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jueves, 26 de febrero de 2015
martes, 1 de abril de 2014
Tema 10 – LA PROSA EN EL SIGLO XVII (Temas de literatura de 1º de Bachillerato)
La prosa barroca no supone una
ruptura demasiado grande con la anterior prosa renacentista. En realidad, al
igual de lo que ocurre en la poesía,
la prosa barroca fue una solución de continuidad que no rompió los moldes
renacentistas ni sus principales tendencias,
aunque sí se adaptó a las nuevas características del pensamiento y el arte
barrocos.
Como principal elemento de cambio,
la prosa barroca se preocupa mucho más por las circunstancias sociales y añade
mayores dosis de realismo, contenido moral y crítica social. Esto no es más que
la continuación del camino iniciado por los autores de la novela picaresca, que
en el Renacimiento tardío ya empezaron a lidiar con asuntos menos idílicos y
bucólicos y más con la cruda realidad de las clases bajas y las injusticias
sociales.
La prosa sigue, en general,
dividida entre la ficción y el ensayo. No obstante, esta división que era tan
clara durante el Renacimiento se hace ahora más difusa, y en ocasiones ambas
escuelas se mezclan.
En el ámbito de la ficción,
quedan casi definitivamente abandonados los géneros más propiamente
renacentistas (las historias idealistas y exóticas de las novelas pastoriles,
bizantinas o de caballerías), si bien ocasionalmente siguen apareciendo novelas
de este corte.
En lógica consecuencia, lo que se
desarrolla más durante el Barroco es la otra gran tendencia de
la que hablábamos. La novela corta y
la novela realista ocupan el lugar
de la abandonada novela pastoril, y se desarrollan siguiendo el ejemplo del
exitoso Lazarilo de Tormes.
Una de las mayores innovaciones de
la prosa barroca es la aparición de la novela corta, un género que
paradójicamente había sido abandonado en el Renacimiento en favor de novelas
más extensas. Ahora se recupera, si bien con mayor acción y diálogo, para
contar historias fundamentalmente cortesanas, relacionadas con el honor de los
personajes de clase alta. Tirso de Molina (Los cigarrales de Toledo), Castillo Solórzano (Las
harpías de Madrid) y Lope de
Vega (Novelas a Marcia
Leonarda) son los mayores representantes de este ámbito.
Por otra parte, la novela lucianesca es otra aparición de esta época. Es también
novela corta, pero de carácter satírico (muchas veces grotesco), que huye del
realismo preponderante. Ejemplo de este tipo de relatos es El
diablo cojuelo,
de Vélez de Guevara.
Los relatos costumbristas,
por otra parte, anticipan el fuerte desarrollo del costumbrismo que estaba por
venir. Se centran en la narración de las costumbres de la época por medio de
diálogos, y tienen una intención básicamente didáctica. Destaca María de
Zayas, la narradora más importante del siglo detrás de Cervantes,
que escribió Desengaños amorosos.
En cualquier caso, estos últimos
no son más que apariciones ocasionales que se salen de la norma más habitual,
que siguió siendo la novela de corte realista encaminada a la crítica social.
La novela
picaresca en el siglo XVII, cincuenta años después de la publicación del Lazarillo de Tormes, se reanuda, de carácter realista, con los
siguientes rasgos:
· Punto de vista autobiográfico.
·
Procedencia del protagonista de un estrato social bajo.
·
El protagonista niño o adolescente que aprende la crudeza del mundo de
los adultos.
·
El vagabundeo al servicio de varios amos.
·
El hambre como móvil de todas sus acciones.
·
El pícaro pierde inocencia y ternura, para convertirse en un experto
timador y ratero, lleno de resentimiento.
·
El elemento satírico es más mordaz y caricaturesco.
·
Se percibe un acentuado pesimismo cargado de dolor, crueldad y
desconfianza.
Destacan
dos títulos: Vida del pícaro Guzmán
de Alfarache (1599), de Mateo Alemán, que incluye como novedad la
reflexión moral, al negar los valores de la vida (todo es mentira y desengaño)
y El Buscón, de Francisco
de Quevedo. Pero aparecen otra más, incluso con protagonista femenina: La pícara Justina , de Francisco
López de Úbeda, La hija de Celestina,
de Salas Barbadillo, o Vida de
Estebanillo González, de Vélez de Guevara.
La prosa moral y
doctrinal. Por
su calidad literaria y por el interés temático, se debe destacar la prosa
satírica y doctrinal de Quevedo y la prosa didáctica de Baltasar Gracián.
