Un largo intercambio de agravios que enriqueció la Literatura española
Por Luís Martínez González
Desgraciadamente, hoy día, todos podemos presenciar en televisión bochornosos espectáculos en que unos contertulios se dedican a otros lindezas del más bajo jaez. Sin embargo, las polémicas han existido siempre incluso dentro del mundo de la Literatura. La enorme diferencia es que, si ahora se insultan de forma barriobajera, antes lo hacían con erudición, ingenio y calidad literaria.
Podríamos citar muchas pero, sin duda, una de las más sonadas, tanto por la importancia de sus protagonistas como por la elevación artística de las pullas que se lanzaron, fue la que mantuvieron durante toda su vida Francisco de Quevedo y Luis de Góngora, que se inició -se supone- por divergencias de tipo literario pero acabó en una profunda enemistad personal.
Fragmento del famoso soneto que Quevedo dedicó a Góngora |
Foto: Next Sentence.
Sabido es que dos corrientes estéticas protagonizan la literatura española del Barroco: la conceptista, que se basa, a grandes rasgos, en relacionar ideas y términos de forma ingeniosa y uno de cuyos máximos representantes es Quevedo y la culteranista, derivación de la anterior, que –dicho también de forma esquemática- busca la oscuridad verbal pero no a través de las ideas sino de la dislocación sintáctica y del uso de palabras difíciles y rebuscadas. Huelga decir que el máximo exponente de ésta última es Góngora.
A la vista de ello, la polémica estaba servida. No sabemos muy bien ni cuándo ni quién la comenzó pero resulta irresistible reproducir algunas de las lindezas que se enviaron uno a otro. En lo que respecta a Quevedo, es muy popular el soneto dedicado a Góngora que comienza así: “Érase un hombre a una nariz pegado (alusión al prominente apéndice nasal de éste), érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un peje espada muy barbado…”. Tampoco se quedó corto el autor del ‘Buscón’ en esta otra copla: “Yo te untaré mis obras con tocino porque no te las muerdas, Gongorilla, perro de los ingenios de Castilla, docto en pullas cual mozo de camino…”.
Por su parte, el poeta cordobés, más rebuscado, le respondía con letras de este tipo: “…Con cuidado especial vuestros antojos, dicen que quieren traducir al griego, no habiéndolo mirado vuestros ojos…”. O bien, en alusión a los pies zambos de Quevedo: “Anacreonte español no hay quién os tope, que no diga con mucha cortesía, que ya que vuestros pies son de elegía, que vuestras suavidades son de arrope…”. No obstante todo lo dicho y en honor a la verdad, fueron muchas más las pullas del deslenguado Quevedo hacia Góngora que a la inversa. Pero, en cualquier caso, así merece la pena escuchar agravios.
Fuente: Filosofía Tk.
¡Hola! Estoy traduciendo un corto de Antonia San Juan en el que se alude notablemente a esta cuestión. Sin embargo, en el corto a Quevedo se le llama "culteranista" y a Góngora "conceptista". No sé si será un error o podría existir alguna explicación. Te agradecería muchísimo que me proporcionaras fuentes.
ResponderEliminarMil gracias de antemano.
Ángela
Puede tratarse de un error. De siempre viene estudiándose que Quevedo fue el representante de conceptismo y Góngora, del culteranismo. De todas maneras, la frontera no estuvo, ni está muy clara, e incluso se puede entender el conceptismo como una variante del culteranismo. Un saludo, Ángela.
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