domingo, 17 de octubre de 2010

Don Juan Tenorio - José Zorrilla (Comentario de Texto)

PAUTAS PARA EL COMENTARIO

  1. Aunque suele ser muy conocido, de nuevo puede ser muy conveniente informarse sobre el argumento de la obra. Investiga más allá del libro de texto.
  2. Como en la mayor parte de los dramas románticos, las escenas últimas del Tenorio acumulan una gran cantidad de elementos melodramáticos y efectistas que tienen como finalidad conmover y asombrar al espectador. Señala los que en este caso utiliza Zorrilla. Entre ellos, tiene una importancia especial el de la contemplación de su propio entierro por parte del protagonista, motivo literario que ya aparece en  otras obras del propio Zorrilla. Investiga cuál. Compárense ambos pasajes. ¿Cuál de ellos tiene mayor eficacia dramática?
  3. Si lo comparamos con el texto de Don Álvaro , el protagonista don Álvaro asume finalemente su condición de transgresor y se suicida en un último y definitivo acto de libertad. El final de don Juan Tenorio, en cambio, es muy diferente. Comenta cómo y por qué se produce la redención del personaje y qué relación tiene con la ideología del autor y con su intención literaria.
  4. Compara el final de Don Juan Tenorio con el final de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina.



Escena II



DON JUAN, la ESTATUA de DON GONZALO, las SOMBRAS


ESTATUA. Aquí me tienes, don Juan,


y he aquí que vienen conmigo


los que tu eterno castigo


De Dios reclamando están.


JUAN: ¡Jesús!


ESTATUA. ¿Y de qué te alteras,


si nada hay que a ti te asombre,


y para hacerte eres hombre


plato con sus calaveras?


JUAN: ¡Ay de mí!


ESTATUA. Qué, ¿el corazón


te desmaya?


JUAN: No lo sé;


concibo que me engañé;


no son sueños..., ¡ellos son!


(Mirando a los espectros.)


Pavor jamás conocido


el alma fiera me asalta,


y aunque el valor no me falta,


me va faltando el sentido.


ESTATUA. Eso es, don Juan, que se va


concluyendo tu existencia,


y el plazo de tu sentencia


está cumpliéndose ya.


JUAN: ¡Qué dices!


ESTATUA. Lo que hace poco


que doña Inés te avisó,


lo que te he avisado yo,


y lo que olvidaste loco.


Mas el festín que me has dado


debo volverte, y así


llega, don Juan, que yo aquí


cubierto te he preparado.


JUAN: ¿Y qué es lo que ahí me das?


ESTATUA. Aquí fuego, allí ceniza.


JUAN: El cabello se me eriza.


ESTATUA. Te doy lo que tú serás.


JUAN: ¡Fuego y ceniza he de ser!


ESTATUA. Cual los que ves en redor


en eso para el valor,


la juventud y el poder.


JUAN: Ceniza, bien; ¡pero fuego!


ESTATUA. El de la ira omnipotente,


do arderás eternamente


por tu desenfreno ciego.


JUAN: ¿Conque hay otra vida más


y otro mundo que el de aquí?


¿Conque es verdad, ¡ay de mí!,


lo que no creí jamás?


¡Fatal verdad que me hiela


la sangre en el corazón!


Verdad que mi perdición


solamente me revela.


¿Y ese reló?


ESTATUA. Es la medida


de tu tiempo.


JUAN: ¡Expira ya!


ESTATUA. Sí; en cada grano se va


un instante de tu vida.


JUAN: ¿Y esos me quedan no más?


ESTATUA. Sí.


JUAN: ¡Injusto Dios! Tu poder


me haces ahora conocer,


cuando tiempo no me das


de arrepentirme.


ESTATUA. Don Juan,


un punto de contrición


da a un alma la salvación


y ese punto aún te le dan.


JUAN: ¡Imposible! ¡En un momento


borrar treinta años malditos


de crímenes y delitos!


ESTATUA. Aprovéchale con tiento,


(Tocan a muerto.)


porque el plazo va a expirar,


y las campana doblando


por ti están, y están cavando


la fosa en que te han de echar.


(Se oye a lo lejos el oficio de difuntos.)


JUAN: ¿Conque por mí doblan?


ESTATUA. Sí.


JUAN: ¿Y esos cantos funerales?


ESTATUA. Los salmos penitenciales,


que están cantando por ti.


(Se ve pasar por la izquierda luz de hachones, y rezan dentro.)


JUAN: ¿Y aquel entierro que pasa?


ESTATUA. Es el tuyo.


JUAN: ¡Muerto yo!


ESTATUA. El capitán te mató


a la puerta de tu casa.


JUAN: Tarde la luz de la fe


penetra en mi corazón,


pues crímenes mi razón


a su luz tan sólo ve.


Los ve... con horrible afán


porque al ver su multitud


ve a Dios en la plenitud


de su ira contra don Juan.


¡Ah! Por doquiera que fui


la razón atropellé,


la virtud escarnecí


y a la justicia burlé,


y emponzoñé cuanto vi.


Yo a las cabañas bajé


y a los palacios subí,


y los claustros escalé;


y pues tal mi vida fue,


no, no hay perdón para mí.


¡Mas ahí estáis todavía


(A los fantasmas.)


con quietud tan pertinaz!


Dejadme morir en paz


a solas con mi agonía.


Mas con esta horrenda calma,


¿qué me auguráis, sombras


fieras?


¿Qué esperan de mí?


(A la estatua de DON GONZALO)


ESTATUA. Que mueras


para llevarse tu alma.


Y adiós, don Juan; ya tu vida


toca a su fin, y pues vano


todo fue, dame la mano


en señal de despedida.


JUAN: ¿Muéstrasme ahora amistad?


