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lunes, 13 de agosto de 2012

Maya, 100 años y un oscuro pasado por Antonio Fraguas


El personaje creado en 1912 por el filonazi Waldemar Bonsels cumple un siglo. Volverá a la tele en 2013 con una versión en 3D

ANTONIO FRAGUAS. El País

Ya es casualidad que el año del Fin del Mundo Maya la abeja Maya tenga que cumplir un siglo. La centenaria himenóptera, que no pertenece a ninguna civilización precolombina, llegará a esa provecta edad el mes que viene. Sus primeras aventuras vieron la luz en forma de novela –Die abenteuer der biene Maja, (Las aventuras de la abeja Maya)– en septiembre de 1912. El autor fue Waldemar Bonsels (1880–1952), pero la abeja que él concibió tenía poco de la perroflauta que triunfó en la serie de animación de los años setenta y que el año que viene protagonizará 78 nuevos capítulos en 3D, un proyecto de la productora Studio100 que se ha retrasado un año y en el que se han invertido 10 millones de euros.
La Maya original no vivía en país tan multicolor. Según relataba hace meses el Frankfurter Rundschau, el cuento sedujo a los soldados alemanes en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Bajo la artillería pesada de la guerra de posiciones, los militares recurrían a la abeja por su mezcla de gusto por la aventura, misticismo hacia la naturaleza y su “patético” sentido del heroísmo. Pero en las páginas del cuento hay quien ha visto claves aún más sombrías: la colmena como ideal de sociedad totalitaria, un desprecio racista por las avispas...
“La pregunta que nos guía es si este autor debe ser redescubierto o si su trabajo ha quedado olvidado con razón”,declaró a Die Welt el investigador Sven Hanuschek, de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich. Hanuschek ha indagado en documentos que apuntan al antisemitismo de Bonsels (que murió en 1952) y a una tendencia filonazi.
En los años 20 se publicó la primera versión del cuento con dibujos y en 1925 el propio Bonsels rodó un documental con animales reales. Walt Disney se interesó por el personaje, pero recibió el no por respuesta.
Los inquietantes orígenes de Maya quedaron sin embargo borrados por la versión televisiva del cuento. Una dicharachera coprodución elaborada por antiguas potencias del Eje (Japón, Alemania y Austria) que se estrenó en Europa en 1976 (en España en 1978). Los valores de la serie son quizá los opuestos a los del libro de Bonsels: pacifismo, libertad, tolerancia…
En TV se introdujeron personajes muy famosos que no existían en el relato original y que fueron agregándose en ediciones posteriores de la novela, en las que el tono militarista fue rebajado. ¿Quién no recuerda el diálogo entre el zángano Willy y Maya cuándo esta le anima a que se dé un baño?: “Es que el agua está muy mojada”, se excusa el haragán. Tampoco estaba en el texto original Flip, el grillo violinista con chistera (el mismo sobrero que llevaba Pepito Grillo, por cierto). La siniestra araña Tecla, en cambio, acompaña a Maya desde el principio.
El aspecto de la abeja ha cambiado bastante con el tiempo, en los setenta fue diseñada por un artista japonés, mientras que Willy fue obra de Marty Murphy, animador de la Disney. La melodía de la serie es obra del compositor checo Karel Svoboda. Pese a sus 100 años, Maya luce más estilizada que nunca y ha conseguido mantener su estatus de icono infantil europeo con más solvencia que sus rivales Marco y Heidi. Existe una aplicación para iPad y iPhone protagonizada por la abeja y pronto podremos verla volar en tres dimensiones, sobre esas flores que tanto ama. Quizá algún soldado se eche la mano al bolsillo entre combate y combate para ver en el teléfono móvil las nuevas aventuras de la abeja.

domingo, 15 de julio de 2012

"Y así delató Góngora al inquisidor..." por Antonio Fraguas


En un manuscrito inédito el poeta acusa a un miembro del Santo Oficio

Era su antiguo amigo Jiménez de Reynoso, quien vivía amancebado con una mujer

Es el primer texto del literaro cordobés hallado desde el siglo XIX

 Madrid 29 MAY 2012 - El País

  • Cuadro de Velázquez: 'Retrato de Luis de Góngora' (1622)

