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martes, 26 de noviembre de 2013

Menos sexismo en el nuevo Diccionario por TEREIXA CONSTENLA (El País)

La Real Academia Española suprime acepciones contestadas por su machismo en 2014

Algunas definiciones son inexactas pese a haber sido incorporadas en el siglo XX


FERNANDO VICENTE
Borges se burló del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) con su característica inclemencia: “Cada nueva edición hace añorar a la anterior”. No parece que vaya a ocurrir con la versión vigésimo tercera, que saldrá a finales de 2014. Al menos desde el punto de vista del sexismo. Algunas de las acepciones más denostadas por su sesgo machista desaparecerán. Ya no será más huérfano quien pierda al padre que a la madre. Lo femenino no equivaldrá a débil y endeble, ni lo masculino a varonil y enérgico. Tampoco babosear tendrá entre sus variadas definiciones la de “obsequiar a una mujer con exceso” (aunque esta se enmendó durante una de las cinco actualizaciones realizadas desde 2001, cuando se publicó la 22ª edición del DRAE).
En las casi 93.000 entradas que recogerá la nueva obra (5.000 más que la actual) se incorporarán enmiendas en los nombres de profesiones o actividades que desempeñan mujeres. Entre otras, tendrán lema doble: alfarero, -ra, camillera, -ra, cerrajera, -ra, enterrador, -ra, herrero, -ra, picapedrero, -ra, costalero, -ra o soldador, -ra. Otras pasan a ser un nombre común en género, esto es, un término con masculino y femenino según el contexto, que sirve para unas y otros sin necesidad de alterar la terminación (el/la concertino, el/la submarinista o el/la guardabosque).

Gozos y sombras del DRAE

Algunas de las siguientes acepciones delDiccionario de la Real Academia Española serán modificadas en la edición, que se publicará a finales de 2014.
Huérfano. Dicho de una persona de menor edad: a quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre.
Gozar. Conocer carnalmente a una mujer.
Cocinilla. Hombre que se entromete en cosas, especialmente domésticas, que no son de su incumbencia.
Periquear. Dicho de una mujer: disfrutar de excesiva libertad.
Cancillera. Cuneta o canal de desagüe en las lindes de las tierras labrantías.
Edén. Paraíso terrenal, morada del primer hombre antes de su desobediencia.
Hombre. Ser animado racional, varón o mujer. / Individuo que tiene las cualidades consideradas varoniles por excelencia, como el valor y la firmeza.
Mujer. Persona del sexo femenino. / Que tiene las cualidades consideradas
femeninas por excelencia.
Femenino. Débil, endeble.
Masculino. Varonil, enérgico.
Padre. Varón o macho que ha engendrado. / Cabeza de una descendencia, familia o pueblo. / Padre de familia: jefe de una familia aunque no tenga hijos.
Madre. Hembra que ha parido. / Madre de familia: mujer casada o viuda, cabeza de su casa.
“La edición de 2014 tendrá miles de novedades, algunas tan minúsculas que los lectores no las van a captar”, precisa su director, el académico y catedrático de Lengua española, Pedro Álvarez de Miranda. “Se trata de que el Diccionario sea mejor, no menos machista, sino de que lo que diga sea verdad. Parece que solo actuamos a instancias de parte y no es así… no se cambia por protestas sino porque no es verdad. Lo que no se puede pretender es cambiar la realidad a través del Diccionario. Si la sociedad es machista, el Diccionario la reflejará. Cuando cambia la sociedad, cambia el Diccionario”, añade.
Eulàlia Lledó, una catedrática de Lengua y Literatura de secundariaque lleva años investigando los sesgos sexistas en el lenguaje, solo comparte con el académico un aspecto: el retrato de la realidad. En su opinión, la casa es refractaria a incorporar usos igualitarios que están en la calle. “El DRAE está a años luz de la sociedad. Arrastra una inercia que parece que les gusta. Una de las misiones del Diccionario es reflejar la realidad. Si lees las definiciones de madre, padre o huérfano verás que no la reflejan. El androcentrismo y el sexismo son tópicos que contravienen la realidad”.
Convengamos que les cuesta. Retrocedamos hasta 1992, un año en el que ocurrieron tantas cosas en la sociedad española que no había tiempo para palabras. Para sumarse a la fiesta la RAE publicó la vigésimo primera edición del Diccionario, la segunda que se corregía en democracia y solo ocho años después de la anterior, sin enmendar ninguna de las definiciones que la realidad estaba sobrepasando a toda prisa, como periquear (“disfrutar de excesiva libertad la mujer”) o gozar (“conocer carnalmente a una mujer”), que había figurado en la versión de 1780 (“gozar de una muger: tener congreso carnal con ella, consintiendo ella o padeciendo violencia”) y luego desaparecido. Y aunque en su haber figuraron entradas como jueza, concejala o machismo, siguió resistiéndose a incluir médica. Un término con una extraña evolución: se registra en el canon lexicográfico de 1925 (“mujer que se halla legalmente autorizada para profesar y ejercer la medicina”) y se destierra de ediciones posteriores hasta 2001.

Álvarez de Miranda: "Se trata de que el DRAE sea mejor, no menos machista"
En algunos aspectos, el DRAE retrocedió en el XX. En el siglo que se consagran los derechos de la mujer como un pilar básico de las sociedades modernas —claro que en España se obstaculizó la igualdad (y no solo) durante cuatro décadas—, el Diccionario incorpora acepciones que proclaman el sometimiento de las mujeres como la citada babosear o las ningunean como ocurre con huérfano. Hasta la versión de 1925, la definición es impecable y mantiene con mínimos matices la introducida en el siglo XVIII por los primeros redactores: “La persona que ya no tiene padre, o madre, o le falta uno y otro”. Es en el siglo XX cuando se añade la coletilla que convierte a alguien en más huérfano si pierde al padre que a la madre.

