El pasado 28 de marzo, el Matemático Puig
Adam de Getafe tuvo la suerte de contar con la participación de la escritora
Ana Alcolea en una charla con algunos de los alumnos del centro. La zaragozana
acudió al instituto para charlar con los chicos de 2º y 3º de la ESO de dos de
sus libros que los alumnos tenían como lectura obligada, El bosque de los árboles muertos y El medallón perdido. El amplio Salón de Actos fue el lugar escogido
para esta interesante conversación entre Alcolea, ganadora de varios premios
literarios, y los alumnos del Matemático.
Ana Alcolea es licenciada en Filología
Hispánica y diplomada en Filología Inglesa y ha ejercido durante muchos años
como profesora de Lengua y Literatura en secundaria. Desde el año 2001 ha publicado
más de una docena de libros para un público infantil y juvenil que han
convertido a esta escritora zaragozana en una de las más exitosas y conocidas
entre los más jóvenes. Tanto es así que a finales del pasado año se le concedió
el Premio Cervantes Chico como muestra de reconocimiento a su trayectoria
profesional como escritora. “Es todo un honor y un orgullo que me entreguen un
premio con el nombre del escritor más importante de nuestro país y, además, que
lo hicieran en Alcalá de Henares, tierra natal de Cervantes y lugar donde viví
durante una temporada”, comentó la escritora.
Aunque sus libros más reconocidos y su
trayectoria se hayan centrado más en la literatura juvenil, Alcolea también ha
escrito una novela para adultos, Bajo el
león de San Marcos. Asegura no saber cuál es la gran diferencia entre ambos
públicos, “quizá sea que con un público mayor los escritores podemos contar lo
que nos dé la gana sin cortarnos, con los jóvenes tienes que medir más las
palabras”. Aunque subraya que ni los libros ni la lectura deberían tener edad.
Lo primero que hizo Alcolea en la charla del
Matemático fue invitar a los alumnos a una reflexión sobre la importancia que
tiene la lectura a la hora de potenciar la imaginación. “Con las palabras de
los libros somos capaces de crear de la nada”, afirmó. También añadió que
aunque todos lean el mismo libro con las mismas palabras, cada persona tendrá
una interpretación, unas sensaciones. “Siempre hago el mismo experimento: Romeo
y Julieta. Cuento la misma historia de enemistad entre los Capuleto y los
Montesco, pero cada uno se imagina a la joven Julieta de una forma: unos
morena, rubia otros, unos con un vestido azul, y otros con uno rosa”. Alcolea
asegura que cualquier imagen de Julieta es válida, “si todos imagináramos a la
misma Julieta significaría que todos pensamos igual y que somos incapaces de
pensar diferente, y eso sería horrible”.
Si algo tienen en común todos los libros de
la escritora zaragozana es que siempre están ambientados en algún país
extranjero, los viajes son el común denominador de todas sus historias.
Escocia, Gabón, Italia, Noruega… Son
muchos los destinos escogidos por Alcolea para ambientar sus novelas. “Viajar
significa conocer, abrirte a otros mundos, significa darte cuenta de las
diferentes culturas”, asegura. Viaja a todos los lugares que plasma en el
papel, aunque confiesa que Gabón, lugar elegido para la ambientación de El medallón perdido, es el único sitio
en el que no ha estado, “no he viajado a esa parte de África, pero tengo
familia que ha vivido allí y siempre he vivido muy intensamente las historias
que me contaban”. Alcolea garantizó que describir los lugares es algo clave para
que el lector se lo pueda imaginar bien, “yo no viajo con cámara de fotos, yo
viajo con un cuaderno donde voy apuntando todo lo que veo”.
La escritora invitada deleitó a los alumnos
durante casi dos horas con anécdotas sobre cómo escribió las novelas: todas las
ideas que tuvo mientras las redactaba, los quebraderos de cabeza respecto a qué
títulos ponerles, los lugares que visitó para coger ideas, etcétera. Todo esto,
por supuesto, acompañado de las preguntas que formulaban los curiosos alumnos
en el espacio reservado a las cuestiones.
Alcolea que compagina su profesión de
escritora con las charlas que da por los institutos de España, dijo sentirse
muy agradecida por poder llegar a tantos chicos y chicas. “Recibo muy buenas
sensaciones durante estas visitas, creo que hacemos una labor muy buena
acercando la lectura a los más jóvenes”. También admitió que es una alegría
saber que sus libros sirven para la iniciación a la lectura, “creo en el
trabajo que hago, si no, no lo haría”.
