Hay un sé con tilde diacrítica que puede corresponder, o bien al verbo ser, o bien al verbo saber. En el ejemplo (1) encontramos la primera posibilidad: sé tú, o, para decirlo en términos técnicos, la segunda persona singular del imperativo en su forma de confianza. El ejemplo (2), por su parte, reproduce un famoso aforismo socrático que incluye la primera persona singular del presente de indicativo de saber (yo sé). Los dos ejemplos contienen por partida doble su forma verbal correspondiente, de modo que deberían ser, como mínimo, el doble de efectivos.
(1) ¡Sé generosa, sé valiente! [Juan Valera: Pepita Jiménez]
(2) Solo sé que no sé nada [Sócrates]
Llegados aquí, conviene aclarar que el verbo saber en su significado de ‘tener sabor’ se conjuga exactamente igual que cuando significa ‘tener conocimiento’. Así, virtualmente al menos, se dice y se escribe “Sé a sal”, o sea, ‘tengo sabor a sal’. Digo virtualmente porque por más que he buscado no he dado con ningún ejemplo real que documente ese uso. Los únicos que aparecen profusamente son ejemplos construidos en los que los hablantes se preguntan por esta forma de la conjugación y los lingüistas o aspirantes a tales les contestan. Pongo yo aquí mi granito de arena (o de sal, según se mire).
Más complejos son los valores del se átono que se escribe sin tilde. Esta es una marca que acumula una diversidad de funciones que no siempre es fácil delimitar con exactitud. Por ello, los ejemplos siguientes no pretenden ser exhaustivos sino meramente representativos. En (3), se es un pronombre. Se trata de una variante de le(s) que aparece cuando se le pospone otro pronombre átono: la secuencia le lo das, imposible en nuestra lengua, se convierte en se lo das. En (4) tenemos una marca de impersonalidad; y en (5), una marca de pasiva refleja:
(3) El papel que escribe ahora don Melchor se lo das a ese forastero [Ildefonso Antonio Bermejo: Cortesanos de chaqueta]
(4) Se vivía de milagro. Se vivía en silencio [Carlos Fuentes: La muerte de Artemio Cruz]
(5) Por la tarde [...] se vendían helados de color de rosa, de color limón, en unos sombreritos de barquillo [Ana María Matute: En esta tierra]
Como es habitual con la tilde diacrítica, a donde no lleguemos con la gramática podemos llegar de oído. Las formas con tilde se pronuncian con acento en la secuencia hablada, mientras que las formas sin tilde se apoyan para pronunciarse en la siguiente palabra con acento. Así, frente a [sé generósa] tenemos [selodás].
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