Eulàlia Lledó: "El androcentrismo es un tópico que no refleja la realidad"
A la RAE, que ahora desterrará estas definiciones de su principal obra, le ha costado dar el paso, a pesar de que ya en la década de los ochenta encargó a tres expertas (entre ellas Eulàlia Lledó) un informe para detectar sesgos sexistas con vistas a mejorar la edición de 2001. “Del trabajo que hicimos, apenas recogieron cosas. Creo que cuando vieron la envergadura, decidieron cambiar poco. Pagaron por un trabajo que tiraron”, recuerda la filóloga. En el estudio no se limitaban a revisar definiciones, también analizaban ejemplos, donde detectaron una clara hegemonía de los masculinos y una sobreabundancia de casos peyorativos en los femeninos. “Les cuesta menos introducir cambios que tienen que ver con las profesiones que con aspectos relativos a lo físico, lo moral o lo sexual”, concluye Lledó. De las difíciles relaciones entre la Academia y las feministas da fe el debate generado el año pasado tras un informe del académico Ignacio Bosque sobre las guías de lenguaje no sexista en el que afirmaba: “Nadie niega que la lengua refleje, especialmente en su léxico, distinciones de naturaleza social, pero es muy discutible que la evolución de su estructura morfológica y sintáctica dependa de la decisión consciente de los hablantes o que se pueda controlar con normas de política lingüística”.

Médica figuró en femenino en la versión de 1925 y se suprimió después
El sexismo del lenguaje comenzó a combatirse a nivel internacional en la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en México en 1975. No es exclusivo de las lenguas latinas. El inglés arrastra sus prejuicios. En un artículo de hace unos años, Deborah Cameron, profesora de Lengua y Comunicación en la Universidad de Oxford, citaba fireman (bombero), gestada a partir de la palabra man (hombre), y sustituida por el integrador firefighter tras presiones de movimientos femenistas. Dicho lo cual avisaba de que la lengua corre libre: “Las instituciones pueden legislar sobre el lenguaje, pero las reformas solo funcionan si la mayoría de los hablantes las aceptan. La gente nunca consulta a las autoridades antes de abrir la boca”. A estas alturas nadie comparte lo que un día espetó Leopoldo Alas: “Somos los amos de la lengua”. Las palabras nacen, mueren o se transforman por voluntad de todos en general y de nadie en particular (salvo excepciones: mileurista tiene una madre reconocida que acuñó el término en una carta a este diario que corrió como la pólvora). En esto coinciden los hacedores de diccionarios y quienes los someten a auditorías externas. “Las lenguas dependen de la gente y las cosas van a su cauce”, concede Eulàlia Lledó.
“El Diccionario tiene que reflejar la realidad y toma nota de lo que pasa del uso al desuso. Pero el Diccionario no puede acelerar el proceso”,defiende Álvarez de Miranda. Por ejemplo, sexo débil “podría estar cerca de la necesidad de tener una marca de vigencia porque probablemente hoy se usa poco, pero en la próxima versión saldrá sin marca”. En 2014 se conservarán las acepciones de sexo débil como “conjunto de las mujeres” y sexo fuerte o feo como “conjunto de los hombres”. Otra herencia sexista del siglo XX.

martes, 30 de abril de 2013

Caperucita, doctora en Manhattan por Tereixa Constenla


Carmen Martín Gaite se ha convertido en un clásico de la literatura española en Estados Unidos


La escritora Carmen Martín Gaite. / ANA TORRALBA

¡Miranfú! Carmen Martín Gaite dijo la palabra mágica de su Caperucita en Manhattan, se abrió la alcantarilla y una corriente gustosa de aire tibio la ascendió hasta la corona de la estatua de la Libertad. Allí sigue, reinando como si no hubiera muerto. En Estados Unidos, donde aman a los reyes con vehemencia republicana, la han entronizado como el gran clásico de la literatura española contemporánea. El único autor de España presente en 56 universidades al norte del Río Grande.
Ni Benet, encumbrado entre la élite como el más singular de su generación y amadrinado por la escritora —como evidencia la correspondencia entre ambos editada recientemente por el profesor José Teruel—, ni Sánchez Ferlosio, su exmarido, han permanecido indemnes al paso del tiempo. “Ella es imprescindible. El cuarto de atráses una novela canónica. Nadie puede doctorarse en Estados Unidos sin haberla leído, sin embargo ya casi nadie enseña a Benet ni El Jarama”, explica la catedrática de la Universidad de Delaware Joan L. Brown.
Y Brown no le dice por admiración —escribió en los setenta la primera tesis sobre Carmiña de su país— ni nostalgia —lo anterior, desde 1974, las convirtió en grandes amigas—. Esta catedrática ha dedicado dos estudios (1998 y 2008) a fijar el canon académico de la literatura española a partir de la investigación del programa de 56 universidades. Después de un complicado proceso de recopilación de datos, descubrió con placer el lugar que ocupaba su amiga escritora. Ni entre visillos, ni envuelta en nubosidad variable, Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) presidía el frontispicio, a la cabeza de los programas de estudio.
Tal vez sea la secuencia lógica al fenómeno que se había fraguado en vida de aquella autora que en sus últimos años tenía aspecto de reina de las nieves. “EE UU le dio antes que España tres cosas muy importantes: la fama, el dinero y un cuarto propio para escribir”, sostiene Joan L. Brown. No solo el mundo académico se rindió a sus pies, también lo hizo la crítica, incluida la del The New York Times, que celebró sin remilgos El cuarto de atrás. “Los norteamericanos aficionados a lo ibérico han desarrollado una pasión excepcional por Carmen Martín Gaite y, quiéralo o no ella, también se ha convertido en una de las figuras más importantes en el terreno de los estudios feministas actuales”, escribió John W. Kronik, de la Universidad de Cornell, dos años antes de la muerte de la autora de Lo raro es vivir. Los trabajos no cesan. Roberta Johnson, de la Universidad de Kansas, se ha sumado recientemente con un estudio sobre los paralelismos entre dos obras que María Zambrano y Carmen Martín Gaite escribieron enfermas.


Carmen Martín Gaite.
En 1980 la novelista había reflexionado: “Los críticos y estudiantes norteamericanos repartidos por las más distantes universidades le vienen dedicando a mi obra, a pesar de no estar aún traducida al inglés, una atención mucho más seria y rigurosa de la que ha merecido nunca entre mis compatriotas”. También ella experimentó la recurrente historia del profeta contra su tierra. Sin embargo, no cayó en el resquemor. Pasaba estancias en los campus americanos sin desarraigarse. “No tuvo el menor interés en convertirse en americana, tenía un gran sentido patriótico”, subraya Joan L. Brown.