    Un refinadísimo esteta del Siglo de Oro hablando de las “inmundicias y suciedades ordinarias” que manchaban unas camisas tendidas al sol tras noches de desfogue sexual. Luis de Góngora (Córdoba, 1561-1627), el padre del sofisticado culteranismo, narrando cómo el inquisidor Alonso Jiménez de Reynoso, para beneficiarse cómodamente a doña María de Lara, mandó abrir un boquete en una muralla “de nueve pies de ancho”. Este es parte del contenido de las cinco páginas manuscritas por el célebre literato, halladas por la hispanista Amelia de Paz, y que han sido presentadas hoy en la Biblioteca Nacional como la gran joya de una exposición dedicada al autor de Soledades.
    Desde el siglo XIX no se hallaba un manuscrito gongorino de semejante peso. El poeta Dámaso Alonso encontró dos renglones con los que el poeta apostilló de su mano una carta dictada. Pero el hallazgo anunciado en la inauguración de la muestra Góngora. La estrella inextinguible. Magnitud estética y universo contemporáneo, organizada por Acción Cultural Española, supondrá un cambio en la forma en que vemos a este clásico.
    “La visión que tenemos en España de Góngora es la de un clérigo serio, severo… la del cuadro de Velázquez”, señala por teléfono la hispanista y advierte que, aunque todavía es pronto para establecer conclusiones, este manuscrito mostraría un Góngora más desenfadado y burlón.
    De Paz estudiaba el contexto social de Góngora cuando, revisando la sección de la Inquisición de Córdoba en el Archivo Histórico Nacional, dio con las cinco páginas manuscritas a doble cara. “Ha sido un hallazgo totalmente involuntario”. El texto es una acusación de Góngora contra un inquisidor, su antiguo amigo Alonso Jiménez de Reynoso. El porqué de dicho ataque permanece en el misterio: “Góngora y Reynoso habían sido amigos y por alguna rencilla, creo sobre el padre de Góngora, se enfadaron”, explica De Paz, quien prepara un libro sobre el disoluto inquisidor.


    Primera página del manuscrito de Góngora / ACCIÓN CULTURAL ESPAÑOLA
    El Santo Oficio tenía su propio sistema de control interno y enviaba a los diferentes tribunales inspectores (los inquisidores visitadores) que evaluaban la conducta del resto de inquisidores, algo así como el departamento de asuntos internos del que se habla en las series policiacas. Góngora aprovechó la visita de uno de esos inspectores para poner de hoja de perejil a su examigo Alonso, quien estaba amancebado con María de Lara, a quien había conocido en Granada y a quien llevó de ciudad en ciudad allá donde fue destinado. El inquisidor no solo mantenía una conducta tenida por inadecuada para un clérigo, sino que además –según Góngora– hizo obras en su nidito de amor “a costa del Rey”, o sea, malversó dinero.
    Ese tipo de testimonios ante la Inquisición solían realizarse de manera oral, por eso el hecho de que exista este texto le añade valor. Góngora fue llamado a testificar por la mañana y alegó no acordarse de nada: “debo recorrer la memoria”. Luego, por la tarde, envió las cinco hojas manuscritas. “Llevó al inquisidor a su terreno, el de la lengua escrita”, señala la hispanista.
    La acusación de Góngora (un personaje influyente en Córdoba, hijo de una conocida familia y racionero de la catedral, o sea, que se llevaba una parte de las rentas del templo) surtió efecto. “Consiguió quitarse de en medio a Reynoso porque puso en marcha su red de influencias. Reynoso fue sancionado. Lo suspendieron y lo trasladaron a otro tribunal, algo que en realidad fue un ascenso porque lo mandaron a Valladolid, que era una plaza más importante que Córdoba”, cuenta De Paz.
    La hispanista quita importancia a la tórrida relación sexual entre el inquisidor y doña María de Lara, una relación “muy pública y escandalosa”, según Góngora. “Era el típico amancebamiento. Había un consentimiento grande, no solo por parte de la Inquisición, también por la parte de la gente. A poco que uno lea sobre el funcionamiento del Santo Oficio descubre que era más indulgente de lo que se suele creer”.
    La memoria y la obra de Góngora fue la amalgama que catalizó a la Generación del 27. Para culminar el homenaje al poeta cordobés por el tercer centenario de su muerte, el 16 y 17 de diciembre de 1927 la vanguardia poética se reunió en Sevilla: José Bergamín, Juan Chabás, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti y, singularmente, Dámaso Alonso, quien realizó ediciones críticas y estudios, en especial sobre su segunda etapa, la denominada culterana, en la que la inteligibilidad de los textos se subordinaba al efectismo estético.
    La exposición que acoge la Biblioteca Nacional repasa los más de 400 años de influencia de la obra gongorina en la literatura universal. Para ello se muestran centenares cuadros, manuscritos, grabados, dibujos, cartas, esculturas, instrumentos musicales, tapices, partituras, carteles, libros, y revistas.