ESTATUA. Sí: que injusto fui contigo,


y Dios me manda tu amigo


volver a la eternidad.


JUAN: Toma, pues.


ESTATUA. Ahora, don Juan,


pues desperdicias también


el momento que te dan,


conmigo al infierno ven.


JUAN: ¡Aparta, piedra fingida!


Suelta, suéltame esa mano,


que aún queda el último grano


en el reloj de mi vida.


Suéltala, que si es verdad


que un punto de contrición


da a un alma la salvación


de toda una eternidad,


yo, Santo Dios, creo en Ti:


si es mi maldad inaudita,


tu piedad es infinita...


¡Señor, ten piedad de mí!


ESTATUA. Ya es tarde.


(DON JUAN se hinca de rodillas, tendiendo al cielo la mano que le deja libre la estatua. Las sombras, esqueletos, etc., van a abalanzarse sobre él, en cuyo momento se abre la tumba de DOÑA INÉS y aparece ésta. DOÑA INÉS toma la mano que DON JUAN tiende al cielo.)






Escena III


DON JUAN, LA ESTATUA DE DON GONZALO DOÑA INÉS, SOMBRAS, etc.


INÉS: ¡No! Heme ya aquí,


don Juan mi mano asegura


esta mano que a la altura


tendió tu contrito afán,


y Dios perdona a don Juan


al pie de la sepultura.


JUAN: ¡Dios clemente! ¡Doña Inés!


INÉS: Fantasmas, desvaneceos:


su fe nos salva..., volveos


a vuestros sepulcros, pues.


La voluntad de Dios es


de mi alma con la amargura


purifiqué su alma impura,


y Dios concedió a mi afán


la salvación de don Juan


al pie de la sepultura.


JUAN: ¡Inés de mi corazón!


INÉS: Yo mi alma he dado por ti,


y Dios te otorga por mí


tu dudosa salvación.


Misterio es que en


comprensión


no cabe de criatura:


y sólo en vida más pura


los justos comprenderán


que el amor salvó a don Juan


al pie de la sepultura.


Cesad , cantos funerales


(Cesa la música y salmodia.)


callad, mortuorias campanas


(Dejan de tocar a muerto.)


ocupad, sombras livianas,


vuestras urnas sepulcrales


(Vuelven los esqueletos a sus tumbas, que se cierran.)


volved a los pedestales,


animadas esculturas;


(Vuelven las estatuas a sus lugares.)


y las celestes venturas


en que los justos están,


empiecen para don Juan


en las mismas sepulturas.


(Las flores se abren y dan paso a varios angelitos que rodean a DOÑA INÉS y a DON JUAN, derramando sobre ellos flores y perfumes, y al son de una música dulce y lejana, se ilumina el teatro con luz de aurora. DOÑA INÉS cae sobre un lecho de flores, que quedará a la vista en lugar de su tumba, que desaparece.)


Escena última


DOÑA INÉS, DON JUAN, LOS ÁNGELES


JUAN: ¡Clemente Dios, gloria a Ti!


Mañana a los sevillanos


aterrará el creer que a manos


de mis víctimas caí.


Mas es justo: quede aquí


al universo notorio


que, pues me abre el


purgatorio


un punto de penitencia,


es el Dios de la clemencia


el Dios de Don Juan Tenorio.


(Cae DON JUAN a los pies de DOÑA INÉS, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas representadas en dos brillantes llamas, que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón.)

Don Álvaro o la fuerza del sino - Duque de Rivas (comentario de texto)

PAUTAS PARA EL COMENTARIO

  1. El texto corresponde al final de la obra: Puede ser interesante conocer en lo esencial (ampliando el libro de texto) cuáles son los acontecimientos que conducen irremisiblemente a un final tan patético. Infórmate, pues, del argumento del drama.
  2. El destino cumple un papel esencial desde el mismo comienzo de la acción: se superpone a la voluntad y a la acción de los personajes, quienes, arrastrados por él, verán frustrados todos sus anhelos. En muchas ocasiones, este destino se manifiesta como una casualidad forzada por el propio autor. ¿Aparece de esta forma en algún momento del pasaje? Coméntalo.
  3. En conexión con el destino, se presenta también el tema del error funesto. ¿Qué es lo que provoca el cambio de actitud de don Alfonso, quien, herido de muerte, se manifiesta arrepentido de su actuación y pide confesión, y un instante después, preso nuevamente de la ira, mata a su propia hermana?
  4. Los elementos escenográficos cobran una importancia fundamental en este final de la obra. Señálalo y coméntalo. ¿Cuál es su función en el texto?
  5. Las palabras finales de don Álvaro son muy significativas. Las actitudes irreverentes y aun demoníacas son muy frecuentes en ciertos personajes románticos (pueden observarse también en don Juan Tenorio y en el protagonista de El estudiante de Salamanca). Comenta cómo se entiende en la obra esta reacción del personaje. ¿Con qué ideas y presupuestos básicos de la ideología romántica se relaciona esta tendencia hacia lo demoniaco?



[JORNADA V ESCENA SEXTA]




DON ALFONSO. Ya lo conseguiste. ¡Dios mío! ¡Confesión! Soy, cristiano...


Perdonadme.... salva mi alma...


DON ÁlVARO (Suelta la espada y queda como petrificado). ¡Cielos!... ¡Dios


mío!... ¡Santa Madre de los Ángeles!... ¡Mis manos tintas en sangre..., en sangre de


Vargas!...


DON ALFONSO. ¡Confesión!, ¡confesión!... Conozco mi crimen y me arrepiento...


Salvad mi alma, vos que sois ministro del Señor...


