viernes, 28 de octubre de 2011

‘Mí’ (con tilde) y ‘mi’ (sin tilde)



Probemos primero con la gramática. El  con tilde es un pronombre personal que siempre lleva delante una preposición, mientras que su contrapartida sin acento ortográfico es un posesivo que, obligatoriamente, va seguido por un sustantivo:
(1) Pues a mí poca gracia me hace que me maldiga un espantajo así [Emilia Pardo Bazán: La madre naturaleza]
(2) ¡Déjenme ver, es mi esposa! [Juan Goytisolo: Paisajes después de la batalla]
Como podemos ver, el  con tilde de (1) va introducido por la preposición a. También podría ser para mí, contra mí, sin mí, de mí, etc. El de (2), por su parte, lleva detrás el sustantivo esposa. Cuidado: este también puede ir introducido por una preposición, pero seguiremos reconociéndolo porque, a diferencia del primero, seguirá emparejado con un sustantivo: de mi esposa, con mi esposa, ante mi esposa, etc.
Si la diferencia entre la categoría de pronombre personal y la de posesivo no nos saca de dudas, tendremos que fiarnos de nuestro oído. Cuando pronunciamos estos monosílabos dentro de una oración, el que lleva la tilde diacrítica es tónico, mientras que el que no la lleva es átono. Si pruebas a leer en voz alta los dos ejemplos de arriba, oirás lo siguiente:
(3) puesamí póca grácia meáce
(4) és miespósa
En (3), las palabras átonas pues y a se apoyan en el acento del  pronombre para pronunciarse, mientras que en (4) es el mi posesivo el que necesita el acento del sustantivo esposa. Para percibir la diferencia es importante que pronunciemos el mi/mí en cuestión dentro de una cadena de palabras. Si los pronunciamos aislados, nos quedaremos en las mismas porque todas las palabras, cuando se pronuncian aisladas, son tónicas.
Existe, además, un sustantivo mi que es el nombre de una nota musical y que se escribe también sin acento, pero la verdadera oposición es entre los dos que hemos comparado arriba. Este otro se escribe con relativa poca frecuencia y no parece que dé lugar a confusión, por lo que no merece la pena entrar en mayor detalle.
No está de más advertir antes de terminar que la analogía nos puede jugar una mala pasada con la acentuación de la serie de pronombres mí – ti – sí. Se tildan el de primera persona y el de tercera, lo que lleva a mucha gente a pensar que también hay que hacerlo con el de segunda, que va en medio de la serie, como en un bocadillo; pero, como sabemos, ti no lleva tilde, aunque yo creo que esto queda más claro si escribimos la serie con alguna preposición, que es lo que nos encontraremos en la práctica:
De mí – de ti – de sí
Resalto en negrita los que llevan tilde diacrítica y dejo sin resaltar el que carece de ella.
En definitiva, para utilizar correctamente la tilde diacrítica necesitas, en primer lugar, conocer los pares de palabras afectados y, a continuación, ser capaz de realizar algunas operaciones gramaticales básicas o, si no, por lo menos, de aguzar el oído. Tú sabrás lo que se te da mejor.

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