La norma general es que los nombres de enfermedades se escriben con minúscula:
Se morían de varicela, de sarampión, de gripe, de tristeza, de alcoholismo [Abel Posse: La pasión según Eva]
El amor en los tiempos del cólera [novela de Gabriel García Márquez]
Esto es lógico porque se trata de nombres comunes. Una mención aparte merece el nombre sida, que se escribe con todas sus letras en minúscula, aunque tiene su origen en la sigla correspondiente a síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Veamos un ejemplo con la grafía correcta:
Acabo de leer el bestseller de García Márquez en Los Ángeles y pienso en el amor en tiempos del sida [Carlos Fuentes: El naranjo]
No obstante, se ha de hacer una precisión a la regla general. Algunos nombres de enfermedades contienen un nombre propio que por lo general corresponde al de su descubridor. Dicho nombre propio mantiene su mayúscula solamente cuando va incluido en una expresión del tipo enfermedad de…, mal de…, síndrome de…, etc.:
Una hormona derivada de la grasa visceral [...] puede representar un factor de riesgo en el desarrollo de demencia y enfermedad de Alzheimer en las mujeres, según un estudio [...] [elEconomista.es, acceso: 10-1-2012]
Un grupo de niños con síndrome de Down y los futbolistas de la plantilla del Valencia comparten un calendario que ha sido presentado hoy [Abc (España), acceso: 10-1-2012]
Como consecuencia de las torturas que sufrió en los periodos de detención, años después le fue diagnosticada la enfermedad de Parkinson [Europapress.es, acceso: 10-1-2012]
En cambio, cuando ese mismo antropónimo se emplea aislado para referirse a la enfermedad, pasa a escribirse con minúsculas:
Por primera vez en Canarias, una asociación prestará tratamientos de asnoterapia a enfermos de párkinson, autismo, parálisis cerebral y alzhéimer [Eldia.es, acceso: 10-1-2012]
Esto es así porque se convierte entonces en nombre común. Se trata de un fenómeno que se denomina deonimización. Nótese, además, que en el ejemplo de arriba se ha castellanizado la grafía de alzhéimer y párkinson añadiéndoles una tilde. Esto no solo es correcto, sino que es lo obligatorio en estos dos casos concretos.
Esta delimitación en el uso de mayúsculas y minúsculas en nombres de enfermedades ha sido otra de las novedades que nos ha traído la Ortografía de la lengua española de 2010. Solo espero que a nadie le dé por ello urticaria o sarampión.
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