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miércoles, 12 de octubre de 2011

Duque de Rivas


Ángel María de Saavedra y Ramírez de Baquedano,  III duque de Rivas, grande de España, más conocido por su título nobiliario de duque de Rivas, (Córdoba, 10 de marzo de 1791 – Madrid, 22 de junio  de  1865) fue un escritor, dramaturgo,  poeta, pintor y político español, conocido por su famoso  drama romántico Don Álvaro o la fuerza del sino  (1835).


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domingo, 17 de octubre de 2010

Don Álvaro o la fuerza del sino - Duque de Rivas (comentario de texto)

PAUTAS PARA EL COMENTARIO

  1. El texto corresponde al final de la obra: Puede ser interesante conocer en lo esencial (ampliando el libro de texto) cuáles son los acontecimientos que conducen irremisiblemente a un final tan patético. Infórmate, pues, del argumento del drama.
  2. El destino cumple un papel esencial desde el mismo comienzo de la acción: se superpone a la voluntad y a la acción de los personajes, quienes, arrastrados por él, verán frustrados todos sus anhelos. En muchas ocasiones, este destino se manifiesta como una casualidad forzada por el propio autor. ¿Aparece de esta forma en algún momento del pasaje? Coméntalo.
  3. En conexión con el destino, se presenta también el tema del error funesto. ¿Qué es lo que provoca el cambio de actitud de don Alfonso, quien, herido de muerte, se manifiesta arrepentido de su actuación y pide confesión, y un instante después, preso nuevamente de la ira, mata a su propia hermana?
  4. Los elementos escenográficos cobran una importancia fundamental en este final de la obra. Señálalo y coméntalo. ¿Cuál es su función en el texto?
  5. Las palabras finales de don Álvaro son muy significativas. Las actitudes irreverentes y aun demoníacas son muy frecuentes en ciertos personajes románticos (pueden observarse también en don Juan Tenorio y en el protagonista de El estudiante de Salamanca). Comenta cómo se entiende en la obra esta reacción del personaje. ¿Con qué ideas y presupuestos básicos de la ideología romántica se relaciona esta tendencia hacia lo demoniaco?



[JORNADA V ESCENA SEXTA]




DON ALFONSO. Ya lo conseguiste. ¡Dios mío! ¡Confesión! Soy, cristiano...


Perdonadme.... salva mi alma...


DON ÁlVARO (Suelta la espada y queda como petrificado). ¡Cielos!... ¡Dios


mío!... ¡Santa Madre de los Ángeles!... ¡Mis manos tintas en sangre..., en sangre de


Vargas!...


DON ALFONSO. ¡Confesión!, ¡confesión!... Conozco mi crimen y me arrepiento...


Salvad mi alma, vos que sois ministro del Señor...


DON ÁLVARO (Aterrado.). ¡No, no no soy más que un réprobo, presa infeliz del


demonio! Mis palabras sacrílegas aumentarían vuestra condenación. Estoy manchado


de sangre, soy irregular.. Pedid a Dios misericordia... y.. esperad..., cerca vive un santo


penitente..., podrá absolveros... Pero está prohibido acercarse a su mansión... ¿Qué


importa? Yo que he roto todos los vínculos, que he hollado todas las obligaciones...


(Don Álvaro corre hasta la puerta de la ermita. El ermitaño que vive


apartado en ella resulta ser doña Leonor, la enamorada de don Alvaro y


hermana de don Alfonso. a quien ambos creían muerta. Es ya la escena


VII)


DON ÁLVARO (Retrocediendo horrorizado por la montaña abajo.) ¡Una


mujer!... ¡Cielos!... ¡Qué acento!... ¡Es un espectro!... Imagen adorada.., ¡Leonor!


¡Leonor!


DON ALFONSO (Como queriéndose incorporar.). ¡Leonor!... ¿Qué escucho?'


¡Mi hermana!


DOÑA LEONOR (Corriendo detrás de DON ÁLVARO).


¡Dios rnío! ¿Es don Álvaro?... Conozco su voz... El es... ¡Don Álvaro!


DON ALFONSO. ¡Oh furia! Ella es... ¡Estaba aquí con su seductor!... ¡Hipócritas!...


¡Leonor!


DOÑA LEONOR. ¡Cielos!... ¡Otra voz conocida!... ¿Mas que veo?... (Se precipita


hacia donde ve a DON ALFONSO)


DON ALFONSO. ¡Ves al último de tu infeliz familia!


DOÑA LEONOR (Precipitándose en los brazos de su hermano.).


¡Hermano mío!... ¡Alfonso!


DON ALFONSO (Hace un esfuerzo, saca un puñal, y hiere de muerte a


LEONOR.). Toma, causa de tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra...


Muero vengado. (Muere.)


DON ÁLVARO. ¡Desdichado!... ¿Qué hiciste?... ¡Leonor! ¿Eras tú?... ¿Tan


cerca de mí estabas?... ¡Ay! (Sin osar acercarse a los cadáveres.) Aún respira..., aún


palpita aquel corazón todo mío... Ángel de mi vida..., vive, vive..., yo te adoro...


¡Te hallé, por fin..., sí, te hallé... muerta! (Queda inmóvil.)


[ESCENA ÚLTIMA]


(Hay un rato de silencio; los truenos resuenan más fuertes que nunca,


crecen los relámpagos, y se oye cantar a lo lejos el «Miserere» a la


comunidad, que se acerca lentamente.)