La
prosa satírica y doctrinal de Francisco
de Quevedo, mostraba su carácter, pensamiento, su visión de la realidad y
del mundo y, de paso, censurar los vicios y defectos del hombre. De la prosa
satírica, hay que destacar Los
sueños, donde reflexiona sobre la decadencia española y valiéndose
del sueño o visión consigue su tono humorístico o burlesco. De la prosa
doctrinal, hay que diferenciar entre las obras ascéticas y las políticas; en
las primeras se funde el pensamiento cristiano con las doctrinas del estoicismo
(pesimismo y muerte), La cuna y la sepultura (1635) las representa y, en las
segundas, critica los defectos del gobierno de España, ataca a los malos
ministros, la relajación de costumbres y la pérdida de los valores nacionales: Vida de Marco Bruto.
La
prosa didáctica de Baltasar Gracián,
es una muestra de su gran inteligencia e ingenio; para él, todo depende del
punto de vista desde el que se observe el mundo y al hombre lo ve como un
concepto negativo. Al igual que Quevedo, la influencia de Séneca es notable:
considera que la virtud solo se puede alcanzar a través de la inteligencia y de
la sabiduría.
Su
estilo es muy conceptista: antítesis, juegos de palabras, supresión de
elementos oracionales, frases breves y sentenciosas (“Lo breve si bueno, dos
veces bueno”). Su forma de escribir se somete a tres principios básicos: el
ingenio, la alegoría y el humor. Así lo muestra en su obra principal: El Criticón.
Miguel de
Cervantes- Como autor de novelas, Cervantes está
considerado como el creador de la novela moderna, al dotar al género narrativo
de una gran complejidad y riqueza.
Además
de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Cervantes escribió
otras obras novelísticas. Algunas de ellas se ajustan a los géneros
renacentistas, como La Galatea
(1585), que es una novela pastoril o Los
trabajos de Persiles y Sigismunda (1617), novela bizantina.
Otra
obra destacable es la que reúne las doce Novelas ejemplares (1613). Su denominación de ejemplares
obedece a que son el primer ejemplo en castellano de un tipo de novelas
italianas y al carácter didáctico y moral que incluyen los relatos. En estas
narraciones breves, hay algunas de carácter idealizante, al gusto renacentista,
como La española inglesa o La fuerza de la sangre. Pero las más
importantes son las que reflejan de modo realista la vida española de la época:
La gitanilla, Rinconete y Cortadillo o El licenciado Vidriera.
La
obra más universal de la literatura española es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Fue publicado
en dos partes: la primera apareció en 1605 y gozó de un éxito inmediato, como
lo demuestran las numerosas ediciones y las rápidas traducciones a las lenguas
más importantes de Europa. La segunda parte de la novela se publicó en 1615. Un
año antes de publicar la segunda parte, apareció en Tarragona una continuación
de la novela, firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, seudónimo de
un autor conocido.
Los
propósitos del autor al escribir la obra era desacreditar los libros de
caballerías, ridiculizarlos y conseguir que dejaran de escribirse y leerse.
Pero esos objetivos pronto quedan superados. El Quijote es mucho más que
una burla del género caballeresco: es una de las obras literarias más
universales; sus acciones, personajes, temas y conductas han logrado fama
mundial.
Es
un libro claro, espontáneo, natural, lleno de aventuras y sucesos, divertido y
profundo. Cervantes es capaz de hacernos reír, reflexionar sobre la condición
humana y comprender la realidad de la sociedad española a un mismo tiempo.
Uno
de los aspectos originales del Quijote es la figura del narrador. Cervantes
presenta la narración como si hubiera sido inventada por un autor árabe (Cide
Hamete Benengeli) y traducida después al castellano. También asegura que las
aventuras han sido recogidas anteriormente en libros de historia y crónicas.
La
obra se organiza en torno a tres salidas: dos en la primera parte y una en la
segunda. Cada una tiene una estructura circular: partida, aventuras y regreso a
casa. La primera parte se fundamenta en el contraste entre los dos personajes
protagonistas. Don Quijote, desde su locura, asume los más altos valores
humanos: libertad, justicia, heroísmo; Sancho representa, desde su cordura, la
sencilla bondad natural: el interés desmesurado por lo material, la lealtad, el
sentido común y la satisfacción de los placeres mundanos. En la segunda parte,
los personajes adquieren más riqueza en su psicología y en sus conductas. Esta
segunda parte es más compleja que la primera; su historia es conocida por los
personajes con que se encuentran Don Quijote y Sancho; incluso, Don Quijote se
encuentra con un personaje de las aventuras escritas por Avellaneda.