DON ÁLVARO (Aterrado.). ¡No, no no soy más que un réprobo, presa infeliz del


demonio! Mis palabras sacrílegas aumentarían vuestra condenación. Estoy manchado


de sangre, soy irregular.. Pedid a Dios misericordia... y.. esperad..., cerca vive un santo


penitente..., podrá absolveros... Pero está prohibido acercarse a su mansión... ¿Qué


importa? Yo que he roto todos los vínculos, que he hollado todas las obligaciones...


(Don Álvaro corre hasta la puerta de la ermita. El ermitaño que vive


apartado en ella resulta ser doña Leonor, la enamorada de don Alvaro y


hermana de don Alfonso. a quien ambos creían muerta. Es ya la escena


VII)


DON ÁLVARO (Retrocediendo horrorizado por la montaña abajo.) ¡Una


mujer!... ¡Cielos!... ¡Qué acento!... ¡Es un espectro!... Imagen adorada.., ¡Leonor!


¡Leonor!


DON ALFONSO (Como queriéndose incorporar.). ¡Leonor!... ¿Qué escucho?'


¡Mi hermana!


DOÑA LEONOR (Corriendo detrás de DON ÁLVARO).


¡Dios rnío! ¿Es don Álvaro?... Conozco su voz... El es... ¡Don Álvaro!


DON ALFONSO. ¡Oh furia! Ella es... ¡Estaba aquí con su seductor!... ¡Hipócritas!...


¡Leonor!


DOÑA LEONOR. ¡Cielos!... ¡Otra voz conocida!... ¿Mas que veo?... (Se precipita


hacia donde ve a DON ALFONSO)


DON ALFONSO. ¡Ves al último de tu infeliz familia!


DOÑA LEONOR (Precipitándose en los brazos de su hermano.).


¡Hermano mío!... ¡Alfonso!


DON ALFONSO (Hace un esfuerzo, saca un puñal, y hiere de muerte a


LEONOR.). Toma, causa de tantos desastres, recibe el premio de tu deshonra...


Muero vengado. (Muere.)


DON ÁLVARO. ¡Desdichado!... ¿Qué hiciste?... ¡Leonor! ¿Eras tú?... ¿Tan


cerca de mí estabas?... ¡Ay! (Sin osar acercarse a los cadáveres.) Aún respira..., aún


palpita aquel corazón todo mío... Ángel de mi vida..., vive, vive..., yo te adoro...


¡Te hallé, por fin..., sí, te hallé... muerta! (Queda inmóvil.)


[ESCENA ÚLTIMA]


(Hay un rato de silencio; los truenos resuenan más fuertes que nunca,


crecen los relámpagos, y se oye cantar a lo lejos el «Miserere» a la


comunidad, que se acerca lentamente.)


VOZ DENTRO. Aquí, aquí; ¡qué horror! (DON ÁLVARO vuelve en sí, y


luego huye hacia la montaña. Sale el PADRE GUARDIÁN con la


comunidad, que queda asombrada.)


PADRE GUARDIÁN. ¡Dios mío!... ¡Sangre derramado! ¡Cadáveres!... ¡La mujer


penitente!


TODOS LOS FRAILES. Una mujer... ¡Cielos!


PADRE GUARDIÁN. ¡Padre Rafael!


DON ÁLVARO (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso,


dice:) Busca, imbécil, al Padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el


demonio exterminador... Huid, miserables.


TODOS. ¡Jesús, Jesús!


DON ALVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo, perezca la


raza humana; exterminio, destrucción... (Sube a lo más alto del monte y se


precipita.)


EL PADRE GUARDIÁN Y LOS FRAILES (Aterrados y en actitudes diversas.).


¡Misericordia, señor! ¡Misericordia!

Al faro de Malta - Duque de Rivas (Comentario de texto)

PAUTAS PARA EL COMENTARIO

  1. Este poema, uno de los más apreciados de la poesía lírica del duque de Rivas, fue compuesto tras su accidentada llegada -en medio de una fuerte tormenta- a la isla de Malta, donde el autor vivió varios años exiliado. Predominan en él los elementos descriptivos: comenta las descripciones contrastadas del mar embravecido y del faro que resiste los embates de la tormenta.
  2. Pero, además, tormenta y faro adquieren también a lo largo del poema dimensiones simbólicas. ¿Qué significado se le da a cada uno de ellos en la estrofa que empieza "Así de la razón..."? Por otro lado, el poema presenta un sentido diferente si se establece una relación entre los elementos que aparecen en él y la peripecia personal del autor: las "tormentas" políticas de la España de su tiempo que resuenan alrededor del poeta, el obligado exilio, la soledad a la que éste lo condena, etc. Interpreta el texto desde esta perspectiva: ¿Cuál sería, entonces, su tema? ¿Cómo se expresa el estado de ánimo del poeta?
  3. El poema fue compuesto en fecha temprana, antes del triunfo del Romanticismo en España. Ello explica que convivan en él ideas todavía netamente ilustradas con elementos y formas que pertenecen ya a la sensibilidad romántica. Señálense. Investiga: ¿en que año se compuso este poema?

Al faro de Malta



Envuelve al mundo extenso triste noche;

ronco huracán y borrascosas nubes

confunden, y tinieblas impalpables,

el cielo, el mar, la tierra:



y tú invisible, te alzas, en tu frente

ostentando de fuego una corona,

cual rey del caos, que refleja y arde

con luz de paz y vida.



En vano, ronco, el mar alza sus montes

y revienta a tus pies, do, rebramante,

creciendo en blanca espuma, esconde y borra

el abrigo del puerto:



tú, con lengua de fuego, «Aquí está.., dices,

sin voz hablando al tímido piloto,

que como a numen bienhechor te adora

y en ti los ojos clava.



Tiende, apacible noche, el manto rico,

que céfiro amoroso desenrolla;

recamado de estrellas y luceros,

por él rueda la luna;



y entonces tú, de niebla vaporosa

vestido, dejas ver en formas vagas

tu cuerpo colosal, y tu diadema

arde al par de los astros.



