Los nombres de colores se escriben con minúscula, por ejemplo, blanco, amarillo, lila, morado, azul, bermellón, gris, etc.
Esto afecta también a aquellas denominaciones que están formadas sobre un nombre propio:
(1) Me he comprado un vestido burdeos
No obstante, cuando se trata de una denominación pluriverbal que contiene como segundo elemento un nombre propio, este mantiene su mayúscula:
(2) Si vas a la droguería, tráete azul de Prusia y rojo de Venecia
Esto no deja de tener su lógica: en el ejemplo (1), lo que originariamente era un nombre propio se ha convertido en un nombre común que sirve para denominar a una realidad del mundo; en cambio, en el ejemplo (2) el nombre propio es, por decirlo de alguna manera, un apellido que se le pone a la denominación del color propiamente dicha.
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