La lengua se aleja a veces de la vida, y eso facilita muchas paradojas
La vida y la gramática
se parecen pero no son lo mismo. Por ejemplo, una cebra mantiene su género
femenino aunque se trate de un macho. Lo mismo sucede con una ballena, una
ardilla o una jirafa. En cambio, el topo puede ser una hembra, igual que un
moscón o un ratón.
Las palabras terminadas
en o tienden
a ser masculinas; y las que acaban en a, femeninas; pero existen transgenéricos: “la mano”, “el día”, “el mapa”, “la
radio”, “el programa”, “el pediatra”, “el guardia”, “el atleta”, “la
contralto”, “la soprano”… Y los sexos biológicos son dos; pero los géneros,
tres (masculino, femenino y neutro).
Si decimos "los
jueces", que es masculino, eso abarca a los jueces y a las jueces. Si
decimos “la judicatura”, que es femenino, también. “La persona” representa en
femenino a mujeres y hombres, mientras que “el ser humano” lo hace en
masculino, con el mismo resultado.
La gramática se aleja a veces de la vida, pero los términos que
usa al definir sus conceptos la evocan muy a menudo. Eso facilita que hoy nos
tomemos a broma sus paradojas con estos desaforismos para aficionados a los juegos
lingüísticos.
♦ Una rata dura más
tiempo que un rato.
♦ En la oración “el
boxeador dio un puñetazo al árbitro”, el árbitro recibe directamente el
puñetazo, pero es el complemento indirecto.
♦ Un problema de
“sintaxis” también se da cuando no hay huelgas del transporte.
♦ Lo peor que le
puede pasar a un verbo defectivo es que además sea imperfecto.
♦ Pensar no es un verbo
reflexivo.
♦ Agacharse sí que es un
verbo reflexivo, pero debería clasificarse como flexivo.
♦ En una oración, los
elementos apuestos no tienen por qué ser muy atractivos.
♦ La gente se pregunta
por qué “todo junto” se escribe separado, y “separado” se escribe todo junto.
También parece raro que “exmarido” se escriba ahora todo junto cuando define a
un separado.
♦ La negación de positivo
es impositivo.
♦ Los pronombres
demostrativos nunca han sido capaces de demostrar nada.
♦ El idioma español
tiende al uso activo frente al pasivo, a diferencia de lo que ocurre ahora en
la contabilidad.
♦ Los posesivos son a
menudo pura ilusión. Decimos “duermo en mi casa” o “voy a mi empresa”. Pero “mi
casa” es del banco. Y “mi empresa” es de… ¡anda, qué casualidad!
♦ Si usamos más los
verbos imperativos para rogar, deberían llamarse rogativos.
♦ El sujeto agente no es
necesariamente un guardia.
♦ En la oración “el
policía detuvo al ladrón”, el sujeto es dos veces agente.
♦ En la oración “el
enfermo fue operado ayer”, el sujeto es dos veces paciente.
♦ La voz pasiva es un
verbo transitivo que se ha mirado al espejo.
♦ La palabra
“Telefónica” no tiene prefijos.
♦ La mayoría de los
adjetivos calificativos son descalificativos.
♦ En gramática, la
sección de complementos no está en la sexta planta.
♦ La oración “hoy ha
hecho un día muy frío y lluvioso” se construye sobre un tiempo perfecto.
♦ Los espacios vacíos de
un texto están llenos de silencio.
♦ Para la ortografía, el
acento es el mismo en todas las regiones.
♦ La exclamación
exclama, la interrogación interroga y la interjección interjecta.
♦ Tras la reforma
laboral, el prefijo ha pasado a precario.
♦ Los accidentes
gramaticales son todos muy previsibles.
♦ El acusativo no
depende jerárquicamente del fiscal general del Estado.
♦ Incluso el pretérito
pluscuamperfecto puede tener algún defectillo.
♦ ¿Por qué copular no es
un verbo copulativo?
♦ Los verbos
copulativos, como ser o estar, no son los que refieren determinada actividad de
los seres animados (especialmente de los muy animados), sino los que forman un
predicado nominal. Eso sí, necesitan el atributo.
ÁLEX GRIJELMO, El País, 18 ENE 2015
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