1.
CONCEPTO Y
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Textos humanísticos son los que se
centran en el hombre y en todas las facetas de su actividad, pensamiento y
sensibilidad, en sus vertientes individual y social: sus producciones
culturales, sus relaciones personales y sociales, y los modos y procedimientos
de conocer e interpretar la realidad. Se trata de escritos de muy diversa
naturaleza, pertenecientes al ámbito de las Humanidades y las Ciencias
Sociales, por lo que se dan en disciplinas como la Historia, la Filología, la
Filosofía, la Psicología, la Sociología, etc.
A
diferencia de las ciencias experimentales, que apoyan la validez de sus datos
en la comprobación empírica, las disciplinas humanísticas lo hacen en el
razonamiento de tipo lógico, por lo que predominan en ellas la reflexión y la
especulación teórica, orientada a la creación y exposición de ideas.
F
Los
textos humanísticos son de
naturaleza reflexiva, especulativos, hechos a base de opiniones personales,
defendidas por razones y argumentos, frente a lo que sucede con los textos científicos, elaborados con
hechos, experiencias objetivas y fórmulas demostradas empíricamente.
2.
CARACTERÍSTICAS DEL
TEXTO HUMANÍSTICO
Los textos humanísticos se caracterizan,
por tanto, por la variedad de
contenidos, temas y formas de organización textual, pues son infinitos los
aspectos que al ser humano preocupan y conciernen, y muy diversas las maneras
de tratarlos.
F
Quizá
por ello resulta más sencillo identificar un texto humanístico por su temática
que tratar de caracterizarlo lingüísticamente porque puede ser que esté próximo
a ciertos textos científicos, periodísticos o literarios.
La subjetividad
es, tal vez, su rasgo más característico. La mayor parte ofrecen una visión
personal de un asunto humano, y por tanto, se elaboran desde la opinión o
valoración personal de quien los crea y no suele ser posible la demostración
irrefutable de las teorías que defienden. Son textos que convencen o persuaden
al receptor, pero rara vez pueden ser demostrados irrefutablemente. Sin embargo
y de forma paradójica, en muchas ocasiones, se usan recursos lingüísticos que
buscan la apariencia de objetividad
(oraciones impersonales o de pasiva refleja, uso de la primera persona del
plural…) para convencer y persuadir de la verdad de sus postulados con más
facilidad.
Las formas textuales más habituales que
encontramos en esta clase de textos son la exposición
y la argumentación. Se exponen datos, informaciones, y de todo ello se
extraen una reflexión y una interpretación que se defiende como verdadera con
razones y argumentos. Algunos argumentos utilizados son:
- El argumento de autoridad, con el que
se justifica una idea citando el testimonio de una personalidad célebre o
prestigiosa. De una manera un tanto “descafeinada”, empleamos algo
parecido al argumento de autoridad cuando citamos textualmente palabras de
un personaje famoso o relacionado con la materia de que se trate, aunque no
se considere precisamente un experto.
- El argumento de analogía, mediante el que se propone un hecho o situación similar (en su génesis, en su desarrollo, en sus consecuencias, etc.) a los que estamos tratando.
- Los argumentos de hecho y de ejemplo: entre estos últimos podemos destacar el de experiencia personal.
- La contra-argumentación que, más que
un argumento propiamente dicho se puede entender como una estrategia, como
una fórmula para defender una tesis oponiéndola a la del contrario. Con
ella relacionamos el argumento de concesión.
Hay
otros muchos tipos de argumentos: los basados en tópicos, no demasiado
aconsejables (el de la mayoría, el de la minoría, los que destacan lo bello, lo
útil y lo natural frente a lo feo, lo inútil y lo artificial, etc.
2.1. ASPECTOS
PRAGMÁTICOS:
El
emisor, casi siempre individual,
pretende transmitir una serie de conocimientos sobre una rama del saber. El receptor es colectivo y su grado de
formación permitirá diferenciar entre textos especializados, académicos y divulgativos.