Duerme tranquilo el mar; pérfido, esconde

rocas aleves, áridos escollos;

falsos señuelos son; lejanas cumbres

engañan a las naves.



Mas tú, cuyo esplendor todo lo ofusca,

tú, cuya inmoble posición indica

el trono de un monarca, eres su norte;

les adviertes su engaño.



Así de la razón arde la antorcha,

en medio del furor de las pasiones;

o de aleves halagos de fortuna,

a los ojos del alma.



Desque refugio de la airada suerte,

en esta escasa tierra que presides,

y grato albergue, el Cielo bondadoso

me concedió, propicio;



ni una vez sola a mis pesares busco

dulce olvido, del sueño entre los brazos,

sin saludarte, y sin tomar los ojos

a tu espléndida frente.



¡Cuántos, ay, desde el seno de los mares

al par los tomarán!... Tras larga ausencia,

unos, que vuelven a su patria amada,

a sus hijos y esposa.



Otros, prófugos, pobres, perseguidos,

que asilo buscan, cual busqué, lejano,

y a quienes que lo hallaron tu luz dice,

hospitalaria estrella.



Arde, y sirve de norte a los bajeles

que de mi patria, aunque de tarde en tarde,

me traen nuevas amargas y renglones

con lágrimas escritos.



Cuando la vez primera deslumbraste

mis afligidos ojos, ¡cuál mi pecho,

destrozado y hundido en amargura.

palpitó venturoso!



Del Lacio, moribundo, las riberas

huyendo, inhospitables, contrastado

del viento y mar entre ásperos bajíos.

vi tu lumbre divina:



viéronla como yo los marineros,

y, olvidando los votos y plegarias

que en las sordas tinieblas se perdían.

«¡Malta, Malta!». gritaron;



y fuiste a nuestros ojos aureola

que orna la frente de la santa imagen

en quien busca afanoso peregrino

la salud y el consuelo.



Jamás te olvidaré, jamás... Tan sólo

trocara tu esplendor. sin olvidarlo,

rey de la noche, y de tu excelsa cumbre

la benéfica llama,



por la llama y los fúlgidos destellos

que lanza. reflejando al sol naciente,

el arcángel dorado que corona

de Córdoba la torre.



Figuras literarias

Cinco notas conjeturales



JUAN GABRIEL VÁSQUEZ 16/10/2010


Los premios Nobel Mario Vargas Llosa y Albert Camus tienen algo de almas gemelas. Los malentendidos por sus ideas políticas o el refugio en la literatura frente a las carencias del mundo son ejemplos de sus analogías.



A la realidad le gustan las simetrías, se lee en un cuento de Borges, y es sin duda por eso que Vargas Llosa ha recibido el Nobel en el mismo año redondo en que los lectores de Camus conmemoramos los cincuenta años de su muerte. Vargas Llosa y Camus tienen algo de almas gemelas, o de vidas, si no paralelas, por lo menos análogas. ¿Quién le iba a decir esto al sartrecillo valiente? Algún día escribiré algo serio al respecto. Mientras ese día llega, he tomado algunas notas.