La primera toma de contacto fue con los
chicos de segundo de la ESO, para hablar sobre El bosque de los árboles muertos, novela ambientada en los paisajes
de Escocia, concretamente en las High Lands, tierras de misterios y leyendas.
Poco a poco la autora fue desgranando los principales puntos de su libro, desde
el porqué de la localización, hasta cómo fue escrito el libro.
Cuando Alcolea se fue de vacaciones a Escocia
enseguida se enamoró de estos paisajes, y sintió la necesidad de escribir una
novela que recogiese todas las leyendas que pueblan la zona, y en la que un
fantasma tuviese un papel central. Sin embargo, no utilizó en ningún momento
una cámara de fotos para retratar los lugares en los que quería inspirarse.
Para una maestra de las palabras, una fotografía se queda corta para expresar
los sentimientos y emociones que provoca un lugar.
La forma en la que Ana Alcolea escribió la
novela es algo que tenía a todos los chicos intrigados, por lo que algunas de
las preguntas giraron en torno a este tema. “¿Cuánto tardó en escribirla?”, preguntaba uno de los alumnos. “Tardé
unos cinco o seis meses en escribirla, ya que lo hacía en tandas. Pero con
disciplina y esfuerzo se pueden escribir novelas en un mes”. La realización de
esquemas para la escritura de una novela no entra dentro de la forma de
trabajar de esta escritora. “Prefiero irme sorprendiendo con los giros y demás
de la novela, porque si no probablemente me aburriría”, comentó Alcolea.
El nombre elegido para el libro también
generó bastante interés por parte de los alumnos. ¿Por qué El bosque de los árboles muertos? Cuando Ana Alcolea visitó Escocia
se encontró con un bosque en el que los árboles habían sido arrancados, como si
un tornado hubiese pasado por encima. Pero lo más curioso es que solo eran
algunos los que se encontraban en este estado, como el tornado hubiese
seleccionado solamente a algunos de ellos. Con un paisaje así es inevitable imaginar
historias truculentas, y aunque la acción no ocurría tanto en el bosque, era el
título más atrayente y por el que finalmente se decidió.
Para Alcolea es muy importante la
introducción de elementos personales en sus novelas, y así lo hizo saber tras
la pregunta de uno de los alumnos. El paraguas amarillo, igual al que tenía su
madre, sirvió para introducir algo de calor en la crudeza del clima escocés, al
igual que las fresas, rojas, cuyo color simboliza también el amor y la pasión.
Muchos de los pequeños lectores de esta
novela se han quedado intrigados con el destino de los personajes de El bosque
de los árboles muertos. “¿Tiene pensado hacer una segunda parte?”, preguntó
uno de los alumnos. Sin embargo, para decepción de los presentes, tal actividad
no se encuentra dentro de los planes de la autora.
Tras un pequeño descanso en el que Alcolea
aprovechó para firmar los ejemplares de los alumnos de segundo de la ESO, llegó
el turno de El medallón perdido, lectura
realizada por los estudiantes de tercero del Matemático.
Esta novela puede considerarse como una de
las más personales de la autora, ya que se inspira en la vida de su tío,
fallecido en un accidente de avioneta en Gabón; surge como una necesidad de
mantenerlo vivo mediante la palabra. Para ello, utiliza las historias que le
contaron sus primos para elaborar una trama que acaba enganchando a todo aquel
que lee la novela, y que ayuda a crear una visión diferente del mundo, en el
que por mucho que ocurran desgracias siempre somos capaces de crear algo
positivo. Al ser la primera novela que escribió, quiso plasmar su esencia en
ella por si no volvía a escribir nunca más. “Siempre crees que has escrito el
mejor libro del mundo”.
En este libro quiso retratar el crecimiento
no solo físico, si no también mental, del personaje principal, Benjamín, que
podría estar muy relacionado con la figura de la autora, o de sus propios
primos, que al igual que el protagonista han perdido a un padre, y tienen que pasar
por ese proceso de duelo que les hace crecer, avanzar.
Se trata de una novela cargada de simbología
y de referencias sobre la cultura de Gabón, incluyendo referencias a rituales
como el Bwiti, que transportan al lector y le hacen sentir como si realmente se
encontrase en ese lugar.
A diferencia de la primera charla, los
alumnos de tercero se mostraron más cohibidos a la hora de preguntar a la
autora, pero eso no impidió una pequeña charla que sirvió para resolver las
dudas de los alumnos acerca de ciertos puntos del libro, como los nombres de
los personajes, que reflejan también la simbología que caracteriza la
literatura de Ana Alcolea.