Don
Quijote ya no es un personaje exclusivamente cómico y burlesco. Poco a poco se
comprueba el proceso de desengaño que se produce en el protagonista. Con el
desengaño, vuelve la cordura, y con esta, llega la muerte. Pero la figura de
Don Quijote no se pierde en la nada. Sus ideales son virtuosos y deberían ser
la más alta aspiración del ser humano: dedicar la vida al servicio del bien.
La
transformación de Sancho en esta segunda parte es también significativa. Es él
quien tiene que reanimar el espíritu y la fe en su amo a medida que este va
desengañándose. Según se acerca el final de la obra, Sancho se quijotiza cada
vez más, hasta el punto de alentar a su señor a que insista en la consecución
de sus ideales.
Los
principales interpretaciones temáticas
que se pueden hacer de la obra son:
·
La crítica de los libros de caballerías. Cervantes censuraba este tipo
de lecturas por su excesiva imaginación y su mala calidad literaria.
·
El enfrentamiento entre la locura y la razón.
·
El humor, tanto en su faceta paródica y burlesca como en su faceta
ingeniosa.
·
La lucha entre los ideales del hombre y la dolorosa realidad.
·
La descripción y el contraste entre los grandes valores del ser humano
y las conductas egoístas e innobles.
·
Por último, la descripción de una época: costumbres, creencias,
ideologías, panorama social, ambiente cultural, etc.
En
cuanto a su estilo, la principal
característica es su falta de uniformidad, en cuanto a la mezcla de novelas en
una sola novela. Aparentemente, tiene un estilo sencillo y llano. Sin embargo,
se incluye en ella una enorme cantidad de palabras precisas y variadas. Se huye
de toda artificiosidad, lo que no impide un manejo habitual de las figuras
retóricas: ironías, juegos de palabras, antítesis.
Hay
que destacar la maestría en el uso de los diálogos. Los personajes están
perfectamente caracterizados por la manera de expresarse. Don Quijote varía su
registro según las circunstancias: usa un lenguaje arcaico cuando ejerce de
caballero andante y un lenguaje coloquial cuando no t rata temas caballerescos.
Sancho Panza se caracteriza por el lenguaje vulgar y por el frecuente empleo de
refranes y proverbios. El resto de personajes adquiere su propia identidad expresiva
según sus rasgos personales, sociales o locales, lo que le confiere un carácter
polifónico.
La literatura del siglo XVII. Historia y sociedad. La prosa (powerpoint) por Carmen Andreu (IES Migel Catalán)
Góngora en http://centros2.pntic.mec.es/
1. INTRODUCCIÓN
Góngora y Argote, Luis de (1561-1627), poeta español, cima de la elegancia de la poesía barroca y modelo de poetas posteriores.
2. VIDA
Nació en Córdoba en el seno de una ilustre familia y estudió en la Universidad de Salamanca. Recibió órdenes religiosas y en su juventud ya era bastante famoso puesto que Cervantes habla de él cuando Góngora sólo tiene 24 años. Obtuvo un cargo eclesiástico de poca importancia pero que le permitió viajar por España con frecuencia y frecuentar la Corte en Madrid. Se establece en esta ciudad y consigue que Felipe III le nombre su capellán. A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, en Góngora, ni la religión ni el amor, pese a algunas aventuras juveniles, ocupan un lugar importante en su vida o en su poesía. Parece que le domina un solo sentimiento, el de la belleza, pues el amor y la naturaleza, asuntos de los que trató con perfecto dominio, más que sentimientos en él aparecen como pretextos para la creación poética. Al final de su vida, agobiado por la deudas, se traslada a Córdoba, donde muere.
3. PERSONALIDAD CREADORA
Góngora tuvo en vida defensores apasionados y críticos implacables. El carácter mismo de su poesía haría que esta división de opiniones continuara después de su muerte y llegara aún a nuestros días. Los dos enemigos de más valer que tuvo fueron Quevedo y Lope de Vega, aunque contó con famosos partidarios como el conde de Villamediana o los humanistas Pedro de Valencia y fray Hortensio de Paravicino.
El motivo de esta división radical de posturas reside en el carácter innovador de la poesía de Góngora, cabeza del estilo literario conocido por culteranismo, un término que poseyó en su origen carácter burlesco, formado a partir de la palabra culto y que, de hecho, supone la fase final de la evolución de la poesía renacentista española, instaurada por Garcilaso de la Vega. Sin embargo, a pesar de su gran ornamentación verbal, y de la utilización de palabras comunes en una acepción latina, la crítica considera que el culteranismo es una manifestación peculiar del conceptismo —la escuela literaria que supuestamente se le oponía—. En realidad, y desde el punto de vista de la ideación, Góngora piensa mediante conceptos, aunque su escritura, realizada con recursos lingüísticos como los mencionados, y en ocasiones una difícil erudición, logra grados de elevación lírica y de complicación, a veces casi inalcanzables.