1 No me sorprende encontrar el nombre de Camus en las páginas de Sables y utopías, esa especie de retrato del intelectual público a través de sus textos. Cuando piensan en Vargas Llosa, sus lectores suelen pensar en Sartre: la idea de que las palabras son actos deslumbró a Vargas Llosa en su juventud y moldeó buena parte de su concepción de la literatura. Pero es la trayectoria de Camus, el hombre de izquierdas decepcionado por la izquierda totalitarista y violenta, y no la del existencialista dogmático, la que tiene más de un punto en común con la de Vargas Llosa. No llegan al mismo lugar, es cierto, pero sufren los mismos malentendidos, soportan los mismos ataques, deben enfrentar los mismos intentos de secuestro intelectual por parte del enemigo. En un discurso pronunciado en 1978, Vargas Llosa recuerda o parafrasea a Camus: "La única moral capaz de hacer el mundo vivible es aquella que esté dispuesta a sacrificar las ideas todas las veces que ellas entren en colisión con la vida, aunque sea la de una sola persona humana, porque ésta será siempre infinitamente más valiosa que las ideas". Vargas Llosa no dice de dónde viene la paráfrasis, así que me pongo a buscar argumentos semejantes en El hombre rebelde. Los encuentro, y en varias páginas; y entonces encuentro también otras cosas.
2 En la cuarta parte de El hombre rebelde, que Camus titula "Revuelta y arte", leo una cita de Nietzsche: "Ningún artista tolera lo real". Y luego la glosa de Camus: "La creación es exigencia de unidad y rechazo del mundo. Pero rechaza el mundo por causa de lo que le falta y en nombre de lo que, a veces, el mundo es". La creación artística como manera de subsanar las carencias del mundo: eso lo he leído antes y en varios ensayos o conferencias de Vargas Llosa. En el epílogo de La verdad de las mentiras leo que "toda buena literatura es un cuestionamiento radical del mundo en que vivimos", y también que la literatura "es un refugio para aquel al que sobra o falta algo, en la vida, para no ser infeliz, para no sentirse incompleto", y también que la mejor contribución de la literatura al progreso humano es "recordarnos que el mundo está mal hecho". El novelista que es Vargas Llosa siempre ha aspirado a compensar, mediante los poderes de la ficción, los defectos de la realidad; Camus, por su parte, dice: "El artista rehace el mundo por su cuenta".
Esto me hubiera bastado para imaginar a Vargas Llosa leyendo El hombre rebelde y derivando de allí buena parte de su visión literaria. Pero entonces me encuentro con este párrafo:
Un crítico católico ha escrito: "El arte, sea cual sea su objetivo, entra siempre en culpable competencia con Dios". Es más justo, en efecto, hablar de competencia con Dios, a propósito de la novela, que de competencia con el estado civil. Thibaudet expresaba una idea parecida cuando decía, a propósito de Balzac: "La comedia humana es la imitación de Dios padre". El esfuerzo de la gran literatura parece ser el de crear universos cerrados.
No me parece una especulación demasiado grosera ver en estas líneas, y en otras de ese capítulo de El hombre rebelde, el origen mediato de una de las teorías que soportan la obra literaria de Mario Vargas Llosa: el novelista como deicida.
3 En 1970, Vargas Llosa contestó a unas preguntas de la revista El Urogallo con palabras que no hubieran desentonado en el ensayo de Camus:
Esta representación desinteresada de la realidad humana que expresa el mundo en la medida que lo niega, que rehace deshaciendo, este deicidio sutil que entendemos por novela y que es perpetrado por un hombre que hace las veces de suplantador de Dios, nació en Occidente, en la alta Edad Media, cuando moría la fe y la razón humana iba a reemplazar a Dios como instrumento de comprensión de la vida y como principio rector para el gobierno de la sociedad. Occidente es la única civilización que ha matado a sus dioses sin sustituirlos por otros, ha escrito Malraux: la aparición de la novela, ese deicidio, y del novelista, ese suplantador de Dios, es el resultado de ese crimen.
Confrontar este pasaje con El hombre rebelde: "Religión o crimen, todo esfuerzo humano obedece, finalmente, a este deseo irracional y pretende dar a la vida la forma que ella no tiene. El mismo movimiento, que puede llevar a la adoración del cielo o a la destrucción del hombre, lleva también a la creación novelesca". Pocas páginas después, Camus se refiere a Proust. Le Temps retrouvé, dice Camus, es la eternidad sin dios. Proust, dice Camus, "ha demostrado que el arte novelesco rehace la creación misma, tal como ella nos ha sido impuesta y tal como la rechazamos".
4 Imaginar a Vargas Llosa en aquella buhardilla del Hotel Wetter. Imaginar que lee El hombre rebelde; imaginar que anota palabras clave para la construcción de una poética, palabras como creación, rehace, rechaza, religión, crimen, creación novelesca. Imaginar que tiene en mente a Camus (o ha olvidado que lo tuvo en mente) al contestar a las preguntas de El Urogallo en 1970 y, finalmente, al escribir el libro que da forma concreta a la idea del novelista como suplantador de Dios: Historia de un deicidio. Allí se lee esto: "Escribir novelas es un acto de rebelión contra la realidad, contra Dios, contra la creación de Dios que es la realidad".
5 Una mañana de principios de 1958, Camus, que por esos días dirige la reposición de una de sus obras de teatro, sale a la calle junto con la actriz María Casares. Un joven peruano de veintiún años se le acerca, le dice en un francés todavía torpe que lo admira, le entrega una revista. Camus, nieto de españoles, le contesta al joven en su lengua.
Camus muere dos años después, justo cuando Vargas Llosa llega a instalarse a París.


Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) es autor de las novelas Los informantes (Alfaguara y Punto de Lectura) e Historia secreta de Costaguana (Alfaguara), entre otros libros.

Una narración iniciática

JOSÉ MARÍA GUELBENZU 17/05/2008




Pocos gigantes de la literatura han sido tan menospreciados en vida como lo fue Herman Melville. Tras sus dos primeros éxitos relativos, Typee y Omú (Alba, 1999), su vida literaria fue casi siempre cuesta abajo. A las dos novelas antedichas le siguió una extraña fantasía, Mardi, que desconcertó tanto a críticos y a lectores como al mismo Melville que, sin embargo, se rehizo ante su público con dos narraciones marineras: esta que comentamos, Redburn, en la que relata de modo más o menos autobiográfico su primera embarcada, y Chaqueta blanca (Alba, 1998). Detrás vendrían: una de las cumbres de la literatura de todos los tiempos, Moby Dick o La ballena, que fue acogida con indiferencia; la singular y extraordinaria Pierre o las ambigüedades (Alfaguara, 2002), que acabó de echar por tierra su ya mermado prestigio, y sus prodigiosos y arriesgados relatos, como los reunidos en los Tales of the Piazza ('La Piazza', 'Bartleby', 'El campanario', 'El vendedor de pararrayos', 'Las encantadas' y 'Benito Cereno'), entre otros. Excepto 'Las encantadas' (Berenice, 2008) y 'Benito Cereno' (Cátedra, 1998), todos sus relatos están reunidos en Cuentos completos (Alba, 2006). Agobiado por las deudas y el mantenimiento de la familia, acabó consiguiendo un puesto de inspector de aduanas en los muelles de Nueva York. Aún escribiría otro relato soberbio, Billy Budd (Cátedra, 1998), que no llegó a publicar en vida.

