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miércoles, 4 de julio de 2012

"Fútbol y literatura" por Mª Inés Amado (Babelia)



El mercado editorial acoge un puñado de novedades que tienen que ver con el fútbol, coincidiendo con la celebración de la Eurocopa en las próximas semanas.  Fútbol y literatura ocupan mañana  la portada de Babelia, que se abre con un artículo de Enric González: “Si el futbolista es el gran héroe contemporáneo, cosa que se puede lamentar pero resulta difícil discutir, para el trabajo literario hay Aquella_edad_inolvidable_bigpocos materiales más atractivos que los que ofrece el héroe trágico del fútbol”. “La literatura futbolística tiende a prescindir de lo obvio, es decir, del balón, y prefiere explorar la pasión de quienes lo manejan y de quienes extraen de él su felicidad o su miseria”.
Una-cuestion-de-fe-9788493933661El escritor y  periodista de EL PAÍS ha publicado recientemente Una cuestión de fe (Libros del K. O.) y es también autor, entre otros libros, de Historias del calcio. Una crónica de Italia a través del fútbol (RBA).
Las páginas de fútbol se cierran con un texto de Javier Rodríguez Marcos sobre los nuevos títulos y con  la crítica firmada por Javier Goñi de El Libro de la Semana: Aquella edad inolvidable (Tusquets), de Ramiro Pinilla ("Una novela deliciosa, un prodigio”, afirma Goñi). Ander Landaburu realizó hace unas semanas una entrevista al escritor ("No puedes traicionar al niño que fuiste"), que enlazamos.
Beckett_200x300Javier Aparicio Maydeu firma las páginas centrales de Babelia, dedicadas a Samuel Beckett: se publican ahora la biografía Samuel Beckett. El último modernista (Ediciones La uÑa RoTa), de Anthony Cronin, y su novela Sueño con mujeres que ni fu ni fa(Tusquets).
C920634Entre otras críticas, también se publican mañana las siguientes:Jamás el fuego nunca (Periférica), de Diamela Eltit (firmada por Julio Ortega y a quien entrevista Antonio J. Morato);  Los amores oscuros (Temas de Hoy), de Manuel Francisco Reina (Javier Goñi); Ifigenia en Forest Hills. Anatomía de un asesinato (Debate), de Janet Malcolm (Soledad Gallego-Díaz), y La República en guerra. Contra Franco, Hitler, Mussolini y la hostilidad británica y La conspiración del general Franco y otras revelaciones acerca de una guerra civil desfigurada (Crítica), de Ángel Viñas (Antonio Elorza).

sábado, 12 de mayo de 2012

Los aforismos florecen, ¿cuáles son tus favoritos?

Almendros_florecen_parque_Quinta_Molinos


Foto: Carlos Rosillo
Por Antonio Fraguas
“La seriedad es la máscara que se pone el cuerpo para ocultar la putrefacción del espíritu”. Esta frase, del siglo XVII, no ha perdido vigencia. Ni esta ni muchas otras de las perlas que François de la Rochefoucauld (1613-1680) creó a lo largo de su vida. Como este aforismo, miles pueblan las obras de autores clásicos y actuales de todas las latitudes y épocas (de Heráclito a Héctor Abad Faciolince).
Este sábado Babelia repasa la pujanza en castellano de este género híbrido con un viaje por las novedades editoriales llegadas ya (o en camino) a las librerías, con obras de Savater, Trapiello y Erika Martínez, entre otros, y una tribuna de Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948), físico y director científico de la Fundación La Caixa, que publica su tercer libro de aforismos; Más árboles que ramas (Tusquets, 2012).
Para abrir boca queremos ofreceros una selección de los aforismos que mañana publica Babelia y,también, os pedimos que en los comentarios a esta entrada los lectores de Papeles Perdidos recopilen sus máximas y sentencias favoritas. Aquí os dejamos con un retrato de La Rochefoucauld y una selección de nuestras pílodras preferidas:
66523-004-77433AD6Es bien sabido que los ratitos son más largos que los ratos. Georg Ch. Lichtenberg (1742-1799)
Antes de emplear una palabra hermosa, hazle un sitio. Joseph Joubert (1754-1824)
O no se sueña o se sueña de manera interesante. Hay que aprender a estar despierto de la misma forma —o en absoluto o de una manera interesante—.Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Todas las religiones se parecen por la colecta. Jules Renard (1864-1910)
Un aforismo nunca puede ser la verdad completa; puede ser una verdad a medias o una verdad y media. Karl Kraus (1874-1936)
Los pájaros son pensamientos perfectos. Carlos Edmundo de Ory (1923-2010)
Hay opiniones que es justo barrer con respeto, pero empuñando firmemente la escoba. Nicolás Gómez Dávila (1913-1994)

domingo, 22 de enero de 2012

Dickens 2012


Por:
Mª Inés Amado
20/01/2012


 en Babelia El País


Londres se prepara para conmemorar, el primer martes  de febrero, los 200 años del nacimiento de Charles Dickens: habrá lecturas y actos en las librerías, en las escuelas y en las universidades, en las instituciones y en los museos, y también en las calles. Ese día será una de las fechas señaladas en este Año Dickens al que Babelia dedica mañana su portada. Reino Unido, y especialmente Londres, pero también otros países europeos y Estados Unidos celebrarán durante los próximos meses el bicentenario del nacimiento del escritor (7-II-1812) con un amplísimo programa de actividades que se puede consultar en la página web Dickens 2012 y que incluye reediciones de la obra del escritor, ensayos, exposiciones, ciclos de cine, espacios televisivos y una larga lista de actividades.


“Sus novelas han sido llevadas al cine de manera constante, se han rodado series de televisión desde que tengo memoria, sus libros son reeditados y leídos una y otra vez. No creo que haya habido ningún periodo desde su muerte en que no haya sido admirado universalmente”, afirma Peter Ackroyd en el reportaje de Guillermo Altares que abre mañana el suplemento. El autor británico publica ahora en España su biografía Dickens. El observador solitario (Edhasa).


José María Guelbenzu recopila en las páginas de Babelia  las principales traducciones disponibles en las librerías españolas de la obra dickensiana y firma también la crítica de Dickens. El observador solitario. “Ackroyd consigue —y este es su gran mérito— colocarnos en la perspectiva del escritor sin perder la distancia que se exige al biógrafo”. “Este libro es, en verdad, una vida contada”, escribe Guelbenzu. “Peter Ackroyd tiene una merecida fama como biógrafo, pero, además, es un excelente novelista”. Ackroyd –narrador también de las vidas de  Shakespeare, Poe, Wilde...- le cuenta a Altares que ahora trabaja en una historia de Inglaterra y en un libro sobre Charles Chaplin. Desde aquí enlazamos a una entrevista publicada en The Guardian el verano pasado cuando se editó el primero de los seis volúmenes de esa historia inglesa:  Foundation: The History of England  (MacMillan).