4. OBRA
Hasta hace poco la historia literaria separaba la obra poética de Góngora en dos mitades claramente diferenciadas. Por un lado, las letrillas de inspiración popular y los romances: moriscos, amorosos, pastoriles y caballerescos. De otro, su obra cultista iniciada en 1610 con la Oda a la toma de Larache, y continuada con el incremento constante de la oscuridad estilística en la fábula de Polifemo y Galatea (1613), las Soledades (1613) y el Panegírico al duque de Lerma (1617). Equidistante entre ambos aspectos, se podrían situar sus numerosos sonetos y canciones de estilo clásico, en los que no se advierte tanto el cultismo.
Para el Góngora de la primera manera, la crítica, desde la de sus coetáneos, sólo tuvo elogios. Incluso en los momentos de mayor antigongorismo nadie puso en duda la belleza de letrillas como ‘Las flores del romero’, ‘Lloraba la niña’, ‘No son todo ruiseñores’ ni de los romances: ‘En los pinares del rey’, ‘Amarrado al duro banco’, ‘Servía en Orán al rey’, entre otros. Otra vena poética que domina en Góngora es la burlesca, como demuestran ‘Ande yo caliente’, ‘Ahora que estoy despacio’ o ‘Murmuraban los rocines’. Para algunos es el autor de los más bellos sonetos que se han compuesto en lengua castellana.
4.1. Fábula de Polifemo y Galatea y Soledades Escrita en octavas reales, la fábula de Polifemo y Galatea (1613) es la recreación más perfecta de una fábula mitológica (véase Polifemo; Galatea) en la poesía española. Al narrar el viejo tema —pasión del cíclope Polifemo por la ninfa Galatea, idilio de ésta con el joven Acis, venganza del gigante— Góngora crea una obra de brillante hermosura descriptiva, de construcción acabada, donde el arte del contraste y de lo hiperbólico queda sometido a formas rigurosas.
Las Soledades (1613) es una obra de mayor aliento y de plan más madurado. Góngora proyectaba cantar las soledades de los campos, de las riberas, de las selvas y de los yermos. Sólo compuso la primera y parte de la segunda, que constituyen un poema pictórico, panorámico, rico en color y matices. Escrito en silvas, y todavía discutido hoy, constituye una de las cumbres de la lírica de todos los tiempos.
5. INFLUENCIAS POSTERIORES
El Góngora del Polifemo y las Soledades fue muy mal entendido por la crítica. Su estilo suscitó inmediatamente la oposición. El humanista Francisco Calcals (1564-1642) cuando leyó las Soledades afirmó que el príncipe de la luz —refiriéndose al poeta de las letrillas— se había mutado en el príncipe de las tinieblas. Una actitud que se prolongaría hasta finales del siglo XIX, cuando algunos simbolistas franceses, en especial Verlaine, y los poetas modernistas de habla española, inician la valoración del gongorismo. Una valoración que culmina en 1927, año del centenario de su muerte, cuando una nueva generación de poetas españoles, Jorge Guillén, Pedro Salinas, García Lorca, Alberti, le aclaman como a uno de sus maestros, y Dámaso Alonso, poeta también, publica su edición crítica de las Soledades, a la que siguen algunos estudios definitivos para la comprensión de Góngora. Véase también Generación del 27.
La poesía de Quevedo por Mario López Asenjo en MasterLengua
Francisco de Quevedo y Villegas nació en Madrid en 1580. Era de origen noble lo que le facilitó su entrada en la vida cortesana. Quevedo fue un hombre muy inteligente y agudo pero también egocéntrico, orgulloso, desconfiado y vengativo. Este carácter tan extremado hizo que se ganara numerosos enemigos y que tuviera incluso problemas con las autoridades.
En 1639, acusado de espionaje y de traición, fue encarcelado y permaneció en prisión cuatro años sin que se formulase ningún cargo contra él. Desengañado y enfermo, se retiró de la vida pública y murió en 1645.
1. Obra
Como la mayoría de los poetas del Siglo de Oro, Quevedo no publicó su poesía que circuló, en vida del autor, en forma manuscrita. Solo algunos poemas se publicaron en antologías como en la conocida Flor de poetas ilustres de 1605.
Se sabe que cuando murió estaba preparando una edición de su obra que finalmente completó su amigo Josef Antonio González en 1648, con el título El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas.
Las nueves musas servían como pretexto para hacer una clasificación temática en nueve apartados.
Por ejemplo la primera Musa, Clío, recogía poemas de alabanza de personajes ilustres pasados o presentes. Destacan sonetos como “Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!“.