Entre los recuerdos asoma de pronto un cuadro que contiene la "estampa de una enorme ballena, tan grande como un barco y cubierta de arpones..."
Redburn -primera traducción al castellano- es un relato de iniciación que se apoya en su experiencia personal a bordo del St. Lawrence en la ruta Nueva York- Liverpool-Nueva York. Este viaje fue su primer contacto con el mar como marinero y podemos dividirlo en tres partes. La primera cuenta su trabajoso descubrimiento de la vida en el mar; la segunda, su estancia en Liverpool -con una escapada a Londres-, y la tercera es el viaje de regreso llevando a bordo un gran número de inmigrantes. Y en este libro es donde empieza a dibujarse la legendaria figura del único que quedó para contar la aventura de la ballena blanca.
El comienzo recuerda al niño del poema de Baudelaire que trata de imaginar el mundo a través de los mapas. El joven Redburn, hijo de un caballero arruinado y él mismo en un lamentable estado de precariedad, se embarca por necesidad y por sueño. La descripción de tal estado no admite concesiones; no hay un ápice de retórica, pinta las cosas como son y prende la atención de inmediato por su fiabilidad. No tendremos duda sobre lo que espera al muchacho, pero, por eso mismo, la poderosa verosimilitud del estilo nos empuja a leer más: no hay misterio en el desarrollo de la historia sino en cada uno de los avatares de la misteriosa iniciación a la vida. El relato de la partida, la primera salida al mar y la primera salida de América arrancan con una fuerza de convicción que allana y estimula la lectura. En esta novela semibiográfica no hay intriga encadenada propiamente dicha, pero tiene al lector siempre pendiente del relato por su capacidad de atender a lo significativo de la sucesión de hechos que pasan como estampas ante los ojos del lector; la mayoría de ellos (la conciencia de la extensión del océano, el primer cruce con otro barco en la inmensidad del mar...) contienen un alto valor simbólico, marca de la casa.
Redburn es un muchacho educado y puritano y de los sucesos extraerá siempre consecuencias morales y de comportamiento. Asimismo, Melville muestra su gusto por traer a la historia información interesante y minuciosa de todo orden sobre aquello donde se posa la mirada del chico, sea el oficio del mar o los objetos que descubre o las peculiaridades de la gente con la que convive. De este modo de hacer dará sobrada muestra en Moby Dick. Por cierto, entre los recuerdos asoma de pronto un cuadro en el salón de su casa que contiene la "estampa de una enorme ballena, tan grande como un barco y cubierta de arpones...".
La segunda parte muestra su estancia en Liverpool, que empieza con un chasco encantadoramente propio de un chico provinciano que nunca antes había salido de su casa: trata de conocer la ciudad siguiendo una vieja guía de su padre viajero celosamente guardada y releída y descubre que ya nada está en su sitio. Las descripciones de Liverpool transmiten su curiosidad y arrojo, cuyo motor es el deseo de conocer; son, en parte, de corte dickensiano, con algunas escenas formidables, como la estremecedora historia del pasaje Lancelot o un viaje a Londres que parece propio del más admirable folletón gótico. Son relatos de miseria, trapacería, perversión, ingenuidad, envilecimiento, pillería... Pero Redburn es un chico decente que juzga con severidad a las malas personas y se alegra y es generoso con los desgraciados. En su boca pone Melville reflexiones sobre el funcionamiento de la sociedad, las relaciones humanas, las leyes... perfectamente insertas en el cuadro de vida que despliega ante nuestros ojos.
El viaje de vuelta es menos tenso, en lo personal, que el de ida, porque ya está más impuesto en las leyes y la vida del mar. Aquí, con gran astucia, hace entrar a un personaje que es su contrafigura, lo que revela su instinto narrativo. Harry Bolton, un joven frívolo, desenvuelto en la buena sociedad pero sin un céntimo por su mala cabeza, fantasmón y simpático, se hace querer por Redburn y se convierten en compañeros de aventura. Bolton decide volver con Redburn a América... y ahí veremos la utilidad de ese contraste entre ambos para completar el carácter de nuestro héroe.
Redburn surge como una narración iniciática, muy pegada al mar, en la línea de un Richard Dana, pero en la que ya asoman tanto el mundo como esa cualidad formidable de Melville que es su capacidad de creación basada en lo simbólico, determinante en la lucha del héroe obsesionado y desgraciado contra la representación del mal en la naturaleza que representa la ballena blanca. Por cierto, que es de justicia aprovechar este comentario para advertir sobre la existencia de una edición de Moby Dick que tiene vocación de canónica por su justeza y el magnífico aparato informativo que la rodea. Me refiero a la edición y traducción de Fernando Velasco (Akal, 2007).
Y a este respecto, no me resisto a plantear una duda: la traducción de Moby Dick comienza como todas, con ese solemne y plural "Llamadme Ismael". La pregunta es: ¿a quién se dirige el náufrago? ¿A una cofradía de oyentes? ¿A una asamblea? No. El único interlocutor de Melville y de su personaje es el lector individual. ¿Por qué, entonces, no traducir ese "Call me Ishmael" por "Llámame Ismael"? -

sábado, 16 de octubre de 2010

Palabras desordenadas.

Sgeun etsduios raleziaods por una Uivenrsdiad Ignlsea,no ipmotra el odren en el que las ltears etsen ecsritas,la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esetn ecsritas en la psiocion cocrreta.

El retso peuden etsar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams, pquore no lemeos cada ltera en si msima snio cdaa paalbra en un contxetso.

Presnoamelnte, esto me preace icrneilbe!


La ptua mrade que lo pairo! Tnatos aoñs de colgeio a la mrieda!

Eduardo Mendoza recibe el Planeta con una obra ambientada en el Madrid prebélico


"Tenemos que asumir la Guerra Civil entre todos"

CARLES GELI - Barcelona - 16/10/2010

Con la misma sorpresa que generó su debut literario en 1975 con La verdad sobre el caso Savolta , Eduardo Mendoza (Barcelona, 1934) ha logrado el 59 premio Planeta con sus nada despreciables 601.000 euros. El asombro ha sido doble, porque el que puede ser tachado como uno de los grandes cronistas de la convulsa historia de Barcelona, lo hizo con una novela que presentó como La muerte de Acteón pero ambientada en Madrid pocos meses antes de la Guerra Civil, un tema que, además, no había abordado hasta la fecha. Su título, Riña de gatos.

"Tenemos que asumir la Guerra Civil entre todos", ha afirmado Mendoza tras recibir el galardón, pues "es un tema que sigue interesando" y "en concreto, ahora hay toda una generación de nuevos lectores jóvenes a los que les interesa mucho", ha defendido. En torno a Riña de gatos, ha explicado que "no es una novela con mensaje político, sino con trasfondo político. Desde luego no es una novela sobre la Guerra Civil, sino de intriga que toca sobre todo dilemas morales".