Brown: "EE UU le dio antes que España fama, dinero y un cuarto propio"
Lo tuvo pese a que, durante años, pagó el peaje de tener aspiraciones en una sociedad nada tolerante hacia las mujeres que rompían lo convencional. “Había mucho machismo y mucho clasismo. Carmiña era feminista, no estaba bien considerada. Para mí fue un gran estímulo, yo estaba muy atrasada. El verano que compartimos fue muy importante porque me abrió cauces”, recuerda Ton Carandell, viuda de José Agustín Goytisolo, en referencia a unas vacaciones en Cataluña con la escritora y Sánchez Ferlosio.
Con el tiempo, Martín Gaite se convertiría en una de las más populares de la generación de los 50, como evidenciaban las colas que desfilaban ante ella en la Feria del Libro, y reconocidas (Nacional de Literatura y Príncipe de Asturias, entre otros). Y, a diferencia del olvido editorial que ha engullido a escritores fallecidos como Ignacio Aldecoa, ella sigue viva. “Acabó dando el salto de novelista buena a novelista popular, que la gente lee en el metro”, afirmó el catedrático de la Universidad de Zaragoza José-Carlos Mainer, en la conferencia que inauguró el congreso internacional Un lugar llamado Carmen Martín Gaite, organizado por la Universidad Autónoma. “No la considero una escritora olvidada, se me escapan las tesis que hay sobre ella. Lo que sí observo son ciertos prejuicios, como si fuera una autora para mujeres, y son erróneos, machistas y revelan el profundo desconocimiento de su obra”, observa el profesor de la Universidad Autónoma y codirector del congreso, José Teruel.
Tanto él como la italiana Maria Vittoria Calvi, editora de Cuadernos de todo, consideran que está pendiente el reconocimiento de su labor ensayística, que incluye más de una decena de títulos, algunos tan exitosos como Usos amorosos de la postguerra española (y su precedente sobre el XVIII) y otros tan documentados como El proceso de Macanaz. Historia de un empapelamiento. La publicación póstuma deCuadernos de todo ha abierto un nuevo mundo a sus investigadores para indagar en la personalidad de Martín Gaite, alguien que se veía cabalgando perpetuamente entre el caos y el equilibrio. Se lo recordaba a sí misma con dos grandes fotografías de James Dean y Greta Garbo en su dormitorio. Queda la incógnita de si viajaban con ella a Estados Unidos, el país que antes la quiso. Un amor sorpresa. Algo diferente. ¡Miranfú!

El Boalo, corazón literario de los 50

Desde su casa de la sierra, Carmen Martín Gaite podía ver que las nieves daban un último suspiro sobre la cima de La Maliciosa, uno de los picos de la sierra que bordea El Boalo (Madrid), la localidad de 7.100 habitantes que su padre, un notario culto y feminista, eligió para jubilarse. Con el mismo granito de la finca que compró, se construyó una casa amplia, sólida y luminosa rodeada de fresnos. Las dos hermanas Martín Gaite, Ana María y Carmen, también se retiraron por temporadas a El Boalo, donde se ha ido concentrando el legado familiar. Tras el fallecimiento de la escritora en 2000, Ana María ofreció su archivo a la Universidad de Salamanca, donde Carmen estudió Filosofía y Letras. Pero no suscitó interés (“No lo quiso, no tenía sitio, ellos ya tienen a Unamuno”, ironiza Ana María), así que los documentos descansan hoy en el Archivo de Valladolid.
Antes de morir, Carmiña —su única hija, Marta, falleció joven— le encargó a su hermana que preservase la memoria. Ana María, de 88 años, tiene una voluntad tan granítica como su casa. Ha concentrado en El Boalo la biblioteca y los objetos que la autora de Irse de casa tenía en otros domicilios. Ahora confía en que alguna institución —la Universidad Autónoma ha mostrado interés— asuma su proyecto para transformar la residencia en un centro de estudios sobre la generación de los cincuenta, en la que se agrupó a autores dispares cuya infancia coincidió con la posguerra (Ferlosio, Laforet, Aldecoa, Benet, García Hortelano, Caballero Bonald, Goytisolo, Matute...). Nada mejor en un lugar consagrado a la esencia de una autora que exploró narrativa, novela y ensayo y que un día se preguntó: “¿Qué haré para escribir, para estrellar todo lo que me bulle? ¿Contra qué muro? ¿Dónde dejar la marca?”.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Pioneras de la aventura literaria por Tereixa Constela (El País)