El resto de temas en que fue agrupada son:
- Poemas morales, de lo mejor de su producción, recordemos sonetos como “Ah de la vida’…¿Nadie me responde?” o la Epístola al Conde Duque de Olivares.
- Poesía fúnebre: exequias de personajes célebres.
- Poesía amorosa. Reformula el amor petrarquista para incidir en la relación vida-amor-muerte. Algunos de estos poemas son joyas universales, como los poemas dedicados a Lisi, entre los que se encuentra el mejor soneto del autor y para muchos también el mejor de la poesía española que comienza “Cerrar podrá mis ojos la postrera…” (hoy lo conocemos como Amor constante más allá de la muerte).
- Por último, poemas satíricos y burlescos que son de lo más agudo e ingenioso del autor. Como no recordar el soneto “A una nariz”.
Entre las composiciones destacan los sonetos, pero practicó todas las formas estróficas típicas de su tiempo: especialmente romances, pero también redondillas, canciones, bailes, jácaras, etc.
Además de su obra poética, Quevedo escribió bastante prosa. Una conocida novela, El buscón y varios tratados de carácter filosófico, moral, satírico y político.
2. Análisis de su obra
El conceptismo en Quevedo supone una continuación de los recursos de la poesía cancioneril castellana del XV, donde ya se evitaba nombrar un referente con su significante habitual, para identificarlo con otro signo con el que esté relacionado en el significante o en el significado. Las similitudes de significante se mostraban a través de antítesis, paradojas, dilogías, paronomasias, calambures, retruécanos…; mientras que la semejanza de significados se articulaba con la metáfora. Para Gracián el concepto era, de hecho, un acto de entendimiento, que exprime la correspondencia que se halla entre dos objetos.
El conceptismo de Quevedo además del ingenio y la sutileza, prefiere la condensación expresiva y, a diferencia de Góngora (que recurre especialmente a los cultismos), utiliza palabras habituales o neologismos que él crea a partir de ellas. Por esto siempre se ha dicho que su poesía es “menos difícil” que la de Góngora y puede que sea verdad en apariencia, pero la complejidad en Quevedo es tanta o mayor que en Góngora. Las palabras son más accesibles, sí, y el significado general de la composición parece claro, pero es solo en apariencia como decimos. Casi cada palabra, cada expresión se carga de dobles, triples y hasta cuádruples sentidos. De este modo, los niveles de significado del poema se multiplican y complican.
Un ejemplo de lo que decimos lo encontramos en el poema “A una nariz”; termina así el soneto: “[una nariz] que en la cara de Anás fuera delito”. Bien, Anás puede ser un juego de palabras con referencia al hebreo, a- nas que vendría a significar “chato”, sin nariz. Por tanto la nariz sería delito en la cara de un “chato”. Ya de paso, con la referencia al hebreo, está insinuando la descendencia judía de Góngora que es a quien dirige el ataque. Pero hay más, también podría ser que se refiere al Anás bíblico, el sumo sacerdote que junto con Caifás condenaron a Jesucristo. Entonces ahora se abre una nueva vía de significación y además con múltiples ramificaciones:
- La nariz es tan grande que en la cara de Anás, o sea, en frente de él, como Jesús en el juicio, es un delito que merece severo castigo.
- O es literalmente en la cara de Anás, es decir, Anás como judío (y por tanto, con fama de nariz grande) ¿tiene una nariz que merecería castigo del propio juez que imparte los castigos?, ¡quien sabe!
Podemos agrupar la poesía de Quevedo en cuatro grandes apartados:
a) Poesía religiosa y moral.
Aquí estarían incluidos sus poemas fúnebres, morales, reflexivos de carácter filosófico, algunos laudatorios y de homenaje. Están impregnados de la corriente contrarreformista y de un pesimismo típicamente barroco.
La muerte es vista como algo próximo e inminente y la vida como un tiempo breve para llegar a la muerte. Con la muerte se alcanza el descanso eterno y es la única liberación del mundo de apariencias en que se ha convertido la tierra.
b) Poesía política.
Incluimos aquí poemas satírico-burlescos, morales y de alabanza que tienen este tema común. Muchas de sus críticas se centran en contrastar los tiempos gloriosos del Imperio con la actual decadencia y perdida de los valores.
c) Poesía amorosa. Sigue todos los tópicos renacentistas del amor petrarquista. Por tanto, un amor platónica por la amada que es fuente de placer espiritual (1), pero también de dolor y sufrimiento (2). El poeta parte de la descripción de la belleza perfecta de la amada (3) para llegar a la unión espiritual (1). Nunca busca la unión carnal, es más bien la búsqueda de ese ideal en el que dos almas se unen, que proporciona placer y calma, y que es lo mejor que puede pasarle a un mortal. Incluso introduce un aspecto novedoso, propio del extremismo barroco, como el del amor más allá de la muerte, que supone la expresión máxima del sentimiento amoroso: el amor visto como una unión perfecta en cuerpo y alma que transgrede los límites de la muerte (4).
