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jueves, 28 de junio de 2012

Discurso dirigido a la clase de 4ª B, mi Tutoría (Curso 2011-2012)



Por primera vez, vengo con las manos vacías, o casi vacías. No traigo ni el cuaderno del profesor, ni el cuaderno rojo con las oraciones, ni libretas… no traigo ni tan siquiera unas bebidas y aperitivos para cerrar el curso y acompañar la entrega de boletines; esto último de debe a varios motivos que, en este caso, no tienen que ver con los “recortes”: la distancia de mi domicilio, el que venga en transportes públicos, no poder mantener la bebida fresca (llevo en el Centro trabajando desde las ocho); además, alguno no debe de estar en condiciones demasiado óptimas para castigar el estómago tras la noche de vuestra graduación.

No temáis, ni penséis que me he vuelto loco  o que quiera amargaros la plácida resaca. Es de ley que me despida de vosotros con unas breves palabras (espero que os resulten breves). Disculpad que este discurso lo traiga planificado y escrito; me hace sentirme más seguro o, por lo menos, me tranquiliza saber que, al finalizarlo, os habré dicho lo más importante que quería transmitir.

Estas palabras las quiero, además, publicar en el blog, esa criatura que me roba sueño y los poquitos ratos libres que me quedan al día, y, con vuestro permiso, acompañarlo de una foto de todo el grupo y un servidor. Será el último enlace que os mande este curso a vuestro correo, mi homenaje a público tan estupendo. Otras veces os he pedido que pusierais algún comentario a las entradas del blog, casi siempre sin éxito. Yo creo que de este discurso vais a guardar mejor recuerdo, y sería bonito que escribierais alguna opinión.

Para empezar, lo primero que quiero pediros son disculpas por no haber podido estar a la altura en el último trimestre. Circunstancias personales, que algunos conocéis (si no todos), han impedido que pudiera encontrarme al cien por cien, dándolo todo. Algunos días ya era un triunfo levantarme para enfrentarme al día a día, y ahí, erais vosotros los que me inyectabais la energía suficiente para seguir tirando del carro. No os quiero cansaros ahora con este tipo de detalles que, espero, hayan pasado desapercibidos o, al menos, sean perdonados con vuestra generosidad.

Prefiero alegraros los oídos, elogiaros, como premio a vuestra constancia, ansia de superación e interés por estudiar.

Estoy orgulloso del curso de 4º B. Mañana, en el Claustro de profesores, se nos leerán las estadísticas finales y, con seguridad, saldréis como el grupo con mejores resultados académicos del Instituto. Pero los datos que no saldrán, os los adelanto ahora: como grupo humano (un vez vencidas las ganas de hablar al comienzo de cada clase) habéis ido creciendo día a día, logrando objetivos casi sin querer, absorbiendo lo que el profesor quería inculcaros en cada momento. Hay mucha y buena materia prima dentro de vosotros; no la desaprovechéis.

En un primer borrador a este discurso (bastante más largo), había personalizado, llegado a este punto, y había comentado un detalle significativo de cada uno de vosotros, según lo que habíamos pasado juntos. Finalmente, he considerado más oportuno generalizar y haceros llegar una visión de conjunto. 

Yo, como profesor y tutor del grupo, solo por vuestro esfuerzo, por hacer (más o menos) todo lo que os he ido pidiendo y, sobre todo, por vuestra atención y preguntas en clase, me doy por satisfecho y pagado este curso que cerramos ahora. Vosotros no entráis en la nómina que me llega a final de mes, pero sois el mejor complemento que se me da, el premio mayor.

Habéis hecho el curso fácil, a la vez que habéis conseguido que el último examen de la tercera evaluación resultara pan comido. El mérito es vuestro.

Este grupo tenía un diseño especial; por un lado, había alumnos de Ciencias con asignaturas específicas para encaminarse a un Bachillerato científico y tecnológico; por otro, alumnos de Humanidades, preparados para otros bachilleratos, ya sean de Ciencias Sociales o de Humanidades, propiamente dicho. Como ya dije en la Junta de Evaluación, celebrada hace tres días, delante de todos vuestros profesores, lo que ha hecho especial al grupo ha sido, precisamente, su heterogeneidad y, en especial, el brillo que le han dado los alumnos de Humanidades. No os sintáis relegados ni menospreciados los alumnos de Ciencias y permitidme dar una explicación a esta teoría.