“En una ocasión califiqué a David Copperfield de ‘la novela más novela de todas las novelas’ y me atrevo a decir que su autor es el novelista por excelencia del siglo XIX, es decir, del siglo en que la novela sentó su canon a partir de lo que, en el fondo, no era sino literatura popular”, dice también José María Guelbenzu mañana en Babelia. Enlazamos, así,  su crítica a la edición de David Copperfield (La novela de la edad de oro de las novelas) en Alba publicada en Babelia en 2003.  Y su artículo "Cumbres de la novela. Tiempo de grandes historias", publicado en EL PAÍS en 2005.


 Babelia publica también mañana un texto del escritor estadounidense Matthew Pearl sobre los viajes de Dickens por Estados Unidos y la influencia que tuvieron en su obra.  Pearl reedita ahora en español su libro El último Dickens (Alfaguara).


Además, entre la bibliografía en español, merece la pena recordar que el libro firmado por Chesterton en 1906 sobre Dickens está publicado en Pre-Textos, y el ensayo Tres maestros: Balzac, Dickens, Dostoievski, de Stefan Zweig, en Acantilado.


Entre otros contenidos, Babelia incluye mañana reportajes sobre la película de Ignacio Ferreras basada en Arrugas (Astiberri), el libro de Paco Roca, que se estrena la semana que viene (firmado por  Rocío García);  sobre la integración del campo en el paisaje urbano  (Anatxu Zabalbeascoa), y sobre  An appointment with Mr Yeats, el nuevo disco de Mike Scott y The Waterboys, dedicado a William Butler Yeats (Ramón Fernández Escobar).


En el número 1.052 de Babelia, Javier Gomá Lanzón escribe en la página de Pensamiento sobre La vanidad literaria, y el escritor argentino Ricardo Piglia vuelve a publicar sus Notas en un diario, con ilustración de Fernando Vicente.

domingo, 8 de enero de 2012

Un cuarto para Moreno Villa


Fotograma del documental Qué es España, de Luis Araquistáin, en el que aparece José Moreno Villa (Málaga, 1887-Ciudad de México, 1955) en su habitación de la Residencia de Estudiantes, en 1929.- INSTITUTO VALENCIANO DE CINEMATOGRAFÍA RICARDO MUÑOZ SUAY (IVAC-LA FILMOTECA)


ANTONIO MUÑOZ MOLINA 
BABELIA - 07-01-2012

No todo el mundo sabe con tanta claridad lo que le pide a la vida como lo supo José Moreno Villa. Casi nadie se conforma con desear tan poco, o se da cuenta de todo lo que puede caber en la máxima simplicidad de un deseo. Lo que deseaba Moreno Villa era tener un cuarto, una habitación propia como la de Virginia Woolf, una habitación en la que saber quedarse en calma, como hubiera querido Pascal, un reino confinado pero también abierto al mundo exterior, como la torre del castillo en la que Montaigne instaló su escritorio y su biblioteca al retirarse tempranamente de las obligaciones públicas. En México, en 1939, cuando su vida de desterrado empezaba a encontrar cierto orden, y cuando ya sabía que probablemente no regresaría a España, Moreno Villa escribió un breve boceto autobiográfico en el que ya estaba la semilla inconsciente del gran libro de memorias que emprendería unos años después: se titula, con esa austeridad tan suya, Busca del cuarto deseado, y es el relato de una vida a través de las habitaciones en las que se ha ido sucediendo.

Se nota, en la liviandad del estilo, que Moreno Villa se sentó a escribir y descubrió en ese trance un motivo fundamental en el que hasta entonces no había reparado. Más que contar lo que ya sabe y lo que tiene previsto referir da cuenta de su propio asombro. En el exilio de México, con cincuenta y dos años, con la vida más en suspenso que nunca, justo en el tiempo en que la República española había sido derrotada, en el preludio de la otra gran guerra inevitable de Europa, José Moreno Villa comprende que toda su biografía se resume en una modesta aspiración y una búsqueda, ese cuarto deseado en el que hacer las cosas que le gustan, escribir y pintar, tener mucho tiempo por delante, encontrarse gustosamente solo pero no aislado, contemplativo pero no monacal, holgazán y atareado a la vez. El cuarto es una galería de recuerdos y un proyecto de vida. Es el cuarto que tuvo de niño en su casa de Málaga, que se llenaba por la mañana de sol y era muy pronto invadido por el trajín de las criadas y de la familia, robándole aquello mismo que le prometía, soledad y quietud. Era un cuarto real y el presagio de un cuarto que fuera exclusivamente suyo: "Yo quería hacer de mi cuarto un refugio donde, reinando el orden, pudiese abrir o extender mis planes, mis creaciones juveniles, sin que mis hermanos me revolviesen nada, sin que la vida exterior penetrase en la vida que yo iba forjando dentro de mí".
El sedentario vocacional que era Moreno Villa se marchó de Málaga y ya solo tuvo cuartos provisionales, réplicas inexactas del cuarto abandonado y borradores sucesivos del cuarto definitivo que acabaría encontrando. De sus años como estudiante de química en Alemania lo que mejor recordaba era los cuartos de alquiler de los que acababa mudándose al cabo de poco tiempo. En uno de ellos, en Friburgo, leyó a Baudelaire con la obsesión insalubre de los veinte años y escribió malos versos de una negrura no inspirada por Las flores del mal sino por la estrechura y la falta de luz que entristecían el cuarto. Descubriría que hay que tener mucho cuidado con las habitaciones en las que se vive, porque pueden empujarlo a uno al extravío de sí mismo, envolverlo y sumirlo en un maleficio que irradia de las paredes y los rincones, que alienta entre las motas de borra bajo la cama y en el interior de los armarios.
De vuelta a España, instalado en Madrid, en el Madrid pobre y radiante de la edad de plata, José Moreno Villa no consiguió gran cosa, aparte de una plaza de funcionario de Archivos y de una notoriedad escasa como poeta, pero al menos encontró el cuarto que había buscado siempre, el cuarto deseado, el cuarto perfecto, el que le ofreció Alberto Jiménez Fraud en la Residencia de Estudiantes. Moreno Villa es uno de los maestros de la prosa memorial en español, por su naturalidad y su franqueza, por el modo en que equilibra la introspección y la crónica, con ese talento del memorialista para observar tan agudamente la propia intimidad como el tiempo y el mundo. Pero entre todo lo mucho y excelente que escribió, lo que se encuentra ahora junto por primera vez en este volumen titulado Memoria que ha editado Juan Pérez de Ayala para la Residencia, quizás las páginas mejores son las que dedica a su cuarto, en el que pasó más tiempo que en casi ningún otro, casi veinte años.
Llegó en 1917 y se marchó en noviembre de 1936. Se instaló en la Residencia con una idea vaga de colaboración en un proyecto ilustrado y quimérico -congregar a las mejores inteligencias del país para que se formaran con libertad y rigor y contribuyeran luego a hacerlo más civilizado, más sólido y más justo- y el paso de los años le dio un sentimiento de arraigo no incompatible con una grata y a veces desconcertada provisionalidad. Tenía en el cuarto sus papeles, sus libros, sus materiales de pintura: también sus maletas. Tenía una ventana que daba al poniente de Madrid y desde la galería de la Residencia podía ver la ciudad entera y la Sierra del Guadarrama. Tanto como trabajar muchas horas a solas le gustaba que los amigos le invadieran el cuarto. A una distancia de pasos estaba el salón de actos donde García Lorca o Falla o Stravinski tocaban el piano y donde Paul Valéry o Eric Mendelsohn o Howard Carter o Madame Curie o Albert Einstein daban conferencias. Muchas personas descubren el valor de lo que fue cotidiano solo después de haberlo perdido. Moreno Villa tuvo el raro don de apreciar las cosas mientras sucedían. Probablemente esa conciencia tan lúcida lo fortaleció cuando llegó el tiempo de perderlo todo, empezando por el cuarto. Pocos han contado como él la intemperie de la guerra: "Me sentía nadie, o mejor dicho, una pluma zarandeada por el huracán. Una cosa insignificante a la cual empujaban y metían acá y allá unos hombres con fusiles que habían disparado sobre personas inermes y podían disparar sobre uno a la menor falta de tacto".
Encontró otro cuarto, en México. Cuando hacía esas anotaciones de 1939 estaba a punto de casarse con esa mujer joven y muy morena que sonríe junto a él en las fotos de entonces, resaltando por comparación su pelo blanco y su formalidad de andaluz serio. En ocasiones anteriores el cuarto deseado y el amor habían sido incompatibles. Solo ahora, en otro país, después de la calamidad de la guerra, descubría que era posible disfrutar a la vez un regalo y el otro. En el destierro encontraba su sitio: "Tengo la impresión de haber dicho: 'éste es mi cuarto, el cuarto que yo quería y deseaba para refugio, reposo y trabajo, entrad en él'. Tengo la impresión de haber cedido ante la vida y de que mi soledad se quedó en la existencia anterior, en la europea".

