domingo, 2 de enero de 2011

La poesía posterior a la guerra civil

De Wikillerato


La poesía española a partir de 1936: de la posguerra a la Generación del 50. Tendencias, rasgos principales, autores y obras más significativas.









Tabla de contenidos
1 PANORAMA GENERAL DE LA POESÍA TRAS LA GUERRA

2 MIGUEL HERNÁNDEZ Y LA POESÍA DEL EXILIO

2.1 MIGUEL HERNÁNDEZ, EPÍGONO DE LA G. DEL 27

2.2 LA POESÍA EN EL EXILIO

3 LA POESÍA DE LOS AÑOS 40. LA GENERACIÓN DEL 36

3.1 LA POESÍA ARRAIGADA

3.1.1 El grupo de la REVISTA “ESCORIAL”

3.1.2 El grupo de la REVISTA “GARCILASO”

3.2 LA POESÍA DESARRAIGADA

3.3 TENDENCIAS MINORITARIAS DE LOS AÑOS 40

4 LA POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS 50

4.1 BLAS DE OTERO

4.2 GABRIEL CELAYA

4.3 JOSÉ HIERRO

5 LA POESÍA DE LOS AÑOS 60 O POESIA DE LA GENERACIÓN DEL 50

5.1 Introducción

5.2 Características

5.3 Poetas más relevantes

5.3.1 José Ángel Valente

5.3.2 Ángel González

5.3.3 Jaime Gil de Biedma





PANORAMA GENERAL DE LA POESÍA TRAS LA GUERRA

Entre 1936 y 1939 se desarrolló una literatura de propaganda ideológica: el poema se convirtió en un arma de lucha. Desde el fin de la guerra hasta la actualidad, la poesía ha atravesado por momentos muy dispares: las circunstancias histórico-sociales de la vida española han determinado las distintas orientaciones.



Década de los cuarenta. En esta década, prosperó una línea poética de exaltación nacionalista y de evasión de la realidad: la del garcilasismo y la generación del 36 (poesía arraigada). Junto con ella, la poesía existencial expresaba la angustia vital del hombre, la poesía desarraigada de la revista Espadaña.

Década de los cincuenta. Triunfó la poesía social, erigida en arma ideológica y de denuncia de las injusticias.

Década de los sesenta. El grupo de la Generación del 50 (años 60) buscaba nuevos caminos estéticos. La poesía se centró en lo individual, aunque relacionado con lo social.

Inicios de los setenta. La poesía de los novísimos proponía una literatura esteticista, que a la vez incorporaba la cultura de masas.

Desde 1975 hasta la actualidad. En la poesía actual, las orientaciones se han multiplicado, pero se observa una tendencia a abandonar el esteticismo de los antecesores.

MIGUEL HERNÁNDEZ Y LA POESÍA DEL EXILIO

MIGUEL HERNÁNDEZ, EPÍGONO DE LA G. DEL 27

Se le considera epígono del 27 y enlace con los poetas de posguerra. Los temas predominantes en la poesía de Miguel Hernández muestran una lírica llena de sentimientos humanos: el amor, la vida, la muerte, la denuncia de la opresión y de la falta de libertades. En su corta trayectoria poética se distinguen cuatro etapas:



Primeras composiciones enraizadas en la tradición culterana. Perito en lunas, obra que refleja la influencia de Góngora.

Poesía amorosa. La obra más representativa es El rayo que no cesa (1934-1935). La mayor parte de los poemas son sonetos y la impresionante Elegía a Ramón Sijé.

Poesía social y de compromiso. Su poesía adopta un tono combativo. Sus dos obras más destacadas son Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1937-1939).

Poesía de los últimos años. Escribe en la cárcel la mayor parte del Cancionero y romancero de ausencias, obra que destaca los temas del amor, del dolor y la desesperanza por la ausencia de la esposa y del hijo.







LA POESÍA EN EL EXILIO

La Guerra Civil y la dictadura provocaron el exilio de numerosos artistas. Entre ellos: Salinas, Cernuda, Guillén, Alberti, Altolaguirre y Prados. También Juan Ramón Jiménez compuso en el destierro sus últimas obras. Los poetas del exilio siguieron caminos diversos, pero en las producciones de todos ellos sobresale, cargado de angustia, el tema de España.



