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miércoles, 18 de julio de 2012

"Parodias literarias" por Gabriella Campbell (Lecturalia)


Gabriella Campbell 
El Jobit
Si tuviéramos que hacer recuento de todos esos géneros que podrían considerarseparásitos, es decir, todos aquellos que se aprovechan del éxito de determinados temas para vender unos cuantos ejemplares, la lista sería larga sin duda. Desde manuales esotéricos que se mueven en el farragoso terreno entre lo científico y lo inventado; libros de dietas o de autoayuda que vomitan datos recopilados de otros mil libros de dietas o autoayuda; libros rápidos inspirados por el superventas más reciente; o extensas autobiografías de personas que jamás han escrito más de tres palabras seguidas; todo nos indica que el mundo del libro no es siempre un cúmulo de literatura enriquecedora. Dentro de esta tendencia a apuntarse a la última moda, produciendo un número determinado de palabras para enviar a imprenta antes de que el público cambie de foco, aparecen de manera continua las obras paródicas, aquellas que aprovechan el éxito de un libro para crear otro muy similar de carácter humorístico.
Algunas de estas obras paródicas no ofrecen mucho más una vez superadas las primeras risas por el ingenioso título, ya que se limitan a copiar de modo casi íntegro el texto de la obra original, modificando nombres de personajes y lugares y poco más. Pero sí ha habido obras que han mantenido calidad suficiente como para gozar, por sí mismas, de gran aceptación entre el público lector. Uno de los ejemplos más conocidos es el del libro de 1969 Bored of The Rings (que en España publicó Devir con el nombre Sopor de los anillos, ya en el 2002, aprovechando el tirón de las películas de Peter Jackson). Parece ser que Devir se especializa en este tipo de parodias, ya que también es responsable de la publicación en español de McAtrixStar Warped: La juerga de las galaxias El Jobit, escritas por el anglosajón Adam Roberts bajo el pseudónimo deA. R. R. R. Roberts No son, ni mucho menos, las únicas parodias realizadas de estos libros y películas, como tampoco hay una única parodia de la conocidísima saga de Harry Potter, (aunque destaca la serie de Barry Trotter). Por supuesto también han aparecido títulos en formato cómic, como Harry Pórrez, creado por nombres del tebeo tan conocidos como Enriquecarlos o Vergara.
Y el más reciente en apuntarse al carro de la parodia ha sido el escritor estadounidenseAndrew Shaffer, quien se ha basado en el nuevo fenómeno literario Fifty Shades of Grey, una trilogía erótica de tintes sadomasoquistas que se originó como fanfiction de Crepúsculo y que está arrasando en Amazon. Shaffer ha escrito 50 Shames of Earl Grey(Cincuenta vergüenzas de Earl Grey, suponemos que con Earl Grey se refiere al popular té de origen británico), mostrándose crítico de la naturaleza comercial y endeble de la obra original. Sin embargo, la parodia es, en cierta manera, un homenaje, y podría decirse que la parodia legitima, hace más real, a la obra original. Puede que Shaffer, en el fondo, le esté haciendo un favor a E. L. James al reírse de su obra. Y de paso, se hace con unos cuantos dólares a su costa.
Está claro que sólo hemos mencionado algunos ejemplos de un género muy extenso. ¿Con qué parodias os habéis divertido más?
 Autores relacionados:
A. R. R. R. Roberts
 Libros relacionados:
El jobit
Star Warped. La juerga de las galaxias

domingo, 15 de julio de 2012

Tiempo para leer (Lecturalia)


Gabriella Campbell el 10 de julio de 2012 en Lecturalia
Tiempo - Libro
Hay personas a las que no les gusta leer. Esto es así y tenemos que aceptarlo, por mucho que nos cueste comprenderlo a los que no podemos vivir sin devorar libros, ya sean de ficción, de ensayo o de poesía. Puede deberse a que en el colegio les obligaron a leerse El Quijote con doce años y todavía tienen pesadillas con tomos gigantes por las noches, puede ser que no hayan encontrado un libro que les resulte realmente apasionante, puede ser que se criaran en una casa en la que no había ni una sola obra literaria, o en un entorno en el que leer estaba mal visto. Aunque nuestro primer instinto puede ser el intento de evangelización que suele acompañar al lector feroz (el tradicional “eso es que no has leído tal libro de tal autor”), debemos controlar nuestro afán de proselitismo y aceptar que no todos comparten nuestra pasión exacerbada.
Un caso aparte es el de los que se excusan con el consabido “yo es que no tengo tiempo para leer”. Los que se valen de esta respuesta son, con frecuencia, personas que en su juventud fueron ávidos lectores, pero que con la exigencia de un trabajo, una casa que mantener, una vida familiar y miles de eventos más que se empeñan en despejar de libros nuestra mesita de noche, ya no disponen de tranquilidad para sentarse y disfrutar de una buena obra. En este par de artículos me gustaría señalar algunos trucos, sugerencias e ideas que podrían ayudar a este tipo de exlectores (a no ser, claro, que se trate simplemente de una mera excusa de aquellos que nunca han leído pero prefieren no admitirlo). Recordad que leer tiene muchísimos beneficios (como podéis ver aquí, o aquí), así que merece la pena hacer un pequeño esfuerzo extra.
Hay dos formas fundamentales de encontrar tiempo para la lectura (y esto, claro, es aplicable para cualquier otra actividad). Por un lado, puedes asignarle un periodo de tiempo fijo a esto de leer, como puede ser una media hora justo antes de dormir. Pero si realmente crees que no tienes posibilidad ni de hacer eso, puedes intentar robarle tiempo a otras actividades.
-Primero, piensa en todas esas pequeñas cosas que haces que realmente no te aportan nada. Cronometra el tiempo que pasas en las redes sociales, por ejemplo, te sorprenderá ver cómo poco a poco se va acumulando y probablemente descubras que les dedicas mucho más de lo que querrías admitir. Lo mismo puede decirse del email, del móvil, o de la televisión. ¿Seguro que no podrías dedicarle unos diez minutos de ese tiempo a la lectura?
-Ten el libro a mano. Descubrirás que hay montones de pequeños momentos cotidianos en los que puedes leer mientras realizas tareas que apenas requieren de tu atención (hervir agua, esperar a que se llene una bañera, ¡hasta cepillarte los dientes!). Y no hablemos ya de leer mientras caminas. No lo recomendaría por motivos de seguridad, pero seguramente recordaréis este artículo en el que lo describíamos. Para todo esto vienen bien los libros pequeños y fáciles de manejar, o algún lector electrónico resistente a manchas y a golpes ocasionales.
En la segunda parte del artículo continuaremos con nuestras sugerencias para encontrar tiempo para leer.

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