Un grupo de reconocidos intelectuales piden por carta al escritor que boicotee el galardón
Según ellos, aceptarlo avalaría la política de ocupación del Gobierno israelí
BORJA HERMOSO Madrid El País
“Piden el boicot para Israel en su conjunto, como país, y sostienen que si yo acepto la invitación, eso implica que apruebo la política del Gobierno israelí hacia los palestinos; todo esto me parece desmedido y, como escritor, me está afectando muchísimo: incluso he recibido anónimos, esto es increíble”. Tras la satisfacción inicial por el reconocimiento recibido, el Premio de Literatura Jerusalén le está costando un disgusto personal a Antonio Muñoz Molina. Ayer, ocho destacados intelectuales pedían por carta al autor de Sefarad y miembro de la RAE que cancelara su próximo viaje a Israel con motivo de la aceptación del galardón, que le fue concedido en enero por la Feria Internacional del Libro de Jerusalén.
Según ellos, la presencia de Muñoz Molina en el acto de entrega del premio constituiría un aval a la política del Gobierno israelí en relación a los territorios ocupados. La misiva estaba firmada por Stéphane Hessel (escritor y ensayista, autor del libro Indignaos), el músico Roger Waters, los cineastas Ken Loach y Paul Laverty, el poeta Luis García Montero, el dramaturgo y ensayista John Berger, la escritora Alice Walker y el poeta surafricano Breyten Breytenbach. Para ellos, el Ayuntamiento de Jerusalén, impulsor del premio, es “cerebro e instrumento de la colonización ilegal de Jerusalén Oriental”. Dos grupos propalestinos españoles, Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP) y Campaña Palestina de Boicot Cultural y Académico contra Israel (PACBI) ya habían reclamado a Muñoz Molina el boicot contra el premio, según ellos una campaña de imagen del Gobierno israelí.
Antonio Muñoz Molina, en conversación telefónica desde Nueva York, donde imparte clases en la New York University, ha confirmado a EL PAÍS que el próximo domingo estará en Jerusalén para recoger el premio de manos del presidente israelí, Simon Peres. “Israel es un país plural donde, que yo sepa, de la misma forma que hay gente muy reaccionaria e integrista, hay mucha gente progresista muy crítica con la ocupación de los territorios, gente que dentro de Israel milita por la solución del conflicto, y desde luego es gente con la que yo me identifico, personas como, por ejemplo, David Grossmann, Daniel Barenboim o Amos Oz. Hay gente que cree que Israel es solo colonos ultraortodoxos, pero se equivoca. Es un lugar donde se da un debate cultural y político intensísimo”, ha comentado Muñoz Molina.
“Hay personas y organizaciones no gubernamentales en Israel que trabajan para que haya una solución a este conflicto, y que desde luego tienen un compromiso ético con los palestinos igual si no mayor que el de muchas organizaciones que actúan desde fuera del país”, asegura el escritor español, claramente molesto, y argumenta así su decisión tajante de acudir a Jerusalén: “Me lo he pensado muy detenidamente y no pienso rechazar un premio que es concedido por una feria internacional del libro, y que ha sido aceptado y recibido por escritores a los que admiro, como Coetzee, Ian McEwan, Susan Sontag o Jorge Semprún… ¿es que también son o fueron cómplices de la ocupación de los territorios por haber aceptado el premio?”.
El jurado del Premio Jerusalén de Literatura designó a Muñoz Molina“por ser un autor excelente y porque su obra expresa la libertad del individuo”. Los miembros del jurado destacaron también “la simpatía que Muñoz Molina expresa por los exiliados y por los que sufren”.
El caso de Muñoz Molina no es nuevo. El Premio Jerusalén suele verse rodeado de la controversia, siempre relacionada con el conflicto que enfrenta a palestinos e israelíes. Grupos propalestinos acostumbran a pedir a los autores que boicoteen el galardón para protestar contra la ocupación israelí. Ian McEwan resultó premiado en 2011 y aceptó el galardón, acudiendo a Jerusalén. Sin embargo, en su discurso de aceptación condenó con dureza la construcción de asentamientos en Jerusalén y las expulsiones de palestinos. El escritor británico donó los 10.000 dólares del premio a una ONG israelí.
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