Como poeta destacado señalamos a León Felipe con sus obras: Versos y oraciones del caminante, Drop a Star y Español del éxodo y del llanto.









 LA POESÍA DE LOS AÑOS 40. LA GENERACIÓN DEL 36

Componen este grupo los poetas nacidos entre 1909 y 1922, que padecieron la guerra en plena juventud. Tras la guerra, se marcan las dos grandes tendencias poéticas de los años cuarenta: poesía arraigada, que se manifiesta en forma de neoclasicismo garcilasista, y poesía desarraigada o existencial, de tono trágico y expresión más sencilla.









 LA POESÍA ARRAIGADA

Esta poesía se caracteriza por la expresión ordenada y la preferencia por las formas clásicas. Los temas son el paisaje, el amor, el firme sentimiento religioso, España y Castilla, temas cotidianos, gestas heroicas, etc. Los poetas de la poesía arraigada se agrupan en torno a dos revistas: Escorial y Garcilaso.









El grupo de la REVISTA “ESCORIAL”

Fundada en 1940 por Dionisio Ridruejo. Está compuesto por Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y Dionisio Ridruejo. Se caracterizan por una vuelta al intimismo y a una poesía arraigada con la tierra natal, la familia y Dios. Formalmente, se muestran clasicistas y sienten predilección por el soneto. El lenguaje poético es sencillo. Destacamos La casa encendida de Luis Rosales y Escrito a cada instante de Leopoldo Panero.









 El grupo de la REVISTA “GARCILASO”

Fundada en 1943 por José García Nieto y en torno a ella se agrupan: Jesús Juan Garcés, Jesús Revuelta, Pedro de Lorenzo y el propio García Nieto. Se trata de una poesía oficial al servicio del régimen. José García Nieto es la figura más destacada. En sus primeros libros se aprecia una poesía amorosa (Víspera hacia ti, Tú y yo sobre la tierra). Posteriormente, evoluciona hacia un mayor intimismo: Geografía es amor.









LA POESÍA DESARRAIGADA

Surge en 1944 tras la publicación de dos importantes obras: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso y el nacimiento la revista Espadaña ese mismo año, fundada por Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y Antonio G. de Lama. En los temas aparece una religiosidad conflictiva, llena de dudas y desesperación, que se expresa mediante invocaciones a Dios como responsable del dolor humano; también se refleja el tema del hambre, la represión, la injusticia, etc. Dentro de este grupo, podríamos citar a: Victoriano Crémer, en Tacto sonoro (1944) y Caminos de mi sangre (1946). Gabriel Celaya, en Tranquilamente hablando (1947). José Hierro Tierra sin nosotros (1947) y Alegría (1947). Blas de Otero, en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). Eugenio de Nora, con Pueblo cautivo (1946).









 TENDENCIAS MINORITARIAS DE LOS AÑOS 40

Al mismo tiempo surgen movimientos minoritarios que serán relevantes más tardíamente: el vanguardismo de los postistas y el esteticismo del grupo Cántico.









 LA POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS 50

En torno a 1950 la poesía existencial evoluciona hacia la poesía social, se pasa de expresar la angustia individual a manifestar la solidaridad con los demás. Esta poesía pretende mostrar la verdadera realidad del ser humano y del país. Es un medio para cambiar la sociedad. Los temas son la alienación, la injusticia y la solidaridad. Es decir, plantea temas que afectan a la colectividad más que al propio poeta. El estilo es sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a veces prosaico y muy expresivo, pues pretende llegar a la inmensa mayoría.



Los más destacados poetas sociales fueron Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro.









BLAS DE OTERO

Su poesía refleja la evolución de la poesía en esa época: del existencialismo desarraigado, a la poesía social comprometida y la renovación poética.



Su primera etapa existencial queda recogida en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), que más tarde fusiona bajo el título de Ancia (1958). El poeta se interroga sobre el sentido del mundo, el destino del ser humano, la soledad y la angustia frente a la muerte.

La segunda etapa de poesía social se inicia en 1955 con Pido la paz y la palabra, y abarca En castellano (1959) y Que trata de España (1964). Es una poesía de testimonio y denuncia que plantea la solidaridad con los que sufren y el tema de España.

Tercera etapa a partir de los años sesenta, búsqueda de nuevas formas. Obras: Mientras (1970) e Historias fingidas y verdaderas (1970).