"Le plantea al lector qué haría si estuviéramos en esas circunstancias [las del Madrid prebélico de 1936], en las que afortunadamente no estamos", ha remachado Mendoza, quien asegura escribir novelas "solo para ver cómo acaban".

Pinceladas de humor pespuntean además una novela que apunta a la gama seria del popular autor y con la que Mendoza obtiene su noveno galardón, el primero, además, que implica que se haya presentado en su ya larga trayectoria desde que conectara con el público como pocos autores en el último franquismo con La verdad sobre el caso Savolta , con la que las letras españolas volvían al modelo de novelas que contaban historias por placer narrativo más que trasunto ideológico o experimental, algo que estaba deseando una nueva hornada de lectores en plena Transición política.

La obra premiada lleva a este hijo de fiscal de regreso a la novela tras el pequeño paréntesis que significó su debut el año pasado en el género del relato, Tres vidas de santos. "Era un reto y, además, deseaba reflexionar", justificó Mendoza, cuya trayectoria ha estado marcada por la novela y, si acaso, por el teatro. Y con brillantez, porque La verdad... obtuvo en 1976 el premio de Crítica.

La tensa Barcelona revolucionaria de entre 1917 y 1919 de la obra abría, amén del uso de la ironía y el humor, una especie de gran retrato de Barcelona del autor que completarían, bajo el aspecto de parodias del género policiaco, El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982) y que, sobre todo, culminaría La ciudad de los prodigios (1986), una de las grandes novelas de y sobre la capital catalana, que obtuvo el premio Ciutat de Barcelona y el de mejor libro extranjero publicado en Francia, reconocimiento internacional que le ocurriría también con Una comedia ligera (1996). La isla inaudita (1989), Sin noticias de Gurb (de 1990 y publicado por entregas en este diario, como El último trayecto de Horacio Dos, de 2002), El año del diluvio (1992, nueva parodia, ahora del folletín), La aventura del tocador de señoras (2001), Mauricio o las elecciones primarias (2006) y El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008, uno de los libros más vendidos de ese año) completan una obra que en lo teatral cierran Restauración (1990) y Gloria (2008).

Un joven inglés experto en pintura española antigua que viaja a España en la primavera de 1936 para tasar un posible cuadro de Velázquez desconocido es la trama con la que arranca la novela ganadora. El sello de la casa es inconfundible: el experto se verá inmediatamente envuelto en una trama de corte policial tanto como política, con personajes reales como José Antonio Primo de Rivera y una tríada de generales que resultan ser Sanjurjo, Queipo de Llano y Franco.

El podio literario quedó más clásico: una autora y un poco menos conocida, la valenciana Carmen Amoraga, quedó finalista (150.250 euros) gracias a La primera vez no te conocí, un trágico repaso de las relaciones de una madre con su hija tras sufrir ésta un coma en un accidente de coche.

Amoraga (Picanya, 1969) si bien ya obtuvo con su primera novela en 1997 el premio Ateneo Joven (Para que nadie se pierda); dos novelas más (Todas las caricias y La larga noche) se interpusieron a la obra que hace tres años quedó finalista del Nadal con Algo tan parecido al amor. Ahora repite segunda clasificación pero ya en el gran premio del grupo.

La Academia propone

La Academia propone

14 de octubre de 2010

Ya mencionábamos a propósito de los neologismos que no son solamente los hablantes quienes introducen nuevas palabras en la lengua para atender a necesidades expresivas. La Academia también tiene por costumbre lanzar propuestas que unas veces triunfan y otras no (el famoso La Academia propone…). Pues bien, hoy vamos a fijarnos en algunos de estos La Academia propone que pasaron a mejor vida. Repaso para ello los que recogía Manuel Seco en su inestimable Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (10.ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1998). Los años transcurridos nos permiten contemplar estas propuestas con una cierta perspectiva, lo que no es posible con los términos sobre los que mantenemos discusiones parecidas en este preciso momento. Para este artículo me baso en lo que es frecuente en el español de España, aunque me alegraría enterarme de cómo andan las cosas en otros países.

La primera de estas voces es cámping. Como dice Seco: “la Academia propone utilizar en su lugar acampada o campamento” (1998: cámping). La falta de éxito probablemente se debió a que no es lo mismo irse de cámping, de acampada o de campamento, al menos en la variedad de español que a mí me resulta familiar. Un cámping son unas instalaciones en las que cualquiera puede alquilar una parcela para plantar su tienda o caravana, una acampada es la acción de acampar en algún lugar, y un campamento (en el sentido que nos interesa) es una actividad de acampada que se prolonga durante varios días o semanas y está organizada por algún organismo público, empresa o asociación. Más recientemente, en el Diccionario panhispánico de dudas (DPD, 2005), la Academia sugiere castellanizar la grafía en campin (con un plural cámpines). Solo el tiempo dirá si tendrá más éxito en este nuevo empeño que en el anterior.

Otra propuesta de castellanización gráfica fue la de kamikaze: “la Academia propone escribirla en la forma camicace, aunque la grafía usual sigue siendo la originaria, kamikaze” (Seco 1998: camicace). Basta una búsqueda en Google para darse cuenta de que la opción camicace es francamente minoritaria. Hoy ya ni siquiera la propia Academia la defiende. En el DPD aún la da por válida, pero recomienda escribirla con ka y zeta. Por otra parte, cabe preguntarse qué hubiéramos ganado si se hubiera impuesto la castellanización. La grafía internacional no parece que nos plantee especiales quebraderos de cabeza, mientras que la forma adaptada nos hubiera alejado de la escritura corriente para esta palabra en las lenguas de nuestro entorno, con lo que se hubiera entorpecido la comprensión mutua.

