En primer lugar, publico el genial artículo de opinión de Julio Llamazares "Modernos y elegantes", que ya conocíais los alumnos de 2º porque venía un fragmento en el libro de texto de SM en relación a los extranjerismos (tema 1). A continuación, la carta que "escribió" una señora para que leyeran en un programa de radio, que me ha mandado mi amiga Amalia Redondo. ¿Puede haber un ejemplo más claro de plagio?
MODERNOS Y ELEGANTES
Desde que las insignias
se llaman pins; los homosexuales, gays; las comidas frías, lunchs; y los repartos de cine, castings, este país no es el mismo.
Ahora es mucho más moderno.
Durante muchos años,
los españoles estuvimos hablando en prosa sin enterarnos. Y, lo que todavía es
peor, sin darnos cuenta siquiera de lo atrasados que estábamos. Los niños leían
tebeos en vez de comics, los jóvenes
hacían fiestas en vez de parties, los
estudiantes pegaban posters creyendo
que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de business, las secretarias usaban medias
en vez de panties y los obreros, tan
ordinarios, sacaban la fiambrera al mediodía en vez del catering. Yo mismo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero como no lo sabía -ni usaba por supuesto
mallas adecuadas-, no me sirvió de nada. En mi ignorancia, creía que hacía
gimnasia.
Afortunadamente, todo
esto ha cambiado. Hoy, España es un país rico a punto de entrar en Maastricht,
y a los españoles se nos nota el cambio simplemente cuando hablamos, lo cual es
muy importante. El lenguaje, ya se sabe, es como la prueba del algodón: no
engaña. No es lo mismo decir bacon
que tocino –aunque tenga igual grasa-, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente
que handicap. Las cosas, en otro
idioma, mejoran mucho y tienen mayor prestancia. Sobre todo en inglés, que es
el idioma que manda.
Desde que Nueva York es
la capital del mundo, nadie es realmente moderno mientras no diga en inglés un
mínimo de cien palabras. Desde ese punto de vista, los españoles estamos ya
completamente modernizados. Es más, creo que hoy en el mundo no hay nadie que
nos iguale. Porque, mientras en otros países toman sólo del inglés las palabras
que no tienen –bien porque su idioma es pobre, cosa que no es nuestro caso, o
bien porque pertenecen a lenguas de reciente creación, como el de la economía o
el de la informática-, nosotros más generosos, hemos ido más allá y hemos
adoptado incluso las que no nos hacían falta. Lo cual demuestra nuestra
apertura y nuestra capacidad para superarnos.
Así, ahora, por
ejemplo, ya no decimos bizcocho, sino plum-cake,
que queda mucho más fino, ni tenemos sentimientos, sino feelings, que es mucho más elegante. Y de la misma manera, sacamos tickets, compramos compacts, usamos kleenex, comemos sandwiches, vamos al pub,
quedamos groggies, hacemos rappel y, los domingos, cuando salimos
al campo –que algunos, los más modernos, lo llaman country-, en lugar de acampar como hasta ahora, vivaqueamos o hacemos
camping. Y todo ello, ya digo, con mayor naturalidad y sin darnos apenas
importancia.
Obviamente, estos
cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han cambiado nuestro
aspecto, que ahora es mucho más moderno y elegante. Por ejemplo, los españoles
ya no usamos calzoncillos, sino slips,
lo que nos permite marcar paquete con más soltura que a nuestros padres; ya no
nos ponemos ropa, sino marcas; ya no tomamos café, sino coffee, que es infinitamente mejor, sobre todo si va mojado, en lugar
de con galletas, que es una vulgaridad, con cereales tostados. Y cuando nos
afeitamos nos ponemos after-shave,
que aunque parezca lo mismo, deja más fresca la cara.
En el plano colectivo
ocurre exactamente lo mismo que pasa a nivel privado: todo ha evolucionado. En
España, por ejemplo, hoy la gente ya no corre, hace jogging o footing
(depende mucho del chandal y de la
impedimenta que se le añada); ya no anda, ahora hace senderismo; ya no estudia, hace masters;
ya no aparca, deja el coche en el parking
que es mucho más práctico. Hasta los suicidas, cuando se tiran de un
puente, ya no se tiran, hacen puenting,
que es más in, aunque, si falla la cuerda, se matan igual que antes.
Entre los
profesionales, la cosa ya es exagerada. No es que seamos modernos; es que
estamos ya a años luz de los mismísimos americanos. En la oficina, por ejemplo,
el jefe ya no es el jefe, es el boss,
y está siempre reunido con la public-relations
y el asesor de imagen o va a hacer bussines
a Holland junto con su secretaria. En su maletín de mano, al revés de los de
antes, que lo llevaban repleto de papeles y latas de fabada, lleva tan sólo un
teléfono móvil y un fax-moden por si
acaso. La secretaria tampoco le va a la zaga. Aunque seguramente es de Cuenca,
ahora ya no lleva agenda ni confecciona listados. Ahora hace mailings, trainnings –y press-books
para la prensa- y cuando acaba el trabajo va al gimnasio a hacer gim-jazz o a la academia de baile para bailar
sevillanas. Allí se encuentra con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y con alguna top-model amante del body-fitness y del yogourht desnatado. Todas toman, por supuesto, cosas light, y ya no fuman tabaco, que ahora
es una cosa out, y cuando acuden a un
cocktail toman bitter y roast-beef, que,
aunque parezca lo mismo, es mucho más digestivo y engorda menos que la carne
asada.