Memoria. José Moreno Villa. Edición de Juan Pérez de Ayala. Residencia de Estudiantes. Madrid, 2011. 752 páginas. 132 ilustraciones. 29 euro

sábado, 7 de enero de 2012

El poema total (Entreguerras)


El escritor José Manuel Caballero Bonald
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS 
BABELIA - 07-01-2012

No voy a escribir nada más", dice sentado en su casa de Madrid José Manuel Caballero Bonald, jerezano de 85 años cumplidos en noviembre, con estudios de Náutica, Astronomía, Filosofía y Letras y casi todos los premios disponibles, entre ellos, tres de la Crítica en, caso raro, dos géneros distintos -poesía: Las horas muertas (1959) y Descrédito del héroe (1977), y novela: Ágata ojo de gato (1974)-. Como las de los toreros, las retiradas de los escritores son casi un género literario: nunca se sabe si un artista se retira del todo. Pero Caballero Bonald ha dado ya señales de que habla en serio. En 1992 publicó la novela Campo de Agramante y no ha vuelto a reincidir en la ficción. En 2001 cerró con La costumbre de vivir las memorias que había abierto seis años antes con Tiempo de guerras perdidas. El relato de sus recuerdos se detuvo en la muerte de Franco y ahí sigue. Demasiado desencanto en la transición política. Demasiada gente viva en el posible índice onomástico.

