren los sustantivos contables. En cambio, resulta como mínimo extraño pensar en lana cuadrada, mantequilla redonda, agua rectangular, etc. (a no ser, naturalmente, que estemos pensando en una porción de esa materia y no en la materia misma).
Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por la tentación de confundir cómo está hecha la lengua con cómo está hecho el mundo. Lo anterior es solamente una relación típica. En última instancia, el que un sustantivo sea contable o incontable no depende de cómo sea la realidad que nombra, sino de cómo se categorice lingüísticamente esa realidad. En este sentido, la lengua no es esclava del mundo, sino que le impone sus propias estructuras. Basta con fijarse en los guisantes y el trigo. En el mundo son realidades comparables. Si yo pongo encima de la mesa un montón de guisantes y, al lado, otro de trigo, me encontraré con que ambos están formados por la agregación de unidades de tamaños no demasiado dispares. Las unas serán verdes y las otras amarillas; las unas, redondeadas y las otras, aplanadas; pero por lo demás… Sin embargo, los guisantes son contables y el trigo, incontable.
Es más, la categorización como contable o incontable presenta una gran variabilidad de una lengua a otra. Por ejemplo, mueble es contable en español (prueba, si no, a contar cuántos muebles tienes en el salón). En cambio, su equivalente inglés furniture es incontable y solo admite la cuantificación con ayuda del sustantivo piece (one piece of furniture), de manera semejante a como nosotros hablamos de una pieza de fruta. Al revés, gente es incontable en nuestra lengua, pero un inglés o un irlandés no tienen inconveniente en hablar de two peoplethree people.
La diferenciación entre contables e incontables se complica en la práctica porque sustantivos que, en principio, situaríamos en una de estas categorías pueden reconvertirse para funcionar como si pertenecieran a la otra. Así, los sustantivos incontables se convierten fácilmente en contables para denominar objetos formados de la materia que designan. Es lo que ocurre frecuentemente con pan, que admite su uso contable en oraciones como la siguiente:
(7) Acércate a la tahona y tráete dos panes
Otras veces permiten referirse a ciertas cantidades de la sustancia en cuestión, cantidades que, aunque no estén medidas ni tasadas en ningún sitio, forman parte de las expectativas compartidas por los hablantes dentro de una determinada cultura. Por ejemplo, si voy a la cafetería de la facultad y pido un café, no es de esperar que me sirvan un barreño de café con leche y tampoco sería una excusa válida en ese caso el decir: “Es que usted no me especificó”. Sin embargo, estas expectativas se pueden ver defraudadas rápidamente en cuanto salimos de nuestro ámbito cotidiano. El hablante de español que pida un café con leche en Alemania se puede encontrar con que le sirvan un tazón de café más bien flojito, más apto para sumergir en él magdalenas que para espabilarse.
Al revés, también se puede pasar los sustantivos incontables por una trituradora imaginaria que los convierta en sustantivos de materia. Eso es lo que ha ocurrido en expresiones como las siguientes, donde una serie de sustantivos incontables aparecen asociados a modificadores indefinidos que son típicos de los sustantivos de materia (8, 9) o sin determinación alguna (10) en un contexto en que un sustantivo contable la necesitaría:
(8) Me gusta esa tarta, pero no con demasiado piñón
(9) Un Jaguar es mucho coche para ti
(10) Échale manzana y verás qué rico sale
La diferencia de significado entre Échale manzana y Échale una manzana está en que en el primer caso estamos concibiendo esa fruta como una sustancia (de manera semejante a como podríamos decir Échale whisky). En el segundo, en cambio, se presenta como como una unidad, un todo redondo y acabado.
Estos cambios de categoría acaban por convertir la noción misma de sustantivo contable e incontable en una noción resbaladiza. Por ello se ha propuesto toda una serie de pruebas que nos ayuden a identificarlos, aunque ninguna es definitiva. Por ejemplo, una característica que se utiliza a veces para diferenciar unos y otros es su relación con la noción de ‘mitad’. Cuando los sustantivos son incontables, podemos combinarlos con la idea de ‘mitad’ sin que pierdan su identidad. La mitad del agua sigue siendo agua, la mitad de la gente sigue siendo gente, la mitad del dinero sigue siendo dinero, etc. En cambio, esto mismo no es cierto de los sustantivos contables. La mitad de una mesa ya no es una mesa, la mitad de una cabra deja de ser una cabra, etc. Esta prueba, no obstante, no nos ayuda demasiado con sustantivos que se refieren a realidades abstractas. Resulta complicado pensar en cosas como la mitad de una duda (sustantivo contable) o la mitad de la abnegación (incontable).
En definitiva, la noción de nombre contable e incontable, como tantas veces sucede en lingüística, es intuitivamente clara, pero difícil de acotar con precisión en cuanto descendemos al detalle.

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