El dequeísmo es un fenómeno antinormativo que consiste en introducir la preposición de ante la conjunción que en aquellos casos en que esta preposición no viene exigida por el verbo u otro elemento de la oración.
El ejemplo clásico es pienso de que. Álex de la Iglesia recurre humorísticamente a él cuando titula así un artículo en el que anda a vueltas con el tema:
(1) “Pienso de que existo” [El País, acceso: 6-2-2008]
Este artículo, por cierto, tiene más interés desde la perspectiva social que desde la lingüística, pues revela la percepción tan negativa que se tiene de este fenómeno.
El dequeísmo es un problema de régimen: algunos verbos rigen la preposición de y otros no. Pensemos en dos verbos de significado afín (pero no idéntico, ojo), por ejemplo, librarse de algo y evitar algo, como en las dos oraciones siguientes:
(2) Mariano se libró de que le operaran(3) Mariano evitó que le operaran
En (2) obligatoriamente tenemos que utilizar la preposición, mientras que en (3), para decir algo muy parecido, debemos evitarla. No es de extrañar entonces que la encontremos empleada incorrectamente en ejemplos dequeístas como (4):
(4) [...] mucha gente fue convertida al señor y se evitó de que muchos hogares fueran destruidos [...] [Comentario de un usuario en L'Absurd Diari, acceso: 5-2-2008]
Las preposiciones regidas por verbos están desemantizadas; y por ahí viene el problema. Tienen una función puramente estructural: el verbo las necesita para introducir uno de sus complementos, pero no aportan ningún significado.
La dificultad no se plantea con preposiciones como las de los dos ejemplos siguientes, que no vienen regidas por el verbo sino exigidas por el sentido:
(5) El príncipe Carlos es de Zaragoza [86400, acceso: 5-2-2008](6) Ya sabíamos que el alma está en el cerebro [Blog de Eduard Punset, acceso: 5-2-2008]
Un hablante nativo nunca dudará de cuál es la preposición correcta en (5) ó (6). Si se le ocurriera cambiarla por otra o suprimirla, el sentido cambiaría o se perdería. En cambio, el añadir la preposición de al verbo evitar no altera el significado.
Se suele proponer un truco para saber si el verbo verdaderamente rige una preposición: sustituir la oración subordinada por el pronombre eso. Si la preposición se mantiene, está empleada correctamente:
(7) Se evitó que muchos hogares fueran destruidos > Se evitó eso(8) Se evitó de que muchos hogares fueran destruidos > Se evitó de eso
Sin embargo, este truco, como todos, sólo funciona a veces. Yo puedo decir Necesito de tu ayuda, y, por tanto, necesito de eso, pero no Necesito de que me ayudes.
Al final, nos encontramos ante un problema de diccionario. Este nos debe informar no solo sobre el significado de los verbos sino también sobre su construcción: qué tipo de complementos admiten, si estos van introducidos por alguna preposición, etc. El Diccionario panhispánico de dudas nos ofrece esta información para los verbos más frecuentes, pero no para todos. Así, nos orienta con necesitar, pero nos deja tan perdidos como estábamos en el caso de evitar. El excelente diccionario de María Moliner sí que nos saca de apuros muchas veces.
La inseguridad es tanta que muchas veces, huyendo del dequeísmo, caemos en el queísmo. Este es el fenómeno opuesto y consiste en suprimir incorrectamente una preposición regida por un verbo, sustantivo o adjetivo.
Cuando pensamos en dequeísmo, pensamos sobre todo en construcciones verbales. Este es el caso central, aunque hay otros. Pero a cada día le basta su afán y esta entrada ya se ha alargado demasiado. Volveremos sobre el tema.
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