"Después de esto ya no voy a escribir nada, no tengo necesidad", dice. ¿Seguro? "Algún artículo que me pidan", concede porque conoce la costumbre necrológica de los periódicos y su condición de superviviente de una generación, la de los años cincuenta, diezmada antes de tiempo. Él formaba parte de ella con sus amigos Ángel González, Juan García Hortelano, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Claudio Rodríguez... Alguna vez ha mirado la foto histórica del homenaje a Machado en Collioure (1959) y ha comprobado que solo él queda vivo de aquel viaje a Francia. Para Caballero Bonald el esto de "después de esto" es Entreguerras (Seix Barral), el libro-poema de casi 3.000 versículos que publica la semana que viene y que ha subtitulado con un homenaje, ambicioso y explícito, a Lucrecio: O de la naturaleza de las cosas. El volumen está rubricado en octubre de 2011 y Caballero lo empezó en abril del año anterior. Entre una fecha y otra hubo cuatro borradores: "Es el libro que he escrito en menos tiempo, cosa que va un poco en contra de mis hábitos. Lo escribí en un estado de ánimo muy especial, como estimulado por una apremiante voluntad introspectiva". Con un "carácter autobiográfico clarísimo", el conjunto prescinde de los signos de puntuación: "Lo pedía el carácter fluvial del poema, el propio flujo y reflujo de la memoria". Más de una vez ha dicho Caballero Bonald que en un poema las palabras deben tener un significado más amplio que el que tienen en los diccionarios y esa tensión se ha traducido en Entreguerras en un viaje por los límites del lenguaje, violentando la gramática, ahondando en la complejidad de la memoria: "No he huido del hermetismo, llegado el caso", explica el poeta. "La experiencia que estaba descifrando era a veces oscura y el texto también lo es. La poesía es hermética cuando lo es el mundo que pretende describir, esas palabras que lo identifican".
Entreguerras tiene, de hecho, algo de salto mortal por parte de un escritor al que las historias de la literatura le habían abierto hace años un capítulo amplio y cómodo, con vistas al Parnaso y calefacción central. "A mi edad hacer este libro... Al terminarlo pensaba que no me correspondía, que estaba excediéndome en la cuota de las osadías testamentarias y que podía conducirme a un callejón sin salida. Pero superé el trance y ahí está todo lo que he escrito y todo lo que he vivido, ahí está como el compendio de mi literatura y mi vida y eso le da un valor estético especial. Con toda seguridad es el final de mi obra. Después de esto ya no voy a escribir nada, no me va a hacer falta". Más que de angustia, esa certeza, dice, le produce una sensación de "liberación". "Antes, cuando terminaba un libro me sentía incómodo, sospechaba de mí mismo. En este he tenido menos dudas. Pensar que es mi último libro me da una sensación de plenitud, no me desconcierta. Ya he cumplido".
La última palabra del último verso es "vida". No puede ser casual. No lo es. "Soterradamente hay una preocupación grave por la edad, por el paso del tiempo, esa sensación de acabamiento. Con este libro se ha acabado mi literatura y se ha acabado mi vida. Lo último sí es preocupante, pero se contrarresta con la sensación de plenitud". ¿Y la eternidad? "Me gustaría creer en ella. Cuando se esparzan mis cenizas en el sitio que yo quiero terminaré convirtiéndome en árbol, en agua, en piedra... Viviré en la naturaleza para siempre. Incluso puedo compartir la idea de divinidad, sin roces ni traumas".
Cerrando todos los círculos posibles, Entreguerras ve la luz cuando se cumplen 60 años de la aparición de Las adivinaciones, el libro de poemas con el que se estrenó Caballero Bonald, y 50 de la de Dos días de septiembre, su primera novela. Aquel fue accésit del Premio Adonais. Esta ganó el Biblioteca Breve. Dos hitos más de un tiempo que parece otra era. Para su protagonista, que de continuo remite a su vejez -"tengo ya muchos años y lo mínimo que puedo tener son etapas"-, la edad ha hecho su propia criba: "Tengo mis propios litigios con mi obra novelística", explica. "Renuncié a la narrativa hace ya años y hoy soy incluso mal lector de novelas. Entre mis novelas salvo Campo de Agramante y sobre todo Ágata ojo de gato, que en el fondo responde a una formulación poética. Lo demás han sido búsquedas más o menos bien articuladas. No me considero en puridad un narrador, soy un poeta que hizo algunas incursiones novelísticas". Pese a todo, Dos días de septiembre colocó a Caballero Bonald en la primera división de la narrativa española del medio siglo sin colgarle el, peligroso por perdonavidas, sambenito de novela de poeta: "Fue mi tributo al realismo social. La escribí deliberadamente así, pensando que tenía que ser el testimonio crítico de una determinada sociedad... Fue un ejercicio novelístico del que estoy satisfecho, sobre todo por el cuidado lingüístico. Apruebo en este sentido todas mis novelas, pero ninguna me complace tanto como Ágata". Además, aquella novela inaugural, denuncia de una sociedad andaluza anquilosada, le valió en su propia ciudad el calificativo de antijerezano. Agua pasada hoy, cuando el escritor tiene allí incluso una fundación con su nombre. "No me acuerdo muy bien, pero creo que se acabó entendiendo que también se critica lo que se ama. A Jerez le tengo el apego que se puede tener a la patria en la que naces, aunque ya se sabe que las patrias, chicas o no, son todas equívocas. Lo que se ve desde la ventana donde uno soporta la vida con placer, eso es la patria. Yo he tenido cuatro o cinco patrias predilectas".
A Caballero Bonald no le importó que lo llamaran antijerezano, y el mismo efecto le produjo que lo llamaran barroco. "Supongo que soy barroco", dice convencido, "por naturaleza, por contagio del paisaje físico que más me atrae. Para mí el barroquismo nunca ha sido una complicación sintáctica o léxica ni una acumulación de bellos términos para llenar un vacío, sino una aproximación a la realidad a través de palabras nunca usadas para definir esa realidad. Eso es el barroco. Algo, por cierto, que conecta con la idea de lo real maravilloso de Alejo Carpentier, o con el surrealismo. Me interesa esa búsqueda del enigma que hay detrás de la realidad. A veces pones juntas dos palabras que nunca lo han estado y se abre una puerta, se descubre un mundo. Y eso se produce incluso por puro atractivo fonético, por la música de las palabras. Siempre he dicho que la poesía es una mezcla de música y matemáticas". Desde ese presupuesto, no es extraño que el fervor de Caballero Bonald por Góngora se sumara a su deslumbramiento adolescente por Espronceda, al que descubrió en una biografía que retrataba al poeta romántico con rasgos dignos de fascinar a un adolescente... Más rendido a su vida que a su obra, Caballero Bonald se lanzó a imitarlo escribiendo poemas y llevando una vida "licenciosa". "Digamos que siempre he estado abriéndome camino entre el surrealismo y el romanticismo".
Las noches del poeta duraban días. Ya no, pero de entonces le queda un único proyecto que no pasó de ahí: escribir la biografía de un cantaor flamenco que fuera la cifra de los muchos que ha conocido. "Algo parecido a lo que hizo Cortázar con Charlie Parker en El perseguidor", dice un autor que ha escrito ensayos como Luces y sombras del flamenco y publicado una antología discográfica como Archivo del cante flamenco. "Todo eso de declarar al flamenco patrimonio inmaterial de la humanidad y de que haya cátedras en la universidad e instituciones que lo tutelan no concuerda con la libertad intrínseca del flamenco, que siempre ha ido por libre, ha sido una protesta sin destinatario, el grito de un pueblo larga y tenazmente sojuzgado. A mí me atrajo porque era un arte marginal al que ni los propios andaluces apreciaban, salvo para esas juergas indecorosas
... Era un arte propio de gente errática, menesterosa, vinculado a un clima tabernario, prostibulario. Me conmovía andar con esas gentes que habían heredado la cristalización de muchas antiguas raíces musicales". Antes de dejarse llevar por el tobogán de los recuerdos, Caballero Bonald aclara: "No soy ni mucho menos un purista. Detesto el purismo en todos sus órdenes. El flamenco ha evolucionado de acuerdo tal vez con las necesidades de los destinatarios, que pedían algo más asequible. Yo defiendo las fusiones, con el jazz, por ejemplo, que no es mala alianza. Ya Demófilo, el padre de los Machado, contaba que el flamenco cambió cuando, en el siglo XIX, saltó del anonimato a los escenarios. Dejó de tener esa atracción de lo clandestino, de lo minoritario. Ahí empezó no a degradarse sino a tener otro sentido, a obedecer a otros estímulos, porque el sentido primordial del flamenco es una habitación y cuatro o cinco personas oyendo cosas imposibles. Pero todo eso ya es una estampa anacrónica".
Con el primer ejemplar de Entreguerras sobre la mesa -hay un reloj deformado en la cubierta-, su autor, devoto de Terremoto de Jerez, de Manuel Agujetas, del Sordera, fantasea con esa biografía que, asegura, nunca escribirá. "El cantaor es un hombre de estirpe lunática, de una personalidad más bien delirante, saben mucho y no saben nada. Han heredado su sabiduría expresiva por tradición oral y cantan como el que es artista porque su padre también era un buen artista. Sus modelos de vida pueden ser muy enigmáticos y muy simples al mismo tiempo. Y luego están esos relumbres de ingenio, la sabiduría de la sangre... y la locura. Terremoto era un hombre disparatado, Agujetas más todavía. Todos se van volviendo excéntricos, tocados por una extraña tentación del abismo. Tal vez su desequilibrio venga de la propia naturaleza de lo que cantan, de ese tortuoso sacar a flote la intimidad por medio del ritmo. Como en el jazz. El grito del cante es una experiencia que lleva al cantaor a una situación límite".
Caballero Bonald habla con tanta convicción que parece mentira que no vaya a lanzarse a escribir su perseguidor particular. Dice que no. Ahora habrá que buscarlo en los periódicos, donde la edad le ha obligado a redactar la necrológica de sus amigos más veces de las que hubiera querido. "Todos han muerto", dice sin patetismo. "Queda Brines, al que quiero mucho, pero con el que no anduve tanto. Echo mucho de menos a Ángel González y a Juan García Hortelano, mis amigos del alma. Y a otros grandes amigos suramericanos ya muertos: a Jorge Gaitán, a Eduardo Cote, a Martínez Rivas, a Ernesto Mejías, a Julio Ramón Ribeyro... Eran compañeros muy afines, muy predispuestos a la desobediencia, bebían lo suyo y las noches eran de larga duración... Pero todo eso se fue al garete, como tantas otras cosas... La vejez es una cabronada".