La Biblioteca Nacional evoca a las escritoras que rompieron barreras en su época

Sor Juana Inés de la Cruz.
Teresa de Ávila también tenía fe en la franqueza. En el arranque del libro Camino de perfección, que escribió para sus monjas, las carmelitas a las que había descalzado y embridado por la senda de la austeridad (a Angela Merkel le gustaría: una mujer del sur con espíritu del norte), confiesa su profundo cansancio: “Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración”.
La religiosa tenía la cabeza colonizada por un ruido tormentoso desde hacía tres meses y sentía “flaqueza”. Aquella confesión dirigida a sus monjas puede leerla cualquiera que acuda a la exposición El despertar de la escritura femenina en lengua castellana, que la Biblioteca Nacional (BNE) dedica a las aventureras de la pluma en siglos poco propicios para las incursiones literarias si no nacías hombre y que estará abierta hasta el 21 de abril.
Las cosas han cambiado. Aunque no demasiado rápido. La propia institución que acoge a las autoras fue un prolongado coto vedado a las mujeres. “La Biblioteca tiene una tradición muy machista. Felipe V solo dejaba entrar a varones y hasta 1837 no se abrió a las visitas femeninas y limitada a los sábados”, contó ayer a modo de contricción histórica la directora de la BNE, Glòria Pérez-Salmerón. Para remachar la exclusión femenina aportó un último dato: hasta 1990 (casi tres siglos después de su fundación) no hubo una directora, Alicia Girón, y no por falta de candidatas (hay tantas bibliotecarias que le dicen “la cuerpa” de archivos y bibliotecas).
Algún remordimiento se disipará con la muestra. Unos 40 libros, pertenecientes a la propia institución y seleccionados por la comisaria, la poetisa Clara Janés, demuestran que las adversidades no son infranqueables. Ir a la contra siempre fue posible. Cristobalina Fernández de Alarcón despertaba a menudo las iras de Quevedo y Góngora, cuyas soberbias estaban a la altura de sus talentos, porque se imponía en todos los certámenes poéticos a los que concurría. A Lope le encantaba. A Lope le gustaban las mujeres. En sentido concreto, y en sentido general. En un discurso en Madrid mostró su alegría “de ver que una mujer pudiese tanto / que haya dado en la iglesia militante / descalza una carrera de gigante”, en referencia a Teresa de Jesús. En sus obras, recuerda Janés, homenajea a numerosas autoras coetáneas.
Su propia hija tiene un protagonismo destacado en la exposición: Sor Marcela de San Félix tomó los hábitos en el convento de las trinitarias, a un paso de la casa familiar. “Se cuenta que Lope iba a visitarla cada día”, explica la comisaria. La monja fue de las pocas autoras que eligió el teatro como vehículo de expresión (tenía a su favor la genética y el ambiente) y representaba sus obras (de tema religioso) intramuros.
Obra de Santa Teresa de Jesús.
La poesía fue el género predilecto de la mayoría, pero tocaron a casi todas las puertas. El ensayo, la novela y la ciencia. De María de Zayas y Sotomayor se sabe poco aunque escribió mucho. Sus Novelas amorosas y ejemplares, que fueron editadas y traducidas en 14 ocasiones entre los siglos XVII y XVIII, se conocen como “el Decameron español”. En una ocasión afirmó: “Las almas ni son hombres ni mujeres”. Se insinuó que era varón, pero Clara Janés rechaza esa hipótesis: “Se escondía muy bien, probablemente porque era una mujer noble y se sentía en peligro si se conocía su identidad”.
Obra de María de Zayas.
Fue una feminista cuando aún no había feminismo sino osadas que iban contra la norma. La más insigne fue Sor Juana Inés de la Cruz, mexicana que nació en el XVII y pensaba como en el XX. Seguramente superdotada: aprendió a leer y escribir con tres años siguiendo a escondidas las lecciones de su hermana mayor y se zampó todos los libros de la biblioteca de su abuelo.
Fantaseó con ir a la universidad disfrazada de hombre hasta que su familia puso tierra entre ella y su sueño y la introdujo en la corte de la virreina, la marquesa de Mancera. Tenía talento, inteligencia, belleza y alergia al matrimonio. Le recomendaron el único camino alternativo: entrar en un convento. Las Jerónimas le dieron libertad: conservó sus instrumentos científicos, sus libros, sus ropas y sus criadas. Reivindicó para las mujeres el derecho a la educación. Avivó tanto el debate intelectual que tras la escritura de la Carta Atenagórica fue perseguida y castigada por los responsables eclesiásticos, que la sometieron a juicio y le obligaron a renunciar a todo lo que había sido (“soy la peor de todas”, diría). La Inquisición hizo de las suyas con todas ellas, empezando por Teresa de Jesús y siguiendo por sus discípulas, Ana de Jesús y Ana de San Bartolomé, que se refugiaron en Bélgica.
Incluso para alguien como Clara Janés, que lleva años explorando en la historia de las escritoras, la BNE escondía sorpresas como la sevillana Sor María de la Antigua, que dejó más de 1.300 cuadernos escritos. Es la única religiosa que aparece dibujada junto a la disciplina —el instrumento de cáñamo usado para azotarse— en la colección de ilustraciones que se incluye en la exposición.
Entre las seglares, Janés destaca la historia de Olivia Sabuco, la descubridora del líquido raquídeo a la que su propio padre trató de robar el logro (finalmente lo lograron unos británicos).
¿Solo escribían las religiosas?, le preguntaron a Clara Janés durante la presentación. No, dijo, pero los conventos fueron los únicos refugios que encontraron aquellas mentes inquietas nacidas en un ambiente opresor y los lugares que a la postre preservarían el material de sus escritoras.

viernes, 30 de noviembre de 2012

El Cervantes premia a Caballero Bonald


Vídeo de Caballero Bonald hablando del premio Cervantes. / SAMUEL SÁNCHEZ
El Premio Miguel de Cervantes se ha rendido a la obra del narrador, poeta y ensayista José Manuel Caballero Bonald. A sus 86 años, el escritor de Jerez de La Frontera (1926) ha sido distinguido hoy con el galardón más importante de las letras en español. El premio, de alguna manera, palía una de sus grandes decepciones: no haber entrado en la Real Academia Española (RAE). El anuncio fue hecho por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, acompañado por la escritora Ana María Matute (ganadora en 2010), el académico Darío Villanueva y el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle.
Precisamente fue el secretario de la RAE, Darío Villanueva, que actuó como presidente del jurado, quien ha glosado la figura del poeta: “Su primera dedicación fue poética y la ha mantenido viva hasta hoy mismo. No ha guardado la pluma y sigue presente en nuestro repertorio de hoy. Fue evolucionando hacia una novela que nunca renunció a la poesía de la palabra, es un fabulador de historias y un maestro en el uso del idioma”. Villanueva destacó también su tradición memorialística y su proyección iberoamericana.
Concedido por el Ministerio de Cultura, a propuesta de las 22 Academias de la Lengua de habla hispana, el premio está dotado con 125.000 euros. El galardón reconoce la obra creadora de uno de los autores clave de la literatura hispanohablante desde los años cincuenta, que ha vivido en España y América Latina. Pertenece a una estirpe de escritores activos, inquietos y sin miedo a la exploración de las palabras por su significado y sonido en busca de borrar las fronteras de los géneros literarios.
Este reconocimiento le llega a Caballero Bonald cuando se cumplen 60 años de su primer poemario, Las adivinaciones, y 50 de su debut novelístico, Dos días de septiembre. El escritor jerezano es uno de los sobrevivientes de la llamada “generación del cincuenta”, de la que formaban parte autores como Juan García Hortelano, Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente y Claudio Rodríguez.
Es uno de los pocos premios importantes que le faltaban a Caballero Bonald que ha obtenido el Nacional de las Letras (2005), el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2004), además de tres veces el de la Crítica, por los poemarios Las horas muertas (1959) y Descrédito del héroe(1977) y por la novela Ágata ojo de gato (1974).
Precisamente este año el escritor ha publicado el que dice será su último libro: Entreguerras (Seix Barral). Una especie de autobiografía construida en un solo poema de 3.000 versos. “Ahí está todo lo que he escrito y todo lo que he vivido, ahí está como el compendio de mi literatura y mi vida y eso le da un valor estético especial”, contó el autor en una entrevista a este diario. El próximo año publicará Oficio de lector, un volumen que reúne sus ensayos sobre la literatura: reseñas, prólogos y conferencias inéditas que revelan las predilecciones literarias de su autor: desde Cervantes o Juan de la Cruz a Juan Ramón Jiménez o Gabriel Miró, desde Góngora o Quevedo a Mallarmé o Kafka, desde Juan Carlos Onetti o Álvaro Cunqueiro a César Vallejo o José Ángel Valente.
Tal vez más conocido por el gran público como poeta, Caballero Bonald ha dicho que la poesía es “una mezcla de música y matemáticas”. Se refiere a la búsqueda incesante del poeta no solo por plasmar una idea sino por hallar aquellas palabras que mejor combinen o sirvan para transmitir lo que el autor quiere desde del significado y la sonoridad. Según el crítico y escritor José-Carlos Mainer, se trata de un autor que “sabe que la literatura es fundamentalmente asunto de manipulación de palabras. En unos casos, se provoca una explosión deslumbradora y en otros, una explosión retardada y con ecos: fulminante y explosivo son los mismos”.
José Manuel Caballero Bonald se une a la lista de 35 premiados como Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Dámaso Alonso, María Zambrano, Octavio Paz o Nicanor Parra que lo obtuvo el año pasado.