De siempre se ha tenido la idea (a mi juicio, errónea) de que los alumnos más válidos y capaces para los estudios eran conveniente que estudiaran Ciencias (también en los tiempos en que yo era estudiante). En 4º B se dan las circunstancias de que hay alumnos brillantes en las dos opciones. En un futuro, de esta clase, saldrán importantes y reconocidos médicos, biólogos e ingenieros; pero, también, excelentes periodistas, artistas y, quién sabe, si algún profesor de Lengua que mejore la especie.

Os ruego que me escuchéis ahora con atención: los buenos alumnos de Humanidades tenéis un don (más o menos desarrollado), cierta sensibilidad que os hace diferente al resto: los ecos de un poema, por ejemplo, tardan más en borrarse; el elogio del profesor a una obra o a un autor determinado os llama más la atención. Observando algunas de de vuestras miradas de concentración e interés me habéis hecho dichoso. Quizás esta sensibilidad no sea computable, ni tenga un reflejo en la nota final, pero la emoción que se siente al leer un texto, escuchar una sinfonía o contemplar un lienzo, es un premio que no está al alcance de todo el mundo. 

Repito una cosa, para que quede claro: estoy orgulloso de todo el grupo, pero quería hace esa mención especial a los alumnos que han cursado Latín, Música y Cultura Clásica, porque tenéis el mérito de nadar contracorriente y no ser siempre bien valorados.

Para ir concluyendo, espero haberos dejado el legado de algo más de un amplio compendio de oraciones. He procurado transmitir, además de conocimientos de mi asignatura, algunas lecciones de vida que creo tener ya aprendidas y que os pueden ayudar, sacadas de mis palabras y experiencias personales, como también de las lecturas y las películas que hemos seguido en clase.

He procurado, como Tutor, a través de las entrevistas con vuestros padres y vuestros profesores, haceros más fácil el camino, aunque a veces os pudieran regañar. No he dejado, a pesar de las circunstancias adversas, de luchar por vosotros. Espero que haya servido de algo.

No quiero cansaros más. Ite missa est (Podéis ir en paz)


jueves, 14 de junio de 2012

Pequeños flashes de primavera por Alba Paredes


He aquí un bello poema de mi alumna Alba Paredes de 4º B, lleno de sensibilidad y vitalismo. Gracias por enriquecer el blog con esta "sonrisa", que a tus lectores nos llena de gozo.


Ver Parque1.jpg en presentaciónTodo esto ocurrió
Alguna veraniega tarde de primavera
Ver Parque2.jpg en presentaciónAlguna cualquiera…
No recuerdo exactamente.
Unas piernas e ir de su mano cogida,
Pequeños flashes que vienen a mi mente.
El aire enredándose en mis rizos, 
Ver Parque4.jpg en presentaciónEl sol quemando mis párpados,
El balanceo en un columpio,
Impulsándome con los ojos cerrados.
Ver Parque5.jpg en presentaciónEl sabor de caramelos en mi boca, 
Manos pintadas de rotulador, 
Historietas de colegio,
El sonido de una risa de niña
Tras las mismas bromas de siempre.
El tacto de la arena
Mientras fabricabas pasteles.
Tirarse por los toboganes.
Desear que la tarde no se acabe.
Pero aunque todo finaliza, 
No perdía la sonrisa.
Ahora lavarse las manos,
Vaciar de piedras las zapatillas, 
Sentada en mi banco favorito, 
Ese en el que no me colgaban los pies.
Y vuelta para casa,
Toda cansada y acelerada, 
Seguía mi paseo sonriente.
La alegría superando el nivel de mi frente.
Será esa la causa de que me pregunten:
“¿Qué tal lo pasaste, cielo?”
Y la respuesta sale sola:
“Genial, gracias por la tarde,” 
Y, “te quiero”

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