viernes, 21 de octubre de 2011

Divinas palabras - Álex Rovira

Aquello que decimos o escribimos es mucho más que sonido o impresión: es construcción de nuestro universo. Las palabras son el vehículo de contacto de nuestra alma con la realidad y gracias a ellas tomamos conciencia y simbolizamos lo vivido. Ellas brindan además la posibilidad de significar toda experiencia, desde lo aparentemente banal hasta lo trascendente: nos ayudan a dar un sentido a la vida.
 Gracias a las palabras percibimos las diferencias, los contrastes. Y nos acercamos al mundo. Con ellas creamos y exploramos universos reales e imaginarios. Son puente y camino para conocer y reconocer al ser próximo, descubrir sus matices, su humanidad, y, cómo no, son también el vehículo para llegar hasta nosotros mismos. Paradójicamente, también nos ayudan a tomar distancia, a ganar perspectivas, a desahogarnos. Nos permiten acercarnos y alejarnos, gestionar distancias, entregarnos o partir.  “La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”, dejó escrito Michel de Montaigne. Nos pertenecen a ambas partes en diálogo cuando éste es sincero, cuando la escucha es atenta, cuando hay voluntad de encuentro. En ellas nos encontramos y por eso nos unen, nos llevan al intercambio, a la relación, al encuentro. Y así es como nos hacen ver, sentir y crecer. [...]
             Curiosamente, a quien más teme el dictador es al poeta. Por ello, el ser humano que pone voz a lo esencial, desde la desnudez, acostumbra a ser el primero en morir fusilado en el paredón o con un tiro en la espalda. Nada peor para el cínico, el perverso o el ególatra que el niño del cuento que proclama sin miedo y con la libertad que nace de la inocencia: “¡El rey está desnudo!”. Pero ni las balas al alma ni el fuego a los libros pueden con la conciencia que se despierta gracias a la palabra nombrada. Porque “la palabra es el arma más poderosa”, tal y como dijo el filósofo Raimundo Lulio, ya que tiene el enorme poder de denunciar, revelar, desnudar, informar, conmover y convencer. [...]
             Precisamente porque es sumamente obvio, el siguiente principio acaba a menudo siendo obviado: podemos elegir en cada instante nuestras palabras para relacionarnos con los demás, incluso para relacionarnos con nosotros mismos. Elegir las palabras adecuadas en cada momento es un ejercicio de conciencia y responsabilidad. Y puede marcar la diferencia entre el encuentro o la distancia y la destrucción que nacen de la inconsciencia. Éste es su gran poder: Palabras humanas: divinas palabras.
ALEX ROVIRA CELMA, “Divinas palabras”. El País semanal. (11 de marzo de 2007)

1 comentario:

  1. El Poder oculto de la sintaxis.- Hay palabras huecas y otras llenas de sentido. Una misma voz puede, dependiendo de quién la exprese, conmover, generar indiferencia o provocar repulsión.
    Las palabras, manipuladas como títeres, pueden alejarnos de lo real. Desde el eufemismo hasta el oxímoron pervertido por arte de magia y en rueda de prensa. Construcciones vomitivas como “guerra preventiva”, “fuego amigo”, o “efecto colateral” forman hoy parte del titular informativo y acaban diluyéndose en el alquitrán de las infamias asumidas como “lo normal”.
    Cuando las palabras se disfrazan de mentira pueden sembrar las semillas de la locura, el odio y la muerte.

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