VOZ DENTRO. Aquí, aquí; ¡qué horror! (DON ÁLVARO vuelve en sí, y


luego huye hacia la montaña. Sale el PADRE GUARDIÁN con la


comunidad, que queda asombrada.)


PADRE GUARDIÁN. ¡Dios mío!... ¡Sangre derramado! ¡Cadáveres!... ¡La mujer


penitente!


TODOS LOS FRAILES. Una mujer... ¡Cielos!


PADRE GUARDIÁN. ¡Padre Rafael!


DON ÁLVARO (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso,


dice:) Busca, imbécil, al Padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el


demonio exterminador... Huid, miserables.


TODOS. ¡Jesús, Jesús!


DON ALVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo, perezca la


raza humana; exterminio, destrucción... (Sube a lo más alto del monte y se


precipita.)


EL PADRE GUARDIÁN Y LOS FRAILES (Aterrados y en actitudes diversas.).


¡Misericordia, señor! ¡Misericordia!

Al faro de Malta - Duque de Rivas (Comentario de texto)

PAUTAS PARA EL COMENTARIO

  1. Este poema, uno de los más apreciados de la poesía lírica del duque de Rivas, fue compuesto tras su accidentada llegada -en medio de una fuerte tormenta- a la isla de Malta, donde el autor vivió varios años exiliado. Predominan en él los elementos descriptivos: comenta las descripciones contrastadas del mar embravecido y del faro que resiste los embates de la tormenta.
  2. Pero, además, tormenta y faro adquieren también a lo largo del poema dimensiones simbólicas. ¿Qué significado se le da a cada uno de ellos en la estrofa que empieza "Así de la razón..."? Por otro lado, el poema presenta un sentido diferente si se establece una relación entre los elementos que aparecen en él y la peripecia personal del autor: las "tormentas" políticas de la España de su tiempo que resuenan alrededor del poeta, el obligado exilio, la soledad a la que éste lo condena, etc. Interpreta el texto desde esta perspectiva: ¿Cuál sería, entonces, su tema? ¿Cómo se expresa el estado de ánimo del poeta?
  3. El poema fue compuesto en fecha temprana, antes del triunfo del Romanticismo en España. Ello explica que convivan en él ideas todavía netamente ilustradas con elementos y formas que pertenecen ya a la sensibilidad romántica. Señálense. Investiga: ¿en que año se compuso este poema?

Al faro de Malta



Envuelve al mundo extenso triste noche;

ronco huracán y borrascosas nubes

confunden, y tinieblas impalpables,

el cielo, el mar, la tierra:



y tú invisible, te alzas, en tu frente

ostentando de fuego una corona,

cual rey del caos, que refleja y arde

con luz de paz y vida.



En vano, ronco, el mar alza sus montes

y revienta a tus pies, do, rebramante,

creciendo en blanca espuma, esconde y borra

el abrigo del puerto:



tú, con lengua de fuego, «Aquí está.., dices,

sin voz hablando al tímido piloto,

que como a numen bienhechor te adora

y en ti los ojos clava.



Tiende, apacible noche, el manto rico,

que céfiro amoroso desenrolla;

recamado de estrellas y luceros,

por él rueda la luna;



y entonces tú, de niebla vaporosa

vestido, dejas ver en formas vagas

tu cuerpo colosal, y tu diadema

arde al par de los astros.



Duerme tranquilo el mar; pérfido, esconde

rocas aleves, áridos escollos;

falsos señuelos son; lejanas cumbres

engañan a las naves.



Mas tú, cuyo esplendor todo lo ofusca,

tú, cuya inmoble posición indica

el trono de un monarca, eres su norte;

les adviertes su engaño.



Así de la razón arde la antorcha,

en medio del furor de las pasiones;

o de aleves halagos de fortuna,

a los ojos del alma.



Desque refugio de la airada suerte,

en esta escasa tierra que presides,

y grato albergue, el Cielo bondadoso

me concedió, propicio;



ni una vez sola a mis pesares busco

dulce olvido, del sueño entre los brazos,

sin saludarte, y sin tomar los ojos

a tu espléndida frente.



¡Cuántos, ay, desde el seno de los mares

al par los tomarán!... Tras larga ausencia,

unos, que vuelven a su patria amada,

a sus hijos y esposa.



Otros, prófugos, pobres, perseguidos,

que asilo buscan, cual busqué, lejano,

y a quienes que lo hallaron tu luz dice,

hospitalaria estrella.



Arde, y sirve de norte a los bajeles

que de mi patria, aunque de tarde en tarde,

me traen nuevas amargas y renglones

con lágrimas escritos.



Cuando la vez primera deslumbraste

mis afligidos ojos, ¡cuál mi pecho,

destrozado y hundido en amargura.

palpitó venturoso!



Del Lacio, moribundo, las riberas

huyendo, inhospitables, contrastado

del viento y mar entre ásperos bajíos.

vi tu lumbre divina:



viéronla como yo los marineros,

y, olvidando los votos y plegarias

que en las sordas tinieblas se perdían.

«¡Malta, Malta!». gritaron;



y fuiste a nuestros ojos aureola

que orna la frente de la santa imagen

en quien busca afanoso peregrino

la salud y el consuelo.



Jamás te olvidaré, jamás... Tan sólo

trocara tu esplendor. sin olvidarlo,

rey de la noche, y de tu excelsa cumbre

la benéfica llama,



por la llama y los fúlgidos destellos

que lanza. reflejando al sol naciente,

el arcángel dorado que corona

de Córdoba la torre.



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