lunes, 28 de mayo de 2012

Gregorio Marañón, un espíritu del Renacimiento por Luis Martínez González


El pasado día diecinueve se cumplieron ciento veinticinco años desde que naciera



Cuando los sesudos pedagogos señalan como útil para la educación de los jóvenes elegir entre Ciencias o Letras, probablemente no saben el craso error que están cometiendo. El saber no puede dividirse en compartimentos estancos y todas las disciplinas, desde las Matemáticas hasta la Música pasando por el Deporte, son necesarias para una completa formación intelectual y humana.

Es algo que ya sabían los hombres del Renacimiento –el mejor ejemplo es Leonardo da Vinci- y, como ellos parecía opinar el escritor Gregorio Marañón y Posadillo (Madrid, 1887-1960), de cuyo nacimiento se cumplieron el pasado diecinueve de mayo ciento veinticinco años, aunque, como casi siempre, pasara desapercibido.

Gregorio Marañón fue académico de cinco de las ocho Reales Academias que existen en España. Entre ellas, de la de la Lengua (en la foto)
Gregorio Marañón fue académico de cinco
de las ocho Reales Academias que existen en España.
Entre ellas, de la de la Lengua (en la foto).


Hombre culto, eminente médico, historiador y excelente prosista, Marañón pertenecía a la llamada Generación de 1914 o Novecentista, la misma de Ortega y Gasset y una de las mejor formadas de la Historia de España, pues muchos de sus integrantes habían gozado de becas para estudiar en prestigiosas universidades extranjeras. Personifica, por tanto, Marañón el ideal renacentista del Humanismo, que propugnaba la formación integral del individuo y que procede a su vez del antropocentrismo de aquella época. Éste consideraba al Hombre como centro del Universo y capaz de cultivar todas las ramas del saber, al tiempo que a todas éstas como imprescindibles para conseguir un adecuado desarrollo intelectual. Fue, en suma, el ilustre doctor  uno de los más prestigiosos pensadores de la España del siglo XX.

Por otra parte, una de sus mejores contribuciones literarias es el podríamos calificar como “ensayo biológico”, un  subgénero ensayístico creado por él dado su carácter de médico. Consistía en analizar la conducta de personajes históricos e incluso literarios a la luz de sus rasgos fisiopatológicos y psíquicos. Así, nos ha brindado inmejorables retratos del Conde Duque de Olivares, valido del Rey Felipe IV, de Antonio Pérez, traidor a la Corona de Castilla o del Emperador romano Tiberio.

Pero, en este sentido, quizá su obra más interesante sea la dedicada a don Juan Tenorio, que constituye una de las más originales visiones que se hayan dado del personaje de José Zorrilla. Fue, en suma, Marañón un intelectual de primera fila, uno de los pocos que ha conseguido ser académico de cinco de las ocho Reales Academias que existen en España (lo fue de la de la Lengua, de la de Medicina, de la de Historia, de la de Bellas Artes y de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). Sin duda, su figura requeriría mayor atención por parte de las autoridades de la Cultura.

Fuente: Fundación Gregorio Marañón.

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