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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Letras para un mundo en crisis


Novelas, poemarios o ensayos para la crisis
Novelas, poemarios o ensayos para la crisis.- CRISTÓBAL MANUEL



JOSÉ MARÍA GUELBENZU 


BABELIA - 23-12-2011




2.
Libertad

2 Jonathan Franzen

Traducción de Isabel Ferrer

Salamandra. Barcelona, 2011

667 páginas. 25 euros

Libertad no ha dejado indiferente a nadie. Unos, acaso escandalizados con el delirio fervoroso que ha ocasionado, le niegan el pan y la sal; otros la ensalzan sin medida; pero es una novela que tampoco admite la componenda del término medio. En realidad es un gran libro y una gran verdad literaria. La familia media americana de principios del XXI ya no es la de El Sueco de Philip Roth o el Conejo de Updike; la novedad es que se trata de un espacio descoyuntado por los acontecimientos y fracasos de los últimos años, que han dejado sin rumbo y desquiciados a aquellos que, a pesar de todo, no saben prescindir de su conciencia y se sienten cada vez más descolocados en medio de una clase media floreciente en un país cambiante y herido por los últimos acontecimientos. El libro ofrece una creación de personajes principales y secundarios de una intensidad tan minuciosa como exigente. Desprendido de la herencia posmoderna, Franzen se adentra en un realismo engañosamente tradicional para construir una estructura que represente ese descoyuntamiento y a fe que lo consigue. El concienzudo trabajo de creación del autor, que tampoco desdeña recursos expresivos modernos, es impresionante. JOSÉ MARÍA GUELBENZU

3.

Némesis

Philip Roth

Traducción de Jordi Fibla

Mondadori. Barcelona, 2011

208 páginas. 21,90 euros

De los grandes escritores judeo-americanos, Saul Bellow, el mayor de todos, es el más denso y ambicioso. Bernard Malamud, el más previsible. E. L. Doctorow, el más sutil y variado. Philip Roth tiene mucho del primero -el vigor de las tramas, el gusto por lo farsesco, su admiración por el tiempo de Franklin Roosevelt- y también algunos rasgos propios: el patriotismo, el refunfuño, cierta provocativa elementalidad. Todos sus lectores aceptamos ser naturales de Newark, mirar con recelo a los compatriotas italoamericanos, ser miembros de familias muy unidas y siempre conocemos a algún muchacho lleno de vida y de fe, cuya vida se frustra.

Némesis no le falta nada de esto. Estamos en 1944, tenemos al idealista Bucky Cantor -un instructor de campamentos juveniles que no ha podido ir a la guerra- y, como en La conspiración, sobreviene una oscura fuerza que amenaza a todos: una epidemia de poliomielitis, el mal del propio Presidente. Desde Patrimonio y Elegía, la experiencia de la enfermedad es una clave de su obra que aquí adquiere tintes de símbolo histórico y de problema filosófico. Las páginas finales de Némesis -narradas por un personaje que aflora como testigo, algo que le gusta mucho a Roth- son sencillamente sobrecogedoras, aunque no sepamos si son un grito de angustia o una profesión de fe en los seres humanos. Quizá las dos cosas. JOSÉ-CARLOS MAINER

4.

El mapa y el territorio

Michel Houellebecq

Traducción de Encarna Castejón

Anagrama. Barcelona, 2011

384 páginas. 21,90 euros

Cabe sospechar, en todo lo que escribe Houellebecq, una soterrada convicción de que la literatura es inútil. Ahora bien, se trata de una inutilidad práctica, o al menos lo suficientemente expansiva para que el autor pueda proyectar una figura social equívoca. Por un lado, talentosa y enérgica, y por otro embelesada por su propia inteligencia. De ahí surge su exhibicionismo, tan decididamente francés, con su propensión a incordiar y esa desinhibición verbal que le llevó a los tribunales y redondeó su crédito de creador intempestivo. Con El mapa y el territorio Houellebecq consiguió el Goncourt, y con esa notoriedad se diría que su narrativa se asimila mejor. Y así parece. Es, desde luego, su novela más complaciente. Su percepción de que esto se acaba, del estado crepuscular del mundo industrial, está admirablemente expuesto a través de Jed Martin, un artista que triunfa, casi sin darse cuenta, simplemente por reflejar la relación del hombre con el trabajo. Con este arranque, la novela podría haber sido una invectiva demoledora. Pero, aunque no pierde fuelle, la inclusión del asesinato de Houellebecq, y el irremediable recurso al relato policial, propone una vigencia en el género más bien desconcertante en un autor tan poco normativo. Pese a ello, y a la observación de Jed Martin de que un crimen aumenta la mediocridad del mundo, la novela se desembaraza de ese contagio y se sustenta en la misma obstinada corrosión que ha hecho de Houellebecq un escritor de inexcusable lectura. FRANCISCO SOLANO

5.

El ruido de las cosas al caer

Juan Gabriel Vásquez

Alfaguara. Madrid, 2011

260 páginas. 11,99 euros

En El ruido de las cosas al caer, Juan Gabriel Vásquez diseña no solo el mapa moral de Colombia, la Colombia de los últimos treinta años, sino también el perfil humano de un héroe a la búsqueda de un secreto capital para entender su país, además de para entenderse a sí mismo. La breve pero reveladora relación entre el joven narrador, Antonio Yammara, y Ricardo Laverde, el misterioso personaje como sacado de una novela de Graham Greene, nos sitúa en una estructura argumental ya prototípica en la narrativa universal. Una estructura pensada para justificar la existencia de una verdad desconocida y el buceador de esa misma verdad de la que no sale indemne. Esta dialéctica dramática, pero no por ello menos luminosa, impregna esta soberbia novela.

Juan Gabriel Vásquez, de paso, ha bordeado también, con un registro distinto la novela generacional. La generación que comenzó a convivir en Colombia con la violencia, con los carteles de la droga, con los grandes magnates de la muerte. Esta realidad, la de la droga, está en la novela, la vemos lavarse casi microscópicamente ante nosotros por obra y magia de un método de representación que la mantiene sin embargo como un ruido de fondo (y el ruido de los y seres que se rompen para siempre) imposible de descifrar. J. ERNESTO AYALA-DIP

6.

Caligrafía de los sueños

Juan Marsé

Lumen. Barcelona, 2011

436 páginas. 15,99 euros

No tendría por qué ser noticia, pero da gusto recordarlo. A Juan Marsé no le falló el pulso de novelista ni en la urdimbre moral ni en el escenario peliculero que a menudo tiene este relato intenso, con sus dosis apuradas de secretos aplazados y de retales de esperpento. La huella autobiográfica es menos evidente de lo que aparenta, pero está, y está a fondo porque en parte recrea la experiencia de una adopción parecida a la suya. Pero sobre todo construye los pasos de una madurez moral (desde la cobardía y la mentira, desde el deseo y el miedo) y al mismo tiempo el relato se amasa entre calles y bares de barrio inconfundiblemente verdaderos, de mujeres atadas de por vida a sus huecos sentimentales, de muchachos vivaces y despiertos, de falsos y verdaderos cazadores de ratas azules, de barrios bajos visitados casi en un paseo onírico. El relato de formación virará hacia la formación adulta y hacia la culpa: Ringo, el muchacho protagonista, pronto empezará a escribir. Y todo porque un día cayó en sus manos un ejemplar de Las nieves del Kilimanjaro, de Hemingway, "un pequeño y alargado volumen de relatos de tapas blancas con tres cagadas de mosca en la cubierta". JORDI GRACIA

7.

