- La publicación de su correspondencia revela su rechazo a la generación del 98
- "Baroja me parece que está bien ya para estudiantes", dice en una carta
- Azorín, D'Ors, Gómez de la Serna o Pérez de Ayala recibien ácidas críticas
El Premio Nobel Juan Ramón Jiménez rechazó, en su correspondencia particular, de la que la Residencia de Estudiantes ha publicado un segundo tomo, "Correspondencia II", pertenecer a la Generación del 98, a la que denostó en numerosas misivas, en las que también criticó a los escritores de su época.
"Dejemos eso para los viejos del todo, para los académicos ya sentados en su poltrona eterna, para los laureados en seco, para esos tontos caídos, en suma, de esas jeneraciones del 98 y siguiente, a ninguna de las cuales (...) tengo el mal gusto de pertenecer" escribió, a sus 45 años, a Ernesto Giménez Caballero.
También sobre el 98, en 1921, al pintor Juan Echevarría, le escribe:"Yo no tengo nada que ver, además, con ese montón estético-social-náufrago que llaman jeneración del 98", y cinco años más tarde, a Ricardo Baeza: "A mí me da dolor de estómago sólo de pensar que mi poesía tenga nada que ver con el consabido 'desastre'".
En otra carta a un amigo en 1920 dice: "Baroja me parece que está bien ya para estudiantes; Pérez de Ayala, para viejos secos; y Gómez de la Serna no acaba de poder por mucho que quiera", mientras que en 1923 le dice al escritor mexicano Alfonso Reyes: "Canero y Moreno Villa, que han venido descendiendo día tras día, hasta llegar a significar uno lo plebeyo (...) y el otro, la suprema sordidez".
Azorín, el 'amigo de otros días
La peor parte se la llevan Eugenio d'Ors y Azorín, a quien Juan Ramón Jiménez escribe directamente encabezando sus cartas como "Amigo de otros días" y las firma como "su ex amigo", y a quien le dice sobre sus obras recientes: "Lo que hoy hace usted, teatro, cuento, es una desagradable sopa vieja en donde las hierbas secas de Maeterlinck se enredan con la pasta rancia del majadero de Pirandello".
"Da verdadera pena ver cómo desteje usted su obra y su nombre. Porque con sus necedades de estos últimos tiempos no consigue sino echar antipatía, desdén y asco sobre lo mejor de su vida antigua", le dice a Azorín en el encabezamiento de esa misma misiva.
En Carta dirigida a Eugenio d'Ors, el poeta onubense se queja de ser objeto de crítica en sus artículos de prensa y después de llamarle "gandul, perezoso farsante" le escribe: "parece usted uno de esos tristes cómicos viejos que van de tablado en tablado adulando desvergonzadamente a quien les paga".
"Yo soy un poeta de deleite -y usted un periodista de mercado- (...) Ahora ya puede usted atacarme directa y claramente -superficial, lijero, desecho 'articulista' catalán-", concluye el poeta su carta a Ors. "Qué vergüenza repetida los artículos tontos de Azorín y los tomos vacíos de Ors:facilidad, repetición, amaño", escribe en otra carta de esos mismos años a un amigo.
Árida respuesta a Buñuel y Dalí
A una carta impertinente de Dalí y Luis Buñuel en que califican de "merde" su 'Platero y yo', el poeta de Moguer también recurre al insulto en su contestación llamándoles "manfloritas".
En los años veinte, era mucho más indulgente con los escritores jóvenes que con los mayores, y a Waldo Frank le escribe en 1924: "Me pregunta usted por la juventud actual española. Le voy a decir: nunca tan hermosas plantas. Vale más que la francesa, es menos 'virtuosa', pero mucho más pura; más idealista, más severa. Los ya maestros: Salinas, Guillén, Espina".
Un afecto que se multiplica al pasar de los jóvenes a los niños, a juzgar por lo que escribe a una amiga en 1927: "Tengo mis mejores amigos entre los niños, y con ellos paso ratos felices e inolvidables, que me compensa de Ñotros! y se llevan en el agua pura y fresca de la sinceridad las sombras de los engaños de cada día".
Andalucía por bandera
De su amor por Andalucía, el poeta deja constancia en una carta a Isabel García Lorca, en 1924: "Mi porvenir, como mi pasado, está en Andalucía y sólo Andalucía. Los andaluces tenemos que quererla tanto que por nosotros se derrame en todo el mundo, no universalizándose ella -para tu hermano Federico el conmovedor- sino andalucizando nosotros el mundo entero".
Este segundo volumen del 'Epistolario' recoge cientos de cartas escritas entre 1916 y 1936 y ha sido editado por Alfonso Alegre Heitzmann, especialista en la obra del Nobel onubense, quien ha escrito para la ocasión una introducción que supera el centenar de páginas.
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