El mundo celebra el centenario del poeta galés que derribó los muros entre la cultura popular y la alta literatura.
Las leyendas sobre la vida trágica del galés Dylan Thomas (1914-1953) continúan persiguiendo cien años después de su nacimiento a la figura de un poeta que ayudó a derribar los muros entre la cultura popular y la alta literatura.
Nacido en Swansea el 27 de octubre de 1914, a principios de los años 50, una década antes de la primera visita de los Beatles a Estados Unidos, Thomas organizaba ya lucrativas giras transatlánticas y disfrutaba en el mundo anglosajón de una fama más propia de estrellas de la música.
El poeta llenaba en Nueva York auditorios de centenares de personas con el peculiar estilo teatral con el que declamaba sus versos y aprovechaba el viaje para sumarse a licenciosas veladas con intelectuales y artistas del momento.
“Era la viva imagen del poeta del ‘rock and roll'”, describió la nieta de Thomas, Hannah Ellis, para quien los relatos sobre la vida bohemia y los excesos etílicos de su abuelo, a menudo falsos o exagerados, sirvieron en su momento para alimentar su fama, pero han llegado a ensombrecer su figura literaria.
“Mi abuelo sentía que era importante interpretar el rol de poeta, imagino que otros artistas hacen lo mismo. Pero los amigos íntimos de Dylan le describían de forma muy distinta. Explicaban que esencialmente era bastante tímido. Mi instinto me dice que siempre estaba tratando de encajar”, relata Ellis.
MÁS ALLÁ DEL MITO
Thomas, al que se suele describir bebiendo o escribiendo cartas para pedir dinero constantemente, dejó una amplia obra con 600 páginas de guiones para radio y televisión, veinte relatos cortos y 450 poemas, “treinta de ellos de los mejores de su tiempo”, en opinión de John Goodby, profesor del departamento de Lengua Inglesa de la Universidad galesa de Swansea.
Thomas, al que se suele describir bebiendo o escribiendo cartas para pedir dinero constantemente, dejó una amplia obra con 600 páginas de guiones para radio y televisión, veinte relatos cortos y 450 poemas, “treinta de ellos de los mejores de su tiempo”, en opinión de John Goodby, profesor del departamento de Lengua Inglesa de la Universidad galesa de Swansea.
“Para hacer todo eso en tan solo veinte años tenía que estar sobrio y trabajar duro gran parte del tiempo, como de hecho hacía. Su escritura es mucho más interesante que su vida, si la gente aprendiera a leer más allá de su leyenda”, dice Goodby, responsable de una edición anotada de sus poemas, con ocasión del centenario, “Collected Poems of Dylan Thomas” (Widenfield & Nicolson).
Thomas murió en Nueva York con tan solo 39 años por las complicaciones de una neumonía, dejando tras de sí una obra y una biografía que inspiraron entre otros a John Lennon, a Robert Zimmerman -que adoptó el nombre artístico de Bob Dylan para remarcar esa influencia- y Mick Jagger, que posee parte de los derechos literarios del galés.
Muchos “celebraban la idea de que Dylan vivió una vida plena y murió joven”, apunta Ellis, que sin embargo cree que “su fama de galés beodo” contribuyó a que su obra quedara excluida en ciertos ámbitos universitarios.
POETA ARTESANO
“Algunos académicos ingleses han sido extremadamente críticos con el trabajo de Dylan. Lo han descrito como florido y ampuloso, sin verdadera sustancia”, lamenta Ellis, quien subraya que, no obstante, en los últimos tiempos se ha redescubierto la “meticulosa artesanía” de un poeta que llegaba a escribir 200 versiones de un mismo texto.
“Algunos académicos ingleses han sido extremadamente críticos con el trabajo de Dylan. Lo han descrito como florido y ampuloso, sin verdadera sustancia”, lamenta Ellis, quien subraya que, no obstante, en los últimos tiempos se ha redescubierto la “meticulosa artesanía” de un poeta que llegaba a escribir 200 versiones de un mismo texto.
Según Goodby, la poesía de Thomas tiene dos caras: la más nítida y accesible de la pieza “La mano que firmó el papel”, y la experimental de “En dirección al altar bajo la luz del búho”, uno de los poemas en lengua inglesa más complejos de siglo XX.
“Era capaz de escribir con éxito los dos tipos de poema. Se dirige al mismo tiempo a la vanguardia y al público general que amaba sus versos”, razona el académico, que alaba la “extraordinaria arquitectura verbal” que levanta Thomas en algunas de sus piezas.
Con motivo del centenario, que se cumple mañana, el gobierno galés ha organizado este año diversas conmemoraciones con las que quiere contribuir a rehabilitar la imagen de un poeta que mantuvo una relación difícil con Gales.
Thomas no hablaba el gaélico de sus padres, sino un inglés con acento engolado, y vivió en Londres para estar cerca de los editores, lo que oscureció su reputación en el Gales cerrado y religioso de la época, que se escandalizaba además con las historias de excesos que el poeta protagonizaba en los tabloides.
“Él se hubiera descrito como un galés anglófono -comenta Goodby-. En aquel momento había una actitud en Gales, que todavía existe, por la cual aquellos que no hablan galés, como Thomas, no son tan galeses como los demás”.
“Eso explica la actitud algo beligerante de Thomas HACIA el gaélico y el nacionalismo galés, a pesar de que por supuesto bebía de la cultura del sur de Gales”, relata Goodby, mientras que Ellis subraya que el poeta “era mucho más productivo cuando vivía en Gales, y sus historias están llenas de personajes galeses”.
Fuente: http://elcomercio.pe/
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