Pepe Caballero

BENJAMÍN PRADO
Todos los escritores que es José Manuel Caballero Bonald, y también él mismo, merecen el premio Miguel de Cervantes. Sus dos volúmenes de memorias, Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir(2001), aparte de un ejemplo sublime de la elegante y afilada escritura de su autor, son también, junto con los libros biográficos de su amigo y compañero Carlos Barral, una obra imprescindible tanto para entrar en la cocina de la Generación del 50 como para saber de qué forma se malvivía en la España llena de lápices rojos y policías grises de la postguerra. Entre sus novelas, hay dos que para mí condensan los dos extremos de su estilo, la indagación lingüística y la capacidad de contar, que son Campo de Agramante en o En la casa del padre. Sus libros de poemas también podrían dividirse en dos, los más irracionalistas y los más comunicativos; ambos son sobresalientes, aunque yo prefiero los segundos y entre ellos la trilogía que forman Diario de Argónida (1997), Manual de infractores (2005) yLa noche no tiene paredes (2009). Es asombroso, por otra parte, que un hombre de su edad pueda mantener intactos tanto su capacidad de protesta, patente en esos tres tomos, como sus ganas de descubrir y ahondar nuevos caminos en su obra, como hace el ese tour de forcé que es su último trabajo, Entreguerras (2012). Por eso decía al principio también merece este galardón, y todos los que le den, desde el punto de vista personal, por su integridad, su lucidez y su valentía.
Finalmente, señalaría que este Cervantes es una medalla en la solapa de Caballero Bonald y una lámpara en la de la Real Academia Española, que le cerró dos veces sus puertas a este maestro indiscutible de nuestro idioma. Y me gustaría que con el impulso que un reconocimiento de esta naturaleza supone, la Fundación dedicada a él en Jerez de la Frontera, logre salvarse de la quema infernal que asola a la ciudad andaluza. Las llamas la están cercando, pero tal vez este premio Miguel de Cervantes sea agua caída del cielo, si es que alguien tan poco dado a las iglesias como Pepe Caballero me permite la metáfora.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Testamento definitivo de un poeta inacabado


Las ediciones enriquecidas de Espacio y Tiempo, de Juan Ramón Jiménez, arrojan nueva luz sobre su obra de exilio

 Madrid / El País


  • Retrato de perfil de Juan Ramón Jiménez
    Cada Cada día de los que pasó en el exilio, Juan Ramón Jiménez pudo al menos tocar piedrecitas de Moguer. A todas horas, donde quiera que fuera, le acompañaban en un bolsillo. Otro de tantos aleteos de su nostalgia, que le paralizó durante los dos primeros años de forzoso destierro. El poeta dejó de hacer poesía. Solo cuando el paisaje cambió y le hizo sentirse en casa volvió al verso. Ocurrió en La Florida (Estados Unidos), donde se instaló junto a Zenobia Camprubí en “una casita andaluza” y donde todo le recordaba a su tierra. “En La Florida empecé a escribir otra vez en verso. Una madrugada me encontré escribiendo unos romances y unas canciones que era un retorno a mi primera juventud, una inocencia última, un final lójico (sic) de mi última escritura sucesiva en España”, escribió en una carta en 1943.
    Esos versos que pertenecen a la obra del exilio apuntaban en muchas direcciones. Una de ellas fueron los Romances de Coral Gables. Otra, un poema que arranca con un desafío —“Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo”— que comenzó en verso libre mayor titulado Espacio. Muchos especialistas lo consideran el testamento poético del Nobel andaluz. No así Joaquín Llansó, que reserva esa simbólica corona para Dios deseado y deseante. “A través de los manuscritos se puede demostrar que Espacio está escrito antes de 1945. A partir de los cincuenta comenzó a prosificar su obra entera. Cambió y corrigió cosas, pero todo estaba escrito antes de ese año”, sostiene.
    La editorial Linteo acaba de publicar una edición especial de Espacio yTiempo, donde Joaquín Llansó y Rocío Bejarano desmenuzan el contexto en el que surgieron ambas obras, la historia de su escritura y la controversia suscitada por las dos copias de Espacio. “Había divergencias sobre la fijación del texto, nosotros hemos establecido cuál es el texto definitivo”, comenta Llansó, que también destaca el carácter abierto de la edición. “Mostramos todos sus manuscritos para que los especialistas puedan tener sus propias conclusiones”. El volumen, de cuidadísima edición, incluye acuarelas y reproducciones facsimilares, que permiten seguir las correcciones manuales del autor de Diario de un poeta recién casado.


    Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubí, en el exilio en Puerto Rico / EFE
    Juan Ramón nunca daba por acabados sus textos: “No pretendo, ni quiero, ni debo ni puedo acabar nunca mi obra. Mi verdadera obra es ‘obra en marcha’, ‘imajinación en movimiento’, ‘sucesión poética’. Poetizar es abrir siempre y no cerrar nunca”. En 1943, en una carta escrita en Washington a Luis Cernuda, le anunciaba que había escrito 115 páginas de un poema nuevo que no tenía asunto. “Creo que en la escritura poética, como en la pintura o en la música, el asunto es la retórica, ‘lo que queda’, la poesía. Mi ilusión ha sido ser más cada vez el poeta de ‘lo que queda’, hasta llegar un día a no escribir”, reflexionaba en la carta. Todavía pasarían unos años hasta que aquel poema sin asunto se culminó y se publicó en la revista Poesía española en 1954. Era la versión íntegra, no la definitiva, de Espacio.
    Con Tiempo, escrita en prosa poética desde el principio y solo publicada en dos ocasiones, ocurrió algo distinto. “Por razones que desconocemos, abandonó su escritura apenas iniciada y ya no volvió nunca más a trabajar sobre ella”, escriben Llansó y Bejarano. “Su inacabamiento es absoluto, como si en algún momento Juan Ramón se hubiera olvidado de él y lo hubiera abandonado definitivamente”.
    Con las creaciones del exilio, adonde llegó tras volcarse en la atención de niños huérfanos en el Madrid en guerra, Juan Ramón Jiménez alcanzó la cima, en opinión de los estudiosos. Espacio fue una de las obras que contribuyó a su afianzamiento. “Poesía humanísima, que se traiciona en su ternura, que nos transparenta el espectro de un alma española que sufre, recuerda, espera y canta”, escribe Gerardo Diego, cuyos elogios entusiasmaron tanto al autor que le dedicó el poema. “Juan Ramón es un poeta muy especial, su poesía es esencial, algo que vemos solo en pocos poetas como Rilke o Baudelaire”, afirma Llansó.


    Manuscrito de la obra 'Espacio' del poeta andaluz
    Manuel Ramos, editor de Linteo, que ha publicado numerosas obras juanramonianas, le considera un genio: “Era un creador compulsivo, que tenía siempre varios proyectos en marcha e iba por delante del editor”. Tras su muerte en San Juan de Puerto Rico en 1958, dejó miles de textos inéditos. Unos años antes había dejado de escribir, asediado de nuevo por sus fantasmas y sin la tutela de su esposa, Zenobia, fallecida a los tres días de que se le comunicase el Nobel de Literatura en 1956. Pero ya no necesitaba más. Había dejado montañas de textos, muchos inéditos, que le habían izado hasta el olimpo de la literatura: “Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo”.

    domingo, 24 de junio de 2012

    El Instituto Cervantes celebra el Día del Español


    El 7,5% de la población mundial hablará español en 2030. Hoy se celebra el día del idioma en los 77 centros que tiene el Instituto en 44 países de todo el planeta

    TEREIXA CONSTENLA. 23/06/2012 17:19

    Por tercer año consecutivo, el Instituto Cervantes ha disparado una traca festiva para festejar el español por todo el mundo. El idioma va como un tiro: ya supera los 500 millones de hablantes y se prevé que sea la lengua del 7,5% de la población mundial en 2030. Aunque en ocasiones prenda la mecha de la polémica a su alrededor: algunas de las nuevas definiciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua no han sentado bien, véase sushi entre los gastrónomos o manga entre los aficionados al cómic.
    Entre las actividades virtuales figuran los vídeos donde personalidades de todos los ámbitos confiesan cuál es su palabra favorita y por qué. El abanico es amplio: panhispánico (Víctor García de la Concha, actual director del Cervantes), equilibrio (Andreu Buenafuente), sí (Ángel Corella), resplandor (Ana María Matute) o tú (Antonio Gamoneda). La palabra escogida por la artista plástica Eva Lootz, “ojalá”, lidera el número de visitas. Es fácil adivinar por qué.
    Los 77 centros del Instituto han celebrado actividades de todo tipo, en una fiesta que se prolonga durante 24 horas y que comenzó en Sidney. Entre los participantes figuran los escritores Jorge Edwards y Fernando Iwasaki y los poetas Edgardo Dobry y Francesco Luti.
    En Madrid se organizaron actividades en la sede de la calle Alcalá, con cuentacuentos de las escritoras Cristina Herreros, Luisa Borreguero, Norma Sturniolo y Margarita del Mazo, y un recital del músico Nacho Mastretta. Además, se organizaron visitas guiadas a la Caja de las Letras, la antigua caja de seguridad que contiene legados de grandes protagonistas de la cultura en español.

    domingo, 1 de abril de 2012

    Pablo Iglesias y la huelga



    Por:
    Tereixa Constela (El País)


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    Carta de Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, escrita el 8 de junio de 1913, cuando era diputado en las Cortes por Madrid. La misiva puede verse en la exposición que la Biblioteca Nacional dedica a la historia de la correspondencia en los últimos cinco siglos. Pablo Iglesias les aconseja cómo proceder para evitar que los empresarios tomen represalias contra trabajadores que se afilian o secundan huelgas.

    domingo, 22 de enero de 2012

    Carmen Martín Gaite hurga en la Inquisición


    «[Este libro] es bastante más que una biografía. Es en realidad toda una historia política de los reinados de Felipe V y Fernando VI y en particular de los quince primeros años del de aquel… Cuando los lectores aseguraron, tanto de Macanaz como de los Usos amorosos, que se leían “como una novela”, la autora recibió ese comentario como el mejor elogio que podían hacerle.» 

    Del prólogo de Pedro Álvarez de Miranda



    Por:
    Tereixa Constenla
    20/01/2012 - El País (Papeles perdidos)

    En el hilo creativo de Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) hay una década de sospechoso silencio. Entre las novelas Ritmo lento y Retahílas discurren 11 años, de 1963 a 1974, sin que la escritora suelte palabra. Literaria. En ese tiempo, luego se sabría, cayó en el agujero negro de los archivos históricos, capaces de absorber la atención hasta anular vidas y voluntades de cualquiera que sienta curiosidad por un trocito del pasado. Martín Gaite se fascinó por Melchor de Macanaz, un ministro de Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, que acabaría siendo perseguido, desterrado y encarcelado por la Inquisición. Macanaz, piadoso hasta el meapilismo en sus años de estudiante de Derecho en Salamanca, defendió como asesor real la primacía del gobierno del monarca, lo que en la práctica significaba un recorte del inmenso poder del que disponía el Santo Oficio a comienzos del siglo XVIII.