Destacan los numerosos sonetos que dedicó a Lisi, Lisis, o Lísida, y que forman una especie de cancionero
(1)
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.
(2)
Suspiros, del dolor mudos despojos,
también la boca a razonar aprende,
como, con llanto y sin hablar, los ojos.
(3)
lamáronme los ojos las facciones,
prendiéronlos eternas jerarquías
de virtudes y heroicas perfecciones.
(4)
Espíritu desnudo, puro amante
sobre el sol arderé y el cuerpo frío
se acordará de Amor en polvo y tierra
Serán ceniza, mas tendrán sentido
Polvo serán, mas polvo enamorado.
d) Poesía satírica y burlesca.
Son ataques a la decadencia de España, a sus enemigos, a las mujeres… en general a todo lo que le molestaba.
Estos poemas son de una implacable crítica y muestran una imagen ridícula y grotesca de instituciones y tipos sociales: el matrimonio interesado (especialmente recurrente era su crítica a los cornudos), diversos oficios (sobre todos a médicos), los literatos, conocida era su animadversión por Góngora y su escuela, los judíos conversos, los que aparentan honor sin tenerlo, las mujeres, los homosexuales… Por la acidez de la crítica, son estos poemas más satíricos que burlescos.
Entre los recursos mas empleados destaca el empleo de los juegos de palabras, las hipérboles, la paradoja y los contrastes.
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La poesía barroca: el conceptismo y el culteranismo por Mario López Asenjo en MasterLengua
1. La poesía barroca: el culteranismo y el conceptismo
La poesía barroca, como es sabido, destaca por su máxima complejidad. Es difícil entender el significado de un poema barroco porque el poeta lo esconde por medio de metáforas complicadas y muy originales o el empleo de un hipérbaton extremo (cambio del orden sintáctico lógico de la oración) o , en definitiva, todos los recursos posibles para que solo un lector culto alcance a comprender el poema. Se puede decir que es una poesía destinada a minorías.
Los dos poetas más importantes del Barroco son Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Cada uno representaría un estilo o escuela diferente de entender la poesía barroca: el primero es la cabeza del conceptismo y el segundo es el máximo representante del culteranismo.
Durante un tiempo se vino oponiendo ambas maneras de la lírica barroca. No obstante, importantes escritores de la época como Saavedra Fajardo y Baltasar Gracián citan a Góngora como el mejor de los conceptistas. Por tanto debemos entender que conceptismo y culteranismo no son tan diferentes.
Veamos con más detalle en que consiste cada uno de estos estilos:
A) El conceptismo: se entiende como un recurso por el que, de modo ingenioso, se evita nombrar un referente con su significante habitual, llamándolo con otro signo con el que esté relacionado en el significante o en el significado. O sea, es un juego de ingenio, un descubrimiento de la inteligencia que es capaz de encontrar asociaciones increíbles entre conceptos. Cuanto mas rebuscada e ingeniosa es la asociación, tanto más prestigio y reconocimiento recibe el poeta que la descubre.
Estas similitudes entre significante y significado se mostraban a través de:
- Antítesis. Contraposición de una palabra o frase a otra de significado contrario: es un ángel y a veces una arpía./ Quiere, aborrece, trata bien, maltrata.
- Paradoja. Combinación de frases que envuelven una contradicción aparente. Vivo sin vivir en mí/ y tan alta vida espero/ que muero porque no muero.
- Juegos de palabras: Los principales son:
- Dilogía. Repetición de palabras polisémicas con sentidos diferentes: Cruzados hacen cruzados,/ escudos pintan escudos,/ y tahúres muy desnudos/ con dados ganan condados,/ ducados ganan ducados/ y coronas Majestad./ ¡Verdad! Góngora.
- Paronomasia. Uso de palabras de sonido semejante pero de significado diferente: Si escuchas mis gritos gratos,/ póngame tumusa mesa,/ siendo el/ combate convite/ donde mi fe viva beba).
- Calambur. Equívoco que se produce cuando las sílabas de una o varias palabras contiguas, agrupadas de otra forma, producen o sugieren un significado diferente: ¡Diamantes que fueron antes/ de amantes de su mujer!
- Retruécano. Inversión de los términos de una frase en otra que la sigue: ¿O cuál es más de culpar,/ aunque cualquiera mal haga,/ la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?).