En la televisión, entre
tanto, ya nadie hace entrevistas ni presenta, como antes, un programa. Ahora
hacen interviews y presentan magazines, que dan mucha más prestancia,
aunque aparezcan siempre los mismos y con los mismos collares. Si el
presentador dice mucho: O.K. y se
mueve todo el rato, al magazine se le
llama show –que es distinto que
espectáculo- y si éste es un show heavy,
es decir, tiene carnaza, se le adjetiva de reality
para quitarle la cosa cutre que tendría en castellano. Entre medias, por
supuesto ya no nos ponen anuncios, sino spots,
que, aparte de ser mejores, nos permiten hacer zapping.
En el deporte del basket –que antes era el baloncesto- los
clubs ya no se eliminan, sino que
juegan play-offs, que son más
emocionantes, y a los patrocinadores se les llama sponsors, que para eso son los que pagan. El mercado ahora es el marketing, el autoservicio es el self-sevice; el escalafón, el ranking; el solomillo, el steak (incluso aunque no sea tártaro);
la gente guapa, la beautiful, y el
representante, el manager. Y desde
hace algún tiempo, también, los importantes son vips; los auriculares, walk-man;
los puestos de venta, stands; los
ejecutivos, yuppies; las niñeras, baby-sitters; y los derechos de autor, royalties. Hasta los pobres ya no son
pobres; ahora los llamamos homeless,
como en América, lo que indica hasta qué punto hemos evolucionado.
Para ser ricos del todo
y quitarnos el complejo de país tercermundista que tuvimos algún tiempo y que
tanto nos avergonzaba, sólo nos queda ya decir siesta –la única palabra que el
español ha exportado al mundo, lo que dice mucho en favor nuestro – con acento
americano.
Julio Llamazares, EL PAIS 13 de mayo de 1993
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Esto
es la carta que "escribió" una señora al programa de Luis del
Olmo para que la leyeran en directo:
'Desde que las insignias se
llaman pins*, los maricones gays, las comidas frías lunchs , y los
repartos de cine castings , este país no es el mismo: ahora es mucho,
muchísimo más moderno. Antaño los niños leían tebeos en vez de
comics, los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles, los
empresarios hacían negocios en vez de business , y los obreros, tan ordinarios
ellos, sacaban la fiambrera al mediodía en vez del tupper-ware. Yo,
en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mí, creía que
hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice cada día cien
palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan mucho mejor.
Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque tengan la
misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap... Desde
ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no decimos
bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino feelings . Sacamos
tickets, compramos compacs , comemos sandwiches , vamos al pub ,
practicamos el rappel y el raffting , en lugar de acampar hacemos camping
y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los mocos con kleenex
. Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han
mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan medias, sino pantys y
los hombres no utilizan calzoncillos, sino slips, y después de afeitarse
se echan after shave , que deja la cara mucho más fresca que el
tónico. El español moderno ya no corre, porque correr es de cobardes,
pero hace footing; no estudia, pero hace masters y nunca consigue aparcar
pero siempre encuentra un parking. El mercado ahora es el marketing;
el autoservicio, el self-service ; el escalafón, el ranking y
el representante, el manager . Los importantes son vips,
los auriculares walkman, los puestos de venta stands , los
ejecutivos yuppies ; las niñeras baby-sitters , y hasta nannies , cuando
el hablante moderno es, además, un pijo irredento. En la oficina, el
jefe esta siempre en meetings o brain storms , casi siempre con la
public-relations , mientras la assistant envía mailings y organiza
trainings ; luego se irá al gimnasio a hacer gim-jazz , y se encontrará
con todas las de la jet , que vienen de hacerse liftings , y con alguna
top-model amante del yoghurt light y el body-fitness . El arcaico
aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se hartan a bitter y a
roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda mucho menos que la
carne. Ustedes, sin ir más lejos trabajan en un magazine, no en un
programa. En la tele, cuando el presentador dice varias veces la palabra
O.K. y baila como un trompo por el escenario la cosa se llama show , bien
distinto, como saben ustedes, del anticuado espectáculo; si el show es
heavy es que contiene carnaza y si es reality parece el difunto diario El
Caso, pero en moderno. Entre medias, por supuesto, ya no ponen
anuncios, sino spots que, aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping. Estas
cosas enriquecen mucho. Para ser ricos del todo, y quitarnos el
complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, solo nos queda decir
con acento americano la única palabra que el español ha exportado al
mundo: la palabra 'SIESTA.' Espero que os haya gustado... yo antes de leerlo no sabía si tenía stress o es que estaba hasta los
cojones.
* los extranjerismos deberían
ir en cursiva, pero no me apetece corregir la carta de esta señora
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