Publicado 24/05/2012
María Luisa García Moreno
Revista Pionero, Cuba,
Dicharachos y refranes, resumen de la sabiduría popular, son tan viejos que ya en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes y Saavedra, resultan una constante en boca del buen Sancho Panza, hombre de pueblo, ignorante y sabio a la vez. Justamente, en esta obra considerada la primera novela moderna en lengua española, aparecen numerosos refranes, que usamos con suma frecuencia, a veces sin conocer su ilustre procedencia; aunque ¡claro!, ese precioso refranero no fue creado por Cervantes, sino recopilado por él del habla popular hispana de su tiempo. En sus páginas podemos leer: quien canta sus males espanta, la avaricia rompe el saco, ir por lana y salir trasquilado y otros tantos ejemplos.
Y no solo Sancho resume en refranes el saber popular; hay frases de Quijote que tienen toda la profundidad de una sentencia, por ejemplo, cada cual es hijo de sus obras. De igual modo, otros personajes cumplen igual función, como ocurre con uno de los mercaderes a quienes Quijote exige que declaren la sin igual belleza de su Dulcinea, a lo que uno de aquellos comerciantes responde pidiendo pruebas, porque por el hilo se saca el ovillo.
Solo conozco o recuerdo un refrán errado: árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza. La educación y la ciencia, la vida, han demostrado que sí se pueden corregir los defectos de la madre naturaleza o, al menos, mejorarlos. Por cierto, al respecto, los gallegos dicen: el árbol que ha de ser arado, de pequeño corcovado, que me parece una mejor manera de decir, pues elimina el fatalismo y abre paso al trabajo, a la rectificación.
De la lejana Galicia, provincia autónoma española que tanto influyó en nuestra cultura, llegan: mucho peine —la avaricia— rompe el saco; de tales terras, tales nabos —para nosotros, de tal palo, tal astilla—; más vale callar que mal hablar —los cubanos decimos: el que poco habla, poco yerra.
Hispanoamérica asimiló, adaptó y reinventó un buen número de dichos y refranes venidos de la madre patria y les añadió los que proceden de la cultura de sus pueblos originarios, la aportada por los esclavos africanos y sus múltiples etnias, así como los creados por la imaginación del pueblo mezclado que hoy somos.
Algunos de los más utilizados por nuestros pueblos y que nos resultan bien cercanos son: de Argentina: Todo bicho que camina va a parar al asador; de Bolivia: El que nace tatú,1 muere cavando; de Colombia: El que peca y reza, empata; de Chile: El que fue a Melipilla, perdió su silla; de Ecuador: El peor enemigo del indio es el indio disfrazado de blanco; de El Salvador: La necesidad tiene car'e perro; de Guatemala: Aquí puyan con tortilla tiesa; de Honduras: Bien vale perder un barco por conocer un puerto; de México: Por más tarde que amanezca, el sol sale para todos; de Nicaragua: Al que nació para chancho, del cielo le cae la mazorca; de Panamá: Quiso agarrar los mangos bajito; de Paraguay: Solamente sobre el cocotero y sobre el pobre caen los rayos; de Puerto Rico: La luz de adelante es la que alumbra; de República Dominicana: Nos llevan como caña para el ingenio; de Uruguay: Los de afuera son de palo; de Venezuela: Tarde piaste, pajarito.
Como ves, la sabiduría popular es eterna y prueba de ello son los refranes, que han soportado el paso del tiempo y llegan a nosotros como un vientecillo fresco y lleno de simpatía.
Nota
tatú. Término de origen guaraní, 'armadillo'
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