La obsolescencia del hombre. Sobre el alma en la época de la segunda revolución industrial (volumen I)

Sobre la destrucción de la vida en la época de la tercera revolución industrial (volumen II)

Günther Anders

Traducción de J. Monter Pérez

Pre-Textos. Valencia, 2011

312 y 428 páginas

No queremos saberlo, pero lo cierto es que hemos caducado. Somos la humanidad después de su dimisión, tras una vergonzosa depauperación a manos de la técnica y de la historia ligada a ella. Auschwitz, Hiroshima, Vietnam (Irak, Gaza, hay que añadir), la fabricación de parados, marcan la caída del hombre en el peor de los infiernos: el de lo inhumano. Tal es el núcleo de La obsolescencia del hombre, la obra maestra del filósofo Günther Anders, publicada en dos partes en 1956 y 1980. Que se haya traducido por primera vez al español en este tremendo 2011 en el que el hombre intenta recuperar algo de lo mucho que ha perdido a manos de la invasión técnico-capitalista es estimulante y refuerza el sesgo virginal de la obra. Anders es un filósofo de la ocasión, exagerado, situado, siempre dispuesto a "caer en la praxis" y poco amigo de la ontología prístina. Precisamente porque su crítica de la tecnocracia es inapelable, hay que preguntarse qué pensaría hoy (en sus últimos años matizó algunas de sus posturas) sobre la capacidad de liberación de la revolución tecnológica en curso. Las revueltas árabes y la indignación mundial, tan ligadas a ella (Facebook, Al Jazeera), son un paso en el camino de la acción transformadora anhelada por Anders. LUZ GÓMEZ GARCÍA

8.

Derrota y restitución de la modernidad. 1939-2010

Jordi Gracia

y Domingo Ródenas

Crítica. Madrid, 2011

1.180 páginas. 39,50 euros

La estupenda Historia de la Literatura Española que dirige José-Carlos Mainer se ha enriquecido con tres nuevos volúmenes. Jordi Gracia y Domingo Ródenas, autores del volumen 7º dedicado a la literatura contemporánea, conscientes de la importancia del marco cultural, dedican 300 páginas a analizar ideologías, movimientos y actitudes de todos esos años. Se ocupan con el mismo vigor del franquismo y la Falange que de los movimientos rebeldes así como de los desarrollos posteriores ya en la época democrática. Uno puede percibir las chispas que saltan de las pugnas literarias, de las contradicciones internas y de los contrastes entre el verbo exaltado de algunos y las expresiones ponderadas de otros. Los autores y sus obras reciben tratamientos amplios y adecuados y el orden en que son presentados, afortunadamente, no se sujeta a las coordenadas a que estamos acostumbrados. Las valoraciones personales tienen también su lugar en el texto y ello dará ocasión a que se produzcan las acostumbradas disensiones. Son de notar textos bastante curiosos en la sección "Textos de apoyo".

Han acompañado a este volumen en su salida otros dos. El 8º, Las ideas literarias. 1214-2010, y el 4º, Razón y sentimiento. 1692-1800. Los dos coinciden en desmentir el tópico tan extendido sobre la inferioridad del pensamiento español a lo largo de la historia. El primero, dirigido por José María Pozuelo Yvancos y escrito por diversos especialistas, repasa las ideas que sobre el quehacer literario se han dado en nuestro país desde la época medieval hasta la más estricta actualidad. El segundo, a cargo de María Dolores Albiac Blanco, se afana en clarificar el siglo XVIII para apreciarlo en su variedad e importancia global frente a los que injustamente lo menosprecian. LLUÍS SATORRAS

9.

La gruta de las palabras

Vladimír Holan

Traducción de Clara Janés

Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores

Madrid, 2011

667 páginas. 29,50 euros

"Antes de que el sembrador dé un paso / ya está aquí el segador", dicen dos versos de un poema de Vladimír Holan titulado Época. El libro se escribió entre 1949 y 1954 y los tiempos no han cambiado tanto como decía la canción. Salvo por una cosa: no son malos para la lírica sino para la justicia. De hecho, la traducción en España vive su particular edad de oro. La edición de poesía, también. De la conjunción de ambos es un ejemplo inmejorable La gruta de las palabras. Obra selecta, que incluye ocho libros completos de Holan (1905-1980) y una amplia selección de otros dos en versión de la poeta Clara Janés, desde hace décadas, la voz en español del autor checo. Libros ya clásicos de la literatura europea contemporánea como DolorUna noche con Hamlet o Soldados del ejército rojo -publicado íntegro por primera vez en España- forman parte de un volumen que recoge medio siglo de una escritura que pasó del hermetismo al compromiso social y de este a la metafísica sin perder pie jamás ni cerrar los ojos del asombro: "Un poco de nieve cae de esa ramita. / Pronto será un alud". JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

10.

Deshielo a mediodía

Tomas Tranströmer

Traducción de Roberto Mascaró

Edición bilingüe

Nørdicalibros. Madrid, 2011

217 páginas. 19,50 euros

Al poco de publicarse Deshielo a mediodía, Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) recibía, a principios de octubre, el Premio Nobel de Literatura. Esta nueva antología de su obra reúne aquellos poemas que quedaron fuera de El cielo a medio hacer, publicada a comienzos de 2010, donde también se recogía su magnífica autobiografía Visión de la memoria. Gracias a la admirable traducción de Roberto Mascaró, es posible acceder en castellano a la poesía completa de uno de los más deslumbrantes maestros contemporáneos de la metáfora. Sus poemas surgen de observaciones precisas y concretas, donde la realidad se transfigura para perforar el enigma que se oculta en lo cotidiano para así revelar, en una lengua objetiva y profana, las fuerzas que gobiernan el universo: "Dejadlos sentir sin angustia / las alas camufladas / y la energía de Dios / arrollada en la oscuridad". Poeta del lenguaje, pues "lo salvaje no tiene palabras", sus versos son relámpagos de clarividencia, una energía salvadora que brilla sutil en la unión armoniosa entre la pureza clásica y el florecer de imágenes de su laconismo mágico. Gracias a la integridad y fortaleza que alcanza su profunda visión de la condición humana, no hay paredes que su escritura no pueda sobrepasar. Al leer sus poemas importa poco dónde vivamos o cuáles sean nuestras circunstancias. Como recordó otro poeta sueco, Gunnar Ekelöf, lo importante es respetar al lector, dejar para él una silla vacía en nuestra mesa. Y en la gran mesa de Tranströmer hay suficientes sillas vacías para todos, pues siempre tiene algo imperecedero que decirnos: "Yo no estoy vacío, sino abierto". ANTONIO ORTEGA





