Los verbos destituir, deponer o despedir son preferibles al verbo cesar para indicar que alguien ha sido obligado a dejar su cargo o actividad.
Una persona cesa en su empleo o cargo cuando simplemente deja de desempeñarlo («Javier Solana cesó en las funciones que desempeñaba en Bruselas»); sin embargo, en muchos textos periodísticos se está extendiendo el uso transitivo de este verbo, en ejemplos como «El consejo de administración de El Mundo ha cesado a Pedro J. Ramírez de sus funciones de director», «Cesado un directivo de la Marca España» o «Fue cesado del cargo de seleccionador».
De acuerdo con el Diccionario panhispánico de dudas, el verbo cesar es intransitivo en todas sus acepciones: es el trabajador quien cesa, bien porque lo despiden, bien porque él decide poner fin a la relación laboral, por lo que para señalar que a alguien se le ha obligado a dejar su cargo lo adecuado es utilizar el verbo destituir, o, dependiendo del contexto concreto, otros alternativos como relevar, deponer o despedir.
La última Gramática académica, aunque no censura el uso de cesar con el significado de ‘hacer que alguien cese’, indica que el verbo preferible y apropiado es destituir: «El consejo de administración de El Mundo ha destituido a Pedro J. Ramírez de sus funciones de director» (o «Pedro J. Ramírez cesa como director de El Mundo), «Destituido un directivo de la Marca España» o «Fue destituido del cargo de seleccionador».
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jueves, 6 de febrero de 2014
cesar no es destituir
Día Mundial contra el Cáncer, claves de redacción
Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer que tendrá lugar el próximo 4 de febrero, se ofrecen algunas claves para la redacción de las informaciones relacionadas con este asunto.
• Los sustantivos y adjetivos de la denominación Día Mundial contra el Cáncer se escriben con mayúscula inicial, como recoge la Ortografía académica; su lema «Desenmascarar los mitos» solo se escribe con mayúscula en su palabra inicial.
• El término cancerígeno (‘que produce o puede producir cáncer’) no debe confundirse con canceroso (‘que tiene las características o la naturaleza del cáncer’), por lo que resulta inapropiado decircélula o tumor cancerígeno en lugar de célula o tumor canceroso.
• La expresión cáncer maligno es redundante, ya que un cáncer es un tumor maligno o una neoplasia maligna; de modo que un tumor malignoes un cáncer, no un cáncer maligno.
• La palabra cirugía se aplica a la disciplina médica que se ocupa de la curación mediante operaciones, por lo que se recomienda no emplearla como sinónima de operación o intervención quirúrgica, como en «Tras una cirugía de cáncer de próstata, el paciente se recuperó muy rápidamente».
• El verbo recaer con el significado de ‘volver a caer, especialmente en una enfermedad o en un vicio’, se construye con la preposición en, y no con de como en «El test sirve para determinar qué pacientes de cáncer de colon tienen riesgos de recaer de la enfermedad».
• Utilizar el adjetivo severo con el significado de grave, serio, importante o extremo es un préstamo inapropiado de la palabra inglesasevere, como en «Afectado por un proceso de cáncer severo».
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tecnología ponible, mejor que wearable technology
Es preferible la traducción tecnología ponible a la denominación inglesa wearable technology y a la fórmula mixta tecnología wearable.
En las noticias son cada vez más frecuentes informaciones como «Impresión 3D, televisores 4K y tecnología ‘wearable’, entre las tendencias para 2014» o «La tecnología wearable llega a la natación».
Sin embargo, para referirse a la tecnología que incorporan estos dispositivos, prendas y complementos lo más adecuado es recurrir al adjetivo ponible, formación regular a partir del verbo poner, que alude al hecho de que estos objetos tecnológicos se pueden llevar puestos.
Así, en las oraciones anteriores, lo idóneo habría sido «Impresión 3D, televisores 4K y tecnología ponible, entre las tendencias para 2014» o «La tecnología ponible llega a la natación».
Además, cuando se quiera aludir a cada prenda o complemento concreto, y no al tipo de tecnología que incorporan, se puede recurrir al prefijo tecno- y a los adjetivos tecnológico e inteligente.
Así lo hacen ya algunos medios en frases como «Tecnochaqueta con cargador solar», «Otra compañía se sumó a la lista de empresas que presentó su pulseras tecnológicas» o «Investigadores desarrollan unas gafas inteligentes que sustituyen a los lazarillos de los ciegos».
