El próximo jueves a las 13 horas se desvelará el secreto mejor guardado del año literario
CARMEN VILLAR MIR / CORRESPONSAL EN ESTOCOLMO
Día 04/10/2010 - 19.01h
El protocolo del Nobel de Literatura
Según voluntad de Alfred Nobel, el Premio Nobel de Literatura sería concedido por la Academia Sueca, institución fundada por Gustavo III en abril de 1786. El derecho de nominar candidatos está reservado a los miembros de esa Academia y a los de las academias de todo el mundo, así como a los profesores de Lengua e Historia de la Literatura, anteriores Premios Nobel y presidentes de Asociaciones de Autores. Las nominaciones (alrededor de 350 cada año) tienen que llegar al Comité Nobel antes del 1 de febrero. Nunca puede existir premio sin candidatura.
Ese mismo día los académicos empiezan a analizar las propuestas. A mediados de marzo la cifra de candidatos se ha reducido a unos quince y a finales de junio la eliminatoria (que efectúa el Comité Nobel) deja cinco nombres que llegarán hasta el final. El resto de los candidatos pasa a la famosa «Nevera Nobel» y serán actuales durante los siguientes años. Durante el verano los académicos estudian las obras de los cinco autores entre los que escogen a su favorito.
En las sesiones de los jueves, que se reanudan el 15 de septiembre, se llevan a cabo las votaciones que son por escrito, anónimas y secretas. Doce sillones -es decir, 2/3 partes de los 18 miembros-, tienen que estar de acuerdo. De ocurrir así, «habemus Nobel». El protocolo y demás comentarios de las discusiones, datos, libros con anotaciones e incluso el contenido de las papeleras se guardan bajo cinco candados y serán «Secreto de Estado» hasta que hayan pasado 50 años.
El Nobel de Literatura se otorgará, según el testamento Nobel, «a aquel que haya escrito la mejor obra dentro de un sentido idealista». Una frase que ha ocasionado, y ocasiona, graves dolores de cabeza a la Academia Sueca.
La semana Nobel
Acaba de comenzar la semana Nobel, momento en el que Estocolmo se convierte en la capital de las Letras y las Ciencias. Desde el lunes se irán presentando los premios estipulados por su creador, el mecenas Alfred Nobel, según su testamento firmado en 1984, un año antes de su muerte: Medicina o Fisiología, Física, Química Literatura y Paz. De todos ellos, el Nobel de Literatura, la «vedette» de estos premios, siempre es el más esperado y el más famoso, pero también el más polémico. En la lista de laureados figuran genios de la literatura, pero faltan muchos de los monstruos sagrados de las letras. Algo que demuestra que el número de Premios Nobel es mucho menor que el de genios literarios.
La Academia se moderniza
Parece evidente que, aunque se tacha a la Academia de anticuada, la institución se ha modernizado con la llegada del historiador Peter Englund, su actual secretario. Este año hemos podido saber gracias a su blog (escrito con mucho sentido del humor) la fecha del anuncio del Nobel. Un comunicado tal vez involuntario que se adelantó al oficial de tan digna institución.
Inmediatamente después, los observadores nacionales e internacionales empezaron sus pesquisas y, con la oreja puesta sobre la tierra como los indios, siguen la pista a los indicadores que han resultado positivos en años anteriores: estudian los textos que pululan por internet, observan los escaparates de las mejores librerías de la Villa, repasan la lista de invitados a la Feria del Libro de Gotemburgo, qué obras se representan en el Dramaten (templo nacional de Teatro), las listas de los Landbrokes, la concesión del premio Stig Dagerman (ha coincidido alguna vez con el Premio Nobel), las traducciones al sueco más recientes y las listas de entradas en el Grand Hotel de la capital.
Pero mientras se barajan nombres y nacionalidades y las redacciones y editores cargan sus pilas preparados «para todo», incluso para el sobresalto de que el galardonado sea alguien absoluta y totalmente desconocido, nadie es capaz de augurar en quién recaerá este año el Galardón más famoso de las Letras. De momento todo son suposiciones, aunque se espera a un autor tradicional. La Academia, a quien se ha tachado duramente de no ser sensible a la poesía, tal vez nos sirva el próximo jueves un «clásico» que reciba la bienvenida de todos.
Las quinielas o «listas de la discordia» son largas en esta edición. Entre los «top 20» figuran nombres famosos que han permanecido durante décadas en la «Nevera Nobel», mezclados con otros muy poco (o nada) conocidos:
Los nombres calientes
Tomas Tranströmer
Adam Zagajewski
Philip Roth
Joyce Carol Oates
Mario Vargas Llosa
Ernesto Cardenal
Antonio Tabucchi
Don DeLillo
Carlos Fuentes
Menos calientes pero actuales
Amos Oz
Luis Goytisolo
Antonio Lobo Antunes
Assia Djebar
Juan Marsé
Javier Marías
Cormac Mccarthy
Juan Marsé
John Ashbery
Thomas Pynchon
Fríos, fríos
Bob Dylan
Salman Rushdie
Margaret Atwood
Milan Kundera
Alice Munro
Les Murray
Michel Tournier
Haruki Murakami
Claudio Magris
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Me encantaría que se lo dieran a alguno de estos escritores: Vargas Llosa, Marsé, Marías o Philip Roth, pero parece que va a recaer en el poeta sueco Tomas Tranströmer
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