    "Pública y escandalosa"

    Extracto del manuscrito de Góngora:

    “Ýtem, e oýdo decir a Álualo de Vargas,paje que fue del dicho ynquisidor, como la dicha doña María era su amiga y entraba y salíade su casa muy de hordinario, y la tenía veinte y treinta días en un aposento alto que llaman de la Torre, donde la entraban por una escalera falsa que está en la principal, que sube a su quarto, y para tener correspondençia a su aposento hiço romper a costa del Rey la muralla de nueve pies en ancho,y el dicho Vargas la bio abrir y trabajar en ella como agora se puede ber por vista de ojos; y que quando el dicho ynquisidor dormía con la susodicha doña María lo echaba él de ver en quatro y seis camisas que había él mudado la noche y estaban tendidas a la mañana en el terrado para enjugallas del sudor, donde hallaba en las delanteras de las dichas camisas las inmundiçias y suciedades hordinarias de semejantes actos, como lo dirá el dicho Áluaro de Vargas”.

    sábado, 12 de mayo de 2012

    Los aforismos florecen, ¿cuáles son tus favoritos?

    Almendros_florecen_parque_Quinta_Molinos


    Foto: Carlos Rosillo
    Por Antonio Fraguas
    “La seriedad es la máscara que se pone el cuerpo para ocultar la putrefacción del espíritu”. Esta frase, del siglo XVII, no ha perdido vigencia. Ni esta ni muchas otras de las perlas que François de la Rochefoucauld (1613-1680) creó a lo largo de su vida. Como este aforismo, miles pueblan las obras de autores clásicos y actuales de todas las latitudes y épocas (de Heráclito a Héctor Abad Faciolince).
    Este sábado Babelia repasa la pujanza en castellano de este género híbrido con un viaje por las novedades editoriales llegadas ya (o en camino) a las librerías, con obras de Savater, Trapiello y Erika Martínez, entre otros, y una tribuna de Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948), físico y director científico de la Fundación La Caixa, que publica su tercer libro de aforismos; Más árboles que ramas (Tusquets, 2012).
    Para abrir boca queremos ofreceros una selección de los aforismos que mañana publica Babelia y,también, os pedimos que en los comentarios a esta entrada los lectores de Papeles Perdidos recopilen sus máximas y sentencias favoritas. Aquí os dejamos con un retrato de La Rochefoucauld y una selección de nuestras pílodras preferidas:
    66523-004-77433AD6Es bien sabido que los ratitos son más largos que los ratos. Georg Ch. Lichtenberg (1742-1799)
    Antes de emplear una palabra hermosa, hazle un sitio. Joseph Joubert (1754-1824)
    O no se sueña o se sueña de manera interesante. Hay que aprender a estar despierto de la misma forma —o en absoluto o de una manera interesante—.Friedrich Nietzsche (1844-1900)
    Todas las religiones se parecen por la colecta. Jules Renard (1864-1910)
    Un aforismo nunca puede ser la verdad completa; puede ser una verdad a medias o una verdad y media. Karl Kraus (1874-1936)
    Los pájaros son pensamientos perfectos. Carlos Edmundo de Ory (1923-2010)
    Hay opiniones que es justo barrer con respeto, pero empuñando firmemente la escoba. Nicolás Gómez Dávila (1913-1994)

    miércoles, 4 de abril de 2012

    Último trazo del maestro del humor


    El gremio despide al dibujante Antonio Mingote, fallecido en Madrid a los 93 años
    El dibujante Antonio Mingote, en su casa de Madrid en febrero de 2009 / SANTI BURGOS