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nocaut, adaptación de knockout
El término nocaut es válido para aludir a un ‘golpe que deja fuera de combate’, así como a la ‘derrota por fuera de combate’, tal como recoge un artículo nuevo del Diccionario de la Real Academia Española, y es preferible al anglicismo knockout.
En las noticias relacionadas con el púgil Óscar González aparece ocasionalmente el vocablo inglés, como en «El boxeador mexicano Óscar González, más conocido como el Fantasma, se encuentra entre la vida y la muerte tras un knockout».
La palabra ya se ha hispanizado como nocaut y figura en el Diccionario académico como americanismo —aunque va ganando uso en España—, por lo que es recomendable esta última palabra a la extranjera; en consecuencia, la anterior frase habría sido mejor concluirla con «entre la vida y muerte tras un nocaut».
También se usa la abreviación KO, que por leerse casi siempre deletreada se considera mejor una sigla, tal como indica la Ortografía académica, es decir, sin puntos ni espacio; por la misma razón, tampoco se le aplica cursiva o comillas, aunque corresponda a una voz extranjera.
Del verbo to knock out se ha formado noquear, que en boxeo significa ‘dejar fuera de combate’ y que en la lengua general tiene los sentidos de ‘dejar inconsciente con un golpe’ y ‘derrotar rápida y contundentemente’, tal como explica el Diccionario panhispánico de dudas.
Dado que nocaut es una palabra aguda acabada en consonante distinta den o s, se escribe sin tilde. Su plural es nocauts, también sin tilde.
Ver también boxeo.
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el Greco, claves de redacción
Con motivo del cuarto centenario de la muerte del pintor conocido por el sobrenombre del Greco, se ofrecen a continuación una serie de claves sobre la escritura más apropiada de algunos términos que pueden aparecer en las informaciones relacionadas con esta celebración:
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miércoles, 5 de febrero de 2014
Órdenes impersonales en infinitivo (Blog de Lengua española)
El infinitivo se puede utilizar en ocasiones para dar órdenes que no van dirigidas a ningún interlocutor concreto, sino a todo el mundo en general, a cualquiera que pueda leer u oír la expresión. Digo en primer lugar leer porque este uso del infinitivo —que es perfectamente correcto— lo encontramos típicamente en letreros y carteles. Todos nos hemos topado alguna vez con rótulos como estos:
(1) Apagar la luz antes de salir
(2) No pasar
(3) No tocar: Peligro de muerte
No hay que confundir este tipo de expresiones con el uso, incorrecto, del infinitivo en lugar del imperativo terminado en -d:
(4) ¡
Callaros de una vez!
Las órdenes impersonalizadas con infinitivo, como decía, son típicas de la lengua escrita, sobre todo del ámbito de la señalización. En cambio, el uso del infinitivo con valor auténticamente imperativo (4) es propio del habla coloquial o popular. Las primeras no admiten un sujeto, lo que indica su carácter impersonal o general, mientras que las segundas sí. Imaginemos las expresiones (1)-(3) en sendos letreros que estuvieran situados, respectivamente, en el interior de una habitación, en una puerta y en una torre de alta tensión. Si les añadimos el sujeto vosotros, comprobaremos que el significado cambia completamente (1, 2) o resulta francamente extraño (3) y que en ninguno de los casos eso tendría sentido en un rótulo:
(5) Apagar vosotros la luz antes de salir (?)
(6) No pasar vosotros (?)
(7) No tocar vosotros: Peligro de muerte (???)
En cambio, no hay ningún problema en añadirle el pronombre vosotros a la oración (4) que, naturalmente, seguirá siendo normativamente incorrecta:
(8) ¡Callaros vosotros de una vez!
En definitiva, las órdenes impersonalizadas en infinitivo podemos utilizarlas tranquilamente en el contexto adecuado, mientras que el uso del infinitivo en lugar del imperativo tendremos que evitarlo —como mínimo— en el habla esmerada.
Y dicho esto, solo me queda finalizar la entrada con la siguiente advertencia-letrero:
En caso de dudas gramaticales, consultar el Blog de Lengua Española
Ejercicios: infinitivo e imperativo (Blog de Lengua española)
Este ejercicio está dedicado a los hablantes que diferencian entre vosotros yustedes. Muchos de ellos tienden a utilizar el infinitivo en lugar del imperativo cuando el sujeto es vosotros. Tienes que decidir si los infinitivos resaltados en negrita están utilizados correctamente. Si son incorrectos, sustitúyelos por la forma verbal adecuada.