Y por supuesto el uso de:
- La metáfora. Sustitución de un término real no expreso por otro imaginado:
- El símil. Comparación de un término real con otro imaginado: tus dientes son como perlas.
- La imagen. La imagen es un recurso genérico que engloba a la metáfora, el símil y la Lo que la diferencia es que solemos conocer como imágen aquella metáfora en que no existe una relación racional entre el término real y el imaginado (por eso es el recurso más comúnmente empleado en la poesía de vanguardia). Por ejemplo cuando Góngora dice refiriéndose a las flores que estas son: Estrellas mudas,
B) El culteranismo es un modo de conceptismo, que tiene especial predilección por el empleo de: latinismos léxicos y sintácticos, metáforas e imágenes deslumbrantes, sensoriales y difíciles; la dificultad , también extrema, en la comprensión del poema.
Por tanto conceptismo, sería un término mas integrador y general: englobaría prácticamente al conjunto de la poesía barroca. Y el culteranismo sería una variante del conceptismo en el que destaca un léxico culto y rebuscado, y unas metáforas con mayor intención embellecedora.
Conclusiones:
- El conceptismo y el culteranismo parten de una misma concepción poética.
- Conceptismo es el término que define la poesía del barroco, el culteranismo es una variación y una ampliación del conceptismo.
- Para el conceptismo la belleza del poema está en el misterio, el acertijo y en definitiva las diversas asociaciones de significados por medio de los juegos de palabras.
- Para el culteranismo, la belleza está más en la elección sorprendente y novedosa del léxico y en la descripción de las cosas por medio de imágenes originales, imaginativas, audaces y, en ocasiones, irracionales.
2. Principales rasgos
a) En la forma
- Los abundantes adjetivos epítetos, muy originales y atrevidos, referidos a impresiones sensoriales, sobre todo de color (sinestesias). P.ej. Oro, plata, nácar, perla, rosa, lirio…
- La gran cantidad de metáforas, atrevidas, inéditas, sorprendentes con el fin de crear un mundo de belleza absoluta.
- El empleo de los juegos de palabras antes citados: paranomasia, retruécano, calambur, dilogía…
- El uso exagerado de latinismos sintácticos, como un hipérbaton forzadísimo, que invierte el orden natural de la frase castellana; p.ej: “con menosprecio, en medio el llano, mira tu blanca frente el lirio bello”
- El abuso de latinismos léxicos, con multitud de cultismos, sonoros y desusados en la lengua cotidiana (culteranismo); p.ej.: émulo, náutico, cándido, púrpura,…
b) En los temas
- Especial preferencia por la mitología clásica, cuyos temas y personajes inundan las creaciones de los escritores culteranos. Por lo general se repiten los temas ya tratados durante el Renacimiento, es decir, junto a la mitología, son temas destacados el amor, la religiosidad y como consecuencia del desengaño barroco se desarrolla también la poesía satírico-burlesca.
jueves, 23 de enero de 2014
Hallada una comedia de Lope en la Biblioteca Nacional por Daniel Verdú (El País)
'Mujeres y criados' estaba en el listado de comedias auténticas del escritor y recoge los elementos más reconocibles de la época madura del autor del Siglo de Oro
El manuscrito dormitaba un sueño de polvo y olvido entre los anaqueles de la Biblioteca Nacional, donde al parecer aterrizó a finales del siglo XIX. El hallazgo del texto de Mujeres y criados, comedia inédita de Lope de Vega, es la demostración de que, por increíble que parezca, todavía hoy puede aparecer una joya del Siglo de Oro 400 años después.
Los catálogos literarios acerca de la obra de Lope daban por perdido este vodevil ambientado en Madrid escrito por el genio entre 1613 y 1614, en su etapa de esplendor. El hallazgo es obra de Alejandro García-Reidy, profesor de la Universidad de Syracuse, y miembro del equipo PROLOPE de la Universidad Autónoma de Barcelona, que encontró el manuscrito de forma “azarosa” en 2010 en el transcurso de una investigación sobre el teatro de los siglos XVI y XVII. García-Reidy dará a conocer sus conclusiones en la publicación especializada Revista de literatura. En la primavera, Gredos editará la obra y, con toda probabilidad en otoño, cuatro siglos después de su creación, la pieza volverá a las tablas.