    ANTONIO FRAGUAS


    En un país tan acostumbrado a las trincheras, la muerte del humorista Antonio Mingote, fallecido ayer en Madrid a los 93 años, supone la desaparición de una de las pocas personalidades que se fajó en el perdido arte de tender puentes. Con el arma de la ternura, el dibujante, novelista y académico de la lengua, supo poner ante los ojos de los pudientes realidades que estos no querían ver. Su trabajo consistía, según dijo en una ocasión, en “razonar hasta más allá de lo razonable. Despojar de la hojarasca que envuelve las cosas hasta hacerlas cómicas”.

    El lamento de sus compañeros de profesión se dejó sentir ayer unánime. José María Pérez, Peridis, destacó sus valores personales, su tolerancia y caballerosidad: “Es el humorista que más ha cohesionado este gremio. Conectó la generación de la posguerra con la de la Transición”.

    Fue tras la contienda y después de pasar por la Academia Militar de Guadalajara y la Universidad de Zaragoza (su familia era de origen aragonés) cuando Ángel Antonio Mingote Barrachina (Sitges, 1919) se trasladó a vivir a Madrid, ciudad de la que llegó a convertirse en ilustre vecino. Tanto, que en los ochenta el regidor Enrique Tierno Galván le nombró alcalde honorario del Retiro. En los Jardines de Cecilio Rodríguez de este parque por el que tantas veces paseó Mingote (llegó incluso a vestirse de guarda del mismo) fue instalada ayer la capilla ardiente que permanecerá abierta hasta las siete de esta tarde.

    En Madrid pintó fachadas, grabó placas, diseñó vestuarios y, en definitiva, dejó su impronta en mil superficies. Su estilo ha llegado a ser un rasgo inequívoco de lo castizo, a la altura de Arniches o Jardiel Poncela. De esta ciudad extrajo además sus personajes. Galanes, criadas, mozos de cuerda, damas de la burguesía y, especialmente, los pobres: unos desharrapados de incansable lucidez. El retrato de este paisanaje es calificado por sus colegas como “magistral”. “Era un hombre limpio, como la línea de su dibujo”, señala Julio Rey (de Gallego & Rey).


    Además, en Madrid, forjó amistad con el guionista Rafael Azcona (fallecido en 2008). “Si Mingote no se hizo de derechas del todo fue por Azcona, y si Azcona no se hizo completamente de izquierdas, fue por Mingote”, apunta el cineasta José Luis García Sánchez, cuyo filme Los muertos no se tocan, nene (2011) tiene cartel de Mingote y está basado en una novela de Azcona.

    El humorista logró acercar posturas a fuerza de dar ejemplo. Es cierto que su carrera no se entiende sin el diario Abc, cabecera monárquica y conservadora en la que entró en 1953 y para la que realizó infinidad de primeras páginas (un raro fenómeno periodístico). También es cierto que, entre las muchas distinciones que recibió (entre otras, el premio Quevedos en 1998 y el título de Marqués de Daroca, en 2011), le fue otorgada la orden de Isabel la Católica en pleno régimen franquista. Esto no supuso una mengua en el cariño entre quienes lo trataron en persona o supieron dejar hablar a sus viñetas.

    “Cuando le conocimos y vimos lo humilde que era nos dimos cuenta de que estábamos ante un genio”, afirma Pachi, de Idígoras y Pachi, quien descubrió la abundante obra de Mingote (una veintena de volúmenes, entre ellos una edición ilustrada de El Quijote que tardó dos años en culminar) con el libro Hombre solo. “Nos cambió la forma de pensar y de dibujar. Nos hizo querer dedicarnos a esto”. Lo mismo le pasó al dibujante Ricardo: “Mingote era el padre de todos nosotros”.

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