Si en tu variedad de español no existe la diferencia entre vosotros y ustedes,también puedes probar a resolver el ejercicio para ver qué tal se te daría hablar vosotreando.
a) Prohibido girar a la izquierda.
b) ¡Eh! ¡Vosotros! ¡No poner los pies encima de la mesa!
c) ¡A dormir todo el mundo!
d) Si me queréis, irse.
e) No usar el ascensor en caso de incendio [escrito en un letrero].
f) Os prohíbo ir al zoo.
g) ¡Callaros de una vez!
h) ¡Dejar de pelear ya de una vez!
i) Se ruega guardar silencio.
Echa un vistazo a las soluciones, a ver qué tal te ha salido.
Infinitivo en lugar de imperativo (Blog de Lengua española)
Hay un uso popular, no aceptado por la norma, que consiste en sustituir los imperativos terminados en -d (cantad, corred, vivid) por el infinitivo correspondiente. Así, es frecuente oír expresiones como esta:
(1) ¡Correr, correr, que se nos escapa el tren!
El infinitivo de (1) está sustituyendo al imperativo de segunda persona plural en su forma de confianza (vosotros), que es el que se utiliza en la lengua culta y el que debemos emplear, en cualquier caso, cuando escribamos:
(2) ¡Corred, corred, que se nos escapa el tren!
Formas como la de (1), aunque incorrectas, pueden ser disculpables en la lengua coloquial. Lo que ya no tiene pase alguno (por ser francamente vulgar) es la versión negada, por ejemplo:
(3) Niños,
no tirar ladrillos por la ventana, que están muy caros
En casos como este, lo que debemos emplear es la forma negada del presente de subjuntivo, o sea:
(4) Niños, no tiréis ladrillos por la ventana, que están muy caros
El uso correcto del imperativo de segunda persona plural presenta alguna dificultad más que no conviene perder de vista. Cuando se le añade al final el pronombre átono os, desaparece la -d:
(5) Callad + os > callaos
Es decir, el equivalente normativo de
¡Callaros! no es
¡Callados! sino ¡Callaos! Para complicarnos un poco más la vida, el verbo ir resulta excepcional a este respecto. El imperativo id (por ejemplo, Id a casa) no pierde la -d, sino que la conserva: Idos a casa.
Si formas como callaros son populares o coloquiales, sus equivalentes con el pronombre se nos llevan una vez más al terreno de lo vulgar. Callarse todos ahora mismo se debe decir Callaos todos ahora mismo. En la mente de los hablantes de España quedó grabada a fuego la siguiente expresión con el verbo ir:
(6) Si me queréis, irse [Lola Flores]
Teniendo en cuenta lo que decíamos arriba sobre el mantenimiento de la -d en el imperativo de ir, la oración (6) se convierte en esto otro:
(7) Si me queréis, idos
Si a alguien le resulta un poco extraño ese imperativo idos, puede sustituirlo tranquilamente por marchaos.
Lo que sí resulta perfectamente correcto, en cambio, es utilizar la preposición a con el infinitivo para expresar mandato:
(8) ¡A callar he dicho! [Federico García Lorca: La casa de Bernarda Alba]
Tampoco hay que confundir este uso del infinitivo con otro que es perfectamente correcto: el del infinitivo con valor de orden impersonalizada (no dirigida a ningún interlocutor concreto) que es frecuente en rótulos y señalizaciones, por ejemplo:
(9) No tocar: Peligro de muerte
En cualquier caso, el problema de esta entrada solo afecta a los hablantes que en el plural distinguen entre vosotros y ustedes. No tienen estas preocupaciones (pero sí que tendrán otras) los hablantes voseantes ni quienes frente a tú y usted únicamente oponen el plural ustedes.
Te sugiero que hagas un ejercicio.
martes, 4 de febrero de 2014
Día Mundial contra el Cáncer, claves de redacción
Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer que tendrá lugar el próximo 4 de febrero, se ofrecen algunas claves para la redacción de las informaciones relacionadas con este asunto.
