por Brenda Bk por Lectroactivos
¿Soy yo o los escritores llevan más prisa por reunirse con La Flaca que el resto de los mortales? No sé muy bien en qué radique, pero entre que son más vulnerables o son manzanas, el ya no tan exclusivo club de los autores suicidas tiene siglos funcionando y, al parecer, cada vez son más los miembros distinguidos.
¿Y nosotros? Aquí es cuando viene el reproche de grupi: Uno como sea, David Foster Wallace, pero ¿y los demás lectores que dejaste viudos? Ay… *llora cual plañidera*, por qué a mí. Ok, lo siento, menos melodrama y más artículo.
Leí alguna vez en un escrito de Héctor Abad Faciolince, que el único riesgo profesional de los poetas es el suicidio. Así es que anden con cuidado, poetas voladores… ¿digo qué? (chiste tuitero). En fin, aquí les dejo cinco grandes de las letras que optaron por la muerte autoasistida:
David Foster Wallace
Considerado uno de los mejores cronistas del malestar estadounidense (un día de estos lo voy a revivir, divorciar y casarme con él). Un mal e inesperado día, en pleno auge de su carrera como escritor, su esposa lo halló ahorcado en su casa. Con anterioridad ya había pedido que lo protegieran de sus propia pulsión de quitarse la vida. No dejó nada que explicara su decisión.
Ernest Hemingway
Es uno de los escritores clásicos de la literatura estadounidense. Sufría de alcoholismo y otros problemas de salud tanto emocional como física. En 1961, se disparó en la boca. Se suicidó en su propia casa sin dejar nota.
Yukio Mishima
Fue uno de los principales exponentes de la literatura japonesa contemporánea. Comenzó a escribir cuando tenía apenas 24 años y a los 45 se quitó la vida mediante el ritual del hara-kiri. Se dice que estuvo preparando su muerte durante más de un año. Su nota de despedida decía…
“Mi mayor sueño era transformar a la sociedad. ¡Larga vida al emperador!”.
Hunter S. Thompson
Periodista y escritor estadounidense, fue el padre del periodismo Gonzo. Su libro más importante fue Pánico y locura en Las Vegas. Acabó con su vida con un disparo. Antes de dejar el mundo escribió…
“No más juegos. No más bombas. No más caminar. No más diversión. No más nadar. 67. Eso es 17 años más de 50. 17 más de los que necesitaba o quería. Aburrido. Siempre soy insidioso. No es divertido — para nadie. 67. Te estás haciendo codicioso. Actúa de tu edad. Relájate — No dolerá”.
Virginia Woolf
Destacada escritora y ensayista británica de la modernidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, y, en medio de una gran depresión sentimental, llenó los bolsillos de su abrigo de piedras, caminó hacia el río Ouse y saltó. Su cuerpo no fue encontrado hasta meses después de que se ahogara. Su carta de despedida decía…
“Estoy segura de que estoy enloqueciendo otra vez. Siento que no podemos volver a vivir algo así de terrible. No me recuperaré esta vez. Escucho voces y no me puedo concentrar. Estoy estoy haciendo lo mejor. Tú me has dado la mayor felicidad posible. Estuviste en todos los sentidos que alguien puede estar. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. ¿Lo ves? Ni siquiera puedo escribir esto bien. No puedo leer. Lo que estoy intentando decir, es que toda la felicidad de mi vida te la debo a ti. Has sido increíblemente bueno y paciente conmigo. Quiero decir que – todo el mundo lo sabe. Si alguien me hubiera podido salvar, serías tú. Todo se ha ido de mí excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida por más tiempo. No creo que dos personas pudieran haber sido más felices que lo que fuimos nosotros. V.”
Ay, Letroactivos yo ya me puse triste y los nombres continúan, sería imposible mencionarlos a todos y no atentar contra mi propia estabilidad emocional, así que mejor les dejo aquí una lista de la A a la Z con todos los escritores suicidas.
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