El canal varía según los textos:
oral (en conferencias, ponencias...) o visual (en artículos, libros, revistas,
informes...). El código es la lengua
común en su variedad culta y registro formal. En textos académicos de algunas
disciplinas se recurre a los códigos formalizados (ej.: los signos del análisis
sintáctico), lo que aporta objetividad y universalidad. Además, se utilizan
elementos gráficos e iconográficos (diagramas, cuadros, mapas, fotografías…)
para ilustrar determinados aspectos de un tema. Predomina la función representativa en los textos
especulativos y en todos los que pretendan transmitir el saber. Si el texto es
doctrinario, predomina la
apelativa. Se suelen encontrar también función
metalingüística (definiciones de tecnicismos), y las funciones expresiva y
poética, preferentemente en los que pertenecen al género ensayístico.
2.2. VARIEDADES DISCURSIVAS Y ESTRUCTURAS
TEXTUALES:
En
los textos de transmisión cultural las formas de discurso fundamentales
son la exposición y la argumentación. La exposición,
para la presentación y explicación ordenada de contenidos sobre la materia. La argumentación, para demostrar una
tesis, para convencer al lector de una idea o criticar posturas diferentes a la
que se sustenta; predominan los argumentos racionales sobre los afectivos
porque se trata de convencer apelando a la inteligencia, no a los sentimientos.
Por otra parte, en algunos casos es evidente el uso de la narración (no
literaria, pues no se trata de ficción), como ocurre con los textos históricos,
y de la descripción. Incluso existe un subgénero específico llamado “Diálogo”,
a la manera platónica.
La
estructura, aunque puede ser muy variada, suele incluir: Introducción,
desarrollo y conclusión[1].
Pero, además, podemos fijarnos en el mecanismo de progresión temática que el
emisor ha utilizado (sobre todo si se trata de fragmentos):
-
Estructura
inductiva: De lo particular a lo
general. La tesis, opinión o valoración aparece al final del texto o fragmento
-
Estructura
deductiva: De lo general a lo
particular (tesis u opinión al principio)
-
Estructura
paralela (pregunta-respuesta;
problema-solución, etc.)
-
Estructura
circular o encuadrada (tesis al
principio y al final)
2.3. RASGOS
LINGÜÍSTICOS
§ Se utiliza un código elaborado (nivel culto), caracterizado
por su corrección y precisión (aunque en menor grado que en los textos
científicos, dada la falta de univocidad de sus tecnicismos). Además, el
vocabulario de las humanidades es más conservador que el científico, aunque
muchas palabras van adquiriendo nuevos significados.
§ El léxico de esta
clase de textos suele ser connotativo,
por su naturaleza subjetiva: patria,
libertad, justicia, comunismo, etc. Esto acerca el texto humanístico a los
textos literarios. Pero dependiendo del género, habrá un mayor o menor grado de
impersonalidad en el enfoque.
§ Uso de un vocabulario abstracto, propio de textos
que tratan de cuestiones de carácter intelectual: entidad, entelequia, democracia, cualidad, egocentrismo, etc.
Obsérvese el rendimiento del sufijo “-ismo” en la formación de nombres
abstractos: eclecticismo, empirismo,
materialismo, positivismo, agnosticismo, existencialismo, etc.
§ Uso de tecnicismos de las disciplinas
humanísticas, a menudo tomados del lenguaje cotidiano y cargados de un valor
específico al ser usados en cada una de las disciplinas humanísticas: rasgo (en Fonología es un elemento que
diferencia dos fonemas) o dependencia
(en Psicología). Son usuales los helenismos y latinismos: ética, esencia, silogismo, etc. Se emplea el lenguaje doctrinal: la
pertenencia a distintas escuelas o doctrinas[2]
determina una terminología específica. A veces se produce “ambigüedad léxica”: se
utilizan las mismas palabras con un significado distinto, según su escuela o
doctrina (“morfema” no tiene el mismo significado en todas las escuelas de
lingüística, por ejemplo).
§ Son frecuentes la adjetivación especificativa y otros
elementos que realizan una función semejante (por ejemplo los sintagmas
preposicionales en función de complemento del nombre). Son abundantes los
complementos oracionales, adyacentes o aposiciones, que aclaran, especifican o
precisan ideas y pensamientos.