• Los sustantivos y adjetivos de la denominación Día Mundial contra el Cáncer se escriben con mayúscula inicial, como recoge la Ortografía académica; su lema «Desenmascarar los mitos» solo se escribe con mayúscula en su palabra inicial.
• El término cancerígeno (‘que produce o puede producir cáncer’) no debe confundirse con canceroso (‘que tiene las características o la naturaleza del cáncer’), por lo que resulta inapropiado decir célula o tumor cancerígeno en lugar de célula o tumor canceroso.
• La expresión cáncer maligno es redundante, ya que un cáncer es un tumor maligno o una neoplasia maligna; de modo que un tumor maligno es un cáncer, no un cáncer maligno.
• La palabra cirugía se aplica a la disciplina médica que se ocupa de la curación mediante operaciones, por lo que se recomienda no emplearla como sinónima de operación o intervención quirúrgica, como en «Tras una cirugía de cáncer de próstata, el paciente se recuperó muy rápidamente».
• El verbo recaer con el significado de ‘volver a caer, especialmente en una enfermedad o en un vicio’, se construye con la preposición en, y no con de como en «El test sirve para determinar qué pacientes de cáncer de colon tienen riesgos de recaer de la enfermedad».
• Utilizar el adjetivo severo con el significado de grave, serio, importante o extremo es un préstamo inapropiado de la palabra inglesa severe, como en «Afectado por un proceso de cáncer severo».
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lunes, 3 de febrero de 2014
Valoración crítica de Luces de bohemia por Juan Torralba en el blog “Lengua para tontos”
La barraca, de Vicente Blasco Ibáñez publicado por Alejandro Gamero

- La barraca - La figura de Blasco Ibáñez (Reportaje de la serie "De aquí para allá" producido por el Centro Territorial de Valencia y emitido el 17 de noviembre de 1986, en torno a la figura del escritor Vicente Blasco Ibáñez. El documental se aproxima a la figura del escritor valenciano, como el mejor personaje de sus novelas)
- La serie de RTVE
- Reseña por Jesús en El bibliófilo enmascarado
- Texto en PDF
La idea original de La barraca, publicada en 1898 como novela folletinesca en el periódico El Pueblo, tiene su origen en un cuento breve titulado Venganza morisca que Vicente Blasco Ibáñez había escrito tres años antes a partir de una experiencia real. Posteriormente apareció como un volumen independiente, pero sería sobre todo a partir de las ediciones y traducciones al francés que cobraría fama. El éxito de la novela se debe sobre todo a la habilidad de Blasco Ibáñez para proyectar una serie de elementos y conflictos a una dimensión universal partiendo de un entorno y unos personajes localistas, muy cerrados y limitados. Si bien es cierto que el lector necesita conocer un mínimo las estructuras socioeconómicas de la Valencia huertana de fines del siglo XIX, pronto se da cuenta de que la historia va más allá del mero localismo comarcal. Lo que se percibe en la lectura de La barraca es la lucha pesimista del individuo contra el entorno, el odio macerado de la incultura y la avaricia y en niveles más profundos la lucha revolucionaria contra corrupción y las injusticias sociales y a favor del cambio en los medios de producción. Porque al fin y el cabo, Blasco Ibáñez había adquirido un compromiso político para con los más necesitados, a favor de la república y de la revolución, que le había llevado incluso a poner en práctica un modelo de sociedad socialista.
La historia sigue una estructura bastante tradicional, con un único salto temporal en el segundo capítulo para explicar los hechos sucedidos en relación con la barraca. El primer capítulo supone una presentación de los personajes principales, mientras que a partir del tercero la trama se desarrolla siguiendo un orden cronológico lineal. Todo empieza con el pobre y viejo tío Barret, con cinco hijas y ningún hijo, que es incapaz de cosechar por sí solo la barraca completa. Las deudas se van acumulando, al igual que las mensualidades, hasta que finalmente el avaricioso arrendatario don Salvador decide expropiarle. Aparece la figura de don Salvador caricaturizada, al igual que la de todos los señoritos, dibujado como estereotipo sin ningún tipo de profundización psicológica ─más bien recuerda a los típicos malvados de novelas folletinescas, con su sombrero largo y embozados en una capa negra, al estilo de las novelas de Rocambole─. Ante él, el tío Barret es un personaje débil, también estereotipo del campesino sometido de forma pasiva y obediente al yugo del señor. Pero, ya sin nada, en un acto de locura decide matar a don Salvador, crimen que provoca que dé con sus huesos en la cárcel, donde acaba muriendo. Este acto de rebeldía individual es asumido por la huerta, auténtico personaje colectivo al estilo del coro en la tragedia griega, más que como un símbolo de la lucha contra la sociedad de clases como una cobarde excusa para amedrentar a los dueños de la tierra. Es lo que Pimentó confesará, borracho, en la taberna de Copa: las tierras del tío Barret deben permanecer yermas, pero no por solidaridad con él, ni siquiera porque la huerta tenga la obligación de proteger y cuidar a sus miembros, sino por puro egoísmo y avaricia, ya que de esa forma se libra de pagar el arrendamiento de sus tierras.