    Macanaz era un perfecto desconocido cuando Martín Gaite se encontró con él en la obra Historia del reinado de Carlos III, de Antonio Ferrer del Río. Solo Menéndez Pelayo le había incluido en su Historia de los heterodoxos. Y ya. Cuando el hispanista Henry Kamen publicó en 1969 su obra sobre la Guerra de Sucesión, recuerda el académico y filólogo Pedro Álvarez de Miranda, se sorprendió ante el hecho de que nadie hubiera escrito la biografía de Macanaz. “Lo que Kamen no sabía entonces es que en ese mismo año una animosa escritora –que no historiadora profesional- había puesto el punto final precisamente a una biografía del personaje, a la que había dedicado seis años de trabajo”, escribe Álvarez de Miranda en el prólogo de El proceso de Macanaz, el ensayo escrito por Martín Gaite que ha reeditado Siruela en su biblioteca de la escritora. Ella le sacó del olvido, antes de que el olvido volviera a por él. “Nadie se había atrevido con él”, destaca el prologuista, “nadie ha vuelto a hacerlo después, tampoco”.

    Carmen Martín Gaite se atrevió por fascinación: “Mi curiosidad por completar tan confusa y arrinconada historia fue creciendo tan ardientemente que el deseo de ahondar en el inexplicable proceso que llevó a Macanaz a la fama, al destierro, a la cárcel y a la muerte, llegó a sustituir en mí a todo otro proyecto intelectual”. Al principio, según contó ella misma en una introducción a la obra, no perseguía escribir la biografía del político reformista, al que define como un ser ajeno a la realidad y de “imposible clasificación”, si no aclarar las causas que le llevaron a caer en desgracia y al exilio.

    Lo cierto es que la novelista logra dos cosas a veces antagónicas: el reconocimiento de los historiadores y el interés de los lectores. El proceso de Macanaz, subtitulado Historia de un empapelamiento, sumerge a los destinatarios en el mismo agujero abisal que atrapó a la autora de Caperucita en Manhattan. Después de rastrear en varios archivos (Histórico, Simancas y el Affaires étrangères de París), Martín Gaite reconstruyó la biografía del político, escritor, pensador y fiscal general del Consejo de Castilla al tiempo que naturalmente construía un ensayo sobre los reinados de los primeros borbones, Felipe V y Fernando VI. De su investigación salió en paralelo además una de sus obras más deliciosas: Usos amorosos del dieciocho español.

    Melchor de Macanaz (Hellín, 1670-1760) nació y creció en la España del antiguo régimen. Hijo de una saga con aspiraciones hidalgas sin fundamento y sospechosas raíces judías, Macanaz soñaba con elevarse en la pirámide social y sufrió con las humillaciones que su condición de “manteísta” le deparó en Salamanca, una ciudad atrapada por inercias discriminatorias. Para saltar sus estigmas desplegó una piedad bochornosa que contrasta con el papel de látigo eclesiástico que asumiría más tarde: fue uno de los urdidores de la organización de rosarios y procesiones nocturnas en la Salamanca de finales del XVII. “Lo único que anhelaba era hacer méritos dentro de aquel mismo ambiente cerrado, destacarse de alguna manera, ser alguien allí”, escribe su biógrafa.

    Tras estudiar leyes, en 1694 se instaló en Madrid, donde poco después ocurriría algo impensable: una junta especial emitía una consulta, a petición de Carlos II -quien apenas unos años antes había sido el primero en colocar leña sobre una hoguera durante un auto de fe en el que ardieron 118 condenados por la Inquisición-, sobre los excesos del Santo Oficio en el ámbito seglar. Aunque advierte Martín Gaite que la petición “no pasó de ser letra muerta”.

    La carrera de Macanaz en la corte despega con la guerra de Sucesión por el trono español. Y aunque Felipe V, candidato francés, había empapado la contienda de “cruzada religiosa”, pronto surgieron conflictos entre el monarca y la Iglesia. Hasta llegar a la ruptura de relaciones entre Madrid y Roma en 1709. Ese mismo año comienza con una excomunión la ofensiva de la Iglesia contra Macanaz, para entonces encargado judicial de confiscaciones en Xátiva. Fue una munición retardada. Sobreseído el pleito, la Inquisición lo retoma en 1716 para aplastar con todo su podería la vida y el destino del antiguo ministro.

    Hasta llegar a esa fecha, vive sus años de apogeo. Como fiscal general de la Monarquía impulsa reformas que incomodan por doquier, incluido el Consejo de Castilla. Pisaba arenas movedizas que le engulleron definitivamente cuando escribió en 1714 el Pedimento o memorial de los 55 párrafos, en el que intentaba “cerrarle la puerta a Roma para que dejara de sacar dinero de las arcas españolas a base de invocar argumentos de costumbre o religión”. El párrafo que más escandalizó a la Inquisición decía así:

    “El número de religiones y conventos que cada una tiene en España es tan excesivo que casi igualan sus individuos a los legos y han acabado con las haciendas, introduciendo tales modos de sacar dinero, frutos y todo género de bienes que casi el todo de la monarquía viene por uno u otro medio a parar a ellos; y al mismo tiempo se ven niños y niñas huérfanos morir sin tener donde recogerse ni quien los alimente, los hospitales en tan suma miseria que no pueden curar los enfermos, las parroquias tan pobres y desiertas que casi están yermas, la república llena de vicios, escándalos y pecados por falta de fondos para recoger mujeres pobres perdidas, personas miserables y pobres, los eclesiásticos relajados por falta de seminarios”.