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viernes, 23 de diciembre de 2011

Mejor libro de 2011: Los enamoramientos, de María

Por Winston Manrique Sabogal, Babelia - El Pais
Javier Marías desvela en este vídeo parte del proceso de creación de su novela Los enamoramientos (Alfaguara), elegida, por Babelia, como el mejor libro de 2011. La elección es el resultado de una encuesta con 57 críticos y colaboradores de la revista cultural de EL PAÍS. La edición anual y especial deBabelia con los mejores libros del año y los cinco más destacados en ocho géneros y categorías saldrá mañana, y no el sábado como es habitual, debido a las fiestas navideñas. Tras Los enamoramientos, las obras más votadas son (cada una tiene un enlace a una entrevista o crítica publicada este año enBabelia:
2- Libertad, de Jonathan Franzen (Salamandra) Novela
3- Némesis, de Philip Roth (Mondadori) Novela
4- El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq (Anagrama) Novela
5- El ruido de las cosas al caerde Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara) Novela
6- Caligrafía de los sueños, de Juan  Marsé (Lumen) Novela
7- La obsolescencia del hombre, de Günther Anders (Pre-Textos) Ensayo
8- Historia de la literatura española 7. Derrota y restitución de la modernidad (1939-2010), de Jordi Gracia y José Domingo Ródenas. Coordinación de José-Carlos Mainer (Crítica) ensayo
9- La gruta de las palabras, de Vladimir Holan (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) Poesía
10- Deshielo a mediodía, de Tomas Tranströmer (Nórdica Libros) Poesía
Seis novelas, dos ensayos y dos poemarios. La lista completa y lo que votó cada uno de los críticos la publicaré mañana en este mismo blog, como complemento a la edición impresa de Babelia que tendrá un artículo sobre cada uno de los diez libros más votados (por ejemplo, de Los enamoramientos escribe Eduardo Mendoza), la lista de los 25 títulos con más puntuación y un análisis de la encuesta.
Como adelanto publicó hoy la entrevista en vídeo que he realizado al gran escritor español y académico Javier Marías (Madrid, 1951). Desde su casa madrileña, el autor lee el comienzo y algunos fragmentos de la novela ganadora, da claves sobre la concepción del libro, como el tratamiento de la voz femenina que narra la historia, y reflexiona sobre los 40 años de su trayectoria literaria iniciada con la publicación de la novela Los dominios del lobo (1971). El autor madrileño también confiesa su inseguridad y su estado dubitativo constante ante cada nueva escritura. Incluso ha llegado a dos conclusiones: “Cuanto más ha escrito uno, más difícil resulta escribir y cuanto más ha escrito uno, menos claro tiene el juicio sobre lo que hace”.
En Los enamoramientos, Marías utiliza por primera vez una voz femenina para narrar una novela, que al final resulta ser una especie de prima de sus anteriores narradores masculinos, según sus propias palabras. En cuanto al proceso de creación general, el autor de obras como Tu rostro mañana, Corazón tan blanco, Cuando fui mortal y Mañana en la batalla piensa en mí, dice que hay dos tipos de escritores: los que escriben con mapa, es decir con todo planificado, y los que lo hacen con brújula, como él, con apenas una idea sobre la cual van cambiando e improvisando cosas porque de lo contrario sería “un mero ejercicio de redacción y hay que darle una sorpresa a la novela. Si supiera toda la historia de antemano probablemente no la escribiría".

domingo, 11 de diciembre de 2011

Una tribu de letras (ANÁLISIS: ESPECIAL LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL)



Superexcitados niños del siglo XXI se decantan por novelas de iniciación entre las secuelas de Harry Potter o las cuestiones pegadas a la vida. La literatura juvenil apenas sufre la crisis.


