viernes, 20 de julio de 2012

"Con ingenio" por Francisco Nieva


El arte nunca está en crisis, si no está en crisis la imaginación. Hay épocas de abundancia en las que el arte se vuelve acomodaticio y ramplón. Y por el contrario, derrotas históricas que estimulan a una insospechada  renovación. ¿Se puede  hacer un buen teatro, un gran teatro con un presupuesto insuficiente y cicatero? ¡Pues claro que sí! Se puede ahorrar en todo, menos en esa dichosa imaginación. Un teatro corto de medios y largo de ingenio. Ahora bien, si el personal farandulero – que es el responsable - no es pagado lo suficiente para vivir con la debida modestia: actores autores, directores, y una justa plantilla de técnicos, que Rajoy ajuste sus cuentas suprimiendo el teatro. Si no se tiene dinero para pagar con justicia al ingenio, el ingenio emigra, se va a otra parte. Yo solo afirmo que el teatro ahorrativo en medios suntuarios y decorativos siempre es posible y hasta descubridor de nuevos atractivos. También en el teatro salimos de un tiempo de esplendor materialista ruinoso, pero no vale exagerar. Se puede hacer teatro con poco, pero no “con nada”. 

La cuestión queda así planteada: El combustible, la materia prima en el mundo del arte son la imaginación y el genio, y hay que pagar a  los ingeniosos e imaginativos, como se paga la gasolina. Un gobierno en apuros, como el nuestro, que tiene que pasar por la vergüenza de parecer tiránico, tendrá que tomar internas y exigentes medidas para enterarse en profundidad de los mecanismos prácticos y teóricos, artísticos  y literarios que son la mente y el corazón que mueven el teatro. Para lo cual, cualquier funcionario – por concurso o a dedo – jamás estuvo preparado. 

Pero este es ahora su problema, en cuestión de recortes prácticos. Que se enteren primero y recorten después, con la suficiente y justificable equidad, el mejor modo de que lo asuma la muy sufrida profesión. Pero, dada la situación presente, dichos funcionarios culturales tienen que ponerse a estudiar. Y que nos comprendan. 

Que el propio ministro sueñe con ser director de escena y en cómo se las puede valer para hacer un teatro de calidad con muchos menos medios.  En cómo demostrar su buen gusto, su selectividad artística y técnica, su capacidad de sugestión para unificar a un plantel de actores. Que sueñe con hacer ese esfuerzo y, en la realidad, se prepare para demostrar que bien puede hacerlo. Dejaría convencidos a muchos. “A grandes males, grandes remedios”.

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