¿Por qué han pasado más de tres años entre el hallazgo y su anuncio público? Según el profesor de Syracuse, “debido a los cauces y tempos habituales de análisis y atribución, por un lado, y de publicación en el ámbito académico, por otro”. Ahora rememora así los pormenores del descubrimiento: “Encontré un documento de 1614 que informaba que una compañía teatral de la época había comprado una comedia a Lope llamada Mujeres y criados y que la estaba representando. Miré los catálogos y, efectivamente aparecía como un texto que no se conservaba. Entonces busqué en la Biblioteca Nacional y vi que existía un manuscrito con ese título. Pedí el manuscrito, me lo trajo un bibliotecario y empecé a trabajar sobre el documento”, explica García-Reidy desde Nueva York.
No había duda. Vio que las características del texto coincidían, también el tipo de métrica y los temas de la obra. Además, otros datos como la caligrafía del copista conducían inexorablemente a la autoría de Lope. El manuscrito localizado salió del puño y letra de Pedro de Valdés, director de la compañía que representaba la pieza. Se trata de una copia fechada en 1631, y no se había relacionado con esta comedia de Lope de Vega hasta la fecha. Su existencia —que forma parte de la ingente cantidad de comedias que escribió (él las cifró en unas 1.500)— la certifica el hecho de que el dramaturgo la incluyó en el listado de comedias auténticas suyas, que incorporó a la edición de 1618 de El peregrino en su patria.
Estamos, según el autor del hallazgo, ante “una obra de gran calidad que puede competir con algunas de las mejores comedias urbanas de los mejores años de Lope”. En su opinión, Mujeres y criados sigue funcionando todavía hoy “por su elemento cómico, por el carácter desenfadado de sus personajes femeninos y por la burla de algunas convenciones de la sociedad”, explica García-Reidy, quien deja zanjadas las posibles dudas sobre su autoría: “El análisis métrico se ajusta perfectamente a los usos de Lope de Vega en torno a los años 1613 y 1614 y el copista que transcribió este manuscrito en 1631 se ha identificado con Pedro de Valdés, autor de comedias, lo que hoy sería un director de compañía de teatro, y de quien sabemos que estrenó la obra de Lope gracias a documentos de la época”. Para Ramón Valdés, investigador del equipo PROLOPE, “el grado de atribución es total” y solo cabe su autenticidad.
El argumento de Mujeres y criados se desarrolla en Madrid y tiene como protagonistas a dos hermanas, Violante y Luciana, y a sus galanes, Claridán y Teodoro.Estas dos parejas, cuyos amores han sido secretos hasta el momento, se ven comprometidas con la aparición de otros dos pretendientes: el conde Próspero, quien ansía a Luciana y el rico don Pedro, quien corteja a Violante. Este planteamiento inicial desemboca en un juego de escondite y de identidades confundidas.
Alberto Blecua, director del grupo PROLOPE, que investiga y edita la obra del escritor, señala: “Lope escribió muchas obras, pero dar con las que aún quedan por localizar no es fácil. Aunque las atribuciones de libros a sus autores están sujetas a posibles polémicas, el reconocido prestigio del investigador y la solvencia de sus argumentos hacen prever la práctica unanimidad de la comunidad científica sobre la verdadera autoría del escritor en este caso”.
Uno de los pasajes de la obra
Violante Vuesamerced, según el talle airoso,
sano debe de estar.
Don Pedro Cuando eso importe,
verame algún albéitar cuidadoso.
Violante No es poco para mozo de la corte.
¿Es hombre de esto de ángulos de esgrima?
¿Trae daga a lo pendiente y sólo un corte?
Don Pedro Si se ofrece, la cólera me anima.
Violante ¿Acostumbra ser lámpara del pecho
con una cadenita y otra encima?
Don Pedro Vestir fue lo galán.
Violante ¿Nunca le han hecho
para con la sotana lo que llaman
manteo de color? ¿Cálzase estrecho?
¿Va muchas veces donde no le llaman?
¿Suele hablar con vocablos esquisitos
o con aquellos que los niños maman?
¿Pone «salud y vida» en sobrescritos
y suele hablar a donde callan todos,
y en los corrillos públicos a gritos?
¿Deciende de los griegos o los godos?
Don Pedro (¡Por Dios, que para novia no muy santa,
que me esamina por estraños modos!)
Pero escuche también, pues se adelanta,
y dígame si acaso de difuntos
como de vivos su merced se espanta;
si calza pocos o si muchos puntos;
si suele detrás de los tapices
tener en ocasión dos novios juntos,
cual suelen presentarse las perdices;
si se viste silicios y pañazos
de pitos azulados y matices;
si descubre juanetes en los brazos
por llamar como a niñas con muñecas
a los hombres que dan en tales lazos;
si tiene blandas o respuestas secas;
si es amiga de coches o de toros
más que de las almohadas y las ruecas.
Violante ¿Tiene más que decir, caballo de oros?
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