Hoy, al ir a coger el coche para volver a casa, me he encontrado en el parabrisas un anuncio que decía “Próxima inaugüración” y he pensado que quizás sería un buen momento para escribir sobre el uso de la diéresis.
La diéresis son dos puntos que se colocan sobre una vocal, como en agüero, lingüística o agüita. También se la puede llamar crema o cremilla, aunque estas últimas denominaciones ha caído en desuso, al menos en España.
En la actual ortografía del español, solo se emplea para indicar que la u de las secuencias güe, güi se pronuncia. Estos son casos excepcionales; de ahí la necesidad de darles un tratamiento ortográfico diferenciado. Lo normal en esas combinaciones es que la u forme un dígrafo con la ge (piénsese en palabras como guerra o guitarra). Nunca aparece diéresis en las secuencias gua, guo, puesto que aquí siempre se pronuncia la u: guateque, antiguo. No hay necesidad ni posibilidad, por tanto, de diferenciar nada. Y, naturalmente, nunca aparece la diéresis si después de la u no hay otra vocal, como en el ejemplo inicial, cuya escritura correcta es inauguración. El uso de la diéresis es aquí un caso claro de ultracorrección.
Además de este uso obligatorio, ortográfico, la diéresis tiene un uso opcional. En poesía se puede utilizar para indicar que dos vocales que normalmente forman diptongo se tienen que pronunciar en sílabas separadas; por ejemplo:
Qué descansada vida
la del que huye del mundanal rüido (Fray Luis de León)
La diéresis del segundo verso nos indica que en la palabra ruido se tienen que marcar tres sílabas, lo que, a su vez, tiene consecuencias para el cómputo silábico del verso, que es un endecasílabo y no un decasílabo como cabría esperar.
Podemos vivir muchos años sin encontrarnos con este segundo uso, aunque nunca está de más saber que existe. Eso sí, a poco que escribamos, tendremos necesidad de conocer perfectamente el primero, a no ser que queramos inundar textos y parabrisas de “inaugüraciones”.
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