En este contexto sucio y perverso aparece Batiste con su familia. Se trata de un personaje con el que el lector se va encariñando, porque va conociendo poco a poco su pasado difícil, a la aventura, en los caminos, siempre trabajando como un animal para sacar adelante a los suyos, por los que estaría dispuesto a dar la vida. Es evidente que Batiste, como individuo fuera de la sociedad, encarna los valores del campesino honesto, trabajador y humilde. No tiene la cobardía del tío Barret ni está dispuesto a humillarse ante las injusticias como él, pero tampoco tiene el carácter pendenciero y desfasado de Pimentó. Su predisposición en la huerta es llevarse bien con todo el mundo, y pone todo de su parte para que así sea; sin embargo, la huerta rechaza les rechaza, les tilda de gitanos, porque suponen una molestia y un peligro contra ese miedo que utilizan con los arrendatarios. En poco tiempo Batiste consigue hacer de su barraca la más hermosa de toda la huerta, superando con creces a la del tío Barret, lo que acrecienta las iras y las envidias de sus vecinos. La situación se hace insostenible: «El odio silencioso y reconcentrado le seguía su camino. Apartábanse las mujeres, frunciendo los labios, sin dignarse a saludarlo, como es costumbre en la huerta. Los hombres que trabajaban en los campos cercanos al camino llamábanse uno a otros con expresiones insolentes que indirectamente iban dirigidas a Batiste, y los chicuelo».
La tensión va subiendo poco a poco, hasta alcanzar su punto climático con la muerte de su hijo, el pequeño Pascualet, a causa de unas fiebres provocadas porque sus compañeros del colegio lo lanzaron a una acequia ponzoñosa y tragó mucho barro. Después de este incidente la huerta parece replegarse, arrepentirse, y tender la mano por primera vez a Batiste y su familia. Pero este paréntesis dura poco, y Pimentó, enemigo moral de Batiste, precipita el final en un duelo que acaba con su vida. Como consecuencia, la barraca de Batiste es incendiada, y la familia al completo se ve obligada a salir al camino con lo puesto, a empezar de nuevo desde cero en otro lugar.
Frente a las virtudes de Batiste aparece por encima de la huerta como claro antagonista Pimentó. Es significativo que el héroe de la huerta sea un personaje vago, borracho, pendenciero y charlatán. Ante la actitud desafiante de Batiste todos los huertanos acuden a Pimentó, que queda establecido como vengador de la injuria provocada al tío Barret y guardián de sus tierras. Los oscuros motivos que generan ese interés, indicados anteriormente, los expone él mismo en mitad de una borrachera. Durante gran parte de la obra parece que Pimentó es un fanfarrón, al estilo del miles gloriosus de Plauto, que no irá más allá de decir cuatro bravuconadas por el miedo a correr la misma suerte que el tío Barret. Pero a medida que avanza la historia, y de forma muy sutil, se empieza a percibir que el personaje está dispuesto a ir mucho más allá, hasta las últimas consecuencias.