§ Los periodos
sintácticos suelen ser amplios y con preferencia por la subordinación, por
la necesidad de enlazar razonamientos y argumentos, lo que a veces atenta
contra la claridad del texto. Abundan, por la misma razón, los marcadores textuales de todo tipo. Especialmente
destacables son las fórmulas con valor conclusivo (en consecuencia, por lo tanto...).
§ Impersonales y pasivas reflejas se utilizan para
resaltar hechos y eludir agentes, esto es, con intención de aparentar
objetividad.
§ Predominio de oraciones enunciativas. Se usan
preguntas con finalidad didáctica o como interrogaciones retóricas.
§ El uso de los
tiempos verbales es muy variado, y es muy frecuente
el uso del subjuntivo, el modo, entre otros matices, de la especulación.
Son muy pocos los verbos de acción; predominan aquellos que expresan estados o
procesos. Y el tiempo presente en sus distintos valores (durativo,
histórico...)
§ Abundancia de
definiciones, enumeraciones y ejemplificaciones.
3.
TIPOLOGÍA. EL
ENSAYO.
Los
textos humanísticos se inscriben dentro de los géneros didáctico-ensayísticos. Algunos subgéneros incluidos en este grupo son, entre otros, los textos históricos (que pueden ser especializados,
si presentan un mayor rigor y carácter científico, o divulgativos, como ocurre
con los manuales escolares), y el ensayo,
que en la actualidad tiende a incorporar rasgos de otros tipos de textos, como
los periodísticos y los literarios. Mencionaremos, asimismo, las memorias, la biografía y autobiografía, el diario,
los estudios y tratados (monográficos, generales, artículos especializados, etc.),
los discursos políticos o doctrinarios
y los libros de viajes. También se
pueden incluir dentro de los textos humanísticos los textos periodísticos de opinión, que se pueden considerar breves
ensayos de carácter divulgativo.
En
el ENSAYO interesa más la búsqueda
de conocimiento que los resultados, por eso tiene un carácter abierto. Es,
también, un género literario que utiliza como modos del discurso fundamentales
la exposición y la argumentación.
Se
dice que tiene un carácter híbrido,
entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo individual y lo social, entre lo
científico y lo literario... Aún así, citaremos algunos rasgos habituales en
él: variedad temática (cualquier
aspecto relacionado con el ser humano puede ser objeto de un ensayo), de
extensión, en las formas de publicación (libro, artículo, colección), en el
tono (objetivo, crítico, humorístico), en las formas discursivas (a la
exposición y argumentación se le pueden sumar otras como la narración o incluso
el diálogo) y en el enfoque (puede ser una reflexión profunda o una visión
superficial del tema); carácter subjetivo,
didáctico y, a veces, polémico; estructura
abierta (no se pretende llegar a conclusiones definitivas); renuncia a la
exhaustividad y a la validez universal y busca la sugerencia, abrir caminos,
mostrar nuevas perspectivas y, sobre todo, provocar
la reflexión del lector, que suele ser un público amplio, con interés por
formarse y abierto a la reflexión. En lugar de rigor científico, el ensayo
busca rigor intelectual y la precisión en el análisis de las ideas, no en la
comprobación de los datos. La estructura interna también es libre y abierta.
Por eso, a menudo es difícil percibir un principio organizador de carácter
lógico (inducción, deducción...).
Por
otra parte, son innegables en la mayoría de los
ensayos el afán de originalidad y el cuidado del lenguaje que lo convierten en
un género literario. Ello se observa
en la riqueza del léxico y en el uso de recursos retóricos para embellecer el
texto y conmover al lector. El estilo, en cualquier caso, depende de las
preferencias del autor, que pueden ir desde la frase sobria, elegante, clara y
concisa, hasta la expresión recargada, hermética y con abundancia de figuras
literarias.
El
ensayista, en fin, es el espectador de su propio tiempo que comunica al lector
sus opiniones sobre los hechos que observa. Así lo hicieron Feijoo, Jovellanos,
Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Unamuno, Dámaso Alonso, Francisco Ayala,
Julián Marías, Aranguren y tantos otros; así lo hacen hoy Fernando Savater o
José Antonio Marina, por citar nombres conocidos.
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