    En 1715 la Inquisición, envalentonada ante el rey tras la nueva política de acercamiento entre Roma y Madrid, inicia el proceso contra el antaño todopoderoso ministro, exiliado en Francia. Como primera medida investigan su “poco clara” ascendencia en Hellín y pronto le sigue el embargo de sus bienes, una rapiña que se prolonga durante años, y que coloca en una situación de miseria al antiguo fiscal que, según Álvarez del Miranda, “planteó unas reformas de una osadía espectacular, que llegaron a rozar medidas –como la supresión misma del Santo Oficio o la política de desamortización- no afrontadas hasta el XIX”. Su destierro duró 33 años hasta que, octogenario ya, recibió autorización para regresar a España, donde fue detenido de inmediato y encarcelado en A Coruña durante diez años. Hasta que Carlos III se apiadó y decidió liberarle para que pudiese volver a Hellín a morir.

    jueves, 17 de noviembre de 2011

    Los secretos de la Mamá Grande

    La agente literaria Carmen Balcells
    La agente literaria Carmen Balcells, en su casa de Barcelona en 2009.- CARMEN SECANELLA


    Las 2.000 cajas con los papeles de Carmen Balcells, por las que Cultura pagó tres millones de euros, resumen la historia de la literatura en español del siglo XX



    EL PAÍS  -  Cultura - 17-11-2011

    Ella les hizo gigantes literarios y ellos la convirtieron en superagente. Carmen Balcells (Santa Fe de Segarra, Lleida, 1930) posee puesto fijo en la historia de la literatura mundial. Tiene en cartera más premios Nobel que dedos en la mano (Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Camilo José Cela, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias y Vicente Aleixandre). El boom latinoamericano estalló en su agencia. Fichó a escritores españoles (Miguel Delibes, Ana María Matute, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán...) cuando aún no habían adquirido la condición de clásicos del siglo XX. Son vagas pinceladas que dan idea de la trascendencia de la documentación almacenada en la agencia de Carmen Balcells desde 1960, comprada por el Ministerio de Cultura en 2010 por tres millones de euros y que ahora ve la luz.
    El archivo, compuesto por cerca de 2.000 cajas (alineados: 2,5 kilómetros de documentos), está depositado desde entonces en el Archivo General de la Administración (AGA) de Alcalá de Henares, aunque su futura ubicación está en el aire. El actual Gobierno pretendía poner en pie un centro nacional dedicado a la creación, edición e industria editorial a partir de este fondo. La Generalitat catalana, por su parte, pugna por el regreso a Barcelona de las cajas que almacenan la historia de la agencia y sus más de 200 escritores.

    EL PAÍS ha sido el primer medio que ha accedido al contenido de la correspondencia, los originales literarios y sus sucesivas correcciones, las liquidaciones de derechos de autor o los borradores de obras de escritores que deseaban ser representados por su agencia. El fondo, que incluye la biblioteca de Miguel Ángel Asturias y el archivo de Paul Bowles, aún no se ha abierto a la investigación porque está pendiente de ser reclasificado y ordenado según los parámetros archivísticos.

    Sumergirse en páginas amarillentas y cajas hinchadas sirve para constatar lo previsto: Balcells ha sido todopoderosa en el mundillo editorial, un pulpo con tentáculos en cada país. La única española que podría tutear a Andrew Wylie, El Chacal, considerado el número uno del gremio. Mucho antes que Wylie, ella ya mereció la etiqueta de "superagente literaria" por el añorado editor Carlos Barral. Se labró el respeto de los autores desde que, en 1954, comenzó a trabajar en la agencia del escritor rumano exiliado Vintila Horia.

    Ella les colocó en el centro del negocio y combatió abusos de las editoriales: desterró los contratos vitalicios e impuso cláusulas de cesión por tiempo ilimitado. Ya en mayo de 1961, Miguel Delibes elogiaba así su papel: "Conozco la gran eficacia de su agencia y confío en que este contacto pueda ser beneficioso para ambos. Por de pronto, mis asuntos en Italia, por lo que se refiere a algunos libros, están bastante embrollados debido a la poca seriedad de algunos editores".

    Los escritores confiaron en ella y ella continuó creciendo. "Mamá Grande", la llamó Gabriel García Márquez, coronándola como el personaje literario de uno de sus cuentos. La liberadora de autores, según Manuel Vázquez Montalbán: "Hasta ella, los escritores firmaban contratos vitalicios con las editoriales, percibían liquidaciones agonizantes y a veces, como premio, recibían algunos regalos en especie, por ejemplo, un jersey o un queso Stilton".

    Es cierto. Está en los escritos. Balcells era atronadora con las editoriales. A Bruguera, el 26 de octubre de 1982: "Recibido tu télex acerca de la reedición de El otoño del patriarca,de García Márquez, en Club Bruguera: no estamos en absoluto de acuerdo y no aceptamos esta propuesta. Tanto García Márquez como Cela deberán percibir sus derechos íntegramente, como está previsto en los contratos. Y no la mitad. ¿O es que los fabricantes de papel os regalan la mitad para promociones?". A la editorial Losada, de Buenos Aires, el 16 de julio de 1979: "Lamentamos tener que comunicarles que si la próxima semana no tenemos constancia de su giro por todas las sumas pendientes consideraremos rescindidos los contratos Rafael Alberti. Stop. Ustedes comprenderán que hemos insistido y esperado todo lo que era posible tratándose de este autor. Stop".

    Ella misma se definía así en una carta al chileno José Donoso el 29 de marzo de 1972: "La reacción de [Carl] Brandt me parece pálida con respecto a la que hubiera tenido yo. Mi relación con [Manuel] Puig, [Ernesto] Sábato y otros ha terminado como la de Brandt contigo y contrariamente a lo que parece por el tono festivo que mantengo con mis representados, a la hora del business soy implacable". Donoso, que le envía largas cartas plagadas de cuitas familiares y económicas, la llama en una "ángel tutelar, gallina clueca y musa de la literatura contemporánea".

    Cuando fichó a Graham Greene para vender El factor humano en España desplegó la artillería en cuanto apreció reticencias en las editoras argentinas que hasta entonces, 1978, tenían los derechos de difusión en español: "Me permito reiterarles a ustedes, porque al parecer no ha quedado suficientemente claro en nuestra comunicación anterior, que siguiendo los expresos deseos del señor Graham Greene se ha procedido ya a la división del mercado para esta obra".

    Toda la furia que podía caer sobre una editorial incumplidora se transformaba en comprensión con un escritor atascado. Balcells fue una de las principales animadoras de la ruptura de Mario Vargas Llosa con los trabajos alimenticios y su traslado a Barcelona. A Ana María Matute la arrancó de una depresión y le facilitó el soporte afectivo para acabar su aclamada novela Olvidado rey Gudú. A muchos les adelantó dinero para que se olvidasen de lo prosaico y se centrasen en lo lírico. A Cela le gestionó actividades muy bien remuneradas en su última etapa, cuando la literatura parecía relegada ante la caja registradora.



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