A los aficionados al espiritismo se les aconsejó en su día que para ponerse al habla con el otro mundo recurrieran a un medio en lugar de ir al médium, que es lo que habían hecho siempre: “La Academia propone medio [...] como equivalente de médium, ‘persona a la que se considera dotada de facilidad para comunicarse con los espíritus’” (Seco 1998: medio). El propio Seco reconocía que la forma adaptada no se usaba. No parece que se haya reactivado desde entonces, aunque se mantenga en el Diccionario de la Lengua Española (DRAE, 22.ª edición, 2001) como acepción número 12 de medio.

En el vocabulario musical también se intentó cambiar de son sustituyendo playback por previo: “Previo es el término que la Academia propone como traducción del inglés play-back, que, aunque de uso general hoy, sería ventajoso y no difícil reemplazar por su equivalente español” (Seco 1998: previo). Yo no he oído nunca a nadie decir que En la televisión se canta mucho en previo. No obstante, el DPD vuelve a la carga, ahora con pregrabado, e intenta que nos acostumbremos a decir: “En televisión normalmente se canta en pregrabado”.

También se intentó sustituir el software por programas: “La Academia propone que en lugar de esta palabra se diga programa, aunque no ha obtenido mucho éxito, debido a que en informática ya se usa programa en otro sentido” (Seco 1998: software). Finalmente, software entró en el DRAE, aunque en el DPD se sigue insistiendo en que lo cambiemos por otras palabras siempre que haya ocasión.

Y para los aficionados al mundo de la economía y de la empresa tenemos, por último, truste para evitar trust: “El inglés trust (que en España se pronuncia corrientemente /trust/ o /trus/) significa ‘combinación financiera que reúne varias empresas bajo una dirección única, y que ejerce un influjo preponderante en un sector económico’. La Academia propone adaptar la palabra inglesa al español en la forma truste” (Seco 1998: truste). Hoy el DPD menciona este intento, pero para reconocer su fracaso y desaconsejarlo definitivamente.

Naturalmente, no todas las propuestas académicas han tenido tan mala fortuna (y de ello nos tendremos que ocupar otro día); pero, en el fondo, la Academia propone y el hablante dispone.

viernes, 15 de octubre de 2010

Carmen Amoraga, finalista del Premio Planeta

La periodista y escritora valenciana ve como su vocación se consolida tras ser finalista en los dos premios literarios españoles más importantes





15/10/2010
Actualizada a las 23:56h


Barcelona. (EFE).- Después de ser finalista en los dos premios literarios españoles más importantes, el Nadal y el Planeta, la escritora y periodista María Carmen Amoraga Toledo ve como su vocación literaria comienza a consolidarse.




En 2007, la autora valenciana fue finalista del Premio Nadal con la novela Algo tan parecido al amor, el relato de diferentes tipos de amor centrado en la vida de tres amigas, un reconocimiento con el que ella misma confesó que había empezado a tomarse definitivamente "en serio" su carrera literaria.



Amoraga, que también obtuvo el premio de la Crítica Valenciana con Para que nada se pierda, reconoce que el "realismo mágico" de sus primeras novelas fue evolucionando hacia un estilo "más directo y ágil", hacia una forma de escribir "más realista y positiva", en la que se reconoce la impronta de sus colaboraciones periodísticas.



Pese a que los temas con los que confecciona sus tramas suelen circunscribirse al universo de la mujer, se muestra reacia a catalogar su obra dentro de una supuesta "literatura femenina", una etiqueta que sería "simplificar" tanto como decir que "los autores rubios escriben literatura de rubios".



Tras el nacimiento de su primera hija, Carmen, escribió Todo lo que no te contarán sobre la maternidad, un libro, a modo de guía, que además incluye su experiencia personal y entrevistas a diversas personalidades sobre sus experiencias personales, así como Palabras más, palabras menos, una recopilación de sus artículos en prensa.

Nacida en la localidad valenciana de Picanya en 1969, Amoraga se licenció en Ciencias de la Información por el CEU San Pablo de Moncada y trabajó como periodista en el diario Levante. En 1997, obtuvo el II Premio Ateneo Joven con su primera novela, Para que nada se pierda. Su segunda novela, Todas las caricias, mantuvo la mirada positiva de la crítica.

jueves, 14 de octubre de 2010

ESQUEMA DE LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII

LITERATURA S. XVIII

Literatura Neoclásica

1. POESÍA

1.1. Poesía rococó (anacreóntica y bucólica):

  • José Cadalso
  • Juan Meléndez Valdés

1.2. Poesía ilustrada o didáctica:

  • Juan Meléndez Valdés
  • Gaspar Melchor de Jovellanos
  • Félix María de Samaniego
  • Tomás de Iriarte

1.3. Poesía prerromántica:

  • Juan Meléndez Valdés

2. NOVELA

2.1. José Francisco de Isla

  • Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes
2.2. Diego de Torres Villarroel

  • Vida de Diego de Torres Villarroel

3. PROSA

3.1. Benito Jerónimo Feijoo

  • Teatro crítico universal
3.2. Gaspar Melchor de Jovellanos

  • Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas
3.3. Ignacio de Luzán
  • Poética
3.4. José Cadalso
  • Noches lúgubres
  • Cartas marruecas


4. TEATRO

4.1. Continuación del teatro barroco
  • Comedias de magia
  • Comedias de figurón 
4.2.Teatro neoclásico

                             4.2.1. Tragedia neoclásica
  • Vicente García de la Huerta: Raquel
        4.2.2. Comedia neoclásica
  • Leandro Fernández de Moratín: La comedia
      nueva o El café y El sí de las niñas

4.3.Teatro popular
  • Ramón de la Cruz

4.4. Comedias sentimentales

  • Jovellanos: El delincuente honrado

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