GABRIEL CELAYA

Su primera etapa se abre con Tranquilamente hablando (1947) y Las cosas son como son (1949), poesía existencial.

La segunda etapa entra de lleno en la poesía social. Publicó Las cartas boca arriba (1951) y Cantos íberos, entre las obras más significativas.

Su tercera etapa muestra una poesía que adquiere un tono filosófico. Penúltimos poemas (1982).







JOSÉ HIERRO

José Hierro es una de las figuras más destacadas en el ámbito de la poesía social de los años cincuenta. Desde sus primeros libros -Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947)- está presente el paso del tiempo y las pérdidas que produce. Con Quinta del 42 (1952) y Cuanto sé de mí (1957), Hierro se aproxima a la poesía. Con Libro de las alucinaciones (1964) se inicia su última etapa, en la que se hablará vagamente de emociones que la acercan a la poesía de la experiencia de los años 60.















LA POESÍA DE LOS AÑOS 60 O POESIA DE LA GENERACIÓN DEL 50

 Introducción

Este nuevo grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936, y unidos entre sí por lazos de amistad, comienza a publicar a finales de la década de los cincuenta. Son «los niños de la guerra». Rechazan la intención política de la poesía anterior. Se interesan más por lo personal; en sus textos cobra mayor importancia el elemento autobiográfico.



La nómina de la promoción de los sesenta es muy extensa. Podemos señalar como autores más representativos a Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José María Valverde, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Félix Grande, Carlos Sahagún y Claudio Rodríguez.









 Características

Temas: vida cotidiana de un hombre urbano, amistad, amor, trabajo, infancia o la adolescencia paradisíaca, etc.

Estilo: el tono coloquial se depura y se eleva a un nivel artístico; se busca un estilo personal y más poético que el de la poesía social.

Poetas más relevantes

José Ángel Valente

Autor único, ajeno a toda tendencia establecida, aunque su poesía está marcada por el intimismo. Etapas:



Años 50: etapa personal. A modo de esperanza.

Años 60: La memoria y los signos: contiene referencias culturales y sociales.

Años 70: hace una poesía protagonizada por la condensación y la síntesis. Se inspira en la filosofía oriental.

Mandorla (1982): influencia de Paul Celan: consta de 4 secciones.

Poemas con fuerza erótica.

Otras partes: son las más herméticas. Es un “ars poética” basado en la retórica de la nada y del silencio.

El fulgor (1984).

Fragmentos de un libro futuro (2000).

Ángel González

En los años cincuenta se había inclinado por la visión crítica de Áspero mundo (1956). Esta tendencia continúa en Grado elemental (1962) y Tratado de urbanismo (1967) y responde a un compromiso ético tanto desde las vivencias personales como desde el testimonio social y de queja. En 1968, reunió su obra en Palabra sobre palabra, donde aborda el tema amoroso.



Jaime Gil de Biedma

El autor que mejor ilustra el cambio poético de los años sesenta. Su poesía está basada en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo. Sus poemas incorporan su vida cotidiana y privada, pero desde la mirada escéptica de un yo observador. Combina el lenguaje conversacional y antirretórico con la expresión precisa y elegante.



En Las personas del verbo (1975), Gil de Biedma agrupó estos tres libros:



Compañeros de viaje (1959). Es un conjunto de instantes de la vida del poeta, a través de la forma coloquial (recuerdos, infancia, tertulias, amistad). Dedica sus poemas a un “tú” (a alguien). Se nos muestra como un joven lleno de temores. Obra de claro matiz político. En Infancia y confesiones hace un homenaje a Machado por su “retrato”.

Moralidades (1966). Es una clara denuncia a la hipocresía, el sometimiento de una España oprimida, la opresión a la que la sociedad sometía a la mujer, también a los camaradas políticos, etc.

Poemas póstumos (1968). La vejez, antesala de la muerte, es signo de deterioro frente al recuerdo de una juventud llena de vida y expectativas. Destacan sus poemas “Contra Jaime Gil de Biedma” y “Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma”. En “No volveré a ser joven” reconoce la falsedad de la vida ilusoria y acepta la realidad.

Además, publicó A favor de Venus (1965), un conjunto de poemas amorosos, de fuerte carga erótica, en los que deja de lado los convencionalismos.

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