Amelia Castilla - Babelia - El País
Unos son partidarios de El señor de los anillos y otros flipan con Harry Potter. Hobitts o aprendices de magos en Hogwarts gritan y corren como descosidos. Claro que enamorarse de un elfo puede mitigar la soledad en el patio. La imaginación es un arma invencible, tanto que puede convertir el recreo en algo soportable, mientras los demás juegan y comparten bocadillos en el patio del colegio. No importa que cuchicheen a su lado o que los chicos se metan con ella. Bien pensado mejor epatar contando que su elfo le ha besado y que juntos se han ido a dar un paseo por el bosque. A veces, los amigos también juegan con ella a internarse en el bosque. Pero no resulta tan fácil para los menos soñadores, se empieza cerrando los ojos y concentrándose mucho. Mejor con la luz apagada y la puerta cerrada de la habitación. "He visto una fuente ¿estoy cerca?", grita uno de los que buscan, sin suerte, iniciarse en los mundos ocultos, mientras en el iPod suena la voz de Lennon en una versión de Imagine. El espacio de la cocinita lo ocupa ahora una mesa nueva donde hacer los deberes y en las estanterías, a las aventuras de Stilton y Kika Superbruja se van sumando tomos heredados de las aventuras de Los Cinco, el cómic Persépolis y la trilogía Memorias de Idhún, entre otros títulos. En el colegio ya han leído El Lazarillo de Tormes, el Quijote o La Eneida. Los besos con príncipes azules, las luchas contra dragones en un mundo mítico más unas dosis de intriga imprescindible, que en un momento dado les puede acercar a la novela negra, forman parte del imaginario literario de una buena parte de los lectores de entre 10 y 13 años. En esa edad, el 100% lee por estudios, un 82,6% lee en su tiempo libre y de ellos el 77,1% lo hace diaria o semanalmente, según el barómetro de hábitos de lectura del Gremio de Editores.
En esa edad, en la que el cuerpo ya ha empezado a transformarse, su voz suena más grave y se sonrojan por cualquier bobada, un 48% lee revistas, un 26,7 tebeos y un 22,5% periódicos. "A los niños les gusta seguir las modas; la diferencia no resulta nada gratificante cuando estás creciendo. Ellos quieren lo mismo que sus compañeros y si se identifican con el personaje, cuando acaben con un libro buscarán la continuación", asegura Ester Blasco, profesora de Lengua del madrileño colegio Estilo.
La adolescencia, en lo que tiene de cambio físico y psicológico, forma parte de la misma esencia literaria. Ahora se lleva un género híbrido compuesto por sagas interminables que suceden en submundos de leyenda con una épica con cierta reminiscencia de la Edad Media, aunque se trate de lugares inventados. Entre los alumnos de este colegio privado se cuentan los chicos que siempre tienen un libro de ficción en la mochila y los que no los tocan y, en este último caso, no se debe a falta de estímulos. Los padres, cuya economía aún no ha saltado por los aires, se apresuran a comprarles los títulos que piden, más lo que ellos creen que les vendría bien leer, pero ¿los leen? Por su experiencia la profesora lo duda. "Los buenos lectores devoran los libros, pero no creo que lleguen al 10%". Surgen también casos excepcionales de niños de primaria leyendo títulos como Rojo y negro o Caperucita en Manhattan.
Como en otros aspectos de la vida, existen dos bandos bien diferenciados. Frente a los que no leen nada, emerge una generación que lee por todos los demás y un estadio intermedio, con un promedio de lectura de entre cinco y seis libros al año. En otro equipo juegan los que optan por una solución nueva y se quedan en el cómic, que para ellos tiene una recompensa inmediata a través de los dibujos y de un lenguaje exagerado. Expertos del sector editorial apuntan que en la fase siguiente, los jóvenes de entre 14 y 24 años el porcentaje de lectores baja al 68,9%. Una franja en la que el tránsito de una etapa a otra de la vida se hace más evidente y un tiempo en que las narraciones, cuyo desenlace lleva consigo la transformación del personaje, se leen como medicina para el alma. ¿Funciona entonces un término tan ambiguo como literatura juvenil? La librera Ana Escarabajal aconseja cualquier título que acabe por entregarlos en brazos de la literatura para adultos, en un abanico que abarca clásicos como El guardián entre el centenoEl niño con el pijama de rayas o una historia recientísima como Rumble de la dibujante Maitena, con todos los ingredientes para ser considerada como una novela de iniciación.
En el otro lado, se ubica los que huyen de la lectura, casi un 40%. Estos últimos, aparentemente, se conforman con el ordenador y el cine, algo que acabará por pasarles factura. "La ausencia de lectura revierte en la escritura y el lenguaje, que son los elementos que conforman el aprendizaje. Llegarán a la universidad sin saber construir frases, carecerán de vocabulario y no sabrán expresarse", concluye la maestra de Lengua.
Los hijos de padres lectores (8 de cada 10 de entre 6 y 14 años) leen una media de 3,3 horas semanales. Para ese círculo Harry Potter o El señor de los anillos juegan el papel que las aventuras de La isla del tesoro o las obras de autores como Julio Verne ejercieron sobre generaciones anteriores. Educados con la Wii o la Play Station, habituales del Rincón del Vago, habilísimos en manejar buscadores en Internet y acostumbrados a chatear, los jóvenes del siglo XXI necesitan novelas de aprendizaje que se pueden ver más que leer. Siguiendo esa máxima buscan lecturas donde pasen muchas cosas, y donde la cuestión sexual, con o sin resolver, ocupe una parte importante. La nueva literatura juvenil está a la altura de los tiempos que corren; más que divertir y formar se escribe para estimular al instante y en el momento. La educación tampoco se enfoca a potenciar la reflexión. Fuera de clase van sobrecargados de actividades paralelas. Forman parte del mundo de locura de los adultos. Sin tiempo para aburrirse.
Todos los datos apuntan que la literatura infantil y juvenil sufre la crisis editorial con menor intensidad. Autores de éxito, como Stephenie Meyer, autora de la saga Crepúsculo, Christopher Paolini -su nuevo título de la serie Eragon, Legado, se puso a la venta en noviembre en Estados Unidos con una tirada de dos millones y medio de ejemplares y ahora sale en español con 100.000 copias - o J. K. Rowling, ayudan y mucho a que las cuentas cuadren a final de año. La publicación de novedades de algunos de estos autores de culto se rodea de una parafernalia animada por las redes sociales y las webs de las editoriales: información puntual del estado de la novela y los capítulos que van escritos, pormenores de los protagonistas, detalles de la nueva portada para, a medida que se acerca la fecha de salida, ir lanzando mensajes de "falta menos de una semana", "apenas un par de días"..., todo ello trufado con entrevistas e información de la vida del autor y, por supuesto, encuentros físicos de fans.
Los datos en el sector resultan alentadores. Según el Gremio de Editores, un 12% de la venta se corresponde con el género infantil y juvenil, pero la facturación supone casi las tres cuartas partes del mercado interior. Los datos de 2010 sitúan las ventas en 228,23 millones de ejemplares. El precio medio de un título para adultos ronda los 12 euros frente a los 8,89 de los infantiles.
El panorama actual todavía es consecuencia de revolución literaria que estalló en 1997, cuando la editorial Salamandra adquirió los derechos de Harry Potter y la piedra filosofal. Las aventuras del joven mago dieron un vuelco a las costumbres de los adolescentes. De las historias de poco más de un centenar de páginas con argumentos que contaban con el visto bueno y asesoramiento de profesores y psicólogos, pasaron a una saga de más de trescientas páginas por título. El éxito, como ocurre siempre, fue de los lectores, pero las editoriales no perdieron la ocasión de convertirlo en negocio. Leyeron los siete tomos de la saga de curso en curso -solo en España se han vendido seis millones de ejemplares y otros tantos en América Latina- y crecieron con el personaje; muchos agotaron con esa lectura su primera juventud y de ahí se entregaron a otros géneros.
Con el éxito del joven mago creció también el poder del marketing como pieza clave del lanzamiento de los libros hasta el punto de identificar lo más vendido con lo mejor. Ahí mismo, las empresas creyeron descubrir un filón argumental en lo que se denomina como fantasy y que no ha parado de crecer desde entonces. Antonio Rodríguez Almodóvar, recopilador de cuentos antiguos, considera el fenómeno como literaturaprêt-à-porter. "Funciona porque hay mercado, pero no creará lectores, solo consumo ocasional. La literatura debe tener la pureza de lo espontáneo, no se puede diseñar. Todo se queda en pasarlo bien, no se trata de libros que formen". Entre tanto, las editoriales siguen debatiéndose entre el reino de los vampiros y la moda de lo políticamente correcto, centrada en la educación en valores.

Góticos y épicos

Temerario. El imperio de marfil.
Naomi Novik. Traducción de José Miguel Pallarés. Alfaguara. Madrid, 2011. 481 páginas. 17,95 euros.
El secreto de Lucia Morke / El secret de Lucia Morke.
Inés MacPherson. La Galera. Colección Luna Roja. 257 páginas. 16,95 euros.
El joven templario. Huérfano del destino
Libro III. Michael P. Spradlin. Traducción de María Jesús Asensio. Bruño. Madrid, 2011. 298 páginas. 15 euros.
El joven Sherlock Holmes. La joven desaparecida.
Shane Peacock. Traducción de Susana Andrés. Almadraba. Madrid, 2011. 386 páginas.17,90 euros.
Escuela de frikis. El examen final.
Gitty Daneshvari. Ilustrado por Carrie Gifford. Traducción de Laura Manero. Montena. Barcelona, 2011. 282 páginas15,95 euros (electrónico: 10,99).
El ladrón del rayo (Percy Jackson y los dioses del Olimpo)
. Rick Riordan. Traducción de Libertad Aguilera Ballester. Salamandra. Barcelona, 2011. 288 páginas. 14,50 euros (tapa blanda: 12,50; novela gráfica: 136 páginas. 17 euros).
Cielo Rojo.
David Lozano Garbala. Ediciones SM. Madrid, 2011. 475 páginas. 17,95 euros.


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