Sin embargo, y a pesar de todo lo indicado, el personaje de Pimentó no es un estereotipo, es un personaje con altibajos, con profundidad psicológica, lo que le convierte en uno de los más ricos e interesantes de toda la obra. En varias ocasiones se cuestiona sobre su actitud ante Batiste. Tras la muerte de Pascualet se debate con estas palabras: «Ya no era el Pimentó de otros tiempos; empezaba a conocerse. Hasta llegó a sospechar si todo lo que llevaba contra Batiste y su familia era un crimen. Hubo un momento en que llegó a despreciarse. ¡Vaya una hazaña de hombre la suya!... Todas las perrerías de él y los demás vecinos sólo habían servido para quitar la vida de un pobre chicuelo». Al fin y al cabo, don Joaquín, el maestro, hace una descripción de los huertanos que bien podría ponerse en labios de Blasco Ibáñez: «Créame a mí, que los conozco bien: en el fondo son buena gente. Muy brutos, eso sí, capaces de las mayores barbaridades, pero con un corazón que se conmueve ante el infortunio y les hace ocultar las garras… ¡Pobre gente! ¿Qué culpa tienen si nacieron para vivir como bestias y nadie los saca de su condición? […] Aquí lo que se necesita es instrucción». En relación con esta descripción, de esta manera se describe lo que Pimentó hace cuando se siente mal: «y siguiendo su costumbre en los días negros, cuando alguna inquietud fruncía su entrecejo, se fue a la taberna, buscando los consuelos que guardaba Copa en su famosa bota del rincón».
Existen además dentro de la historia una serie de personajes intermedios, que no se sitúan ni dentro ni fuera de la huerta, sino integrados pero funcionando al mismo tiempo al margen de ella, movidos por otras leyes distintas. Se trata del maestro don Joaquín y su mujer, y del tío Tomba y su sobrino Tonet. Los dos primeros simbolizan la educación, el progreso y la civilización, condenados en un entorno embrutecido e ignorante a vivir como mendigos, a través de limosnas, implorando una paga que no siempre llega. Su vida es más miserable que la del más pobre de los huertanos, lo cual es indicativo del lugar que ocupa la cultura dentro de la huerta. Por otra parte, el tío Tomba es una especie de Tiresias moderno, profeta pastor, anciano y ciego, que trata de advertir a Batiste sobre su futuro. «Creme fill meu: ¡te portarán desgrasia!», le advierte en más de una ocasión, pero el huertano hace oídos sordos. Por último, Tonet, el sobrino del tío Tomba, es prácticamente el único personaje que ofrece un amistoso saludo y un afectuoso trato a la familia de Batiste, lo que hace que el labrador se encariñe rápidamente de él. Detrás de esa amabilidad se esconde el amor de Tonet hacia Roseta, la hija de Batiste, un amor que bien podría considerarse de novela folletinesca y que ayuda a poner en pie una acción secundaria que alterna con la principal y que sirve para dosificar la tensión.
El movimiento oscilatorio entre la universalidad y el localismo de la historia se percibe de forma muy evidente en el uso que hace Blasco Ibáñez del lenguaje. El escritor valenciano no quiere traicionar sus raíces: no es creíble que los personajes se expresen en castellano; sin embargo, utilizar el valenciano en los diálogos tendría como resultado una difusión mucho menor de la obra. Para conciliar estas dos necesidades Blasco Ibáñez busca una solución intermedia: los diálogos se mantendrán efectivamente en valenciano, pero se verán reducidos al mínimo, siendo sustituidos en la mayor parte de los casos por el estilo indirecto libre, en el que sí era coherente el uso del castellano. El estilo directo quedará reducido a palabras sueltas o a frases de fácil comprensión por parte de un lector castellano. Por tanto, el narrador omnisciente se convierte en una figura fundamental dentro de la acción, como intermediario entre los personajes y el lector. Esta técnica es la que Blasco Ibáñez utilizará en todo el ciclo de novelas valencianas.
La barraca, por tanto, trasciende la consideración de mero panfleto político revolucionario. Es una pesimista radiografía sobre la miseria y el odio humano, sobre cómo puede llevar a la destrucción de los hombres. Es la trágica historia de un hombre abocado a la perdición, condenado a padecer las iras de aquellos contra los que nada ha hecho. Si bien es patente la influencia de Zola, no se puede hablar de un naturalismo en sentido estricto sino más bien de un uso técnico, en la descripción de ambientes sórdidos y descarnados, llenos de incultura y pobreza. El hombre solo, independientemente del entorno en el que haya nacido, tiene derecho a medrar, y eso es precisamente lo que Batiste y su familia persiguen al salir de la barraca chamuscada, con paso incierto pero resignados a empezar otra vida.
Texto obtenido de http://www.lapiedradesisifo.com/2008/06/26/la-barraca-de-vicente-blasco-ibáñez/#ixzz2sFG7QPlx
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